jueves, 22 de octubre de 2015

De pardos y mestizos

Nuevos estudios agregan piezas al mosaico interétnico argentino

Es cierto —como suele afirmarse— que los negros desaparecieron como población étnicamente diferenciada a causa de las guerras de independencia? Sólo en parte. De los últimos trabajos históricos se deduce que la proto-sociedad argentina fue mucho más permeable que otras a la relación interracial y que la ausencia de negros "puros" se debe, en gran parte, al mestizaje con europeos e indígenas.

La actual profundización en el estudio de la población negra es una derivación del interés creciente por las clases subalternas; interés que surge en los 70 no sólo, como podría suponerse, al calor de las luchas populares sino, principalmente, empujada por un cambio de enfoque de la historiografía estadounidense. Allí, estudios pioneros como Roll Jordan Roll, de Eugene Genovese, centraron la atención en los negros como protagonistas. No ya como sectores marginales de la épica nacional o sólo como víctimas del racismo.

Pasado el paréntesis folklorista del 76/83 que la dictadura impuso a la academia argentina, historiadores de peso (y entre estos una mayoría de especialistas en la época de la Colonia) recuperaron sus puestos en institutos y cátedras reimpulsando la investigación de ese período. 



Entonces, los preconceptos sociales y académicos sobre la inserción de los africanos en el Río de la Plata y el Norte argentino fueron puestos en duda. Muchos trabajos realizados durante la década pasada demuestran que un factor de tanto o mayor peso en la aparente evaporación de la descendencia negra fue el mestizaje con blancos e indios. El término técnico con que los historiadores llaman a este fenómeno es "miscegenación". Tanto en la campaña bonaerense (donde sobresalen los estudios de Jorge Gelman) como en el Norte del país (Tucumán, La Rioja, Salta, Santiago del Estero y Catamarca) y Córdoba, el sistema de castas y diferenciación social en el que tanto se esmeraron la corona española y la Iglesia fue desvaneciéndose por imposición de la naturaleza y el orden económico regional. A pesar de su férrea oposición al concubinato en general y al interétnico en particular, el amancebamiento estructuró la familia de las clases subalternas. Si bien en un principio, los grupos se mantuvieron separados (los jesuitas y otras órdenes, grandes usufructuarias de mano de obra esclava, fomentaron el casamiento religioso entre negros y tuvieron una política de conservar unidas a esas familias fuera de Africa) el sistema de castas tan importante para el mantenimiento del control social en la colonia fue desgranándose de hecho.

Nuevos estudios demuestran que las mujeres negras "preferían" unirse ilegalmente a un blanco que legalmente a un negro. La intención era (como señala en varios trabajos la investigadora del Conicet Florencia Guzmán) que sus hijos fueran libres: era costumbre que los amos evitaran la esclavitud a sus hijos naturales de color. Según Marisa Pineau, investigadora del Conicet y docente de la UBA y la Universidad de Quilmes, en la región fue menos habitual el "blanqueamiento" por violación (que las hubo y muchas, porque el patrón consideraba a sus esclavas posesiones sexuales) tan habitual en el Caribe y en Brasil. La norma fue la unión consensual y estable que originó una sociedad menos estamental que en otras colonias. "Nuestro territorio era de frontera y las condiciones de vida tan arduas, que la subsistencia de todas las clases sociales dependía de la interrelación y colaboración mutuas", dice Pineau.

Para el negro, en tanto, la forma de tener hijos libres era formando pareja con mestizas, indias y pardas dado que la esclavitud sólo se heredaba vía materna. A los impedimentos para concretar el matrimonio entre negros se sumaban las presiones y oposiciones que los amos ejercían sobre sus esclavos. Como la ley indicaba que la mujer debía seguir al marido, los dueños de esclavos se oponían a perderlos en manos de otro a causa de algo tan vano como la unión sentimental.

La imagen del negro puro, muerto en combate por la libertad propio de la escatología escolar, se corresponde más con la realidad porteña del siglo XIX. Ni con la campaña bonaerense ni con el interior del país. En en la cuenca del Plata fueron indispensables como mano de obra permanente en la difícil faena agropecuaria donde los mantuvieron como esclavos, aunque con atribuciones y posibilidades de progreso social y económico. Quedó el testimonio de casos puntuales como el del esclavo Patricio Belén, quien llegó a capataz en la estancia Las Bacas, que los jesuitas, y posteriormente de la porteña Hermandad de la Caridad, poseían en Uruguay. Otros, compraron y vendieron, tuvieron casa o rancho y superaron los límites que el racismo les impuso por siglos. 

Ya desde el siglo XVII se encuentra una enorme cantidad de esclavos en el antiguo Tucumán (Córdoba y el actual Noroeste Argentino). Por más de dos siglos, esta fue la región más poblada y próspera del país gracias a su articulación productiva con las minas de Potosí. "Según el primer registro estadístico de 1778, el 45% de la población (unos 80.000 habitantes) eran descendientes de africanos y eran mayoría en cuatro ciudades: 64% Tucumán, 54% en Santiago, 52% en Catamarca y 46% en Salta", dice Guzmán. Sólo a partir de la segunda mitad de siglo XVIII, Buenos Aires pasa de ser plaza distribuidora a absorber la mayor cantidad de esclavos. La declinación económica del Alto Perú y la reestructuración institucional con centro en Buenos Aires tornó más visible a la población negra de la nueva capital política. Allí sí fue menos sencilla la interrelación étnica y los africanos permanecieron más "puros". Pero sólo hasta la segunda gran oleada inmigratoria europea de mediados del siglo XIX cuando el país se convirtió en el mentado "Crisol de razas". 

¿Cuántos negros desparecieron en las guerras, cuántos a causa de la altísma mortalidad y cuántos de ellos se mestizaron con indios y blancos? Imposible ser precisos: se estima que entre 1776 y 1810 habrían ingresado al país 40.000 negros. En cualquiera de los casos, la novedad sustancial de los estudios históricos locales no consiste en la minucia numérica sino en el hallazgo de fenómenos de notable relevancia social. 





(Source: edant.clarin.com) votar

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