jueves, 17 de septiembre de 2015

La vieja Europa: De la matrística a los imperios patriarcales

Reconstrucción de Knossos (Creta), civilización Minoica. Esta imgen no pertenece al texto original, está tomada de: http://www.monachus-monachus.gr


La Vieja Europa

(Las culturas matrísticas del neolítico)


“Su cultura parece haber sido básicamente igualitaria, pacífica, prospera y jovial. Sus ciudades carecían de muros defensivos, y en su arte no se aprecian escenas de violencia (...) Asoma una cultura basada en la celebración de la vida. No hay hordas ni estados, sino poblaciones autónomas de varios miles de habitantes; se conoce la metalurgia, pero no se aplica para fabricar armas. (...) Su culto esta guiado por mujeres y la descendencia pasa por línea femenina, pero no hay dominio sobre los hombres sino igualdad entre los sexos”
Nikolas Platón

Autor: Guillermo Piquero  http://www.europaindigena.com


1. LA VIEJA EUROPA Y LA DIOSA NEOLÍTICA

Nos  han obligado a creer que la historia humana ha sido siempre así: gobernada por hombres guerreros más o menos poderosos según la fuerza de sus espadas y el poder de sus ejércitos. Hemos interiorizado una única versión de la historia llena de fronteras, emperadores y guerras. Nos han hecho creer, o nos hemos creído, que antes de la aparición de las catalogadas como primeras civilizaciones no había nada, que los seres humanos vagaban por ahí malviviendo y luchando contra la naturaleza hostil. 

Marija Gimbutas (1921-994)
Pues bien, según nos revelan innumerables muestras arqueológicas del periodo neolítico europeo, hubo un tiempo en el que el ser humano vivió durante milenios en pequeñas aldeas y ciudades asentadas en el centro de los valles, mucho tiempo antes de que sus futuros descendientes se vieran obligados a vivir en fortificados castros en lo alto de las montañas por temor a que alguien les atacase. A esta época de nuestro continente se la conoce como Vieja Europa, término acuñado por la arqueóloga lituana Marija Gimbutas, cuyas investigaciones se han convertido en referenciales para todo aquel que pretenda sumergirse en la prehistoria

“El término Vieja Europa se aplica a la cultura pre-indoeuropea, una cultura matrifocal y probablemente matrilineal, agrícola y sedentaria, igualitaria y pacífica. Contrasta agudamente con la cultura proto-indoeuropea que viene después, que era patriarcal, estratificada, pastoral, móvil, y guerrera, que se impuso en toda Europa   excepto en algunas franjas del sur y del oeste de Europa, a lo largo de tres olas de infiltración desde las estepas rusas, entre el 4500 y el 2500 a.c.” Marija Gimbutas, “Diosas y Dioses de la Vieja Europa”. 

“En los milenios VII, VI, y V a/c., los agricultores del Este de Europa desarrollaron un modelo cultural peculiar, una cultura contemporánea, al menos, a las que se desarrollaban en Anatolia, Mesopotamia, Siria, Palestina y Egipto. Esa cuna de la civilización comprende los mares Egeo y Adriático (las islas incluidas), y llega al norte hasta las actuales República Checa, Eslovaquia, sur de Polonia y oeste de Ucrania, incluyendo en su centro los Balcanes, Moldavia y la Cuenca del Danubio Medio. Es el área cultural al que la eminente antropóloga Marija Gimbutas ha bautizado con el nombre de Old Europe (Vieja o Antigua Europa).” Josu Naberan, “La vuelta de Sugaar”.

Este tiempo del que hablamos, es coincidente con la aparición de la agricultura y el progresivo sedentarismo, lo que ha venido a conocerse como  Revolución Neolítica (el paulatino paso de las sociedades cazadoras-recolectoras hacia la agricultora) y en muchas regiones europeas coincidiría además, aunque un poquito más adelante, con la cultura megalítica (construcción de dólmenes, menhires y Cromlechs). Todo esto comenzaría a ocurrir hace unos 10.000 años.

“El término Neolítico significa literalmente edad de piedra nueva. Cuando se introdujo por primera vez  en el siglo XIX, otorgaba reconocimiento a la aparición de instrumentos líticos que habían sido preparados mediante técnicas de pulimentado. Hoy en día, el término se utiliza para designar no sólo nuevos métodos de trabajar la piedra, sino también nuevos métodos de producción de alimentos. Durante el Neolítico se logro un mayor control de la reproducción de plantas y animales gracias al desarrollo de la agricultura y la ganadería. Esto a su vez sentó las bases materiales para el surgimiento de densos asentamientos sedentarios y un rápido crecimiento demográfico” Marvin Harris, “Introducción a la antropología general”. 
 
“Se han clasificado siete complejos culturales, que han recibido los nombres de sus regiones o lugares de asentamiento: Adriático, subdividido en las culturas Impresso, Danilo-Butmir y Hvar (datadas del 6400 al 3500 a.c.), Egeo, subdividido en Pre-cerámica, Sesklo y Neolítico tardío (7500 a 3500 a.c.). Centro de los Balcanes, subdividido en Satarcevo, y Vinca (6400 a 3500 a.c.), Este de los Balcanes, subdividido en Karanovo, Boian y Gumelnita (6300 a 3500 a.c.), Moldavia y Este de Ucrania, subdividido en Dniesterburg, proto-Cucuteni y Cucuteni (6300 a 3500 a.c.), Danubio Medio, subdividido en Lineal y Lengyel (6000 a 3500 a.c.) y Tisza, subdividido en Alfold, Tisza-Bukk y Tisza-Polgar (6300 a 3500 a.c.)” Casilda Rodrigañez, “El asalto al Hades”.

Estos pueblos no adoraban a belicosos dioses guerreros (como los que se han apoderado de la mitología calificada como Clásica) sino que sus ritos y creencias seguían siendo herencia del animismo paleolítico y, por tanto, muy similares a los de las pocas culturas indígenas actuales que se mantienen todavía al margen de la sociedad industrial:

"Las culturas más antiguas de la humanidad llegaron a la conclusión de que la vida surgía, se perdía y volvía a aparecer en un ciclo incesante (como les daban a entender las distintas fases de la luna, el renacimiento de la serpiente,...). Entendieron que todos los elementos componentes de la naturaleza sin excepción (plantas, árboles, rocas, montes, agua, viento, sol, luna, estrellas, mar...) eran seres vivientes como el ser humano mismo, puesto que todos esos elementos tomaban parte de igual manera en el ciclo de vida, muerte y regeneración. En el marco de este pensamiento animista, concluyeron que la naturaleza en su conjunto era una mujer/madre generadora de vida y crearon la gran metáfora que ha marcado el pensamiento del ser humano hasta nuestros días. Hoy en día está plenamente documentado que esta metáfora de natura/mujer es patente en todo el arte neolítico a través de miles y miles de imágenes”. Josu Naberan, “La vuelta de Sugaar”.

“El Neolítico es la época en que se desarrollaron la agricultura y la cría de animales; ahora la antigua mitología lunar era experimentada en relación al ciclo de las cosechas, donde la gente veía las etapas luminosas y oscuras de la luna reflejadas en las fases fértiles y áridas de las estaciones. La semilla invisible plantada en la oscuridad del seno de la tierra se volvía visible en la forma de verdes tallos y luego en la cosecha que era recogida y transformada en comida por el trabajo de hombres y mujeres. La Gran Madre fue venerada en todo el mundo Neolítico. Todo lo que era de la tierra, ya fuera roca o fuente, árbol o fruta, grano o hierba, era sagrado porque llevaba la vida de la Gran Madre, ofrecida para el sostenimiento de sus hijos. Ninguna especie era superior a otra. (…) Las mujeres de la era Neolítica estaban relacionadas de cerca con el ritmo de la siembra y el recogimiento de la cosecha, porque participaban en el misterioso proceso por el cual la vida crecía en la oscuridad de su vientre y renacía como su hijo, y por lo tanto se creía que ayudaban mágicamente a la fertilidad de las cosechas, de los árboles y de los animales. Eran guardianas de la vida, sanadoras de la vida, entrenadas en el uso de hierbas y ungüentos y en el arte de decorar alfarería. Un complejo simbolismo relacionaba el ritmo lunar en el cuerpo de la mujer con el misterio lunar de la continua regeneración de la vida”. Anne Baring , “Los orígenes y el concepto del alma”

Esta cosmovisión aborigen ha quedado reflejada en infinidad de representaciones femeninas que las excavaciones arqueológicas están desenterrando a lo largo y ancho del planeta. Y aunque la mayor parte de ellas corresponden al periodo Neolítico, no son más que una continuación más sofisticada de los ritos y creencias de nuestros antepasados del Paleolítico, como lo demuestra el hallazgo también de multitud de estatuillas pertenecientes a este último periodo. 
 
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“Durante los últimos cien años se han encontrado más de un millar de imágenes de mujeres de la época paleolítica entre grabados, relieves y esculturas. Estas imágenes se han hallado en una vasta zona que se extiende desde Aquitania hasta Siberia, muchas de ellas en las inmediaciones de los Pirineos, Francia, Alemania, República Checa, Eslovaquia y Ucrania. Pues bien, esta tradición tendrá continuidad en el Neolítico, habiéndose encontrado unas 30.000 imágenes (la mayoría de arcilla y de mármol) correspondientes al periodo 7500-3500 a/C encontradas en el Este de Europa, así como Menhires de figura femenina, pequeñas imágenes de mujer o pendientes, en el Mediterráneo Occidental y en las costas de la Europa Atlántica pertenecientes al periodo comprendido entre el 5000 y el 2000 a/C”. Josu Naberan, “La vuelta de Sugaar”.

“El análisis del imaginario mítico de la Vieja Europa ha reconstruido el eslabón entre la religión del Paleolítico Superior y el substrato pre-indoeuropeo de las culturas europeas (...) La persistencia de la veneración a la Diosa durante más de 20.000 años, desde el Paleolítico al Neolítico y más allá del Neolítico, se demuestra por la continuidad de una variedad de series de imágenes convencionalizadas. Los aspectos específicos de sus cualidades, tales como el de dar la vida, la fertilidad y el parir nuevas criaturas, es extraordinariamente persistente”. Marija Gimbutas, “Diosas y Dioses de la Antigua Europa”
Gracias al valiosísimo trabajo de recomposición del universo simbólico neolítico realizado por Marija Gimbutas, sabemos que la Diosa fue representada de muy diversas formas y adoptando diferentes roles. Así, al personificar la totalidad de la naturaleza, contenía en si misma atributos de fertilidad pero también de muerte, pues ambos aspectos son indisolubles de la vida misma. Podía ser representada como una mujer embarazada o dando a luz; podía representar la vida vegetal y la renovación cíclica de las estaciones; o podía representar la muerte o el renacimiento de los seres vivos.  Además, todas estas representaciones suelen ir acompañadas de un complejo sistema de signos (espirales, zig-zags, laberintos, meandros, retículas,…) al que Gimbutas, tras decodificarlo en parte, denominó escritura pictórica.
“El tema principal del simbolismo de la Diosa es el misterio del nacimiento y la muerte y la renovación de la vida, no solo humana, sino todas las formas de vida sobre la tierra y ciertamente, de todo el cosmos. Símbolos e imágenes se agrupan alrededor de la Diosa partenogenética y sus funciones básicas como Dadora de Vida, Ejecutora de la Muerte, y, no menos importante, como Regeneradora. Todo gira alrededor de la Tierra Madre, la vieja y joven Diosa de la Fertilidad, que nace y muere con la vida vegetal. Ella era la única fuente de toda la vida y quien tomó su energía de los manantiales, del sol, la luna y la tierra húmeda. Este sistema simbólico representa al tiempo cíclico, y no al lineal. En el arte se manifiesta mediante señales de movimiento dinámico (rotaciones en espiral)”  Marija Gimbutas
La Diosa de la Vieja Europa también se metamorfosea en numerosos animales que la representan: la Diosa-pájaro  (que une el cielo y la tierra, la lluvia y los manantiales); Diosa serpiente (símbolo de renovación cíclica como indica su muda de piel); Diosa osa y Diosa Cierva (símbolo maternidad); la diosa pez (relacionada con el útero y el liquido amniótico)…la lista es amplísima. 
 














La escritora Anne Baring relaciona este arte neolítico de Diosas zoomorfas con el arte paleolítico de las cuevas, sugiriendo un nexo de continuidad entre ambos. :

“Los animales esculpidos de la Vieja Europa pueden ser considerados, según Gimbutas, como epifanía de la Diosa madre, encarnando los diferentes aspectos de sus poderes. […] Se han encontrado en muchos lugares que, al parecer, se utilizaban como santuarios o templos, mascaras rituales de animales de toda especie, cubriendo a menudo las cabezas de cuerpos femeninos. Dibujos de animales decoran vasijas y recipientes, y éstos últimos a menudo tambien tienen forma animal. […] Se ha sugerido en la primera parte que las cuevas paleolíticas cuyas paredes estaban cubiertas de animales simbolizan la matriz de la Diosa, particularmente porque se han hallado esculturas de la Diosa en el exterior de las cuevas (Laussel),  o en sus inmediaciones (Lespugue), lo que indica algún tipo de relación entre las diosas del exterior y los animales pintados en el interior. En el neolítico, el arte de la Vieja Europa y de Catal Hüyük, en Anatolia, explora la relación precisa que vincula la Diosa y el animal, invitando a utilizar el término de Diosa de los Animales.[…]” Anne Baring 
 

Un ejemplo actual que demuestra que las teorías de Gimbutas van bien encaminadas es la Diosa Mari de los vascos. Está Gran Madre (que recibe los nombres de Dama o Señora) representa, según la arqueóloga, un excepcional nexo con la cosmovisión originaria de los primeros europeos. Al igual que la Diosa neolítica, Mari es la figura central del panteón mitológico vasco, todos los demás seres y genios están supeditados a ella. Según la tradición, representa tanto a los fenómenos naturales (tormenta, viento,…) como a los animales (cuyas variadas formas adopta) y aparece vinculada a espacios sagrados (manantiales, cuevas, montañas,…). Es además sacerdotisa (sorgin) y rige la conducta de los seres humanos.

Así explica el etnógrafo J.M de Barandiaran la multiapariencia de la Diosa vasca Mari:
“A pesar de la variedad de formas que los relatos populares atribuyen a Mari, todos convienen en que ésta es un numen de género femenino. Mari toma generalmente figuras zoomorficas en sus moradas subterráneas, forma de mujer en la superficie de la tierra y de mujer o de una hoz de fuego cuando atraviesa los aires. Las figuras de animales, como la de toro, de macho cabrío, de novillo rojo, de caballo, de serpiente, de buitre, etcétera, a que hacen referencia las narraciones relativas al mundo subterráneo, representan, pues, a Mari y a sus subordinados, es decir, a los númenes telúricos” J.M. de Barandiaran, “Mitos del pueblo vasco”
Mari es, por tanto, la manifestación de las fuerzas de la naturaleza divinizadas. Pero no en el sentido de divino que entienden las grandes religiones patriarcales, sino en el sentido de sagrado de los pueblos indígenas. Es decir, Mari no es ajena a la creación (trascendencia), sino que ella misma es la creación (inmanencia) y por tanto, todos los seres y ciclos naturales no son más que distintas expresiones de una misma cosa, de Mari. Este es el sentido de sus metamorfosis y de su multiapariencia. Y en este mismo sentido hay que entender pues, las distintas manifestaciones de la Gran Diosa neolítica europea.

2. SOCIEDADES IGUALITARIAS Y PACÍFICAS

Reproducción del pueblo de Catal Huyuk en Anatolia. Del 7.000 al 5000 a.C., sin muros defensivos ni rastros de guerras o invasiones.

Los primeros asentamientos sedentarios del neolítico europeo, a pesar de formar en muchas ocasiones poblaciones de miles de habitantes y estar asentadas en sitios vulnerables como las vegas de los ríos, carecían de muros defensivos. Es más, no existen rastros de guerras durante siglos y aunque conocían la metalurgia no la aplicaban para fabricar armas. Además en su arte colorido y naturalista, no se ha encontrado absolutamente ningún motivo militar. Todos estos indicios permiten suponer el carácter pacifico de aquellos primeros europeos.

En aquellas primeras ciudades, algunas de hasta 20.000 habitantes y de las que nada dicen nuestros libros de historia, no hay indicios de jerarquización ni de castas sociales, pues en los yacimientos se ha constatado una uniformidad en las construcciones de las casas sin destacar unas sobre otras. Tampoco hay indicios de jerarquización en los enterramientos, pues no se ha encontrado ningún ajuar más suntuoso que otro, teniendo además idéntica importancia el del hombre y el de la mujer. Este último dato también es un indicio de una aparente igualdad entre los sexos que Marija Gimbutas denominaba Gylanía y que según ella tuvo como consecuencia una sociedad pacifica e igualitaria en la que floreció el arte y la arquitectura.

Josu Naberan resume así las características sociales de la Vieja Europa: 

"Según nos revelan diversos estudios arqueológicos (como los de James Mellaart y su grupo de arqueólogos que descubrieron dos ciudades enteras del neolítico en Anatolia, o los cientos de lugares examinados por el equipo de Marija Gimbutas en Grecia, Rumanía, Los Balcanes, Polonia, Ucrania,...) las sociedades de la Antigua Europa se caracterizaban por:
  1. Explotación agrícola de fértiles valles atravesados por ríos  en los que sembraban trigo, avena, cebada y diversas legumbres.
  2. Los restos arqueológicos de aquella época no muestran sólidas murallas ni fortalezas, y en su abundante arte no se reflejan motivos guerreros, batallas memorables, ni armas letales. Edificaron sus viviendas en valles abiertos, a la orilla de los ríos, y no, como lo harían posteriormente los indoeuropeos, en lugares de difícil acceso rodeados de gruesas murallas. Además en las citadas ciudades no aparecen daños de guerra durante largos periodos de siglos.
  3. Aquella sociedad no era patriarcal, eso no quiere decir que fuera matriarcal, sino que no hay indicios de dominio, supeditación o discriminación de un género sobre otro. Ni en el sistema de división del trabajo, ni en los enterramientos, ni en ningún otro detalle.
  4. La Diosa aparece como el símbolo principal y omnipresente en todo aquel mundo".
“La relación entre unas poblaciones y otras era pacífica. Al igual que ocurre con el neolítico, no existe, a lo largo de milenios, el menor rastro de saqueo o invasión. En el arte, que representa gran cantidad de escenas de la vida cotidiana y muestra una gran riqueza de motivos y simbología, no aparecen nunca guerreros, personas armadas, escenas de guerra o cualquier motivo directa o indirectamente perteneciente a la imaginería bélica. Las ciudades no se construyen en lugares estratégicamente defensivos, como riscos y altos escarpados, sino en llanuras abiertas. No hay murallas ni estructuras defensivas (la única excepción es la célebre muralla de Jericó, que actualmente es considerada por muchos investigadores como un dique de contención de agua, y desde luego no constituye una prueba de existencia de estructuras defensivas). Tampoco espadas, armaduras, ni ningún otro pertrecho de guerra.” Joan Coy, “La Historia oculta”. 

Hace 7.500 años la CULTURA DE CUCUTENI floreció en terrenos de la actual Rumania, Moldavia y Ucrania. Durante más de dos mil años no hay rastros de guerras o invasiones.
  
“Desde el punto de vista cultural, lo que caracteriza a algunas sociedades neolíticas desenterradas, es un orden simbólico no manipulador, que recrea y emula el continuum gaiático. Algunos investigadores lo han llamado acertadamente Cultura de la Celebración de la vida. Lo que llama la atención más que ninguna otra cosa, es que es un arte que discurre sobre la vida misma, sin despegarse de ella, que consigue captar y fijar en sus obras los rasgos de la vida: la interacción entre lo vegetal y lo animal, los movimientos asociativos, la diversidad de las formas, la armonía del caos, los ciclos, la noción del tiempo en la vida, la generación y la regeneración, la sucesión, el continuum; la calidez, el bienestar, la alegría de la vida autorregulada. Desde el punto de vista social, se caracteriza por la ausencia de jerarquía y de cualquier tipo de jefaturas o de instancias superiores, ausencia de jerarquización entre los sexos, ausencia de acotaciones territoriales, de guerras y de violencia, ausencia también de símbolos de prestigio o de poder”. Casilda Rodrigañez. 

Nikolas Platon, director del principal museo de la Isla de Creta escribe: “Su cultura parece haber sido básicamente igualitaria, pacífica, próspera y jovial. Sus ciudades carecían de muros defensivos, y en su arte no se aprecian escenas de violencia. Aquí la sucesión se transmitía por línea femenina y el conjunto de la vida estaba impregnado por una ardiente fe en la Diosa Naturaleza […]. Su arte, a la vez grácil y realista, entona un himno a la naturaleza lleno de formas ondulantes y dinámicas, revolotean las abejas, saltan gozosos los delfines, ondean las serpientes, vuelan libres los pájaros. Todo fluye, como atestiguara Heráclito muchos siglos después. En el centro de las escenas suele estar la Diosa, a menudo representada como una bella muchacha de pechos descubiertos, a veces rodeada de sacerdotisas y jóvenes varones. Las figuras humanas aparecen llenas de vida, plácidas, espontáneas, siempre gesticulando, en marcado contraste con las rígidas poses del arte egipcio de la época. Asoma una cultura basada en la celebración de la vida. No hay hordas ni estados sino poblaciones autónomas de varios miles de habitantes; se conoce la metalurgia, pero no se aplica para fabricar armas; no se levantan fortificaciones ni hay signos de violencia, pero existe un arte floreciente... su culto está guiado por mujeres y la descendencia pasa por línea femenina, pero no hay dominio sobre los hombres sino igualdad entre los sexos”. 

CULTURA DE CRETA (Minoica). En Creta se dan más de 6.000 años ininterrumpidos sin guerras. Fue el último lugar en el que la cultura de la Vieja Europa permaneció intacta (hasta finales de la Edad del Bronce).
  
“Una conclusión fundamental extraíble de la información aquí expuesta, es que el hecho de la aparición del excedente, o la sociedad excedentaria, no parece ser en absoluto, y al contrario de la creencia común, el detonante que originó las guerras, las clases sociales, o la lucha por el poder. La sociedad neolítica era ya hasta cierto grado excedentaria (lo suficiente para desarrollar abundante arte, centros urbanos, comercio, etc.), y no cabe duda de que la calcolítica era generosamente excedentaria. La mayor parte de las sociedades calcolíticas coexistieron durante dos mil años sin guerras ni conquistas, y algunas mucho más que eso, adentrándose incluso hasta el Bronce final como en el caso de Creta y Anatolia occidental, donde están registrados la friolera de 6000 años de historia de civilización con sociedades desarrolladas sin signos de saqueos, guerras, destrucción, y todo tipo de representación o imaginería bélica[…] podemos comprobar fácilmente que esos periodos pacíficos entre poblaciones desarrolladas superan a menudo el lapso que cubre toda la historia comúnmente conocida. La historia oculta es inmensa.” Joan Coy, “La Historia oculta” 

LA CULTURA VINCA (Serbia, Rumania, Bulgaria y Macedonia) fue una de las primeras culturas neolíticas europeas (hace 7.500 años). Fueron los primeros pueblos en trabajar el cobre, pero no lo aplicaban para fabricar armas. También los primeros en desarrollar un sistema de escritura pictórica. Durante más de dos mil años no existen rastros de guerras o invasiones.
  
“En cuanto a la relación entre mujeres y hombres en la vieja Europa, las pruebas arqueológicas indican que aparentemente no había una superioridad social de los hombres sobre las mujeres y que, en general, la distribución de los bienes en sus cementerios apunta a una sociedad igualitaria y claramente no patriarcal. Según Gimbutas, ésta era una sociedad matrilineal, en la que la descendencia y la herencia se transmitían a través de la madre y en la que las mujeres jugaban un papel esencial en ritos religiosos” Anne Baring y Jules Cashford, “El mito de la Diosa”

“En los modelos de santuarios y templos, las mujeres se representan en el acto de supervisar la preparación y ejecución de los rituales dedicados a los diversos aspectos y funciones de la diosa. Se invertía una enorme cantidad de energía en la elaboración de los instrumentos de culto y de los presentes votivos. En los modelos de templos se muestra cómo se molía el grano y cocía el pan sagrado..., las mujeres realizaban y decoraban grandes cantidades de cuencos apropiados para cada rito diferente. Al lado del altar del templo se erguía un telar vertical en dónde, probablemente, las mujeres tejían las vestimentas sagradas y demás accesorios del templo. Las más sofisticadas creaciones de la vieja Europa (vasijas, esculturas, etc.,) eran fruto del trabajo de mujeres” Marija Gimbutas 

Reconstrucción del santuario de CATAL HÜYÜK en Anatolia (8.000 años). En este poblamiento neolítico, la Diosa aparece bajo tres formas: como mujer joven, como madre dando a luz (parte superior de la imagen) y como anciana. El simbolismo del toro posiblemente este relacionado con el bucráneo como representación del útero y las trompas de Falopio. Fue descubierta en 1957 por el arqueólogo James Mellart quien la definió como “una supernova entre las galaxias más bien borrosas de las culturas campesinas actuales”.
  
“Como señala Gimbutas, si la civilización se define como la aptitud de un pueblo para desarrollar las artes, la tecnología y una escritura apropiada, así como para mantener relaciones sociales, está claro que esa Antigua Europa fue una civilización exitosa. Esa civilización alcanzó su clímax en el V milenio, pero los comienzos se remontan a dos milenios antes por lo menos.”. Josu Naberan, “La vuelta de Sugaar”

En 1988, Marija Gimbutas comentaba: “Mis propias excavaciones en el sureste de Europa muestran que entre hace 8.000 y 6.000 años la gente vivía más cómodamente que en algunos lugares del siglo XX. Cuando hace veinte años, excavé un poblado de 7.000 años de antigüedad en el sureste de Yugoslavia, desenterramos casas espaciosas y pulcras con losas de piedra en el suelo, y en los altares de los hogares encontramos vasijas exquisitas en forma de pájaro, esculturas de tamaño natural o en miniatura de animales y deidades, vasijas de casi un metro de alto con la cara de la diosa en su cuello... y muchos otros artefactos notables. Irónicamente, el equipo de excavación vivía en cobertizos construidos con estiércol de vaca, en un ambiente mugriento, sin agua corriente. Hace cuatro mil años, los templos-palacio minoicos tenían agua corriente y agradables lavabos. Está claro que no hubo un desarrollo progresivo de la civilización”

“Entre el 7000 y el 3500 a.c. los habitantes de la Vieja Europa desarrollaron una organización social compleja. Según Gimbutas, pequeñas ciudades más que pueblos (como por ejemplo, la de Tal´noe, al sur de Kiev, de 1500 casas en un área de 700 acres y con una población de 20.000 personas, datada del 5000 a.c.), con un alto grado de organización no jerarquizada y especialización cultural y tecnológica reflejada en las herramientas y objetos de adorno y uso, de cobre y oro, mármol y arcilla. […] . Y todo ello decorado con pintura, grabado o esculpido. Como explican los especialistas, tan importante es lo que representan las imágenes dibujadas, como lo que no aparece en ningún sitio (escenas de guerras, de héroes peleando y recibiendo honores, arsenales de armas, etc). Por las inscripciones que han perdurado en estos objetos, sabemos que también tenían formas rudimentarias de escritura.” Casilda Rodrigañez, “El asalto al Hades”.

“Gracias al trabajo de arqueólogos como Marija Gimbutas en Europa del Este o James Melaart en Anatolia y Oriente Medio, conocemos la existencia de sociedades neolíticas que alcanzaron un muy temprano y alto grado de desarrollo en Asia occidental, Europa oriental, y valle del Nilo. […] Estos investigadores constataron el desarrollo de núcleos urbanos con poblaciones de miles de habitantes ya en el séptimo milenio antes de cristo, como es el célebre caso de Catal Hüyuk en Anatolia. Todos estos pueblos neolíticos están interconectados por una red de comercio o intercambio: Encontramos grandes cantidades de estatuillas y objetos de obsidiana en poblaciones distantes en miles de kilómetros de cualquier región volcánica. Estas sociedades evolucionan progresivamente y en continuidad sin ningún tipo de alteración brusca (no hay el menor digno de guerras, saqueos, incendios, crisis económicas, etc.) hasta desembocar en un estadio de desarrollo que en arqueología se conoce como calcolítico. Ya en el 5500 a.c. podemos hablar de civilización calcolítica en las islas del Egeo, parte de Europa oriental, Anatolia y Oriente Medio. Veamos sus características:
 

- Se practica la agricultura de una gran variedad de hortalizas, legumbres, frutales, y cereales. Canalización de aguas y complejos sistemas de irrigación. 
  
- Están domesticados todos los animales que hoy día se emplean en estas regiones del mundo, excepto el caballo.

 
  
- Uso extendido del telar, el horno de pan, y la alfarería. Se trabajan materiales como el mármol, la obsidiana, el marfil, el oro, la plata, el cobre, y el estaño.Abundante producción artística (estatuas, adornos corporales, pintura de vivos colores en cerámica , telas, todo tipo de útiles y objetos…) que abarcaba todos los aspectos de la vida cotidiana. Elevado grado de expresividad artística, sugerencia, y simbolismo, especialmente en cerámica y estatuillas, que nos ofrecen además mucha información acerca del tipo de ropa, modo de vida, etc. Sólo en el yacimiento de Vinca, en los Balcanes centrales, Gimbutas desenterró más de 2000 estatuillas del sexto milenio a. C. 
  
- Navegación por barco de vela. En varias vasijas del sexto milenio antes de cristo aparecen barcos de vela dibujados. Gracias a los yacimientos de las islas del Egeo conocemos, además, que el comercio marítimo era ya abundante.

 
  
- Centros urbanos de hasta 20.000 habitantes

 
 
- Existencia de la escritura: No se han encontrado largos textos como en el caso de las posteriores tablillas cretenses, mesopotámicas, o egipcias, pero sí numerosos objetos con inscripciones que no han podido ser descifradas. Los más antiguos pertenecen a la cultura Vinca (Balcanes centrales), datados entre el 5500 y 5300 a.c.”. Joan Coy, “La historia oculta”

3. LA MATRÍSTICA

“Recientes hallazgos arqueológicos indican que en la Europa neolítica se desarrolló una sociedad matrística (de “matriz”). No era una sociedad en que las mujeres dominaran a los hombres, sino una cultura en que hombres y mujeres eran copartícipes de la existencia” Humberto Maturana
Sacerdotisa cretenseSacerdotisa cretense

En 1861 el suizo Joham Jacob Bachofen escribió su celebre obra El Matriarcado. Bachofen, como jurista que era, emprendió una compleja investigación multidisciplinar basándose principalmente en los escritos de numerosos escritores de la Grecia Antigua (Hesiodo, Pindaro, Ovidio, Virgilio, Horacio, la Iliada y la Odisea, Herodoto y Estrabon), para determinar que tipo de leyes imperaban en Europa antes del conocido como derecho romano basado en el pater familias. Pues bien, se encontró con que la mayor parte de los autores griegos describían unas primitivas culturas pacificas y comunalistas (que el Imperio griego invadió) regidas por lo que el denomina como derecho materno. Este testimonio histórico, coincide con el de antropólogos e historiadores, que califican aquel periodo como de organización social matrifocal, en el que las madres actuaban como eje vertebrador de cada grupo humano. 
  
  
“En 1861 Bachofen escribió un libro en el que explica, basándose directamente en algunos autores de la Grecia antigua, la cualidad y la función social y civilizadora de la libido maternal en las primeras sociedades humanas; lo que ahora ya la antropología con la nueva aportación de la revolución arqueológica está confirmando; Bachofen dijo que la fraternidad, la paz, la armonía y el bienestar de aquellas sociedades del llamado Neolítico en la Vieja Europa, procedían de los cuerpos maternos, de lo maternal, del mundo de las madres. No de una religión de las Diosas ni de una organización política o social matriarcal, sino de los cuerpos maternos. Es decir, que aquella sociedad no provenía de las ideas o del mundo espiritual, sino de la sustancia emocional que fluía de los cuerpos físicos y que organizaba las relaciones humanas en función del bienestar; y de donde salían las energías que vertebraban los esfuerzos por cuidar de la vida humana." Casilda Rodrigañez, “El asalto al Hades”

Para la  antropóloga Martha Moia, esto no supone ninguna sorpresa, ya que para ella la estructura social matrifocal representa la organización humana primigenia, que tiene su origen en los clanes humanos paleolíticos:

“El primer vínculo social estable de la especie humana no fue la pareja heterosexual (mujer y varón) creada por el cazador, como sostiene la mayoría de científicos sociales, sino el conjunto de lazos que unen a la mujer con la criatura que da a luz. El vínculo original diádico madre/criatura se expande al agregarse otras mujeres en estado de gestación-crianza, y las que habían pasado por esas etapas (abuelas), para ayudarse en la tarea común de dar y conservar la vida. La misma circunstancia las auna, y el conocimiento compartido permite que cristalice la solidaridad entre ellas. Se origina así el grupo social primario, compuesto por mujeres de varias generaciones y sus proles. Los lazos que establece la cópula en la época arcaica son momentáneos e inestables, y no parecen haber sido el elemento fundacional del grupo.

[…] Con frecuencia se utiliza una metáfora para hablar de las relaciones que establecen los seres humanos y se dice que conforman la tela de la sociedad. En virtud del papel que ha desempeñado la mujer […] podríamos decir que es la urdimbre o recto del hilo; el conjunto de hilos paralelos que se colocan en el telar para empezar la tela. Es el primer paso del proceso, sin el que no podrían darse los demás. Por otra parte es la dirección del tejido que posee mayor resistencia […] El hombre al entrar en relaciones específicas con la mujer, conforma la trama. La tela entones, es una función de enlace correcto de urdimbre y trama, estructura que es producto de la inserción de una dirección en la otra.

[…] El ginecogrupo (y no la pareja heterosexual) es la primera forma de organización humana, original y universal. Esto significa que no es un tipo de organización cualquiera, sino la primera forma grupal que permite la consolidación de la especie en el tiempo […] Dicho de otra manera, no es un resto de una forma de organización entre varias posibles, sino la original, a partir de la cual se derivarán todas las variables conocidas.” Martha Moia, “El no de las niñas”

Definamos ahora la estructura social matrifocal a través de las palabras de la escritora Casilda Rodrigañez:


“Para definir el grupo, tribu, gens, etc., tenemos el concepto de matrifocal y el de ginecogrupo empleados por diversos antropólogos; matrifocal se empezó a emplear cuando se constato que el lugar de residencia de cada núcleo humano que se formaba, era el de la mujer-madre. Es decir, que la relación de apareamiento no daba lugar a un cambio de residencia de la madre, puesto que la cópula no era el punto de partida de un grupo humano; copular y engendrar hijos/as no eran actividades que supusieran la exclusión de la mujer del clan al que pertenecía, si no todo lo contrario. Puesto que una sociedad sin linajes individuales se renueva con las criaturas de las mujeres del grupo. Por lo tanto la mujer no cambiaba de residencia y seguía viviendo en el lugar donde había nacido con las demás mujeres y hombres con vínculos uterinos (hermanos uterinos o nacidos de la madre).

[…] Imaginémonos los grupos humanos formados no al lado, no en contra, no a pesar de los inconvenientes de la crianza, sino en función de ella, para protegerla y cuidarla como el bien más preciado del grupo. Ni tuya ni mía, las criaturas serían de los grupos humanos, no por ley, no por decreto establecido, sino por la cualidad de la energía libidinal. Por eso, su bienestar sería de hecho el de todos/as. Y si un grupo humano se pone a funcionar teniendo como lo primordial el bienestar inmediato y el cuidado de la pequeña criatura, recuperaría el impulso vital  de búsqueda del bienestar; haría volver la sabiduría perdida, el impulso general por el cuidado de los demás que ha sido sustituido hoy por el afán de dinero y de éxito”. Casilda Rodrigañez

Es muy difícil hacernos una idea sobre como puede ser la vida en la familia matrifocal (ya que la mayor parte de nosotros/as hemos sido educados en valores contrapuestos). Sin embargo, aún quedan en la actualidad algunas culturas que mantienen esta estructura social. Aquí van algunos ejemplos:

a) Los pueblos cazadores-recolectores: “Los pigmeos del Zaire celebran las primeras menstruaciones de las chicas con una gran fiesta de gratitud y alegría. La mujer joven experimenta el orgullo y el placer, y todo el grupo demuestra su felicidad. (...) Dramper se impresionó por las relaciones distendidas y igualitarias entre hombres y mujeres San, con su suavidad y respeto mutuo, tipo de relación que perdura, mientras los San continúan siendo recolectores cazadores.

Duffy ha descubierto que todos los niños de un campamento Mbouti llaman padre a todos los hombres y madre a todas las mujeres. Los niños de los recolectores cazadores se benefician de más atención y cuidados y más tiempo de dedicación que los de las familias nucleares aisladas por la civilización. Taylor ha descrito "un contacto casi permanente" con sus madres y con otros adultos de los que se benefician los niños bosquimanos. Los bebes Kung estudiados por Ainsworth presentan una precocidad marcada del desarrollo de las primeras actitudes cognitivas y motrices. Eso se atribuye tanto a la estimulación favorecida por una libertad de movimientos sin trabas, como al nivel de calor y proximidad física entre los padres/madres y los niños.

Draper ha podido observar que la "competición en los juegos está prácticamente ausente entre los Kung, igual que Shostack observa que "los chicos y chicas Kung juegan de una manera parecida y comparten la mayor parte de las juegos". Ha descubierto también que no se prohíbe a los niños los juegos sexuales experimentales, esta situación es pareja a la libertad de los jóvenes Mbouti durante la pubertad “se libran con deleite y alegría a la actividad sexual preconyugal”. Y los Zoumi “no tienen ninguna noción de pecado”, como dice Ruth Benedict en la misma línea de ideas, “la castidad como estilo de vida está mal considerada... las relaciones agradables entre sexos no son más que un aspecto de las relaciones agradables entre humanos...La sexualidad es un hecho banal en una vida feliz”.John Zerzan “Futuro primitivo”


b) Los Mosuo (China): “Los Mosuo tienen un asombroso sistema social en el que el matrimonio y la paternidad no existen como tales [...] Se suelen agrupar tres generaciones de mujeres con sus respectivos hijos. Abuelas, madres e hijas viven bajo el mismo techo sin admitir la presencia de padres o maridos. Solamente los tíos, hermanos, hijos y sobrinos[...] no existe el concepto del matrimonio [...] el sexo se practica de forma abierta y libre, solo hay que elegir pareja para pasar la noche [...] mientras el matrimonio y la fidelidad son considerados como una herejía [...] no dan muestras de celos. Las tragedias amorosas latinas de amantes vengativos y atormentados les hacen reír. Parecen pensar que el visitante se está burlando de ellos.¿Cómo es posible que alguien acabe con una preciosa vida por algo tan banal como el sexo?, se preguntan tras escuchar una historia truculenta de amor y pasión occidental.

Hombres y mujeres están agrupados en lo que denominan partidos. Cuando un miembro joven del partido masculino y una integrante del femenino se sienten atraídos, pasan algún tiempo de relaciones, trabajando juntos [...] reuniéndose en un amplio centro de recreo donde se encuentran cada tarde para bailar y cantar juntos. Los chicos regalan presentes [...] ellas corresponden […] Una vez obtenida la aprobación de las venerables ancianas [...] el compromiso queda establecido. O sea que yo son pareja. Pero ni hablar de matrimonio. Son algo así como amigos con derecho a roce. A partir de ahora se llamaran azhu, que significa querido compañero. Pero eso no significa que vayan a vivir juntos, ni mucho menos. El continúa en su casa [...] y solo al ocaso se traslada a la de ella, donde tímidamente llama a la puerta para disfrutar juntos de la velada [...] a la mañana siguiente, el varón abandona la casa y regresa a la suya.” Paka Diaz, “Los Mosuo: el último matriarcado” 
 

c) Los sufís: "En la cosmogonía sufí, como en la tántrica, el universo es un inmenso océano de amor, la energía vital que invade todos los cuerpos. Todos los seres, vivos o inanimados, son receptores y emisores de amor pero no son acumuladores. El amor no es un estanque, sino una corriente; sólo existe el movimiento, y para que entre ha de estar saliendo: la llama amorosa ha de pasarse para que no se extinga. Si se quiere acumular, se escapa. Su paso por el cuerpo templa la personalidad.

Desde esta filosofía sufí, la energía amorosa tal como se concibe hoy ha sido banalizada y desvirtuada: primero, porque en el amor, según la concepción sufí, no se pueden dar los celos; y segundo, porque el amor siempre es desinteresado y los que dicen amar sin ser correspondidos, no aman, sino que están neuróticos. Vamos a aclarar estos dos puntos.

En primer lugar, desde la perspectiva sufí, los celos son imposibles. El amor es un fenómeno sinérgico, es decir, no cumple el principio de conservación de la energía. En la ley de la materia o la energía, cuando tengo 8 y doy 3 me quedo con 5; en la ley del amor, cuando tengo 8 y doy 3 me quedo con11. Esto es lo característico de fenómenos sinérgicos, o multiplicadores de energía, como el conocimiento o el amor. En el conocimiento sucede que si doy una clase a 30 personas, mi conocimiento pasa a ellos (o a unos cuantos) y yo, no sólo no lo pierdo, sino que normalmente lo aumento. Así es en el amor y por tanto para amar a una persona no he de quitar amor a otras. Además, no se puede amar a una sola persona: o se ama a todo el universo, o lo que se llama amor es un egoísmo a dúo.

Por otra parte, desde la concepción del amor sufí, es imposible amar y pasarlo mal, porque el ser o no correspondido es irrelevante. Un amor no correspondido será una irradiación pasajera que se lanza y de la cual se pasa a irradiar hacia otras cosas y personas. Empeñarnos en irradiar hacia una sola persona y que ésta nos corresponda, es estancarnos en una neurosis obsesiva, lo cual no debe considerarse como un amor ejemplar y abnegado, sino como una estúpida negación de la vida. Hay tantos objetos de amor en el mundo, que encerrarse en uno solo es atentar contra el propio flujo de la vida." Luís Racionero "Filosofías del Underground”

LA MUERTE DEL VIEJO MUNDO (La llegada de la guerra y el patriarcado)

6. LAS INVASIONES INDOEUROPEAS

Como hemos visto hasta ahora de manera esquematizada, hubo un tiempo en el que existió una cultura y unas sociedades de las que no nos hablan los libros de historia. Estas culturas terminaron por no dejar prácticamente ni rastro. Sólo en este último siglo, y gracias sobre todo a la arqueología, comenzamos a atisbar lo que hasta ahora se nos escondía pero, ¿Qué ocurrió en Europa y en el mundo para que progresivamente fueran desapareciendo las diferentes expresiones sociales, artísticas y culturales de las llamadas Culturas de la celebración de la vida?

“En realidad, los primeros episodios de civilización patriarcal en la Vieja Europa, datan de mediados del 4000 a.c., y se irán desarrollando hasta el 500 a.c. cuando en esa misma zona se concreta la civilización actual, con reglas y leyes desarrolladas que abarcan todos los aspectos de la vida humana del contrato social moderno. Sabemos que nuestro Derecho se basa en el Derecho romano y éste a su vez en el griego. Hasta ahora la civilización humana y su historia arrancaba de ahí; pero hoy, gracias a la revolución arqueológica, que además ha tirado de la manta de todos los otros indicios (mitológicos, psicoanalíticos, antropológicos, biológicos), tenemos a nuestro alcance saber como vivían los humanos de aquellos lugares entre el 7000 y el 3500 a.c. cuando prevalecía un modo de vida humana con características esencialmente distintas, y cómo fue y qué ocurrió en la Vieja Europa durante una transición de 3000 años, desde mediados del cuarto milenio a.c. cuando empezaron las oleadas de invasiones del Norte, hasta el 500 a.c.” Casilda Rodrigañez, “El asalto al Hades”. 


“A partir del 4.400 a.C. Europa comienza a sufrir el ataque de pastores nómadas que trajeron consigo el final de la cultura neolítica de la Vieja Europa gradualmente en tres etapas: 4.400-4.200, 3.400-3.200 y 3.000-2800 a.c. Estas primeras etapas no trajeron en casi ningún o en ningún caso a los pueblos históricos que conocemos, sino que griegos, latinos, celtas, germanos y eslavos se superpusieron a originarios pueblos y lenguas. Los indoeuropeos en su conjunto parecen caracterizarse por un cambio de costumbres y hábitats: nueva religión masculina por su sociedad patriarcal con instituciones sociales y especialización social por la presencia de guerreros; sociedad guerrera y por tanto poblados fortificados en lugares altos y predominantemente estratégicos". Francisco Villar, “La llegada de los indoeuropeos a Grecia”.


”Los saqueos más antiguos que se han registrado arqueológicamente tuvieron lugar en las cuencas bajas del Dniéper y el Danubio, y su datación por radiocarbono está fechada entre el 4300 y 4000 a.c. Es decir, ocurrieron hace 6000 años (en pleno apogeo de la civilización calcolítica), si bien se trata de un hecho aislado ya que no se ha encontrado en ninguna otra parte del mundo una evidencia de invasión bélica de tan remota antigüedad. De nuevo fue el trabajo de Marija Gimbutas el que reveló la existencia de estas invasiones, así como muchos rasgos de la identidad de quienes las perpetraron. Se trata de unos pueblos seminómadas procedentes de las estepas meridionales de Rusia, al norte de los mares Negro y Caspio, que dejaron tras de sí un conjunto arqueológico muy característico que Gimbutas denominó como Cultura de los kurganes. Un kurgán es un túmulo funerario que consiste en una cabaña de madera enterrada bajo un montículo de tierra y rocas. En estos enterramientos encontramos también por primera vez evidencia de estratificación social: En los túmulos más grandes y suntuosos con frecuencia aparecen esqueletos de hombres excepcionalmente altos o de grandes huesos junto con cuchillos, hachas de guerra, huesos de caballo, e incluso esqueletos de personas probablemente sacrificadas a su alrededor, generalmente mujeres y niños.” Joan Coy, “La historia oculta”
 

Según la Gran Enciclopedia Larousse: “Los pueblos indoeuropeos constituían tribus guerreras bien organizadas, que conocían el caballo y la metalurgia del hierro (arios, hititas y aqueos). Su hábitat primitivo es objeto de controversias; se trata quizás de las estepas que se extienden del Dnieper al Kazajstain. El estudio del léxico indoeuropeo ha permitido determinar su modo de vida (agricultura y ganadería), sus estructuras sociales (organización patriarcal, jerarquización de los estamentos: religioso, guerrero y agricultor) y su religión (culto a los antepasados, adoración del Dios Celeste)”. 


"La invasión de los bárbaros y la caída del Imperio Romano no fue más que un episodio entre indoeuropeos. El cambio sustancial ocurrió en Europa varios milenios antes (hace unos 5000 años) con la irrupción de los Kurgos. […] Los Kurgos eran pueblos de pastores semi-nómadas que vivían en grutas o pequeños poblados de temporada, conduciendo el ganado de un sitio a otro por las anchas estepas situadas entre el norte del Mar Negro y el Caspio, donde se sitúa probablemente su origen. Eran tribus organizadas según el sistema de jefatura y descendencia patrilineal, y adoraban a dioses guerreros masculinos. El hacha, el puñal y la espada constituían los símbolos del poder divino. Domesticaron el caballo y aprendieron la metalurgia del bronce de los caucásicos hacia el 3500 a/C, y aplicaron por primera vez los metales y los animales para la guerra. He ahí el salto cualitativo. A partir de entonces, y debido fundamentalmente al crecimiento demográfico y al cambio de clima atlántico a suboreal que desecó las estepas, empezaron a emigrar masivamente hacia Europa. Según la arqueóloga M.Gimbutas, partiendo del Sur de las estepas de la actual Rusia, Bielorrusia y Ucrania, se extendieron en tres grandes invasiones, la última de ellas hacia 3000-2800 a/C.” Josu Naberan, “La vuelta de sugaar”

“Se produjeron las invasiones de bandidos indoeuropeos, de pueblos nómadas desconocedoras de la agricultura, que residían en zonas donde los recursos alimentarios habían sido abundantes. Pero tras sobrepasar sus límites y empezar a escasear y necesitados de pastos para alimentar a sus rebaños, atravesaron e invadieron territorios ajenos, en busca del codiciado alimento, saquearon, devastaron las codiciadas regiones y terminaron destruyendo gran número de pueblos y modificando la estructura social. Fueron los arios, los luvianos, los aqueos, los kurgos, los hebreos, los dorios: las oleadas de migraciones que según Gimbutas asolaron Europa en tres fases: la ola nº 1 del año 4300 adne, la 2ª ola del año 3200 adne y la nº 3 del año 3000 adne.  Conquistaron otras regiones y destruyeron culturas de muchas regiones, en donde impusieron sus ideologías. Y se generalizó el patriarcado por la fuerza de la violencia y la guerra: según Gimbutas la cultura patriarcal de los indoeuropeos supuso la destrucción de una cultura uniforme, matriarcal y pacífica, que había perdurado en toda la Europa antigua durante veinte mil años atrás, del Paleolítico al Neolítico." Francisca Martin-Cano 
 

"El arma de bronce, la espada, el puñal, el hacha de guerra van a reducir todo ello a la nada, y si bien los conquistadores utilizarán los dólmenes (construidos hacía siglos por los antepasados de las poblaciones ahora conquistadas) para enterrar a sus propios jefes, abatirán las estatuas-menhires. (...) Ahora bien, las poblaciones autóctonas, aun las más pacíficas, no se dejaron reducir voluntariamente por aquellos guerreros más experimentados que ellos. Y así, a comienzos de  la Edad de Bronce se encuentran diseminados por toda Europa Occidental huellas de combates, restos calcinados, cuerpos atravesados por flechas, y sobre todo la preponderancia de una civilización muy diferente a la anterior” J.C.Perpere, “Les Pierres qui Parlent”.

 “Las dagas de bronce, las alabardas, los mazos y las hachas de guerra y las flechas de puntas de pedernal encontradas en numerosos sitios arqueológicos, junto con los ídolos masculinos, permiten seguir con exactitud las rutas de aquellos indoeuropeos. A partir de entonces se notan cambios profundos en los registros arqueológicos: aparecen muchas armas, pero desaparecen el sistema de símbolos y el arte de la Antigua Europa neolítica; se nota el hundimiento de la agricultura y el auge de la ganadería, la decadencia de las ciudades y el aumento del nomadismo; la abundancia de los ídolos masculinos y la desaparición de las representaciones de la diosa”. Josu Naberan, “La vuelta de Sugaar”

“Y con el surgimiento de una sociedad jerarquizada, sobrevino la lucha por el rango jerárquico, por la hegemonía y por su mantenimiento, la rivalidad entre grupos e individuos, la obediencia jerárquica y el dominio masculino.
Los jefes, al haber adquirido el poder por medios violentos (no por vía matrilineal), su autoridad no estaba legitimada, ni tenía origen Divino, por lo que no serían reconocidos automáticamente. Consecuentemente tendrían que recurrir a la violencia para afianzar su autoridad; para conseguir sus fines; como mecanismo de promoción social; por rivalidad; para sofocar las luchas intestinas por el poder. Y se legitimó por tanto las espantosas guerras y los constantes enfrentamientos.

Y así los déspotas habían de apoyarse en la fuerza militar, muchas veces reclutada de forma obligatoria, haciendo uso ¿legítimo? de la coerción física, para imponer la ley y el orden. Y hacían la guerra para conquistar otros pueblos y así poder acceder a las materias primas y para posesionarse de los bienes ajenos; para avasallar a los pueblos vecinos e imponerles las propias creencias; para defenderse de enemigos que saqueaban sus propiedades y que a pesar de sus defensas, terminarían al fin siendo derribados y sustituidos por otros.

Y como en las batallas aumentaría la sangría demográfica, resultaría imprescindible muchos descendientes, por lo que las máquinas humanas femeninas estarían esclavizadas ocupadas (embarazadas) en satisfacer los deseos masculinos, para que los ejércitos pudiesen hacer frente al fenómeno cultural de la guerra.” Francisca martín-Cano. 


7. LAS INVASIONES INDOEUROPEAS EN ASIA


a) Oriente próximo:

En este territorio, una misma cosmovisión en torno a la figura central de una Diosa Madre como personificación de la naturaleza, presidía el panteón de Sumeria (Innana), de Anatolia (Cibeles) y de Canaan (Aserá). El arte simbólico de estas culturas puede considerarse como análogo al de la vieja Europa y además, las mujeres también tenían un destacado papel espiritual como prueban las famosas sacerdotisas sumerias cuyos conocimientos astronómicos han llegado hasta nuestros días. Sin embargo, y al igual que ocurriera en la vecina Europa, estas culturas primigenias comenzaron a ser acosadas por los pueblos indoeuropeos. 

“Desde el cuarto milenio a.c. en adelante, las tribus indoeuropeas se adentraron mediante la fuerza, y  cada vez en mayor número, en Mesopotamia, Anatolia y las tierras que se prolongan hacia el este, hasta el valle del Indo. […] Dondequiera que penetrasen se establecían como la casta dominante, y su aparición queda marcada por la estela de devastación que van dejando a su paso: sólo en Anatolia se saquearon y quemaron unas 300 ciudades, Troya entre ellas (2.300 a.c.), y el mismo sistema se repitió desde Grecia hasta el valle del Indo. […] El eco de la mitología de la guerra, que escuchamos en el Mahabharata, en la Ilíada, y en el Antiguo Testamento, proviene de esas migraciones de la Edad del Bronce. 
 

[…] Los arios eran predominantemente una sociedad de luchadores. Según Campbell: eran polígamos, patriarcales, orgullosos de sus genealogías, sucios, duros y habitaban en tiendas. Apacentaban ganado, cabalgaban sobre caballos y, en torno al 2.000-1750 a.c., inventaron la rueda de radios y los carros ligeros. Enterraban a sus líderes tribales bajo un montículo junto con sus ayudantes y caballos, sacrificados, como los Kurganes habían hecho antes que ellos. Rendían culto a los dioses del cielo, particularmente a los dioses del relámpago, de la tormenta, del viento, del sol y del fuego. […]   Un escribá sumerio, alrededor del 2.100 a.c., podría estar describiéndolos al mencionar la devastación efectuada por una hueste cuya arremetida era como un huracan, un pueblo que jamás había conocido una ciudad. La vista de estos hombres unidos a sus caballos debió de haber aterrorizado a la gente sobre la que se lanzaban, dando lugar tal vez a la imagen del centauro u hombre a caballo

[…] La época que los libros de historia de principios de este siglo solían designar admirativamente como Gran Era de los imperios babilónico y asirio  estuvo marcada por la más bárbara de las crueldades: cuerpos desollados vivos, ojos arrancados y miembros amputados, miles de prisioneros enemigos asesinados, […] Esto creó, más que ninguna otra cosa, una compulsión hacia la agresión. La mayoría de los hombres tenían que ser guerreros. Defendían la comunidad, vengaban a los muertos, honraban su apellido. El rey en particular tenía que ser un guerrero poderoso, como David. En honor a éste los guerreros danzaban y entonaban cánticos, que decían: Saúl mató a millares y David sus miríadas. […] La crueldad se convirtió en virtud y la barbarie en modo de vida. La guerra se consideraba natural y justa, camino digno de monarcas que un hombre debía seguir si quería servir a sus dioses, a su rey y a su país. El ideal de conquista forjó los lazos de una conciencia tribal, llegando a impregnar el arte; éste se hizo eco de reflexiones que eran, por lo demás, universales, como puede verse en las aparentemente interminables filas de guerreros idénticos tallados en tablillas asirias que se dedicaban a la destrucción.” Anne Baring y Jules Cashford, “El mito de la diosa”

Como testimonio de la barbarie esto es lo que dijo Senaquerib, Rey de Asiria (704-681 a.c.) al conquistar babilonia. : 

“No dejé a uno solo, joven o viejo. Con sus cadáveres llené las anchas calles de la ciudad […] Los bienes de esa ciudad, plata, oro, piedras preciosas, efectos personales, pertenencias, los consideré el botín de mi pueblo, que como suyos los tomaron. Los dioses que moran en su seno fueron apresados y aplastados por las manos de mi pueblo, que se llevo sus efectos y pertenencias.”

Un nuevo dios legitimaba la barbarie, era Erra, el dios asirio de la muerte. Este es un extracto de un poema épico sobre este sanguinario Dios:  
  

¡No respetes a ningún dios! ¡No temas a ningún hombre!
Da muerte tanto a jóvenes como a viejos,
al lactante y al bebe, ¡no dejes a ninguno!
Y esto es lo que decía el nieto del rey Senaquerib, Asurbanipal (668-626 a.c.):  
  

“Entonces yo, como ofrenda para Senaquerib, aré viva a esta gente. Su carne di de comer a los perros, los cerdos, los buitres, las águilas; […] Tome los cadáveres de la gente a la que Erra había derribado y aquellos cuyas vidas habían sido abatidas por el hambre y la hambruna […] aquellos huesos yo saqué de babilonia, Kuta y Sippar y los arrojé en montones.”

  
b) Valle del Indo:

El pueblo dravida,  desarrolló en el valle del Indo y zonas adyacentes del Noroeste del Indostán una civilización neolítica que alcanzó un altísimo grado de desarrollo, del cual dan testimonio las excavaciones arqueológicas en las ciudades de Harappa (actual provincia de Punjab) y Mohenjo-Daro (provincia de Sindh). La arquitectura y la planificación urbana de estas ciudades era verdaderamente asombrosa para su época, y, de hecho, la segunda poseyó un sistema de acueductos y cañerías al que, al decir de los arqueólogos, tendrían mucho que envidiar las ciudades occidentales de la actualidad. De nuevo nos encontramos con que el arte simbólico es muy parecido al de la Vieja Europa y de nuevo nos encontramos a pueblos indoeuropeos (arios) que comienzan a invadir las pacificas poblaciones agrícolas del Valle del Indo dando origen a la famosa sociedad de castas hindú. 
 
  
 “En el que fuera quizás el momento más importante (y quizás el más nefasto) del desarrollo de la India, los relativamente pacíficos y sumamente sofisticados dravidianos (junto con otros de los pueblos que habitaban el Indostán) fueron invadidos y conquistados por los belicosos y rústicos indoeuropeos. Triste como pudo haber sido este evento, fue como resultado de la interacción entre los brillantes conquistados y los bárbaros conquistadores que surgió la síntesis cultural que durante los últimos milenios ha constituido la civilización de la India. 
 

[…] El sistema de castas surgió de la necesidad que sentían los indoeuropeos de mantener los privilegios que la conquista de los pre-indoeuropeos les había proporcionado. La casta suprema, que se llamó brahmana y adquirió funciones sacerdotales, agrupó a quienes tenían una mayor proporción de sangre indoeuropea, lo cual fue justificado en el Rigveda (X. 90) diciendo que ellos surgieron de la boca de Purusha, el alma universal. La casta inmediatamente inferior, que se llamó kshatriya y se transformó en la nobleza a cargo de las funciones de Estado y de guerra, agrupó a quienes tenían una proporción un poco menor de sangre indoeuropea, y la mitología del Rigveda justificó sus privilegios afirmando que los mismos habían surgido de los brazos de Purusha. La casta vaishya, de los artesanos y comerciantes, agrupó a quienes tenían todavía más sangre pre-indoeuropea, los cuales según el mito habrían surgido de los muslos de Purusha, mientras que la casta shudra, de los sirvientes y agricultores, comprendió a quienes tenían una cantidad todavía mayor de sangre pre-indoeuropea, que habrían surgido de los pies del alma universal. A quienes no tenían nada de sangre indoeuropea se los declaró intocables, ya que, no habiendo surgido de la división del alma universal, no poseían el principio divino que hacía posible la plena práctica de la religión, y el más mínimo contacto con ellos haría que cualquier hindú perdiese su casta” Elias carriles

Los Pueblos drávidas tenían una organización social matrifocal. Eran llamados por los arios “pueblos de la tierra y de la serpiente”. Los arios se llamaban a si mismos “pueblo del cielo”. Según mitología india el dios del cielo Indra decapito a la diosa dravida Danu. Y el hijo de Indra, el dios Vrta decapito a las dos serpientes creadoras del pueblo dravida. Desde entonces, la población indígena son la casta más inferior: “los intocables”

«El Rig veda, precioso testimonio de aquellos tiempos, habla de las victorias que los arios (indoeuropeos) del color del trigo consiguieron sobre las gentes de piel oscura. Ese giro se produjo hace más de tres mil años, después del 1.500 a.J.C. Sin embargo, todavía impregna la civilización india contemporánea. Ha generado el sistema de las castas, que ha regulado y aún regula la vida de las sociedades hindúes. Ha producido la principal división lingüística del subcontinente, que opone a las lenguas indoeuropeas, que prevalecen en la India septentrional, las lenguas dravídicas, que prevalecen en la India meridional. Sus efectos todavía están presentes en los rasgos característicos de la religión india.” Ceruti y Bochi

“La religión Védica aparece vinculada al resultado cultural de las invasiones nómadas de origen indoeuropeo en su cruce con la civilización del Valle Indo. Se trata de una conjunción de elementos autóctonos, indoeuropeos y originales de la hibridación. Los Vedas o saberes son una recopilación de himnos de fechas muy variadas y adjudicados a distintos autores, que resumen un proceso centenario hilvanado a través de revelaciones (sruti en sánscrito). Las divinidades védicas continúan con la predominancia masculina característica del panteón religioso ario […] La primacía de Indra, como guerrero, marca a nivel superestructural su analogía con la casta guerrera (ksatriya) en el sistema social de la época”. Ismael Apud y Mauro Clara

El Rig Veda, por tanto, recoge el testimonio de todo aquel proceso histórico. Un extracto de sus himnos reza: 
  

Como una nube tormentosa,

el héroe armado irrumpe en la vorágine de la batalla.

¡Gloria a ti y cuerpo ileso!

¡Protéjate la recia armadura!

Con nuestro arco queremos conseguir rebaños.

Con nuestro arco ganaremos batalla tras batalla.

Con nuestro arco, terror del enemigo,

confiamos adueñarnos de las tierras.


8. LAS INVASIONES SEMITAS (Oriente próximo)

Los pueblos semitas (acadios, asirios, hicsos, y hebreos), cuyo origen primigenio está en el desierto arábigo, pueden considerarse como el segundo foco mundial de dónde surgieron los pueblos patriarcales primitivos y cuya cosmovisión da origen al pensamiento antropocéntrico que se ha impuesto hoy en día en la humanidad. Los paralelismos con los indoeuropeos son increíbles: son pastores nómadas (ovejas y cabras) que no practican la agricultura, en vez del caballo han domesticado al camello (con él pueden recorrer grandes distancias). Son patriarcales, jerárquicos, adoran a Dioses masculinos, etc. 
 

“Los arios no fueron las únicas tribus que amenazaron la cultura de la Diosa. Hacia el oeste de Mesopotamia hay un vasto desierto que, por el norte, alcanza Siria y, por el sur, el extremo sur de Arabia. Fue esta región, tan radicalmente diferente de los valles fértiles del interior y de las tierras nutridas por grandes ríos, el lugar del que surgieron todas las tribus semíticas conocidas y mencionadas a lo largo de las edades del Bronce y el Hierro. Entre ellas se hallaban los acadios, que se establecieron en el norte de Sumer y que finalmente también se hicieron con el control de las ciudades del sur bajo se rey Sargón (2.300 a.c.); los amorreos babilónicos, cuyo rey Hammurabi (1800 a.c) es famoso por su código de leyes. Otro grupo de amorreos conquistó la ciudad de Jericó cerca de 1450 a.c., dejándola en ruinas; fueron luego sucedidos por los cananeos, pero sucumbieron ante los asirios (580 a.c.), que habían tomado Babilonia en el 1100 a.c., extendiendo su inmenso imperio sobre sus aterrorizados vecinos.

Pero, mucho antes de ser conocidos por sus nombre tribales, los semitas habían emigrado a Mesopotamia llevando con ellos sus rebaños de cabras y ovejas y conviviendo quizá, en tiempos anteriores, con sus habitantes de modo más pacífico que sus sucesores. Los dioses de los semitas habitaban en las nubes y sobre las cumbres de las montañas y arrojaban truenos, como los dioses de los arios. Más también poseían en gran medida el carácter de dioses tribales, protegiendo cada uno a un grupo tribal concreto y, más tarde, a una ciudad.
Ambos pueblos invasores introdujeron la idea de una oposición entre los poderes de la luz y de la oscuridad, imponiendo esta polaridad sobre la perspectiva más antigua en la que el Todo contenía a los dos, luz y oscuridad, en una relación siempre fluctuante. En senda mitologías hay evidencia de una desacralización de la naturaleza y de la vida humana, que contrasta de forma llamativa con la actitud del granjero neolítico, que vivía en estrecha proximidad con la tierra y las leyes rítmicas de la Diosa en tanto que inmanentes a toda forma de vida.” Anne Baring y Jules Cashford, “El mito de la diosa

“Entre la expansión de los pueblos indoeuropeos y la expansión de los pueblos semíticos hay notables analogías. Ambos grupos de pueblos fueron en su origen grupos nómadas y pastorales cuyo hábitat se hallaba en las lindes de los primeros focos de civilización; ambos emigraron recorriendo miles de kilómetros y conquistaron los grandes centros de las civilizaciones agrícolas y urbanizadas (en la Mesopotamia, las primeras oleadas semíticas sustituyeron a los sumerios); ambas irrumpieron en los escenarios del Asia menor y del Oriente Medio aproximadamente en el mismo período, durante el tercer milenio a. C. (los hititas indoeuropeos y los asirios semitas al parecer se encontraron en Kanes, en la Anatolia central, 1.900 años antes de Cristo). Pero, sobre todo, tanto los pueblos indoeuropeos como los pueblos semíticos tenían estructuras sociales rígidamente androcráticas. En sus ritos eran frecuentes las invocaciones a los dioses de la tribu, de la guerra y de la conquista. Muy similares fueron los conflictos sociales y espirituales que generó su encuentro/choque con las poblaciones (agrícolas y gilánicas) que vivían en Europa y el Oriente Medio en la época de sus invasiones. También la Mesopotamia conserva la memoria de un tiempo de paz y abundancia, bruscamente interrumpido; también los sumerios veneraban a una Diosa Creadora afín a la de sus vecinos, los elamitas. […] Los indoeuropeos no son parientes próximos de los semitas, como demuestra la lejanía de sus hábitats originarios. Sin embargo, las oposiciones «androcrático» versus «gilánico», «ganadero» versus «agricultor», «nómada» versus «urbano» definen una polarización fundamental entre indoeuropeos y semitas por un lado, y las poblaciones de la Europa neolítica, del Oriente Medio pre-semítico y de la India pre-aria por el otro.” James Mallory

Las invasiones semitas del país de Canaan (Palestina, Siria, jordania y Líbano) aparecen descritas en el Antiguo testamento y representan un testimonio de la forma de concebir el mundo de aquellos primeros pueblos patriarcales:

“Independientemente de que el libro de Josué describa o no, con su fiero tribalismo, lo que realmente sucedió cuando los hebreos penetraron en Canaán, sin duda refleja los valores de los hebreos que lo escribieron. La moralidad de Yahvé se hace más comprensible cuando sus mandamientos no se consideran revelaciones divinas, sino revelaciones de los valores de la Edad del hierro y de las costumbres patriarcales reflejadas en el comportamiento de reyes, sacerdotes y profetas. Jehu, por ejemplo, fue alabado por Yahvé por haber asesinado al resto de la casa del anterior Rey Ajab, y por limpiar a Israel de todos los sacerdotes de Baal; los invitó a celebrar sus ritos en un  templo y después ordeno su masacre (2 R 10, 30). Elías (c. 860 a.c) supervisó el asesinato de 450 sacerdotes de Baal: Echad mano a los profetas de Baal, que no escape ni uno de ellos. Les echaron mano y Elías los hizo bajar al torrente de Quisón, y ahí los degolló. (1 R 18, 40).

Episodios como éste se usaban, consciente o inconscientemente, para justificar la brutalidad de guerras libradas contra un enemigo maligno. No es sorprendente que este modelo de conducta haya tenido una gran influencia en el cristianismo y el islam, que consideran el Antiguo Testamento como revelación divina. Siempre que una doctrina no estuviera de acuerdo con la ley de Dios, sus defensores podían ser perseguidos. Aparentemente los sacerdotes levitas se eximían a sí mismos del mandamiento de Dios no matarás, como más tarde lo haría el sacerdocio cristiano e islámico. La ley de la sacralidad de la vida no se observaba cuando se trataba de una cuestión de infracción de la doctrina religiosa, o de la amenaza de un enemigo tribal. Nuevos tipos de sacrificio ritual en los que el asesinato estaba justificado, tales como la crucifixión o la lapidación de profetas o la tortura y quema de herejes, aparecieron dondequiera que estos valores fueron desafiados. La idea de la guerra santa librada en nombre de yahvé contra los no creyentes y los malvados ha perdurado a lo largo de los años hasta llegar a las cruzadas cristianas y la persecución de herejes, brujas y enemigos de Dios. Anne Baring y Jules Cashford, “El mito de la diosa”

Para hacernos una idea más aproximada de las invasiones semitas de Canaan tomemos un fragmento del Antiguo Testamento:

Habló Yahvé a Moises: “Destruiréis todas sus imágenes pintadas, destruiréis sus estatuas de fundición, demoleréis todos sus altos. Os apoderareis de la tierra y habitareis en ella, pues os doy a vosotros todo el país en propiedad. Di a los israelitas: Cuando paséis el Jordan hacia el país de Canaan, arrojareis a vuestra llegada a todos los habitantes del país.”

9. LA GANADERIA EXTENSIVA: de la dominación animal a la dominación humana.


Diferentes teorías han tratado de explicar el motivo por el que algunas culturas humanas comenzaron a desarrollar sociedades jerarquizadas y dominadoras. La más extendida es la que afirma que tanto indoeuropeos como semitas tienen su origen en áreas geográficas que se desertizaron, lo cual pudo provocarles una ruptura con el modo de vida arcaico y la necesidad de emigrar en busca de nuevos territorios. Sin embargo, podríamos poner ejemplos como el de los bosquimanos de África o los aborígenes australianos que, aún viviendo en zonas extremadamente áridas, han conservado estructuras sociales igualitarias a lo largo de miles de años.

Otra teoría, que será la que desarrollaremos a continuación, es la que afirma que la domesticación de animales y el desarrollo de la ganadería extensiva como fuente única de sustento (sin agricultura), supuso una ruptura del vínculo ancestral entre humanos y animales (ver el tema 2 de la Europa Indígena Paleolítica). El ser humano de aquellas culturas, al doblegar por primera vez el espíritu de algunos animales, rompió un vinculo hasta entonces sagrado y aplicó estás técnicas de dominación al espíritu de los animales humanos. 
 

En el documento Basic call to consciouness (“Llamada vital a la consciencia”) presentado por el pueblo nativo iroqués (Norteamérica) ante la ONU en 1977,  se define a los conquistadores que invadieron su territorio como indoeuropeos y explica el origen de dicha cultura a partir del inicio de la domesticación de los animales. Este es un extracto:

“El pueblo indoeuropeo que ha colonizado nuestras tierras ha evidenciado muy poco respeto por las cosas que crean y sostienen la Vida. Creemos que tal gente cesó su respeto por el mundo hace un larguísimo tiempo. Muchos miles de años atrás, todos los pueblos del mundo creían en el mismo Modo de Vida, el de la armonía con el universo. Todos ellos vivían de acuerdo con las Maneras Naturales. 
  
Alrededor de diez mil años atrás, gente que hablaba los idiomas indoeuropeos vivía en un área que hoy conocemos como las Estepas de Rusia. En tal época, eran un pueblo del Mundo Natural que vivía de la tierra. Había desarrollado la agricultura, y se dice que había iniciado la práctica de la domesticación de los animales. Se ignora que fue el primer pueblo del mundo que practicó la domesticación de los animales. Los cazadores y recolectores que erraban por el área probablemente adquirieron animales al pueblo agrícola, y adoptaron una economía basada en reunir y criar rebaños de animales.

 
  
El juntar y criar animales señaló una alteración básica de la relación de los humanos con otras formas de vida. Puso en movimiento una de las verdaderas revoluciones de la historia humana. Antes de los rebaños, los humanos dependían de la Naturaleza para los poderes reproductivos del mundo animal. Con el advenimiento de los rebaños, los humanos asumieron las funciones que a través de los tiempos habían sido las funciones de los espíritus de los animales. Tiempo después de que eso sucedió, la historia registra la aparición inicial de la organización social conocida como Patriarcado. […] El proceso histórico que ha desembocado en el nacimiento de la Cultura Occidental es histórica y lingüísticamente originado por una cultura Semítico / indoeuropea, aunque sin embargo, haya sido comúnmente definido como tradición Judeo-Cristiana.” Confederación de Seis Naciones iroquesas “Llamada vital a la consciencia (Los Hau de no sau nee se dirigen al mundo occidental)” 
 

En esta misma línea de pensamiento Felix Rodríguez de la Fuente afirmaba: “Esta corriente cultural empezaría por arrastrar al animal prehistórico de sus costumbres ancestrales, transformándolo de salvaje e inaccesible, en dócil y doméstico (y acabando por imponer) el látigo y la cadena. La cadena y el látigo sometieron al ser humano al mismo nivel que el ganado que trabajaba la tierra. […] Y en plena orgía de domesticación el hombre domesticó al propio hombre. Un profundo abismo separó lo salvaje de lo doméstico: lo libre de lo que tenía dueño. El hombre rompió el cordón umbilical que le unía a la madre Naturaleza.”

Por su parte Casilda Rodrigañez nos dice: “Los padres de nuestra civilización descubrieron lo que hay que hacer para convertir a un toro en buey y poder utilizar su fuerza sumisa para tirar de la carreta o labrar los campos: castrarlo cuando es muy pequeño; entonces inventaron la ganadería, tener un montón de vacas, de ovejas o de lo que sea, reproduciendo lo que interesa; se trata de dominar a la especie en cuestión para reducir su vitalidad sin matarla del todo para poder explotar la producción de esas vidas mutiladas. Este arte de la dominación, de la devastación y de la explotación lo aplicaron a la sociedad humana, para conseguir ejércitos para las guerras de conquista, y esclavos para el trabajo forzado” 

Y Humberto Maturana sostiene que: “Yo pienso y propongo que la cultura patriarcal se origina fuera de Europa, en Asia Central, al surgir el pastoreo y el concepto de apropiación (de animales). Esto produjo la lucha contra el lobo, pues este animal necesitaba para sobrevivir  de los mismos animales migratorios de que dependía también el hombre. Y así aparece la primera dinámica que dio origen a la enemistad. Después, el enemigo ya no es el lobo, sino cualquier otro al que se excluya para apropiarse de algo. En la cultura matrística, la emoción fundamental era el amor. Con la defensa del ganado cambian las emociones. Se pierde la confianza en la dinámica de lo natural y se comienza a vivir el miedo y el control”

Otra consecuencia del surgimiento de la ganadería fue el origen del materialismo, o al menos eso nos dicen las evidencias lingüísticas La pista más clara nos la da la misma palabra ganado que viene de ganancia. Si nos remontamos a la época neolítica, tenemos el termino indoeuropeo pecu (pecuario) que derivó en pecunia (dinero). Y si nos remontamos aún más, hasta el idioma vasco (euskera) que puede considerarse la lengua más antigua de Europa ya que es pre-indoeuropea (es decir, resistió milagrosamente a las invasiones indoeuropeas), nos encontramos con que “riqueza” se dice aberatza, compuesta por “abere” (ganado) y “tza” (sufijo de abundancia). Parece ser, por tanto, que al contrario de lo que dicen los libros de historia, no fue la agricultura la que con sus excedentes creo la propiedad privada, la sociedad de clases, etc., sino que fue la ganadería. 
 
Aes signatum. Las primeras monedas romanas eran láminas de bronce con imágenes de animales
Aes signatum. Las primeras monedas romanas eran láminas de bronce con imágenes de animales

Sobre el origen del término pecunia, esto es lo que cuenta Manuel-Antonio Marcos Casquero, en su árticulo “Pecunia. Historia de un vocablo”

“Los antiguos etimologistas latinos mostraron una absoluta unanimidad a la hora de explicar el término pecunia, ‘dinero’, como vocablo estrechamente emparentado con pecu (‘ganado’), pecus -oris (‘ganado, rebaño, manada’) y pecus -udis (‘res, cabeza de ganado, carnero, oveja’). Así lo manifiesta Varrón cuando afirma que pecuniosus (adinerado) proviene de pecunia magna (dinero abundante), y que pecunia (dinero) deriva de pecus (ganado), pues el origen de estos vocablos se remonta a los pastores. Otro tanto hace Plinio el Viejo: ...pecunia se dice así por derivar de pecus -oris....

Y con ellos coincide San Isidoro de Sevilla, que se apoya en la autoridad de un pasaje ciceroniano (De rep. 2,9,16) para explicar el significado de pecuniosus como ‘ganadero’ o ‘adinerado’:“Tulio [Cicerón] dice que inicialmente se aplicó este nombre a los que poseían abundante pecunia, es decir, pecora (ganado). Así los denominaban los antiguos; pero poco a poco, y por ampliación abusiva de su sentido, se aplicó este nombre a otros bienes.”

En efecto, según el pasaje de Cicerón:“La primitiva Roma, en sus orígenes, mantenía el orden castigando con multas consistentes en la entrega de ovejas o bueyes -pues antaño la riqueza consistía en la posesión de ganado y tierras, y de ahí que a los ricos se los denominase pecuniosi (ganaderos) y locupletes (terratenientes)- y no con la violencia o con suplicios.”

Por último, otra consecuencia que produjo la domesticación de los animales fue la domesticación de las mujeres por parte de la nueva jerarquía patriarcal:

 “Tal división, tal acción de una parte de la humanidad sobre la otra mitad, no hubiera surgido si la especie humana no hubiera hecho el ensayo previo de someter a otras criaturas del universo. Pues el mismo método empleado para la domesticación de los animales sirvió para domesticar a la mujer, aprovechando el momento propicio de su necesidad de mayor solidaridad: el estado grávido y el parto” Juan Merelo-Barberá, “Parirás con placer” 
 

“La similitud entre mujeres y vacas en tanto que animales de crianza es asombrosa. Nuestros antepasados aprendieron un día que las vacas se podían clasificar y seleccionar y ser montadas por ciertos sementales obteniendo una cierta producción de terneros. Y que la mecánica de la reproducción era parecida en todos los mamíferos. No es casual, pues, la coincidencia histórica entre la aparición de la ganadería y la dominación de la mujer por el varón.” Casilda Rodrigañez

10. EL SOMETIMIENTO DE LA MUJER y el origen de la familia patriarcal

“Durante la larga transición entre la matrística y la generalización del patriarcado, como dice Riane Eisler, hubo formas, normativas, instituciones que resultaban de los pactos entre los dos modos de vida, que reflejaban la correlación de fuerzas en cada situación y en cada momento. Las mujeres, explica también Eisler, siempre fueron propicias a la negociación para evitar las guerras y las muertes. Según Bachofen, la primera forma de matrimonio, el matrimonio demétrico, fue un pacto propuesto por las mujeres para paliar la violencia sexual de los hombres. Hubo quienes optaron por la guerrilla (las amazonas), hubo gobiernos matriarcales que levantaron murallas en torno a sus ciudades. La transición no fueron unos cuantos años ni unos cuantos siglos: fueron, según los lugares, entre 3 mil y 4 mil años, con tiempos de guerra, treguas, tiempos de paz pactados con fronteras, situaciones de coexistencia y de vecindad; hasta que el antiguo modo de vida fue quedando en zonas muy aisladas (como en el Caribe hasta el siglo XV d.c.) o en las catacumbas (cultos a la diosa, brujas, etc.)” Casilda Rodrigañez, “El asalto al hades”.

a) Mesopotamia:


“La primera ley escrita que se conoce es el Código de Hammurabi que está grabado (y no por casualidad) sobre un enorme falo de piedra de más de dos metros de altura; data del 1.800 a.c. y hoy se puede contemplar en el museo del Louvre de parís. Según dicho código, las mujeres ya eran propiedad del varón, y su estratificación social se establecía en función de la categoría de hijos que debían de tener; según si estos debían ser herederos, esclavos o suplentes, ellas serían esposas, esclavas o suplentes. 

Lo de las suplentes es una magnífica prueba de flexibilidad de plantilla y de liberalismo económico para una mayor eficacia y rendimiento del patrimonio familiar; porque además, a diferencia de lo que sucedía en la sociedad judía, el heredero no era automáticamente el primogénito, es decir, el primero de los hijos varones nacidos de la primera de sus mujeres, sino el preferido por el padre; de este modo se incentivaba a las mujeres a educar a sus criaturas según los deseos del patriarca y se aseguraba la continuidad patrimonial en un tiempo en que el matrimonio no existía y el papel de esposa no estaba consolidado, como para tener la garantía de que la madre reprimiese y educase debidamente a sus hijos. Cuando el padre elegía el heredero, automáticamente la madre del heredero se convertía en la señora del señor y alcanzaba el rango más alto posible para la mujer. 

Posteriormente surgiría el sistema de primogenitura: 

[…] Quizás por eso prevaleció el sistema de primogenitura, pues las luchas por obtener el beneplácito del padre debían de producir un terrible desgaste, incluso convertirse en una seria amenaza para el propio patrimonio y la continuidad de la estirpe. El sistema de primogenitura se pone en práctica cuando se ha logrado un suficiente estado de sumisión en la mujer, cuando hay garantías (respaldadas por el padre y por la familia de la mujer: ser de buena familia es una cualidad para ser un buen partido no sólo por la enjundia del patrimonio sino por la educación que confiere) de que va a cumplir su cometido, y entonces puede ya ser esposa antes de parir. Por eso también la insistencia hasta muy recientemente en las clases dominantes de que los hijos elijan a la madre de sus futuros hijos entre las familias de su mismo rango, que asegure el conveniente adiestramiento de la siguiente generación. El sistema de primogenitura consolida la institución del matrimonio. Casilda Rodrigañez y Ana Cachafeiro, “La represión del deseo materno y la génesis del estado de sumisión inconsciente”

b) Israel:


“El sacerdocio Levita imponía la costumbre patriarcal como ley tribal; en consecuencia, cualquier infracción de los tabúes sexuales se castigaba de forma totalmente desproporcionada en relación con la “ofensa”. Las mujeres pertenecían a uno de entre dos hombres: el padre y el marido. La moralidad de la era anterior, según la que las sacerdotisas del templo podían tener hijos que eran sustentados por el templo, fue suprimida. De la misma manera, aunque con dificultades, se suprimió el ritual de la relación sexual en ocasiones especiales, que se creía que contribuía a la fertilidad de la tierra. Los maridos podían tener varias mujeres y podían repudiarlas sin obligación de mantenerlas, pero las mujeres sólo podían tener un marido y el adulterio estaba castigado con pena de muerte por lapidación. Cada mujer que fuera prometida o desposada podía ser apedreada hasta la muerte si era violada, a menos que la violación tuviera lugar en el campo, dónde sus llamadas de socorro no podían oírse (Dt 22, 26-27). La afirmación “no profanarás a tu hija, prostituyéndola; así la tierra no se prostituirá ni se llenará de indecencias” (Lv 19, 29) era una orden dirigida a evitar que los hebreos siguiesen la costumbre babilónica, y probablemente también cananea, según la cual una muchacha ofrecía antes de casarse su virginidad a la Diosa, o se convertía en una sacerdotisa del templo. No habría sacerdotisas hebreas. El sacerdote levita cuya hija fuera descubierta siguiendo las costumbres antiguas tenía la obligación de quemarla. El israelita que “entrega uno de sus hijos a Molec (Baal), es decir, que tuviese relaciones sexuales con una sacerdotisa en un templo cananeo, sería condenado a muerte (Lv 20, 2). Anne Baring y Jules Cashford, “El mito de la diosa” 

c) Grecia: 

Según Francisca Martín-Cano la instauración del matrimonio patriarcal tenía como consecuencia:
“-El establecimiento de la herencia patrilineal, por lo que la propiedad del suelo cultivable pasaba a los hijos varones. Por ello la mujer dejó de ser dueña de los frutos del campo y ya no podía auto sostenerse económicamente.
-Al perder la mujer su valor económico, sólo se la valoraba en su función de esposa y madre de muchos hijos. Dado el exclusivo papel de procreadora que la esposa tenía en la familia patriarcal, estaría siempre embarazada […]. Comenta Kneissler de la sociedad patriarcal griega: Cuando no estaban embarazadas, los maridos se limitaban a cumplir desapasionadamente tres veces al mes con sus deberes conyugales.
-Se sabe que en Atenas, se estableció la institución del matrimonio y la familia patriarcal, por primera vez, en época de Cecrops. El hecho se cuenta como castigo a las mujeres atenienses, tras Atenea haber dado nombre a la ciudad, en su contienda con Neptuno. Para calmar al derrotado Neptuno que quería darle su nombre, Cecrops, padre de Atenea, tomo la decisión de castigar a las mujeres. Y entonces, para desagraviar al dios se impuso a las mujeres los siguientes tres castigos: a) se les quitó el derecho de votar; b) se prohibió que en adelante los hijos llevaran el nombre de sus madres y c) despojarlas del título de ciudadanas, de manera que quedaran reducidas a ser meras esposas de los atenienses.   A partir del castigo patriarcal, los hijos llevarían el nombre de sus padres varones (patrilinealidad), cuando antes llevaban los de sus madres (matrilinealidad). Lo que traduce la institución del matrimonio y de la familia patriarcal.” Francisca Martín-cano 

 d) Roma:

“Entre los romanos la palabra familia ni siquiera se aplica a la pareja conyugal y a sus hijos, sino tan sólo a los esclavos. Famulus quiere decir esclavo domestico, y familia es el conjunto de esclavos pertenecientes a un mismo hombre. En los tiempos de Gayo la familia, id est patrimonium (es decir, herencia), se transmitía aún por testamento. Esta expresión la inventaron los romanos para designar un nuevo organismo social, cuyo jefe tenía bajo su poder a la mujer, a los hijos y a cierto número de esclavos, con la patria potestad romana y el derecho de vida y muerte sobre todos ellos” Wikilingue

“La familia romana era una institución de la antigua Roma, presente en el ámbito social y jurídico, que estaba compuesta por todos los que vivían bajo la autoridad del cabeza de familia o pater familias, incluidos los esclavos. Cuando un romano nace, se encuadra o clasifica en una rígida estructura familiar controlada por el pater familias que era el jefe de la familia con poder sobre sus miembros hasta que muriese. Al ocurrir esto, el hijo varón casado pasaría a ser el nuevo pater familias o cabeza de familia, controlando el poder y los bienes de todos los que vivían en la misma vivienda. La mujer se consideraba una amiga, la compañera de la vida, la procreadora y no era más que un utensilio al servicio del jefe de familia, también se le considera inferior a su marido y se espera que lo obedezca, aunque éste debe respetarla al ser su dueño, como un jefe debe respetar a sus amigos inferiores, hijos y criados. […] El poder del padre sobre sus hijos se denomina Patria Potestas y suponía, incluso, el derecho a decidir sobre la vida o la muerte de sus hijos como indicaba un artículo de la ley.” La familia romana

“En contra del muttertum (Bachofen) y de la reproducción grupal, se instaura el concepto de linaje, de relación vertical individual, y se fijan las reglas de la jerarquía familiar, de la transmisión individual y vertical de la propiedad, etc.; el hijo no es la criatura de las entrañas que pertenece (en sentido de procedencia por lugar físico) al grupo de la madre, sino el filium, el que es elegido porque sigue al padre. En la familia patriarcal la madre pertenece al padre, y esa pertenencia es con sentido de propiedad, y su destino es reconocerle como su superior y seguir sus órdenes, heredar sus bienes y seguir el desarrollo del patrimonio” Casilda Rodrigañez.


(Source: disiciencia.blogspot.com.ar)
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