jueves, 11 de febrero de 2016

Poblamiento de América


Un punto de debate actual acerca del poblamiento de América es la falta de similitud morfológica entre los restos humanos más antiguos hallados en América (correspondientes al Holoceno temprano, hace unos 10.000-12.000 años antes del presente y conocidos como "paleoamericanos") y los grupos amerindios modernos. También es materia de debate el grado de contribución de los paleoamericanos al pool genético de los amerindios actuales. Para explicar estas diferencias, usualmente se sostiene que los paleoamericanos y los amerindios poseen orígenes diferentes. Bajo esta hipótesis, los primeros grupos que entraron al Nuevo Mundo a través de la costa del estrecho de Bering por un lado, y los primeros habitantes del continente australiano por el otro, serían desprendimientos de una misma población ancestral que ocupó el sudeste asiático hace unos 60.000 años aproximadamente. La mayoría de los amerindios modernos serían parte de una segunda migración, morfológicamente similar a los grupos que actualmente ocupan el noreste asiático, grupos con los cuales compartirían un ancestro. 

Este modelo de poblamiento americano fue inicialmente propuesto a comienzos de los noventa por los biólogos Walter Neves de la Universidad de Sao Paulo (Brasil) y Héctor Mario Pucciarelli de la Universidad Nacional de La Plata (Argentina), coautor de este trabajo, junto a otros colaboradores. Este modelo ha sido discutido extensamente durante los años noventa, y se han estudiado numerosas poblaciones americanas con el fin de observar la variabilidad craneofacial del continente.


 Sumados a los estudios en biología molecular y arqueológicos, se ha llegado a la idea de que las poblaciones amerindias muestran altos niveles de variabilidad y poca estructura geográfica (las poblaciones cercanas geográficamente no necesariamente son parecidas en cuanto a sus rasgos genéticos o morfológicos), lo que evidencia que el poblamiento de la región ha sido un proceso demográfico complejo y dinámico. Numerosos autores de Estados Unidos se han mostrado reticentes a este modelo de poblamiento, ya que daría por tierra con el llamado paradigma Clovis que sostiene un ingreso no anterior a los 12.000 años al continente americano. Todas las evidencias actuales, tanto arqueológicas, como morfológicas y moleculares, tienden a apoyar un ingreso anterior al propuesto por la escuela Clovis.


Crani de l'Home de Kenewick, un dels primers pobladors que va viure al continent americà fa uns 9.300 anys. (Nature)

Un punto de interés en el estudio de los restos del Holoceno temprano es conocer si las poblaciones paleoamericanas han dejado algún rastro genético o bien se han mestizado con poblaciones de épocas más recientes. Si los paleoamericanos fueron una población con particularidades morfológicas (y en consecuencia genéticas) diferenciadas de los grupos más tardíos y llegaron a ocupar la geografía americana en toda su extensión, entonces es esperable observar relictos del stock Paleoamericano inicial en algún lugar del Nuevo Mundo, pero ¿dónde están esos relictos? Las principales áreas "sospechosas" de conservar relictos de la población inicial paleoamericana deben ser, por lógica, aquellas regiones geográficamente aisladas, donde la falta de flujo génico podría haber permitido la persistencia de rasgos genéticos y fenotípicos ancestrales. En este trabajo (cuya versión original aparece en la revista británica Nature del 4 de septiembre y se titula "Craniometric evidence for Palaeoamerican survival in Baja California") se presentan las primeras evidencias de un grupo moderno amerindio de la península de Baja California Sur, en México, cuya morfología craneofacial es claramente afín a la morfología paleoamericana y no presenta similitudes claras con otros grupos amerindios, ni siquiera con aquellos grupos geográficamente más cercanos. Los cambios climáticos ocurridos durante el Holoceno medio probablemente generaron condiciones de aislamiento con el continente, restringiendo el flujo génico de los grupos originarios con las poblaciones del norte, y provocando la continuidad temporal del patrón morfológico Paleoamericano hasta el presente.

En nuestro estudio fueron analizados 1996 cráneos, de los cuales 33 pertenecen al grupo etnográfico Pericú, que ocupó el extremo sur de la península de Baja California Sur (México), y que sustentó su economía en un estricto patrón cazador-recolector. Los cráneos provienen de horizontes del Holoceno tardío y fueron obtenidos a partir de excavaciones arqueológicas contextualizadas realizadas por investigadores del Museo Regional de La Paz. Los materiales de Baja California Sur fueron incorporados a nuestra base de datos, que incluye otras poblaciones del Nuevo Mundo y una serie de las series más completas de Paleoamericanos, provenientes de la localidad de Lagoa Santa, en Brasil.

Si bien en el artículo de Nature se reportan dos clases de análisis estadísticos diferentes, el material fue estudiado desde tres ópticas distintas: la Teoría Craneofuncional, la Morfometría Geométrica y la Morfología Clásica. Los tres análisis reflejaron resultados altamente coincidentes: la serie de Baja California Sur presenta una alta similitud en sus rasgos craneofaciales con la muestra Paleoamericana de Brasil. Esta similitud es más marcada que la similitud entre el grupo de Baja California Sur y un grupo contemporáneo y muy cercano geográficamente, proveniente de la California no peninsular. Los enfoques utilizados abarcan métodos clásicos como el estudio de variables de Howells y dos métodos más novedosos: la morfometría geométrica y el análisis de componentes funcionales. Éste último análisis no fue incluido por cuestiones de espacio en el artículo, pero será presentado por el Dr. Pucciarelli en el simposio de poblamiento americano del quinto Congreso Mundial de Arqueología, que tendrá lugar en Washington.

En términos generales, las similitudes en los patrones craneofaciales pueden explicarse a partir de tres factores diferentes: flujo génico, adaptación convergente al ambiente local y una ancestría común combinada con aislamiento. El flujo génico puede ser descartado aquí, dado que la serie de Baja California Sur y los Paleoamericanos están separados por una importante distancia geográfica y temporal. Muchos autores sostienen que las similitudes morfológicas entre dos grupos humanos podrían estar reflejando variación ambiental, específicamente la variación en el tamaño total del cráneo debida al clima. Sin embargo, estos niveles de divergencia en poblaciones humanas pueden ser también generados por otros mecanismos microevolutivos como la deriva genética y el asilamiento. En efecto, hasta el momento, no existen evidencias sólidas, empíricas o teóricas, que apunten a la adaptación ambiental como el principal factor que moldea la morfología craneofacial en Homo sapiens, a excepción de cierta gracilización como respuesta a un estrés masticatorio reducido. Esto no implica que el ambiente no afecte en absoluto algunos rasgos particulares del fenotipo craneal, sino que supone que, cuando se computan distancias morfológicas, su efecto es bastante reducido.

Por otro lado, un análisis de los estudios paleoclimáticos de Baja California y Amazonia demuestra que los parámetros básicos climáticos y ambientales fueron significativamente diferentes para ambas regiones desde el Pleistoceno tardío. Los registros palinológicos y estratigráficos revelan que las fases húmedas tanto en la cuenca Amazónica como en el desierto de Sonora están correlacionados, pero nunca provocaron condiciones ambientales similares luego de la llegada de los primeros humanos. En resumen, y aún cuando los resultados presentados aquí no pueden resolver el problema de la influencia ambiental en la morfología craneofacial, la similitud craneofacial provocada por fuerzas ambientales en ambas poblaciones parece poco probable, dado que las condiciones climáticas fueron diferentes durante todo el período de ocupación humana.

Si bien no puede descartarse completamente la adaptación micro-ambiental como un factor posible, los resultados presentados aquí pueden explicarse más parsimoniosamente mediante una historia de aislamiento entre los primeros habitantes de Baja California Sur y sus descendientes, y los grupos Amerindios más tardíos que ocuparon las masas continentales de América. El aislamiento geográfico podría explicarse por la formación, en el Holoceno medio, del desierto de Sonora, que atraviesa por la mitad la península de Baja California. Este proceso parece haber afectado la evolución, distribución y la estructura genética de los vertebrados terrestres de Baja California. De esta manera, es factible que las poblaciones humanas que llegaron al extremo sur de la península mediante la presión demográfica ejercida por los grupos norteños, también hayan sufrido algún grado de barrera al flujo génico producida por el desierto de Sonora. Este aislamiento genético fue posible, aún cuando la movilidad cultural podría haber sido intensa durante el Holoceno temprano. La región meridional probablemente actuó como un refugio en el cual los grupos permanecieron aislados genéticamente, y tal vez culturalmente, del resto del continente. En este escenario, la hipotética presencia de los Paleoamericanos en el extremo sur de la península respalda la hipótesis de una vía de poblamiento de América a través de la costa Pacífica. Para algunos arqueólogos, esta migración sigue una ruta costera a lo largo del Pacífico y su fecha de ingreso al continente sería alrededor del 13500 AP. Otras poblaciones hipotéticamente relictuales o áreas de mestizaje entre ambos stocks deben ser exploradas en el futuro para interpretar la dinámica poblacional y la genética de los primeros Americanos.

Nuestro trabajo sugiere que el poblamiento americano estaría protagonizado por dos poblaciones ancestrales cuya morfología craneofacial era diferenciada. El grupo de morfología menos especializada habría ingresado primero al continente, probablemente hace unos 13500 años. Habría ocupado exitosamente muchos ambientes y, como parecen respaldar nuestros resultados, habrían sobrevivido hasta épocas recientes en América. Sobre este primer estrato poblacional se sobreimponen grupos de morfología craneofacial especializada, que evolucionaron en Asia a partir de la última glaciación y penetraron en América hace unos 11500 AAP. Las evidencias moleculares apuntan a algunas poblaciones actuales de Asia central como aquellas más relacionadas filogenéticamente con la mayoría de los Amerindios, aunque algunos resultados de análisis cladísticos moleculares estarían detectando marcadores de mayor antigüedad (¿introducidos por los paleoamericanos?). Estos grupos desplazan o se mestizan con los grupos paleoamericanos. Por algún mecanismo, su morfología se vuelve preponderante y se dispersa por gran parte del continente. La vía de ingreso de estas poblaciones puede haber sido tanto marina como terrestre, ya que en esas fechas el corredor de Alberta estaba libre de hielos.

Algunos detalles sobre la muestra de Baja California.

Los Pericú se incluyen en la familia lingüística Guaicurú, que se diferencia de las lenguas Yuman habladas en el centro y norte de la península. Sin embargo, aquella podría estar relacionada a la lengua Yuman dentro de un grupo mayor, el Hokan. En función de los registros etnográficos, las tribus Guaicurúes difieren fuertemente en sus rasgos culturales de los más distantes Yuman, en el norte. La extinción de estos grupos fue provocada abruptamente por la disrupción del sistema cazador recolector provocada por el establecimiento de las misiones jesuíticas. Los materiales analizados provienen de cuevas y túmulos costeros o "concheros". En ambos tipos de sitio fueron frecuentes los enterratorios primarios y secundarios, y estas prácticas mortuorias son típicas de las culturas prehispánicas tardías, que dieron lugar a las culturas etnohistóricas. La tecnología lítica, está claramente adaptada a la explotación y procesamiento de recursos marinos, y los sitios usualmente carecen de espacios destinados a la elaboración de herramientas.






(Source: uab.cat) votar

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