miércoles, 15 de febrero de 2017

Un mundo que prohíbe el heroísmo



Cuando era un adolescente y escuchaba a los adultos a mí alrededor hablar de la juventud desperdiciada pensé que tenían una mentalidad retrograda, es posible que los padres de nuestros padres digan lo mismo de ellos pero en esa época de mi vida solo tome ese comentario como una mera exageración propia de los adultos.

Actualmente las palabras “juventud desperdiciada” adquieren un nuevo significado para mí, antes un joven de quince años era un adulto, iba a la guerra, se casaba, en caso de ser noble heredaba y protegía las tierras de sus padres, antes un joven tenía aventuras, se iba de la casa, escribía poemas y relatos tal como hicieron Jack London, Arthur Rimbaud y hasta Jack Keruack que viajo por las carreteras norteamericanas y esos viajes inspiraron su novela “En el camino”.

Antes los jóvenes se enlistaban en batallones para la guerra, buscaban un ideal pero actualmente ser joven significa estar encerrado jugando videojuegos, buscar pokemones con una aplicación de celular, holgazanear, estudiar una carrera, salir uno o dos días al antro con los amigos, salir con tu novia, etc.

Aprovechar la juventud se ha vuelto un eslogan del mundo moderno para ser todo lo contrario, desperdiciarla, desperdiciar fuerza, vitalidad en actividades sin propósito que dan la apariencia de aprovechar ser joven.

Los jóvenes están encerrados en sus cuartos jugando videojuegos que cumplen sus fantasías heroicas, están viviendo en ciudades aburridas, con entretenimiento vacío desperdiciando su fuerza vital, pensando en vivir una vida burguesa.

Tan solo hace dos meses en Europa hubo una gran marcha en homenaje a Dominique Venner en la que organizaciones nacionalistas salieron a tomar las calles, jóvenes de Hogar Social Madrid, Amanecer Dorado, CasaPound y Alternativ Europa agitaron las banderas, emprendieron la marcha, enfrentaron la oposición antifascista, hordas de jóvenes vigorosos tomaron las calles frente a la vista perpleja de los medios, de los inmigrantes ilegales y por supuesto de los progres.



Fue un brote de acción juvenil, de aventura, de luchar y de vivir que sin embargo los medios han llamado “muestra de odio” porque para ellos el significado de disfrutar la vida es cazar pokemones y salir al antro cada viernes.

La sociedad posmoderna ha anulado el instinto de heroísmo en pos de un bienestar artificial, descargamos nuestras fantasías y anhelos heroicos en comics, videojuegos y películas de acción mientras engordamos y desperdiciamos nuestra juventud.

Hemos de preguntarnos ¿Hemos vivido? Llegamos a la mediana edad frustrados, con crisis existenciales, neuróticos sabiendo que hemos desperdiciados nuestras vidas, sacrificados por una sensación de bienestar.

Se nos ha impuesto un pacifismo, se nos ha ido prohibiendo el heroísmo de forma inconsciente, la violencia heroica es vista como psicosis por la prensa, se busca que los ciudadanos no puedan portar armas y cuando un hombre honesto armado logra salvar a una multitud de un ataque los medios lo ocultan cobardemente.

Porque para los medios un loco armado disparando contra cientos es noticia, es primera plana y sirve a la agenda anti-armas, en Florida un joven de dieciséis años que previno por medio de la violencia un tiroteo en un autobús escolar fue suspendido ¡Por la misma escuela! El heroísmo es un acto de virilidad, los medios y las escuelas no quieren héroes, no quieren hombres libres sino autómatas sumisos.

A los jóvenes que marcharon el mes pasado la prensa los catalogo de “peligrosos”, “neonazis”, “extremistas”, misma prensa que defiende a los terroristas “refugiados” y que llama a los latin kings “asociación cultural”.
En esta época se prohíbe a los héroes, a los hombres fuertes, a los barbaros reemplazándolo por las “nuevas masculinidades”, por el mangina y por el nerd.
Estos pequeños actos demuestran que el heroísmo y la virilidad aún no están muertos, sino latentes en cada hombre.

Creo que si alguien representa el espíritu del heroísmo y aventura en el siglo pasado ese fue Gabriele D’ Annunzio, una figura tan fascinante y contradictoria bastante chocante para el posmodernismo de hoy.

Poeta, aventurero, guerrero, mujeriego, dandy, aviador, loco y el padre espiritual del Fascismo, D’Annunzio fue un hombre que vivio, que mantuvo un espíritu joven, tanto que pasados los cincuenta se enlisto en el ejército italiano durante la Primera Guerra Mundial, aun cuando vio la carnicería de la guerra continuo predicando la virtud de la batalla, la acción frente al conformismo.

Después del conflicto el poeta junto con los Arditi jóvenes aventureros, soldados, locos y soñadores se aventuraron en la magnífica Empresa de Fiume, en la que tomaron la ciudad de Fiume para anexarla al Reino de Italia pero después de que el rey lo considero un acto de locura, formaron su propio gobierno, una TAZ o Zona Temporalmente Autóctona (como la llamaría después el anarquista Hakim Bey) desde donde crearon todo un nuevo sistema de gobierno en oposición al modelo occidental.


En Fiume la música era el principio fundamental del estado, el comandante D’ Annunzio recitaba poesía desde los balcones, se hacían lluvia de flores desde el techo, la constitución estaba bajo la advocación de la “Décima Musa”, la que llevara a las naciones a la imaginación al poder (término acuñado por el poeta y más tarde tomado por los movimientos de mayo del 68).
La revolución sexual, la poesía, la ecología, el nudismo, el amor libre todos esos elementos los aplico D’ Annunzio antes que los hippies pero a diferencia de ellos, el no predicaba la paz sino la guerra.

Hacer el amor y la guerra era su lema y era el lema de todo joven vigoroso, todo Arditi y esa es la lección del poeta guerrero.

Todos los elementos fascistas como los uniformes negros, los cráneos como insignias, el culto a la virilidad, a la juventud y el brazo en alto estaban ahí, todos aportados por el genio D’ Annunzio y también que las ideas de amor libre, la poesía y la ecología son compatibles desde una Cosmovisión aristocrática y varonil.

Los hippies y los beatniks tomaron todos esos elementos de la Empresa de Fiume pero tergiversados desde un americanismo vulgar, cambiaron la guerra por una paz conformista que los término devorando por el sistema burgués.


Otro autor que podía mencionar hace énfasis en la revuelta y la aventura es Yukio Mishima, poeta, samurái, hombre de palabra y acción, en su novela Caballos desbocados se centra en un grupo de jóvenes nacionalistas que buscan eliminar a los políticos corruptos que han traicionado a Japón y al emperador.

Mishima formo su propio grupo paramilitar llamado Tatenokai (Sociedad de los Escudos) formado por jóvenes idealistas en busca de heroísmo y hartos de la modernidad.
Tanto Mishima como D’Annunzio resultan figuras chocantes al pensamiento actual, ambos predicaban la acción y el peligro frente a la vida cómoda.
En ambos autores se hace énfasis en el binomio juventud-heroísmo, en la búsqueda por vivir y trascender.

Así los Arditi de D’Annunzio y los nacionalistas de la novela de Mishima se personifican en los actuales movimientos nacionalistas que con banderas y espíritu inconforme salen a tomar las calles.
La apología al heroísmo debe de ser un acto revolucionario frente a un mundo conformista, ir, vivir, hacer el amor, luchar y ser un héroe. Los jóvenes de CasaPound y de Hogar Social Madrid han tomado ese espíritu de rebeldía.

Muchos jóvenes quieren un mundo mejor y creen que votando, estudiando, adentrarse en el Sistema para “cambiarlo desde adentro” (algo que nunca va a funcionar) va a hacer un mundo más justo y pacífico.


Pero yo no quiero un mundo mejor, no quiero el mismo Sistema pero mejorado, quiero un segundo Fiume, quiero que mis textos inspiren a los jóvenes a la aventura.
Creo que los movimientos nacionalistas actuales están inspirando a la juventud a salir de un letargo y empezar a sentir la locura por vivir.

Hacer el amor y la guerra debe ser el lema de todo joven que busque en la acción, la poesía y el heroísmo en su propia vida.

Por Fernando Trujillo




(Source: maginacionalpoder77.blogspot.com)

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