sábado, 8 de julio de 2017

En defensa de la eugenesia (III): Locos, enfermos mentales y degenerados sexuales


Existe un proverbio romano que reza “A un rostro torcido sigue una moral torcida”, esto se podría interpretar como los peores instintos y las patologías más aberrantes son producto de una genética defectuosa.

La doctrina dominante afirma que el comportamiento y el carácter son fruto de la educación, que la violencia es producto de la “represión” y que el comportamiento de un ser humano está marcado por la cultura en la que le toco nacer.


El pensamiento moderno afirma que con educación progresaremos hasta que la agresividad y los instintos primarios desaparezcan y evolucionemos a una sociedad pacifica, una ilusión utópica que sin embargo contrasta con la realidad biológica.


 La educación no lo es todo y esta no puede aplacar los instintos agresivos, mucho menos podrá cambiar unos genes defectuosos.


 La mediocridad, la flojera, la estupidez y todo tipo de patologías y parafilias van creciendo a un ritmo acelerado en la genética humana mientras que el genio y la ética son valores genéticos cada vez más escasos. La enfermedad mental se ha vuelto algo común en nuestra civilización, actualmente el número de personas con algún trastorno mental ha crecido, la sanidad se ha vuelto algo ajeno a nuestro tiempo y este tipo de enfermedades se han vuelto tan comunes que ya son toleradas, lo mismo sucede con las parafilias cada vez más extrañas y depravadas que se han vuelto ya algo dentro de la normalidad y más aún son celebradas.



La tolerancia que pregona el actual Sistema ha dado cabida a todo tipo de psicosis, enfermedades mentales, depravaciones y trastornos productos de una genética atrofiada.


 La degeneración está en su punto más alto, parte de la población sufre algún mal genético en mayor o menor grado y la otra parte tiene algún tipo de enfermedad mental, las personas completamente sanas escasean y más aún las personas con un coeficiente intelectual alto.



 El hombre del siglo XXI es la cúspide de la decadencia, un ser de talla mediana, endeble, insano e inepto intelectualmente pero que vive creyéndose lo mejor de su historia.


Una criatura insolente que ve el pasado como algo siniestro mientras que ama el decadente presente y el mediocre futuro que la democracia le ofrece.
 La eugenesia como ciencia se opone a esta decadencia genética y a este tipo de hombre, ofrece una selección entre los mejores elementos y ayuda a su propagación en contraposición al actual Sistema que en defensa de la idea de igualdad ha sacrificado los mejores elementos genéticos por los peores.

 Si en el artículo anterior (Por una aristocracia biológica) vimos que aplicando adecuadamente la eugenesia se puede lograr la formación de individuos con una alta calidad genética.
 Pero en un mundo sin eugenesia sucede lo contrario, los individuos con una baja calidad genética abundan y se propagan sin control.
Seres rastreros, mediocres, psicóticos, enfermos, degenerados, taimados, cobardes e incapaces de resistir al sufrimiento y la fatiga.


Agreguemos a este tipo de humano males como la narcolepsia, el baile de San Vito, el Síndrome de Tourette, el autismo, la esquizofrenia, la bipolaridad y la depresión crónica tenemos una civilización enferma y una especie moribunda.


Las enfermedades de los huesos son cada vez más comunes en los niños, actualmente hay niños y jóvenes con huesos frágiles incapaces de correr, levantar un objeto pesado y de llevar a cabo una vida normal. Actualmente los problemas de aprendizaje son cada vez más severos, hay niños de entre ocho y diez años que les cuesta trabajo leer y escribir, llevar a cabo una sencilla operación matemática o recordar alguna fecha histórica.


La natalidad de niños con un bajo coeficiente intelectual ha ido en aumento y lejos de enfrentar el problema el gobierno y la sociedad lo ven como algo dentro de la normalidad.
Peor aún es que la degeneración de la sangre ha dado como consecuencia un tipo de ser humano orientado a la criminalidad y a los actos más atroces.


Contrario a la tesis actual de que la educación puede cambiar a un hombre, la verdad es que su herencia genética al final termina por sobreponerse a cualquier tipo de educación.
Estamos ligados y condenados por nuestros genes, nos guste o no, en cada especie la genética lo es todo. Si en un mundo con eugenesia el honor, la ética y el heroísmo son valores hereditarios, entonces en un mundo sin eugenesia los instintos más bajos como la pederastia, la violación y la patología se expanden sin control. El Apocalipsis genético de los últimos cien años ha generado una humanidad degenerada, a familias decadentes de locos y asesinos que a su vez tiene hijos atrofiados y mentalmente inestables. Es la genética lo que define a un ser humano no la cultura o la educación.


Un ejemplo es el caso de los asesinos seriales Henry Lee Lucas y Ottis Toole que durante la década de los setenta llevaron una serie de asesinatos atroces, violaciones y actos de crueldad como el canibalismo. Henry Lee Lucas nacido en el año de 1936 era hijo de una prostituta y un alcohólico discapacitado, criado en el sucio y decrepito ambiente de la basura blanca americana.


Desde niño Henry mostro impulsos patológicos como crueldad hacia los animales, violándolos o torturándolos, cometió varios crímenes menores y al llegar a su adolescencia ya tenía un record criminal. Ottis Toole nativo de Florida, deficiente mental que practicaba el travestismo desde los siete años y la prostitución homosexual, cometió su primer asesinato a los catorce años y venia de un hogar desestructurado con una hermana que abusaba sexualmente de el y una abuela que practicaba el culto a Satán. Henry y Ottis se conocieron en Florida, se hicieron amantes y cometieron una serie de asesinatos, según Henry cometió alrededor de 900 asesinatos y aunque su cifra es hasta la actualidad dudosa se convirtió en uno de los asesinos más sangrientos de la historia de su país.


Ambos provenían de familias genéticamente defectuosas con un largo historial de patologías y años de degeneración, años de abuso verbal y físico que los llevo a ser lo que eran.
 Los casos de Henry y Ottis no son un caso aislado, estos monstruos son hijos de un mundo sin eugenesia pero existen varios seres degenerados como ellos.


Otro ejemplo sería el de Cayetano Santos Godino conocido como “el Petiso Orejudo” asesino en seria argentino y deficiente mental que mató a cuatro niños.
En su caso era hijo de un padre con sífilis y alcohólico desde niño presento un comportamiento violento que incluía matar aves y torturar a niños más pequeños.
La criminología argentina ha declarado que el Petiso era un degenerado hereditario y un perverso instintivo, Cayetano vio su fin en la cárcel por causas no esclarecidas aunque se rumora que fue asesinato.


Estos casos podemos ver que vivimos en una sociedad enferma y tenemos un sistema político negligente que ha dado como resultado un grupo de individuos degenerados, monstruos físicos y mentales.


 La civilización de este siglo tan moderna y petulante está poblada por una especie enferma y horriblemente involucionada a grandes animalescos.
Seres repugnantes que son capaces de prostituir a sus hijas y hermanas por unos míseros billetes, físicamente y mentalmente deformes que se reproducen como gusanos.
En los periódicos y en las noticias vemos casos de asesinos de niños, violadores, caníbales y seres de la más baja calidad ética y genética.


Negligentemente permitimos que este tipo de criaturas vivan y se reproduzcan por esa falacia de la igualdad y los derechos humanos que han dañado irreparablemente a occidente.
 Estas noticias espeluznantes y este tipo de seres acabarían si esterilizamos a todos estos monstruos modernos. En conclusión esta especie horriblemente degenerada es el producto de un mundo sin eugenesia que ha dado la espalda a las leyes naturales en pos del progreso y el consumo.







(Source: imaginacionalpoder77.blogspot.com) votar

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