Estado de ánimo, discurso y disposición favorable a la mezcla racial humana o mestizaje, consecuencia del éxito de una propaganda que exalta tal mezcla y desprecia la pureza racial en el hombre. La consecuencia del mesticismo es el mestizaje inducido. Aunque como discurso de exacerbación del mestizaje se refiere a todas las razas, suele presentarse habitualmente como discurso de exacerbación del mestizaje para la raza blanca, lo cual es una consecuencia de tener como principal fuente doctrinal el marxismo de la Escuela de Fráncfort.
Generalmente el mesticismo aparece asociado al relato de un supuesto progreso humano constante, uno de cuyos factores sería precisamente la mezcla racial.
Implicaría así que el resultado de la mezcla tiene un valor superior a
lo existente anteriormente, tanto individual como colectivamente. A
nivel del individuo existen ingenieros sociales mesticistas que
introducen aquí el confuso concepto de “vigor híbrido”, que sigue
pendiente de algún tipo de demostración.
Pero el propio Darwin advierte
de que el mestizaje es biológicamente negativo.
A nivel colectivo es evidente que las naciones más mestizas no tienen
un nivel de desarrollo, medido desde múltiples criterios (PIB per
cápita, Índice de Desarrollo Humano, etc.), superior en modo alguno a
las menos mestizas.
Además, según el relato prototípico del mesticismo,
se espera además que el mestizaje sirva como elemento importante de
concordia universal. Pero esa concordia nunca llega y las sociedades con
presencia abundante de mestizos (Estados Unidos, Brasil) suelen ser muy
violentas, tanto en sentido interracial como intrarracial.
El discurso mesticista es convergente, en el campo demográfico, con la ideología de la globalización y con su puesta en práctica.
Como fenómeno es perfectamente coherente con ésta, siendo el
equivalente, en las poblaciones humanas etnodefinidas, de las medidas
tendentes a la constitución de un mercado mundial (libertad de
circulación de capitales, mercancías, servicios, trabajadores), con su
efecto homogeneizador y destructor de fronteras en las economías
estatales en vías de globalización.
No solo se trata de coherencia o
convergencia. La globalización fomenta la destrucción de las fronteras
raciales y culturales y la fusión racial y cultural mediante el
mestizaje. Primero porque la globalización exige la introducción de
masas inmigrantes en Europa, instrumento de ajuste económico liberal,
medio de exacerbar las tasas de plusvalía, siendo esta política
deliberada de inmigración masiva requisito imprescindible para un
posterior mestizaje.
Y segundo porque una propaganda mesticista exitosa y
sostenida en el tiempo tiene como consecuencia necesaria la disolución
del sustrato racial europeo que, por otra parte, dada la tradición
inconformista y reivindicativa del europeo (que contrasta con otros
tipos de razas), es interesante para el capital mundialista, pues esto
permitirá, un sometimiento más sencillo de la población al capitalismo
globalizado y sus crecientes exigencias de restricción de derechos
laborales, sociales, civiles y políticos.
Mesticismo y lógica evolutiva.
Cualquier observador informado sabe que el mestizaje es un fenómeno que
discurre en un sentido absolutamente opuesto al del proceso evolutivo.
La naturaleza tiende a la diversificación de las poblaciones y así a la
adaptación de estas poblaciones a los distintos entornos.
Frente a la
natural evolución divergente de las razas humanas, tendente a la
creación de nuevas especies (tal y como ocurre en todos los seres
vivos), el mestizaje impone una especie de involución convergente,
contraria a la adaptación individual y colectiva al entorno. El
mestizaje inducido, la consecuencia del mesticismo, forma parte, por
tanto, de un amplio catálogo de prácticas contrarias al orden natural,
catálogo que está siendo abusivamente promocionado por los que hoy
detentan el poder ideológico, político y económico y que no son otros
que las fuerzas mundialistas ya abundantemente citadas.
Mesticismo y racismo.
La ideología mesticista presupone la existencia de las razas pues, si
éstas no existen, como sostienen muchos partidarios atolondrados del
mestizaje cuando no hablan de él, ¿cómo proceder a su mezcla? Algo
que ha dejado perplejos a bastantes observadores sociales independientes
es el hecho de que muchos apologetas del mesticismo sostienen
simultáneamente, en el colmo de su estulticia, que las razas no existen.
A este respecto, José Javier Esparza dice: “De entrada, el discurso del
mestizaje se presenta como una denigración radical del discurso de la
raza: lo bueno no sería la pureza, sino la mezcla racial. Ahora bien,
eso implica aceptar de antemano varias cosas. Primero, que las razas
existen como factor de definición social y cultural.
¿O es que puede
hablarse de mezcla si no hay cosas que mezclar? De manera que el
"mesticismo" no es un antirracismo, sino un racismo al revés” (en el
artículo “Deconstrucción del mestizaje”, publicado en El Semanal Digital, 15 de agosto de 2005).
El
mesticismo es racismo por su hostilidad manifiesta hacia la
homofiliación, hecho que tiene lugar cuando la propia identidad se
mantiene mediante la endogamia racial. La homofiliación no tiene
relación alguna con el racismo y ha sido practicada por la mayor parte
de los pueblos de la Tierra.
El mesticismo pretende imponer una exogamia
racial por su racismo efectivo hacia las razas, especialmente hacia las
europeas. El auténtico racismo está en el empecinamiento de la
oligarquía económica y de sus tontos útiles marxistas y progresistas en
constituir en Europa una sociedad primero multirracial y luego mestiza.
(Source:circulo-identitario-nietzsche.blogspot.com.es)
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