sábado, 14 de marzo de 2015

Aprendizajes sobre la incorporación de la etnicidad y la raza en los censos: el caso de la población afrocolombiana.

Colombia Afrodescendientes

Población Total: 41 468 384 
Extensión del País: km²
Densidad Poblacional: 39.72 Habitantes por km²
Índice de Desarrollo Humano: Posición 88
Población Afrodescendiente, según Censo Poblacional 2005: 4 311 757*
*(Sumadas las categorías Negro/negra y Afrodescendiente)
% Población Afrodescendiente: 10.4% 

Datos del Cuestionario Censal

Afrodescendientes y Multiculturalismo según el Censo de Colombia 2005


La constitución de 1991 marcó un hito para la historia de los grupos étnicos en Colombia al reconocer el carácter multicultural de la nación. Esto implicaba pasar de un modelo unicultural a otro donde las “comunidades negras” del Pacífico y otras con “características similares” eran reconocidas como sujetos políticos diferenciados como grupo étnico con derechos territoriales y culturales específicos (Agudelo, 2002).
Sin embargo, hasta ese momento había un vacío en torno a la cuantificación y caracterización demográfica y socioeconómica de la población afrocolombiana , lo cual se constituía en una limitación para el conocimiento de sus necesidades y potencialidades para la focalización de las políticas públicas, e igualmente, y no menos importante, para la visibilización de su diversidad cultural y social.
El objetivo de este artículo es hacer una descripción analítica de la experiencia de Colombia en la incorporación de la dimensión étnico-racial en los 2 últimos censos de población y, sobre la base de esta experiencia, de los desafíos para la ronda censal de 2010. Es importante advertir que el documento no desarrolla todo el complejo proceso de la construcción de la pregunta de autoreconocimiento, ni la participación de las organizaciones afrocolombianas en él. Más bien se interesa de manera sucinta en reportar sus implicaciones para la visibilidad estadística de la población afrocolombiana y aprendizajes hacia el futuro. El texto se organiza de la siguiente forma: en la segunda parte se describe la experiencia de inclusión de la pregunta étnica en el Censo de 1993. Después, se hace lo mismo para el censo de 2005. En la última sección se realizan las consideraciones al respecto.
El censo de 1993 y el fracaso de la pregunta de pertenecía étnica
Para empezar, cabría decir que el Censo de 1993 fue el primero en Colombia que aplicó de manera universal la pregunta de pertenencia étnica. Sin embargo, hay que señalar, en el fulgor de la celebración del Bicentenario de la República de Colombia, que ha habido al menos tres experiencias anteriores que intentaron contabilizar a la población afrocolombiana, aunque no precisamente para efectos de su reconocimiento como grupo étnico-racial (DANE 2007).
A estos efectos, la incorporación de la pregunta de autoreconocimiento afrocolombiano inauguraba el carácter multicultural de la nación. Además, la promulgación de la Ley 70 de 1993 jerarquizó su carácter étnico-territorial. Los resultados y el fraseo de la pregunta de caracterización étnico-racial para los censo en el siglo XX y XXI se pueden observar en el Cuadro 1. 


Cuadro1
Diferentes estimaciones de la población afrocolombiana a través de los Censos de Población en el siglo XX y XXI
(*) Porcentaje de personas clasificadas como negras en este censo. Aparentemente no se incluyen en este grupo las personas que caen en diferentes modalidades de mestizaje negro, lo cual puede explicar el bajo porcentaje de los individuos clasificados como “negros”.
Obsérvese que el porcentaje de personas que se autoreconocieron como afrocolombianas en el Censo de 1993 sólo alcanzó el 1.5% para el total nacional, cifra inclusive inferior al porcentaje de personas que habían sido clasificadas de acuerdo a sus características fenotípicas como negras en 1918. Según el DANE (2000, pág. 19-20) “Hubo un sesgo hacia los indígenas, influido por los cambios constitucionales y sociopolíticos recientes, los cuales enfatizaban en la necesidad de su reconocimiento. Para aquellos que contestaron afirmativamente, pero no especificaron si pertenecían a un grupo indígena o negro, no se pudo establecer su diferencia. El modo como se formuló y codificó la pregunta no permitió diferenciar entre negros e indígenas. Muchos negros no se consideran como grupo étnico pesar de que en municipios como Puerto Tejada (municipio del departamento del Caucapor fuera de la región del Pacífico), donde podría considerarse que una gran proporción es negra, ningún habitante se autoreconoció como negro (las cursivas son mías).”
Tejada (municipio del departamento del Caucapor fuera de la región del Pacífico), donde podría considerarse que una gran proporción es negra, ningún habitante se autoreconoció como negro (las cursivas son mías).”
Dichos resultados desnudaron la complejidad del autoreconocimiento afrocolombiano. La población afrocolombiana es heterogénea debido a condicionantes históricos y geográficos particulares, que junto con las dinámicas de inclusión exclusión a lo largo del siglo XX, determinaron diferentes tipo de relacionamiento económico, político o simbólico (ver Urrea y Viáfara, 2010). De hecho, la pregunta de autoreconocimiento étnico sólo proporcionó resultados razonables en la región del Pacífico donde se encuentran los territorios colectivos Ley 70 y que, por lo mismo, había albergado el debate más álgido por el reconocimiento de la diversidad cultural de la población Afrocolombiana como grupo étnico. Por ejemplo, en ciudades como Cali y Cartagena que tienen, de lejos, el mayor peso demográfico de población afrocolombiana con participaciones que oscilan entre el 25% y 40% de la población, el autoreconocimiento étnico fue casi despreciable.

El censo del 2005, ¿la visibilidad estadística revisada?

Después del Censo de 1993 ha habido esfuerzos no deleznables por tratar de cuantificar y caracterizar demográficamente y socioeconómicamente a la población afrocolombiana, y así romper con su invisibilidad estadística. Sin embargo esas investigaciones sólo tenían un alcance regional (ver, por ejemplo, Barbary y Urrea, 2004). Por otro lado, las encuestas de hogares y de calidad de vida que incorporaron la pregunta de autoreconocimiento étnico-racial, según el DANE, fueron ejercicios para valorar la pregunta, sin ninguna validez externa para la población afrocolombiana debido a que las muestras no fueron diseñadas para cuantificar y caracterizar a la población afrocolombiana, lo cual reforzaba la invisibilidad estadística[1].
Más allá de su importancia para contabilizar y caracterizar a la población afrocolombiana, todos estos antecedentes sirvieron para construcción de la pregunta de autoreconocimiento étnico-racial del Censo del 2005, lo cual derivaba de un complejo proceso de interacción con las organizaciones afrocolombianas y la academia (ver Estupiñan, 2006).
“Para la población afrocolombiana, en el Censo 2005, las dimensiones cultural o étnica y la fenotípica se integraron en una sola pregunta en una forma neutral en el fraseo, de manera que no se sacrificara una dimensión en beneficio de la otra, y se incluyó estadísticamente en un solo módulo universal del cuestionario. Esto resultó importante para la población negra, que por sus características sociológicas se autoreconoce bajo los dos criterios utilizados” (Estupiñan, 2006, pág. 63).
Con respecto al optimismo de la cita anterior, cabría  aludir que la pregunta en el censo de 2005 no zanjó esta discusión, o si se quiere esta confusión. Se tranzó para que distintas posibilidades tuvieran cabida en la pregunta. Una salida ecléctica pero con claras implicaciones negativas en la parte conceptual.
Esto implicaba en la práctica no sólo utilizar el criterio étnico-territorial implícito en la pregunta del Censo de 1993, sino también el criterio racial, asociado a las categorías negro, mulato; el criterio  de identidad, inscrito en la categoría afrodescendiente y afrocolombiano que representa un origen común coligado a la descendencia africana, pero también de negros y mulatos ; y el criterio lingüístico que opera para la población del palenque de San Basilio y la de San Andrés y providencia, quienes hablan un idioma ancestral.
A este mismo respecto, llama la atención que a pesar de la innegable interacción del componente étnico-racial en la pregunta de auto reconocimiento, el DANE siga refiriéndose a ella como una pregunta de auto reconocimiento étnico (ver Estupiñan, 2006).
En efecto, como se observa en el Cuadro 1, en el censo de 2005 el 10.6% de la población se autoreconoció como afrocolombiana, lo cual revela una diferencia importante en relación con la  visibilidad estadística de la población afrocolombiana, respecto al Censo de 1993.

Los desafíos para la ronda censal de 2010

Más allá de la importancia de los datos del Censo de 2005 en torno a la visibilidad estadística de la población afrocolombiana derivada de la incorporación de varios criterios, especialmente el racial, en la pregunta de autoreconocimiento y de las campañas de sensibilización realizadas para el Censo de 2005 -en las cuáles hubo una participación activa de la población afrocolombiana-, la comunidad afrocolombiana y académica no se encuentra completamente a gusto con los resultados del Censo de 2005.
Hubo algunos errores en la metodología y en el operativo censal que pueden tener efectos adversos en su validez interna y externa para la población afrocolombiana. A continuación se enumeran algunos puntos críticos que deberían ser revisados para la ronda de censos de 2010:

  • La pregunta de autoreconocimiento étnico-racial no se aplicó de manera correcta (ver PCN, 2006). Se presume que debido a un aumento en la cuota de empadronamiento en el operativo censal, los encuestadores “castigaron” la pregunta étnico-racial y, en el mejor de los casos, asignaron a su libre albedrio la clasificación a los encuestados de acuerdo a sus rasgo fenotípicos (clasificación externa del encuestador). En los casos en los cuales había alguna duda con respecto a la adscripción racial de la persona es muy probable que los encuestadores hubiesen marcado la categoría “ninguno de los anteriores”. Esto ocasionó un sesgo en torno a la población estadística estudiada asociada a la diversidad de los observadores y los criterios distintos con respecto a la pregunta de autoreconocimiento, que puede haber inducido una subestimación de la población afrocolombiana. Esto sugiere que deben incluirse mecanismos formales en la metodología del censo que permitan realizar un control más efectivo y la evaluación de la aplicación de la pregunta étnico-racial.

  • Al igual que la pregunta étnico-racial, la información sobre territorios colectivos y resguardos indígenas no fue diligenciada por los encuestadores. Hoy en día no se tiene información sobre las características socio demográficas y socio económicas de los territorios colectivos, que es básico para los Consejos Comunitarios en la construcción de sus planes de vida y para el Estado.  El próximo censo debe captar la información demográfica, de actividades productivas de los territorios colectivos, viviendas, etc.  al servicio de los consejos comunitarios y de las distintas entidades públicas locales, departamentales y nacionales, para que sirva como insumo en los planes de etno desarrollo y políticas del Incoder y Ministerio de Agricultura.

  • Con base en los resultados del Censo de 1993 y 2005 se pudo comprobar que la magnitud de población afrocolombiana varía ostensiblemente de acuerdo al criterio que se utilice para medirla. Aunque la pregunta de autoreconocimiento del Censo de 2005 incluyó criterios étnicos y raciales, la experiencia indica que el autoreconocimiento racial ha tenido mejores resultados que la autoadscripción étnica. Con el censo del 2005 no es posible separar los dos fenómenos.  Igualmente la pregunta de autoreconocimiento incluye una categoría muy problemática “ninguno de los anteriores”, la cual debería de abrirse de acuerdo con las características fenotípicas de las personas (blanca y mestiza). En este sentido se recomienda que para el próximo censo se consideren las dos preguntas separadas, lo étnico y lo racial, lo cual podría ser muy importante para efectos de comparación con otros censos de población. Además sería importante para develar las profundas desigualdades de la población afrocolombiana de acuerdo al color de la piel, y posiblemente brechas más profundas con respecto a la población no étnica o blanca mestiza que cuando se utiliza el criterio étnico.

  • A pesar de su importancia y la riqueza de información del Censo del 2005 para la población afrocolombiana, éste no se equipara en términos de información con países como USA y Brasil, inclusive otros en América Latina. En especial, el Censo del 2005, no tiene información sobre el Mercado Laboral, con lo cual no se podría desentrañar, por ejemplo, por qué se ve sobre representada entre los más pobres. Esto es importante para la aplicación de políticas de Acción Afirmativa a favor de la población afrocolombiana.

  • La batería de preguntas para captar información socioeconómica en el censo de 2005 se encuentra en el formulario ampliado. Este se aplicó mediante un muestreo aleatorio de hogares en las zonas urbanas, el cual no fue diseñado para ser representativo para la población afrocolombiana. A este respecto es importante señalar que más allá del diseño metodológico, el Censo debe ser representativo para la población afrocolombiana en la unidad más pequeña de muestreo para efectos del cálculo de indicadores  socioeconómicos desagrados por condición étnico-racial.

  • Por último, y no menos importante, el DANE arbitrariamente y utilizando un argumento censurable de reserva estadística obstaculizó el acceso a los microdatos del Censo. Si bien el DANE ha habilitado la herramienta de Redatam en la cual se pueden realizar algunos cruces descriptivos de la variable étnico-racial y otras variables de interés, su operacionalización puede resultar bastante intrincada para las personas que no tienen una capación técnica  a ese respecto. Además, esta forma de divulgación de los datos imposibilita la aplicación de modelos estadísticos avanzados para detectar, por ejemplo, la asociación entre la condición étnico-racial y un indicador sintético de condiciones de vida que puede ser importante para la aplicación de políticas de acción afirmativa. Con el objetivo de ser más transparente  el DANE debe permitir que los microdatos del Censo sean de uso público para que puedan ser utilizados sin restricciones por las organizaciones afrocolombianas y la academia como sucede en la mayoría de países de América Latina. 

"Los censos como herramienta para enfrentar las brechas raciales y de género”
En el desarrollo de una Nación, todos y todas cuentan[1]
--Jenny De la Torre Córdoba
Los censos como instrumento de medición, se convierten en herramienta fundamental para reflejar las condiciones de vida de los grupos sociales que integran las Nación, base estructural del moderno Estado Social de Derecho. Es importante resaltar las variables (género, raza, etnia, etc.) que confluyen,  para que los censos se conviertan en verdadero ejercicio democrático, que permita ejercitar derechos, participación, inclusiones y reconocimientos.
Si partimos de la noción etimológica de Nación, como “una pluralidad de grupos humanos, diferenciados por cultura, raza, etnia, que comparten un territorio y una organización jurídica-administrativa” parece que nos referimos a lugares utópicos donde la igualdad es un principio y por tanto al hacer mediciones demográficas (censos, autodiagnósticos, etc.) estas arrojan datos fidedignos que permiten la elaboración de políticas públicas que reconocen e implementan la diversidad como base de desarrollo, estimulando y fortaleciendo la identidad.
Identidad y desarrollo son conceptos que van de la mano en el nuevo orden Internacional, en que los informes de desarrollo humano – en especial el del año 2003-  al declarar que “la diversidad es la base del desarrollo", han reafirmado su intrínseca comunión. Para lograr que este principio sea una realidad, se requiere un adecuado “conteo”  censal y la  obtención eficiente y eficaz de los “datos desagregados” como  un reto contemporáneo más allá de cifras e indicadores.
Se determina, mediante la actividad censal la localización y situación de los grupos sociales que “comparten territorio, cultura, pasado, cosmovisión, etc. además permite conocer las múltiples y variadas formas de auto identificación y las limitaciones que tienen estos grupos humanos para acceder al “bien común”, ejercicio democrático que permite acceder a la igualdad expresa, que encierra un disfrute más allá de los simbólico imperante.
BRECHAS RACIALES: Los Estados modernos, Occidentales, tienden a homogenizar los grupos humanos, apoyándose  en el “Pacto social” expuesto y desarrollado por Rousseau, base de las democracias modernas.
Este pacto social que excluye a las minorías y a las mujeres, proclamando el principio: “Todos somos iguales”, aunque sea en carencias y exclusiones, convierte en iguales a los hombres por convención y derecho. Estos principios, excluyentes, han sido avalados por declaraciones universales, que han conducido a la perversión de la diversidad y las diferencias,  afectando la consideración de “raza” e influyendo a los “soñadores” del nuevo orden mundial, para que en su ensueño “identifiquen” a la humanidad como un manto “monocromático”, que los ha obligado a afirmar que existe una sola raza: “La raza humana”. A partir de estos postulados se cierne sobre las razas y sus miembros-as un manto de duda que convierte la diversidad en sospecha y la confronta con su destino, ya que si “todo es igual” no hay brechas que separen a unos-as y otros-as.
Es necesario señalar que el mundo del Derecho judicial se considera que la verdad tiene dos caras: La verdad formal y la verdad verdadera; sí aplicamos esta teoría a la noción de raza podríamos afirmar que en  la verdad formal (expuesta por los teóricos) existe una sola raza (la humana) y que según  la teoría de la verdad verdadera existen más de cinco (5) razas, siendo la negra una de las tantas y que para el caso que nos ocupa debe ser considerada como “EXISTENTE” dentro de la variable de raza y etnia, en especial en los temas demográficos; que dan lugar a la realización de los censos, los cuales  determinan y establecen indicadores, desagregados, de las condiciones de vida, localización, escolarización, género, etc. de sus miembros-as para lograr que los gobiernos proyecten y desarrollen políticas públicas que “disminuyan las brechas que separan a estos grupos (etnias) de los y las existentes, en las respectivas regiones donde la multiculturalidad y la plurietnia se convierten en factores de “interculturalidad”. Con estas reflexiones, no pretendo deslegitimar la etimología y /o conceptos de raza y etnia, que para muchos tratadistas se refiere a “rasgos físicos, cuando se trata de raza” y de la “pertenencia o identificación con un grupo, que se diferencia del resto de la población, no sólo por sus rasgos físicos sino por tradiciones, costumbres, idioma, etc. cuando se trata de etnia”.
Es necesario replantear (nos) sobre el poder de  las teorías y construcciones (que cobran  fuerza de ley) en especial cuando son esbozadas y sostenidas por teóricos-as de reconocida trayectoria, ya que permean  a los movimientos sociales Afrodescendientes y negros de América Latina y el Caribe, impidiendo que estas regiones “se autoidentifiquen adecuadamente” y que los censos entren en contradicción al incluir la variable étnica racial en sus cuestionarios, de hecho las encuestas y censos de América Latina no han explorado ha profundidad la identificación étnica/ racial, a pesar de que  en la práctica los asuntos raciales, de apreciación social, sobre los fenotipico son los que más “brechas” provocan, en especial en el ámbito de la oportunidades (laborales, sociales, comunitarias, etc.).
BRECHAS DE GÉNERO: El género, como construcción social, que otorga a las mujeres y hombres tareas diferenciadas, a partir de los roles que cumplen en las “sociedades”, nos hace reflexionar en la novedosa formulación de las preguntas o pregunta censal-es, en especial a partir de los años setentas, en que se acuño el término, ignorado por algunos biologicistas que aún se refieren a la pregunta ¿cuál es su sexo? ¿Masculino o femenino? sin tener en cuenta que esta reivindicación (género) fue fruto de la lucha de los movimientos de las mujeres ocupadas, en ese momento, en desligar la determinación sexual en la autoidentificación, por considerarla una apología a la superioridad masculina. Plagada, en esos años, de subordinación y exclusión a todo lo relacionado con los roles femeninos.
Estas reivindicaciones son consecuencia de las críticas del universalismo, los trabajos posmodernos han hecho énfasis en los temas de la identidad, la diferencia, la ciudadanía y la capacidad de actuar, con la influencia de lo que Nancy Frazer[2] denomina  “frentes de lucha”, relacionados con el reconocimiento de los grupos o de las expresiones sociales, la afirmación de la diferencia y la representación, incluido el género, la identidad y la subjetividad, la raza, la etnicidad, etc. formas de diferenciación social. Todos estos frentes de lucha, según Nancy Fraser, se basan en los “reconocimientos  más no en la “redistribución” creando brechas sociales que impiden a las mujeres acceder a los espacios económicos en igualdad de condiciones, en especial en lo referente a “lo recursos mundiales”, los macroproyectos, que en su mayoría están en manos de los hombres.
Los censos para diminuir las brechas y promover una adecuada participación de las mujeres deben considerar las tendencias economicistas y a partir de indicadores que permitan establecer el impacto de las políticas de ajuste estructural en la vida de las mujeres, promover políticas  públicas que palien las desigualdades crecientes que impiden el ejercicio de la justicia de género (eliminación de la pobreza, control de las consecuencias del VIH Sida, la inestabilidad financiera, los efecto de las crisis económicas, la catástrofes naturales, etc.).
Los datos estadísticos, como instrumentos de “mejoramiento” de la condiciones de hombres y mujeres no dependen únicamente de los instrumentos o indicadores con los que se recolecta la información censal, sino que deben incorporar otros factores para  asegurarse que más allá de la desagregación por “sexo” los conceptos de género y etnia  estén presentes en los instrumentos, para que redunden en la planificación e implementación de políticas públicas que identifiquen e incidan en estás dos vías de discriminación y / exclusión.
Las subordinaciones y exclusiones que afectan a las mujeres son violaciones de los derechos humanos, son maneras de impedir el ejercicio de la ciudadanía femenina transversalizada no sólo por la raza y etnia, que originan discriminaciones múltiples, también  de la pobreza y las violencias contemporáneas.
Debemos convocar a todas las mujeres para incidir en los censos 2010-2012, y lograr que la ronda censal se convierta en una verdadera puerta de entrada, que permita la proyección y desarrollo de políticas públicas que disminuyan lo que nos separa y fomente lo que no identifica a las mujeres, teniendo en cuenta las particularidades, en especial de América Latina y el Caribe.
Afro prioridades en el año 2011
“Necesidad de fomentar la adopción  de una ciudadanía  étnico- racial afro en Iberoamérica”
--Jenny De la Torre Córdoba
Entramos en el 2011, momento de dejar en firme la resolución 64/ 169, que lo declara como el “Año Afrodescendiente”. Es imperativa la necesidad de convertir en letra viva los postulados de esta histórica resolución “afirmativa” y hacer que cada recomendación se traduzca en herramienta de avance para nuestra etnia, en especial  “en la promoción de un mayor conocimiento y respeto de la diversidad de nuestra herencia y cultura” (artículo 1, Res. 64/169) lo cual podemos traducir en la necesidad de crear una ciudadanía que reconozca de una manera “verdaderamente diferenciada” la noción étnico-racial Afro como base de ciudadanía plena.
En las últimas décadas, en el mundo globalizado,  ha cobrado fuerza  el discurso de los Estados multiculturales, dejando atrás la noción de los Estados liberales, en donde se perpetuaba el principio de “ que todas las personas son iguales ante la ley”, pero que no contemplaba que a pesar de ser iguales para cumplir con el ordenamiento jurídico, no eran iguales en relación al trato que este estamento jurídico le otorgaba a sus múltiples exclusiones, en especial a las derivadas de la etnicidad y aún más a la racialización negra (afrodescendiente).
Según Elizabeth Jelin “Ser ciudadano o ciudadana significa tener dos cosas: una, es un sentimiento de pertenencia a una comunidad, a una comunidad política, y otra, un reconocimiento de esa comunidad política a la que uno pertenece. Significa también que ese reconocimiento y esa pertenencia tiene deberes y tiene derechos. Entonces, convertirse en ciudadano o ciudadana significa sentir que uno es sujeto de derechos. Entonces, es lo mismo que politizarse. O sea, no es que la politización lleva a ser sujeto de derecho, el propio proceso de salir a la esfera pública, de sentirse con derecho a estar en esfera pública es el proceso de construcción de alguna dimensión de la ciudadanía”.
Siguiendo a Elizabeth Jelin y la noción de ciudadanía que expone, las personas pertenecientes a la etnia negra (Afrodescendiente) en Iberoamérica, debemos preguntarnos ¿Tenemos sentido de pertenencia a la comunidad política a la que pertenecemos?, es probable que respondamos afirmativamente, casi todos y todas, pero esa comunidad política a que pertenecemos ¿nos reconoce? ¿Somos verdaderos sujetos(as) de derechos? Estos interrogantes tienen una sola respuesta NO.
Para que este año “de afro reparaciones” refrendado mediante resolución, se convierta en instrumento para lograr “ciudadanía plena”, es necesario establecer algunos principios básicos de cómo requerir a esa “comunidad política, a la que pertenecemos”  para que nos permita “politizarnos”, salir a la esfera pública y ser parte de su estructura y así lograr políticas públicas no sólo incluyentes sino libre de “antagonismos”.
Baltimore (1992) reconoce que a fines del siglo XX algunos “antagonismos” no asociados a la producción como el de los sexos o el  de las etnias adquieren una importancia central, originados muchos de ellos en desigualdades generadas por el capitalismo y según Carlos Sojo (2002)”esos antagonismos resultan esenciales para comprender el debate contemporáneo en América Latina (léase Ibero América) en torno al tema de la ciudadanía”. Este debate está relacionado con el derecho al bienestar y la seguridad económica de un grupo humano, como señala Tomas H. Marshall (1992) “la noción de ciudadanía está íntimamente relacionada con el derecho al bienestar y la seguridad  económica hasta el derecho a compartir con el resto de la comunidad la herencia social y a vivir la vida como un ser civilizado (a), de acuerdo con los estándares prevalecientes en la sociedad”.
Los estándares prevalecientes en Ibero América tienden cada vez más hacia un marcado desequilibrio étnico- racial, en especial  Afro, en relación al resto de la población.  Las personas afro- racializadas se encuentran englobadas en un alto índice de marganilización que les impide el ejercicio del “derecho a tener derechos”, lo cual limita el ejercicio de una ciudadanía que conduzca a una verdadera participación-inclusión.
Debemos tender a lo que Marion Young denomina la “ciudadanía diferenciada” que pretende conseguir una igualdad real y no sólo formal entre todos los miembros de una sociedad. Para conseguir esta igualdad real no basta el trato igual que se propone desde una concepción de la ciudadanía universal, porque es necesario dar respuestas distintas a necesidades diferentes.
Estas respuestas diferentes no se dan a las personas, en cuanto tales sino por su pertenencia a un grupo social concreto, pero además, al igual que Kymlicka, Young considera que estos grupos “han de tener una representación política propia”, que garantice la defensa de sus intereses y sus particularidades de grupo. En todo órgano representativo deberían ser reservadas un cierto número de plazas para representantes de los grupos sociales más desfavorecidos históricamente.
Este concepto de ciudadanía diferenciada será utilizado por Kymlicka para establecer su ciudadanía multicultural. Las teorías de estos dos autores (a) son muy similares, excepto en el alcance de sus "teorías" porque mientras Kymlicka es un reformista porque pretende incorporar modificaciones a la sociedad liberal para hacerla más justa, Young puede considerarse revolucionaria porque pretende substituir la sociedad liberal por un nuevo tipo de sociedad.
El hecho de hablar de ciudadanía diferenciada no entra en contradicción, no es incoherente con la apuesta por esos valores universales de justicia social, de igualdad, de libertad. Precisamente, debe garantizarlos y dichos valores tendrían que actuar como limitaciones para los derechos de las minorías. Al introducir la ciudadanía diferenciada, se pretende evitar injusticias significativas a manos de la mayoría y el agravamiento del conflicto etnocultural.
Tal como señala Kymlicka, “en un Estado multicultural, una teoría de la justicia omni abarcadora incluirá tanto los derechos universales, asignados a los individuos independientemente de su pertenencia de grupo, como determinados derechos diferenciados de grupo, es decir, un estatus especial para las culturas minoritarias.”
Siguiendo al autor, podríamos señalar tres tipos de medidas en función de la pertenencia grupal orientadas a acomodar las diferencias nacionales y étnicas que implican tres formas de derechos específicos en función de la pertenencia grupal: los derechos de autogobierno, los derechos poliétnicos y los derechos especiales de representación.
En cuanto a los derechos de autogobierno, suelen ser reclamados por las naciones que componen Estados multinacionales para asegurarse el pleno y libre desarrollo de su cultura. Normalmente, las reivindicaciones de autogobierno suelen adoptar la forma de transferencias de competencias a una unidad política básicamente controlada por los miembros de la minoría nacional, que fundamentalmente se circunscriben a su patria o territorio histórico.
Estas concesiones no se consideran una medida temporal. Por el contrario, estos derechos a menudo se describen como derechos “intrínsecos” y, por tanto, permanecen, lo que constituye una de las razones de que las minorías nacionales aspiren a que sean contemplados en la Constitución.
 Respecto a los derechos poliétnicos, su reivindicación se explica teniendo en cuenta la negativa de los inmigrantes ( en especial Afros) durante las últimas décadas a una asimilación ciega a la cultura del país receptor, a sus normas, a sus costumbres, y, por consiguiente, la obligación de abandonar todos los aspectos de su herencia étnica.
Si, en un primer momento, estos grupos de inmigrantes se preocuparon de reclamar el derecho a expresar libremente sus particularidades, sin temor a discriminaciones por parte de la cultura receptora, al igual que los derechos de autogobierno, los derechos poliétnicos no se consideran temporales, puesto que las diferencias culturales que protegen no son algo que se pretenda eliminar.
Pero, a diferencia de los derechos de autogobierno, el propósito de los derechos poliétnicos no es el autogobierno, sino fomentar la integración en el conjunto de la sociedad.
Por último, los derechos especiales de representación para las minorías Culturales y/ o étnicas  pueden verse cuanto menos desde dos perspectivas. A veces, se defienden como respuesta a algunas desventajas o barreras sistémicas presentes en el proceso político, que impiden que las opiniones del grupo en cuestión estén debidamente representadas.
En la medida en que tales derechos se consideran una respuesta a la opresión o a las carencias sistémicas, resulta más plausible que se contemplen como medidas temporales en el tránsito hacia una sociedad en la que ya no exista la necesidad de representación especial, es decir, como una forma de “acción positiva” política. La sociedad debería de esforzarse en erradicar la opresión y las carencias, eliminando así la necesidad de esos derechos.

Bibliografía

· Agudelo, C., (2002). Populations noires et actionpolitiquedans le Pacifique colombien. Paradoxesd'uneinclusionambiguë. Director: Christian Gros, Universidad Paris III, La nueva Sorbonne, Instituto de Altos Estudios de América latina – IHEAL. Jurados, Michel Agier, Daniel Bourmaud, Odile Hoffmann, Marie-France PrevotSchapira. Paris, Octubre 2002.
· Barbary, O. y Urrea, F., (2004). Gente negra en Colombia: dinámicas sociopolíticas en Cali y el pacífico, Medellín, Editorial Lealón.
· Barbary, O.; Ramírez, H. F.; Urrea, F., y Viáfara, C., (2004). “Perfiles contemporáneos de la población afrocolombiana”, en Olivier Barbary y Fernando Urrea (eds.). Gente negra en Colombia: dinámicas sociopolíticas en Cali y el Pacífico. Medellín:Lealón, CIDSE, Universidad del Valle, IRD y COLCIENCIAS
· Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE)(2000). Los grupos étnicos en los censos: el caso colombiano. DANE, Banco Mundial, BID. Cartagena de Indias, Colombia. Citado en Barbary, Ramírez, Urrea y Viáfara (2004)
· (2007). Colombia: una nación multicultural. Su diversidad étnica. Disponible en, http://www.dane.gov.co/files/censo2005/etnia/sys/colombia_nacion.pdf. Consultado Septiembre de 2010
· Estupiñan, J., (2006). “Afrocolombianos y el Censo 2005. Elementos preliminares para el análisis del proceso censal para la población afrocolombina”, en ib - La revista del Centro Andino de Altos Estudios – CANDANE, pp. 57-69.
· Proceso de Comunidades Negras en Colombia (PCN) (2006). “Y el chocolate espeso”. Evaluación del Censo General 2005 y la pregunta de autorreconocimiento étnico entre afrocolombianos. Bogotá: Proceso de Comunidades Negras en Colombia- PCN.
· Urrea F., y Viáfara C., (2010). “Heterogeneidades sociodemográfica y socioeconómica, géneros y sexualidades, y dimensiones étnica y racial de la población afrodescendiente colombiana”. En Mosquera, C.; Lao, A. y Rodríguez, C.,(Editores). Debates sobre ciudadanía y políticas raciales en las Américas Negras, Bogotá. En preparación.

[1] DANE. Varios/as auotes/asTODOS CONTAMOS: Los grupos étnicos en los censos. Primer Encuentro Internacional. Cartagena de Indias, Colombia. Noviembre 8, 9 y 10 de 2000. Departamento Administrativo Nacional de Estadítica, DANE. Bogotá, 2002
[2] Cita tomada de: Benería, Lourdes. Género, Desarrollo y Globalización. Hacer Editorial, Barcelona, 2005.

(Source: afrodes.com)
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