miércoles, 18 de octubre de 2017

‘Queridos blancos ’: soy una negra que no lo tengo nada claro


Esta serie juvenil de Netflix es atrevida en su propuesta. Desde su título, despectivo, dejando claro el tono altanero y despreciativo al que se va a enfrentar un espectador blanco o “blancucho”, como se escucha en el primer episodio.  

“Queridos blancos” es el nombre del programa de radio universitario de la protagonista, una joven estudiante negra que comienza sus alocuciones remarcando la cínica frase pues son minoría. La chavala presume de agresiva: luce chaqueta de camuflaje, se reúne con sus amigos negros en coaliciones para tomar decisiones en beneficio de su raza y graba con su cámara una fiesta de blancos que se disfrazan de negros para liarla parda. Hasta es capaz de afirmar –entre conspiraciones varias– que a Bill Cosby le han pillado, qué raro, justo cuando podía comprarse la NBC.

Hasta aquí, el tufillo a serie reivindicativa de palo echa para atrás. Si la voz (negra) de una generación es esta chica, apaga y vamonos. Pero hay algo inusual en la exposición de los hechos. Una voz en off masculina hace hincapié en lo absurdo de la trama, como si nos estuviera contando un cuento que esconde algún tipo de giro inesperado. 

Me pica la curiosidad, aunque generacionalmente me pille lejos y pueda confirmar sin temor a equivocarme que los actores, todos desconocidos, podrían hacer buenas migas con los de Riverdale. Mucha furia, y todo lo que tú quieras, pero escaso talento interpretativo.

El as en la manga de la controvertida Queridos blancos es que la susodicha émula de Malcolm X miente. Y aquí cambia la cosa. Es cierto que no llega al nivel de otras ficciones televisivas con discurso racial como Insecure (de HBO) o Atlanta (de FX), pero plantea una situación que, aunque no es original (que se lo digan a Spike Lee), sí que puede dar juego para ver los problemas desde diferentes perspectivas (algo de lo que carecen las dos series mencionadas anteriormente).

Sin contar mucho más, Queridos blancos juega con varias bazas que tienen que ver con el racismo inverso, los blancos que se creen negros, el ser biracial y las repercusiones que tiene que “la reina del black power” se pueda enamorar de un blanco. A mí me resulta obsoleto (y racista) tener que escuchar que las negras “no pueden renunciar a sus hombres” o que “no pueden salir con sus opresores”, pero creo que la justificación para semejante discurso rancio es, efectivamente, su autocrítica soterrada. Lo que no me queda nada claro es cuánto puede mantenerse la guasa black&white (y la sorpresa), máxime cuando ya existe una película similar de 2014 dirigida también por Justin Simien.







(Source:  elmundo.es,youtube.com) votar

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