miércoles, 8 de julio de 2015

LA RAZA USKA (ETNIA ATLANTE) - Parte III

 La indemnidad de María.

“Engendrado de una virgen santa sin germen ni corrupción, tomó carne” Arístides apologeta.
La doctrina equivocada posterior habla de una perpetua virginidad de María, centrándose en su pureza como condición estrictamente sexual. Aún sabiendo que ello es científicamente posible, es decir sabemos que mediante técnicas de fecundación artificial es posible engendrar sin actividad sexual, dicha forma no es sobre natura sino anti natura, y se utiliza en casos en los que se necesita omitir el acto sexual, o seleccionar al embrión. Partiendo de la idea de que es posible que Dios se clonara a sí mismo e implantara dicha forma en María, no tendría esto sentido con la idea de conservar intacto el linaje de la Casa de José. Si conservó pura su raza fue para nacer con el necesario cálculo genético de sus antepasados, vueltos a la vida biológica en Israel. Dios fue creado y engendrado de forma natural, pues como humano existió con todas las consecuencias biológicas y genéticas, de un linaje único y perfecto. De lo contrario la omisión del acto sexual sólo hubiera tenido como justificación desechar la sangre y estirpe de José, por impropia o impura, quizá también la de María, implantando la forma o embrión de Dios en ella, y por tanto utilizando solo su vientre y cuerpo como incubadora humana.
La única forma de engendrar de nuevo a Dios es en un linaje puro cien por cien de padre y madre. Sería algo parecido a la reencarnación biológica, pero distinta del budismo. Mientras Jesucristo sólo puede ser de una raza, Buda puede existir en cualquiera. Entendemos que Dios Sólo pudo ser puro pues fue antes que la humanidad y de sus linajes. Por tanto sólo perteneció a uno puro e indemne como el diamante. Esto explica que conservara a los hombres y mujeres más puros de Israel para poder engendrarse en su propia forma.
De esto podemos extraer que la evolución del pueblo de Dios, la raza uska, sólo llega a su máximo desarrollo cuanto mas pura se encuentre. Sus cambios sólo pueden degradarla cuando se consagra al mestizaje, pues sólo puede elevarse de forma espiritual y no biológica o genéticamente. De una raza pura advendrá la Parusía y nacerá de nuevo Jesús en la tierra, que para volver en vida y al mundo biológico debe engendrarse de nuevo un ser puro en grado máximo como el diamante. La energía vital de Dios, el Ak o Aj, según los egipcios, sólo puede canalizarse a través del cuerpo puro de la raza eberita, siendo el linaje el camino para su unión hipostática.
Siendo así, el carácter virginal a perpetuidad de María, no puede ser otro que el que refleja su sangre indemne. Virgen perpetua, sin surco, sin mancha e inmaculada, de principio a fin y eternamente, lo es al margen de la connotación sexual, sólo importando el aspecto o sentido étnico, que es el que en definitiva consagra la Biblia y los testimonios más antiguos. También lo sería su hermana Salomé, madre de varios apóstoles, y el resto de progenitores de la corte de Jesús.

En los credos greco-romanos más remotos se habla de la indemnidad de la Virgen “nació de María virgen por obra del Espíritu Santo”. El E.S., o Ciencia de Dios que protegió a la Casa de José de mujeres y hombres extranjeros para poder conservar indemne y casto al linaje santo, del cual saldría María de sangre inmaculada.
El autor Ignacio de Antioquía (mártir asesinado en el 110, contemporáneo de Juan evangelista), dio a conocer  a los cristianos de Esmirna que Jesús es “hijo de Dios según la voluntad y poder de Dios, nacido verdaderamente de una mujer de sangre virgen”.
Por ejemplo, Ireneo de Lyón (discípulo de San Policarpo de Esmirna, que lo fue de Juan Evangelista, muerto en torno al 200, autor que hace de entronque con los apóstoles), compara el nacimiento de Cristo de su madre María con la formación de Adán del suelo virgen (Purus pure puram aperiens vulvam: el Puro [Verbo Puro] con pureza abrió el seno puro. De nuevo la pureza virginal sin consecuencia o connotación sexual de ningún tipo. Se refiere al producto de un linaje fino y puro, una mujer de naturaleza virgen, no horadada, y pura, que engendró y dio a luz al más limpio de los hombres.
En el idioma de la Casa de David, se entendían los nietos, sobrinos, primos, como hermanos, no existía concepto distinto que los identificara o distinguiera. Todos descendían de un único padre primigenio, el fundador del linaje josefino (R1b). Todo el clan del Reino de Israel descendía del primer hombre que surgió de la naturaleza de la Creación, indemne y casto en su sangre, de una pureza extrema como el diamante.
En el Reino de los castos, se asumía como valor la protección del linaje santo, aun cuando en algunos casos por su honradez, otros linajes ayudaban y protegían a Israel de sus enemigos (Asiria).
Bendita sea entre las mujeres Jael, Mujer de Heber Cineo; Sobre las mujeres bendita sea en la tienda. El pidió agua, y dióle ella leche; En tazón de nobles le presentó manteca. Su mano tendió á la estaca, Y su diestra al mazo de trabajadores; Y majó á Sísara, hirió su cabeza, Llagó y atravesó sus sienes. Cayó encorvado entre sus pies, quedó tendido: Entre sus pies cayó encorvado; Donde encorvó, allí cayó muerto.(Jueces 5:24 NVI)
A Yael la podemos comparar con Rajab (Rahab), ambas extranjeras (lo más seguro en el caso de Yael) arriesgaron sus vidas por contribuir a la victoria de los que no eran de su propio pueblo, ayudando a los israelitas a quienes en ambos casos era evidente que el Eterno había otorgado la victoria sobre sus enemigos.
La Atlántida de Platón.
Un siglo y medio después del gran diluvio universal, Tubal (quinto hijo de Jafet), nieto de Noé (denominado en la lengua de los íberos como Jano, dios cuyo símbolo era un arca), recibió Iberia (europea), con la misión de establecerse allí y poblarla. En Tubala o Tubalia, en honor a su nombre, (antiguo nombre de Tudela, Navarra) estableció su capital. En este lugar floreció la civilización caldea, un pueblo adelantado a su tiempo que descubrió los secretos de la astronomía, el calendario, la música, la medicina, el arte, la escritura, matemáticas, etc. Hijo de Tubal fue Ibero. Éste fundó la ciudad de Ibera (en la orilla del Ebro). De su nombre viene el de Fontibre (fuente de los ibri, el pueblo hebreo tal y como lo denominó la Biblia). De éste a su vez desciende Idubeda (del cual viene el nombre de los antiguos montes idubedas y de ahí los montes de Úbeda). De Idubeda desciende su hijo Brigo, fundador del pueblo brigante (brígadas y milesianos). Sus pasos, se dejaron sentir en las Islas británicas (donde fueron conocidos como britones, que fueron el tronco común occidental de los pueblos escocés, galés, irlandés e inglés). En Asia Menor, se estableció otra facción brigantina, cuyos pobladores fueron conocidos como los brigios, fundadores de la ciudad de Troya, de los cuales descendieron los frigios, que bautizaron el río más importante de su reino con el nombre de Uskaria (Skarya). En Francia, los brigas fueron guiados por su jefe Var, y fundaron Varobriga (Saint-Laurent du Var), y así llamaron al río Var en la Costa Azul francesa. En este contexto encontramos el germen naciente de la civilización protocelta. De estos primeros pobladores galos, partieron las enseñanzas del trabajo de los metales, (Edad del Bronce y posterior Edad del Hierro) las armas de metal (cuyo origen se encontraría en las alabardas iberas halladas en los monumentos megalíticos irlandeses y en Creta). Su incursión en Europa y Europa Central, abriría el camino a la cultura de Hallstatt[23], originada en un importante foco celta (actualmente gran residuo genético de R1b transalpino), que posteriormente afianzaría la cultura del Hierro[24] en la Europa uskariana. De Tubal también desciende la princesa ibera Pyrenne que dio nombre a los montes donde se refugió del monstruo Gerionte y finalmente pereció.

[23]Cultura de Hallstatt, supuso en el Bronce final, la paulatina sustitución del bronce por el hierro en la fabricación de armas y utensilios, precediendo a La Tène o Edad del Hierro II. Perteneció y fue continuación de la cultura de los Campos de Urnas, que desde Iberia hasta Alemania y los Balcanes, extendió el rito de la cremación y entierro de urnas funerarias con estelas u otras inscripciones identificativas. En Iberia uno de los ejemplos que ha dejado la cultura de Hallstatt, se encuentra en el yacimiento celtíbero de la necrópolis de las Madrigueras, en la provincia de Cuenca (Castilla La Mancha).
[24]Cultura del Hierro, alcanzó su cenit en La Tène, o Hierro II, que abarcó la segunda mitad del primer milenio antes de Cristo, y que se extendió por la Europa uskariana, es decir Iberia, Francia, Inglaterra, oeste de Alemania, y otros focos balcánicos, danubianos y al noroeste de Anatolia, que fueron rutas seguidas en varias ocasiones por los pueblos de la Europa atlántica en su expansión. Básicamente supone la paulatina sustitución de las cerámicas, hueso, bronce y otros materiales, en la fabricación de objetos, por el hierro. Estos cambios se dejan sentir sobre todo en la explotación agrícola, donde se introducen cambios tales como la fabricación en hierro de la azada, la reja o la guadaña, mejorando el arado y recolección del campo. Supuso también la urbanización del mundo rural, y levantamiento de asentamientos fortificados.

Casi quinientos años después del gran Diluvio, encontramos al rey Tago, conocido con el nombre bíblico de Tagorma, cuyo significado es el de fundador de nuevas ciudades. Dicho rey, estableció el centro de su reinado en el entorno del río Tajo (llamado antiguamente Tago en su honor). Como antes hiciera Brigo, su directo descendiente Tago, emprendió nuevas incursiones orientales en África y Europa. Los tagodas, enraizaron en los Balcanes, el Caspio y norte de África. En Iberia surgieron con el tiempo los turdetanos, de su antiguo antepasado Tubal. Éstos fueron para su tiempo un avanzado pueblo, con altos conocimientos en astronomía y geometría (similares al antiguo Egipto). Del avance de los pueblos prerromanos da testimonio la expedición de Heracles a Iberia. El robo de las vacas y bueyes de Gerión y las manzanas de Oro del jardín de las Hespérides, son la poética explicación de lo que los chinos y japoneses han estado haciendo durante décadas con la tecnología y ciencia de Occidente (a la sazón del mundo). Ese es el mismo interés y fascinación que tenía el mundo antiguo por la sabiduría y técnicas atlantes, como el desarrollo agrícola (mutaciones biológicas y técnicas de cultivo), ganadero, industrial, metalúrgico, etc. Las manzanas del Árbol de la Ciencia del Paraíso, son aquí simbolizadas por las manzanas de Oro de la Hespéride (España), cuna de los dioses para los antiguos.
Más de quinientos años después de Noé, aparece descrito por los griegos, el atlante Gerión, nieto de Océano y Poseidón, que fue señor de las tierras asoladas por la bruma de Occidente a orillas del gran Océano.  Su huella en la Hespéride, dio nombre al río Garona y a la misma ciudad de Gerona. Al retorno de Osiris, el ejército de éste se enfrentó al de Gerión, venciéndolo en el territorio cercano a Tarifa, siendo posteriormente su cadáver trasladado al estrecho donde se le inhumaría (uno de los rituales más comunes de los eberitas, etruscos y celtas, es decir utskos). Uno de los hijos de Gerión, fue Gargoris, rey de un pueblo tartéside, quien inventó la apicultura. De las relaciones incestuosas de Gargoris con su hija, nacería Habis, quien fue abandonado en el bosque y amamantado por ciervos. Al encontrarlo de nuevo, y ante la sorpresa de su superviviencia, Gargoris lo reconoce por las marcas de nacimiento y nombra su sucesor.
Más tarde los hijos de Gerión, lo matarían en venganza a Osiris. Nacería Horus (otro Dios ibero, presente en la religión griega y egipcia), hijo de Osiris, quien volvería a la Hespéride y acabaría con el linaje de los geriontes. Posteriormente nacería Morago también conocido por el nombre de Norax (antiguo Rey de Tartessos, descrito en las fuentes clásicas), hijo de Eriteia, a su vez hija de Gerión, en cuyas expediciones por el Mediterráneo usko, fundaron la ciudad Cerdeña de Nora. Cuando Horus, descendiente de Osiris, se enteró del asesinato de su padre, levantó un ejército de un pueblo o país escita, conocido con el nombre de espalos, de donde procedería el soldado Miles o Míl Espaine, cuyo hijo fue otro legendario rey de Iberia, Hispan o Hispalo (autores como Julián del Castillo, apuntan a que Hispan, sería el nombre o palabra que hace referencia a uno de los descendientes de Hispalo). Ambos reyes iberos fueron hijo y nieto respectivo de Hércules. A Hispan se le conocen prodigios como la construcción de faros, puertos, canales, e incluso acueductos. Su hijo fue Evenor o Heber, (del cual viene el nombre de los eberitas o iberos).
El Lebor Gabála Érenn, la mayor compilación de la historia antigua de Irlanda, habla de Míl o Golam (Hispalo), de su procedencia y la de su linaje.
Breogan fundó la Ciudad de Brigantia, (que hoy es A Coruña) y el faro conocido como la “Torre de Hércules”. Breogan tuvo 10 hijos, uno de ellos, Bile, le dio un nieto que se llamó Golam y que fue educado en las ciencias, las artes y en la guerra. Cuando creció tuvo la idea de dirigirse a la tierra de sus antepasados y partió hacia Escitia, donde reinaba por entonces Reffloir. El rey lo recibió muy bien y le dio a su hija Seng por esposa.
Golam y Seng tuvieron dos hijos, Eremon y Eber Donn.
Golam se hizo muy popular, tanto que despertó la envidia del rey, a tal punto que Reffloir terminó retándolo a duelo. Por supuesto, golam lo venció y partió con todos los suyos, llevándose a sus hijos con el.
Navegó por toda la costa de Asia y Afrecha hasta que llegó a la desembocadura del Nilo. Y se quedó en Egipto. Aquí también fue calurosamente recibido por el faraón, quien también le entregó a su hija por esposa.
Golam se quedo ocho años en Egipto y tuvo con su nueva esposa una pareja de gemelos. Decidió regresar a su verdadera tierra a Brigantia, con todos los suyos.
Cuando llegó se encontró con una Brigantia desierta.Breogan había muerto y las tribus sometidas se habían rebelado. Golam, entonces, reunió a los supervivientes refugiados en los bosques y las montañas y los atacó, reiniciando así la reconquista. Resultó, como su abuelo Breogan, vencedor en todas las batallas, lo que le valió el nombre de Mile o Miled, guerrero exterminador o vencedor.
Y gobernó durante bastantes años, hasta que una enfermedad lo mató.
Las tribus volvieron a sus habituales hostilidades, lo cual obligó a sus hijos a estar en defensa permanente de su territorio.
Entonces Ith, otro hijo de Breogan, experto y muy preparado en conocimientos de todo tipo, una noche de noviembre, vislumbró desde el faro una lejana isla y hasta ella embarcó junto a algunos hombres.
Esa isla era Irlanda, que por aquel entonces se llamaba Inis Ealga y estaba habitada por los Tuatha Dé Danann. Ya alejados de la gloria pasada, guerreaban entre ellos. En la fortaleza de Ailech, Ith encontró a tres reyes disputándose el territorio de un cuarto que había muerto.
Ith, más comedido de lo que debiera, les instó a que depusiesen las armas y que disfrutasen la vida en aquella tierra en que vivían, tan fértil y con buen clima. Y como no hay asunto comedido que salga bien, los reyes creyeron entender en sus palabras un deseo de conquista, por lo que le tendieron una emboscada cuando regresaba a su barco y lo mataron.
Los Hijos de Mil decidieron tomar este crimen como una declaración de guerra y se dispusieron a invadir la isla.
A la primavera siguiente partieron de Brigantia 5 barcos con 40 jefes guerreros, sus mujeres y servidumbre, entre ellos Amergin, hijo de Golam. Al llegar, un 1 de mayo, día decimoséptimo de la luna, los Tuatha de Danann se asombraron y trataron de llegar a una tregua para que sus druidas pudieran actuar. Amergin determinó que se alejarían con sus barcos a una distancia de nueve olas (en la Galicia actual aún se conservan rituales relacionados con nueve olas) y después atacarían.
Entonces actuaron los druidas de los Tuatha de Danann, que provocaron una tormenta druídica (mágica) que logró dispersar la flota mar adentroAmergin logró parar la tempestad invocando al espíritu de la tierra de Irlanda, con quien ya había entrado en comunicación anteriormente. Todos se salvaron excepto Donn y los de su barco, el cual naufragó tras jurar aquel que mataría a todos los habitantes de la isla. Los Tuatha de Danann serían derrotados en Sliabh Mis y en Tailtiu, pasando los supervivientes a vivir en el sidhe, o sea, bajo las colinas de Irlanda. Por su parte, los hijos de Mil quedaron gobernados por los hermanos Eremon y Eber Finn, que no lograron ponerse de acuerdo ya que Amergin determinó que reinara primero el mayor y luego el menor; pero no lo aceptó Eber Finn. Se dividieronla isla, quedando el norte para el primero y el sur para el segundo. Y esta invasión sería la última, ya que no hubo ni plagas ni otros ponderantes, por lo que aquellos Hijos de Mil procedentes de España, más exactamente de Brigantia, serían los antecesores de los Irlandeses actuales.
Atlas o Atlante el Estrellero (hijo de Hispan), fue quien fundara tras las columnas de Hércules, en el piélago atlántico, la mayor civilización de la Antigüedad, de la que surgiría después, el reino celta de Tartessos. Otro gobernante atlante fue el ibero Gadiro (hermano de Atlas), y gobernante de las gadeiras (Bahía de Cádiz, situada en el conocido como mar de Hesperia). El séquito de Atlas, lo conformaban los ausetanos, pueblo ibero-italiano, establecido en Ausa. Arrebató Atlas, el reinado de la Hespéride (Atlántida o Tartéside) a su hermano Hesper. Éste último se refugiaría en Italia, tras ser vencido, y desde allí, planeó con sus apoyos retomar el trono desposeído. Al enterarse el Estrellero, se adelanta y reúne a sus ejércitos. Sin embargo la muerte sobrevenida de Hesper, deja a Atlas, como soberano absoluto. De esta manera, pudo Atlas, casar a una de sus hijas Electra, con Corito, Rey de Toscana (Etruria). De esta unión surgiría la antigua aristocracia etrusca, de la cual descenderán los linajes patricios romanos (la gens Iulia) y en consecuencia la Roma clásica.
La segunda hija del ibero Atlas, fue Roma, quien heredaría de su padre la ciudad de Albula, poblada en su mayoría por los eberitas que acompañaron a éste. Dicha princesa ibero-atlante, mandó cimentar en el Monte Palatino, cerca del río Tíber, un nuevo enclave de ciudadela que llevaría su nombre y se convertiría en la capital del mayor Imperio de la Antigüedad. El hermano menor Morgete, heredó el resto de los territorios italianos de su padre, del cual toman el nombre los morgetes. Otro de los descendientes de Atlante, fue Sicoro, del cual toma el nombre el río Segre, que divide Cataluña y Aragón. De éste es hijo Sicano, y de este mismo Sicileo, de cuyo nombre proviene la isla de Sicilia. A ella llegó el descendiente de Atlas, con un gigantesco ejército, donde reinó en tiempo final de la Edad del Bronce, durante el diluvio de Deucalión y Pirra, y las plagas del faraón de Egipto. Hay quien apunta que el mismo Deucalión fue el personaje bíblico de Noé, pues al igual que éste, él también construyó un arca por mandato de Zeus (dios), antes de un gran diluvio universal. Del rey Sicileo desciende Luso, quien reinó y dio nombre a Lusitania (Portugal y Galicia). Le sucedió a él Siculo, rey que pasó a la isla de Sicilia, y por cuyo nombre se conoce a los siculos (sicilianos). A él le sucede Testa, fundador de Contestania 1410 a.C, y de él desciende Tritón, siendo en su tiempo iniciada buena parte de la colonización griega, originada en la isla de Zacinto. Fueron estos griegos y sus descendientes los que erigirían el famoso templo de Diana, en Denia (Alicante). De este rey es hijo Romo, quien dio el nombre a la ciudad de Valencia, que originalmente se llamaría Roma. Tras la invasión romana, los romanos le quitarían este nombre, por ser el mismo que su capital, y le darían el de Valentia Edetanorum. De Romo, desciende el rey de Hispania o Hesperia llamado Palatuo, que gobernó en el año 1305 a.C. Dicho rey da nombre al río Palancia (en la región de Valencia), y se le atribuye la fundación de la ciudad de Palencia, en la ribera del Carrión. Licinio Lacos, derrotó a éste a los diez años de su reinado, en la batalla del Moncayo, debido a la ventaja de poseer minas de hierro con el que acorazó a su ejército. Sin embargo fue depuesto por su manera tiránica de gobernar, recuperando Palatuo su reino, y huyendo Licinio a Italia, siendo perseguido y finalmente ajusticiado por Hércules. Este periodo de disputa en el reino de Hispania abarcó poco más de medio siglo. Hijo  de Palatuo fue Erythreo,  que reinó 68 años, de quien toma nombre la isla de Erithrea (Cádiz), en la mar de Portugal (Plinio y Pomponio Mela), y el mar Erithreo. Le sucedió Gargoris o Gargaris, llamado Melicola, que quiere decir melero (por ser éste quien enseñó la grangeria de la miel) como rey de España, en tiempos de la destrucción de Troya, cuando vinieron numerosos griegos a la Hesperia (Hispania). Al igual que su padre reinaría cerca de setenta años. Teucro funda Salamina y Cartagena (España), Amphiloco la ciudad de Orense/Ourense, Tydides (padre) y Diomedes, la de Tuy (Bajo Miño, Galicia); Ulysses, funda Lisboa (Vlyssyppo), y Menesteo, rey de Atenas, hijo de Peteo, fundaría el Puerto de Menesteo (Santa María). Tras la desaparición de los jueces de las Casas de Israel, fueron los descendientes de las casas reales de Iberia (considerados por los griegos como la sangre de los dioses), los que gobernaron las tribus israelitas (Levi, Ephraim, Dan, Manasés, etc.).
El pueblo Atlante aparece por primera vez después del Gran Diluvio universal, es decir el hundimiento de toda o parte de la Atlántida bajo un cataclismo oceánico. El linaje de Noe se afianza en Iberia, siendo éste el antepesado de los puros iberos, los atlantes y directos descendientes del cromañón. Podemos decir que la catástrofe de la Atlántida, es el mismo relato que acontece con la catástrofe del Diluvio recogida en el Génesis, y en la epopeya sumeria del usko Izdubar, hoy conocido como Gilgamesh, en la cultura de la civilización ibero-mesopotámica de Ur. Tras estos procesos recuperaron las tierras atlantes en las costas de los mares occidentales, en donde se reagruparon y se hicieron con el magisterio de la piedra, primera muestra de su poder. En dicha cultura lítica es donde se fragua el pacto de la sangre, mediante el cual el pueblo eberita y sus hijos atlantes conservan un poder y status distinto al de simples humanos. Contravenir este pacto o piedra de Venus supone acabar con lo eterno y sabio de este pueblo, y romper con el vínculo del origen mismo del concilio de los dioses uskos y su retorno, (por tanto con toda huella de divinidad). El camino de los dioses hombres al Olimpo se sellaría si el pacto se rompe, pues las consecuencias del mismo serían irreversibles. Este pacto-contrato es aquél que trata Rousseau, (sustituyendo la esencia racial por el contractualismo de orden civil) como origen del Estado y la paz social. La devotio ibérica simbolizó aquel juramento (voto) dado a la diosa Pyrene de proteger la sangre propia y vengar su injuria, no queriendo los pueblos de Iberia perpetuarse o ser perpetuados nunca bajo el riesgo de ser tocados con sangre extranjera. De este modo Numantia y Sagunto desaparecen llevando a sus últimos términos el juramento de sangre. En referencia a estos hechos destaca lo dejado por las fuentes antiguas, así Estrabón deja patente la fascinación de los iberos por la indepencia, dice el autor – “Los Iberos igualan en fuerzas a las fie-
ras, y animantes también su crueldad y ciega saña. En la guerra de los Roma-
nos contra los Cántabros, banse visto entre estos madres dar muerte á sus hijos
antes que dejarlos caer en manos de los enemigos; un niño empuña una espada
por mandato de su padre y mata á sus hermanos y parientes encadenados; una
muger da muerte á cuantos estaban prisioneros con ella, y un hombre se precipita en una hoguera antes que rendirse á los deseos de sus vencedores que
se hablan embriagado en un banquete Como muestra del obstinado furor
de los Cántabros, cítase el hecho de que algunos prisioneros condenados á ser
puestos en cruz, no cesaron de entonar cantos de guerra aun en medio de su
suplicio”.
Algo de esto parece que ocurrió con la Atlántida, y tal y como se describe en los relatos de Platón, la prosperidad se mantuvo intacta hasta que quedó agotada en buena medida la parte divina que refulgía en los atlantes primitivos, ante el predominio de lo humano, a costa del mestizaje con los simples mortales. Platón habla que la bella y poderosa raza atlántica se fue debilitando y apagando en su parte divina, porque se mezcló demasiadas veces, desobedeciendo las leyes divinas, (que no son otras que un juramento racial) tal y como se relata en el Critias, en menos de una página, dando como consecuencia la caída del imperio de la Atlántida. El relato también cuenta como sólo unos pocos comprendieron el error cometido, entendiendo que se estaba perdiendo lo más importante que se puede poseer (el más precioso de todos los bienes). Relata el autor que durante varias generaciones y tanto en cuanto se conservó en ellas la naturaleza del dios a que debían su origen, la raza atlante obedeció las leyes divinas (pacto de sangre), que habían recibido y respetaron el principio divino que era común a todos. El voto divino, en el cual se funda la naturaleza mágica y sobrenatural del mundo atlántico e ibérico, fue el origen del cual emanaron las llamadas leyes particulares. Éstas últimas se atribuían a cada uno de los reyes atlantes, y en ellas se contenían pactos y juramentos en lo relativo a no hacerse la guerra, prestarse apoyo recíproco (devotio atlántica), y más específicamente para impedir que alguno pudiera arrojar a alguna de las razas reales (clanes originales atlantes de Iberia) de sus Estados, y para promover el mando supremo de la raza de Atlas.
En el Dilálogo de Timeo, Platón nombra a esa raza atlante de dioses uskos que se afianzó en Iberia (la Atlántida), así como más allá del Estrecho de las Columnas de Hércules, nombrando expresamente a Egipto y Eturia como lugares y regiones de influencia atlante. El nombre dado al océano Atlántico, viene de la denominación hecha por los narradores griegos y latinos del golfo Atlántico o mar de Hesperia (Golfo de Cádiz), y el pueblo atlante que habitaba sus costas.
Platón describe como dioses “engendrados”, al pueblo original atlante, es decir el directamente originado por y de dios, (como la misma cosa y sustancia). Por tanto impregnados de la divinidad que la pureza de sus cuerpos perfectos y bellos cobija. También habla el Timeo, en el origen remoto de la Creación, cuando apareció por vez primera la raza original, de las tres razas que están por venir, es decir las razas originales engendradoras de la negra, la amarilla y la semítica. Menciona en esta parte de la obra algo que puede remontarnos al citado voto de sangre, no sólo como el origen del Estado y la sociedad, sino más bien como un mandamiento sagrado, es decir la Ley regia máxima, o la Ley de Dios primera. Habla en esta parte del diálogo de los hijos de los dioses, del linaje de Dios, y de la indisolubilidad del mismo, (es decir la integridad última y sagrada de la raza de las montañas, la raza uska o hebrea, que da prueba física de la existencia de una raza cósmica). En dicho Diálogo al igual que en el Génesis, se deja claro que el Ser original, no era mujer, ni tampoco de la raza negra, semita o amarilla.
Rufo Festo Avieno, autor de Ora Marítima (s. IV d.C), que contiene una de las fuentes latinas más antiguas existentes acerca de Hibera, describía así a los habitantes atlantes de las costas ibéricas y británicas:
-“Aquí se encuentra una raza de gran vigor, de talante altanero, y de una habilidad eficiente, imbuidos todos de una inquietud constante por el comercio. Y surcan con sus pataches, aventurándose a largas distancias, una mar agitada por los notos y el abismo de un océano, preñado de endriagos. De hecho, no saben ensamblar sus quillas a base de madera de pino y tampoco, según es usual, alabean sus faluchos con madera de abeto, sino que, algo realmente sorprendente, ajustan sus bajeles con pieles entrelazadas y a menudo atraviesan el extenso mar salado en estos cueros.
Por otra parte, desde aquí hasta la Isla Sagrada una nave tiene un trayecto de dos soles. Esta isla despliega en medio de las olas un amplio territorio y la habita a lo largo y ancho la raza de los hiernos (Hibernia). Cercana, de nuevo, se extiende la isla de los albiones (Inglaterra). Y los tartesios acostumbraban también a comerciar hasta los confines de las Estrímnides”.-
También este autor refiere a la hidrografía y orografía de la capital atlante, tal y como la definió Platón, con sus tres tramos o cauces (anillos) rodeando la isla o ciudadela, así como el estrecho y sus dimensiones reales.
“-Pero el río Tarteso (llamado posteriormente como Betis por los romanos), fluyendo desde el lago Ligustino, a campo traviesa, envuelve una isla de pleno con el curso de sus aguas. No corre adelante por un cauce único, ni es uno solo en surcar el territorio que se le ofrece al paso, pues, de hecho, por la zona en que rompe la luz del alba, se echa a las campiñas por tres cauces; en dos ocasiones, y también por dos tramos, baña el sector meridional de la ciudad.
Por su parte, el monte Argentario se recorta sobre la laguna; así llamado en la Antigüedad a causa de su belleza, pues sus laderas brillan por la abundancia de estaño y, visto de lejos irradia más luminosidad aún a los aires, cuando el sol hiere con fuego las alturas de sus cumbres. Este mismo río, además, arrastra en sus aguas raeduras de estaño pesado y transporta este preciado mineral a la vera de las murallas. A partir de aquí una extensa región se aleja de la llanura de aguas saladas, tierra adentro; la raza de los etmaneos la habita. Y después, por otro lado, hasta los labrantíos de los cempsos, se extienden los ileates sobre tierras fértiles; si bien las zonas marítimas las controlan los cilbicenos.
A la ciudadela de Geronte y al cabo del santuario, como hemos explicado antes, los separa la salada mar por medio; y entre altos acantilados se recorta una ensenada. Junto al segundo macizo desemboca un río caudaloso. Luego se yergue el monte de los tartesios, cubierto de bosques.
Enseguida se encuentra la isla Eritía, de extensas campiñas, y en tiempos pasados, bajo jurisdicción púnica; de hecho, fueron colonos de la antigua Cartago los primeros en asentarse en ella. Un estrecho separa Eritía de la ciudadela del continente en tan sólo cinco estadios.
Por donde se da el ocaso del día, hay una isla consagrada a Venus del Mar, y en la misma un templo de Venus, una ermita en roca viva y un oráculo”-. En este último lugar sagrado el autor nos indica donde se consagra el pacto de sangre y Piedra de Venus de la Atlántida que se detallará más adelante.
La confrontación científica entre lo descrito por el filósofo griego, acerca de esa fabulosa civilización perdida, y la sofisticada Tartéside, arroja según Schulten, más de veinte coincidencias. La situación actual da más evidencias que las encontradas por el alemán, algo imposible de no existir una conexión insalvable desde el punto de vista geográfico, antropológico y genético. 
En época de Platón, no se conocían ni remotamente las dimensiones de África o Asia. Hablaba Platón de una inmensa isla de tamaño continental. Para la época de Platón, Asia o África, eran pequeñas regiones próximas al Mediterráneo. Y éste era el único océano que conocían los helenos, y con ellos todo el mundo civilizado.
Hay un concepto erróneo de que la Atlántida era una isla ”mayor que Libia y Asia juntas”. Los textos originales dicen que la isla era mayor que Libia y Asia, o que existió al mismo tiempo, cuando las extensiones de ambas regiones continentales eran de mayor tamaño, y esto encaja perfectamente con la cronología asignada para el fin de la Atlántida y con la alteración del paisaje de las plataformas continentales y regiones costeras después de varios procesos catastróficos. Las dimensiones reales se corresponderían con un tamaño aproximado a la actual región andaluza.
La palabra “isla” se refería simplemente a la región de la costa del sur de España, destruida por una inundación entre el 800 y 500 a.C. La capital atlante y sus famosos anillos se encontrarían en lo que sería el parque de Doñana. Se identifica la extensa llanura y las altas montañas descritas por Platón, con la región Bética, que se extiende hasta el Atlántico (entre las columnas de Hércules y las cuencas que llegan hasta el río Odiel). No era por tanto la Atlántida una isla, sino sólo su capital Atlantis (ciudad anillada rodeada de agua), siendo el resto península.
El patrón de ciudades, símbolos y estelas ibéricas de formas circulares, encajan con la descripción anillar de la Atlántida. El círculo para los atlantes y sus descendientes ibéricos, es lo que para el griego el triángulo y las formas rectas (muestra de ello han dejado los pueblos protocélticos de la Península Ibérica en sus asentamientos y la forma circular de sus casas, castros, edificaciones y fortificaciones, como el de Baroña, Borneiro, Santa Tecla, etc. en Galicia o Terroso da Póvoa en el norte de Portugal, pertenecientes a la cultura atlántica castreña).
El descubrimiento de estructuras y canales no artificiales bajo las aguas pantanosas del coto, enmarcan el definitivo emplazamiento de la capital. Las cerámicas del Carambolo, muestran el mapa, los anillos y la acrópolis de la Atlántida.
Las condiciones climáticas descritas, muestran una Atlántida soleada “huph’ hêliôi”, que coincide con el clima del litoral andaluz, y conecta con la civilización de Tartessos, o civilización del sol, representada  por la estrella de ocho puntas que lo simboliza. También, los conquistadores españoles, fueron identificados por los mexicas, como la raza de hombres-dioses hijos del sol, provenientes del país de Aztlán, es decir los atlantes, más allá del océano.
Platón en la historia de la Atlántida o Atlantis, cuenta que los atlantes conocían la escritura. Estrabón por su parte afirma que los pueblos Turdetanos -descendientes directos de los Tartessios-, conservaban anales históricos y leyes escritas en una gramática que se remontaba a más de 6000 años antes de su tiempo. La arqueología académica aún no acepta que esto haya sido cierto, piensan que es una mera invención de Estrabón. Sin embargo, en Iberia han aparecido muchos testimonios de inscripciones grabadas o pintadas en cuevas, dólmenes, y en diversos objetos de hueso y cerámica cuyas fechas se remontan a más de 4000 años antes de Cristo (6000 años BP), aunque algunos hallazgos reportados por Watelman Fein, Georgeos Díaz-Montexano y Jorge María Ribero-Meneses, muestran evidencias claras del uso de caracteres de escritura lineal alfabética más antiguas aún, en un claro contexto paleolítico.
Díaz Montexano ha identificado los caracteres de una inscripción en hueso prehistórico descubierta a principios del siglo XIX en la Coruña, Galicia, España (La inscripción aparece reportada en “Michel Bouvier, Paris, Cat. L’Art de l’Ècriture, 2003”), con una clara secuencia Ibero-Tartéssica, escrita a la manera tartéside, – que es la más antigua usada en Iberia –, (o sea, de derecha a izquierda), y los datos son muy reveladores, pues al parecer podría estar haciendo mención a la Atlántida y a Tartessos. La inscripción se puede transliterar como: “ATaL TaRTo”.
Como comenta Díaz-Montexano: “…es imposible negar que esta palabra (ATal) se parece demasiado a la raíz que aparece en el nombre de Atlantis, que es una forma adjetival de Atlas, mientras que Tarte se ajusta a la raíz reconstruida por los especialistas españoles sobre el antiguo nombre de Tartessos, que sería Tarte-, pues el sufijo –ssos es de origen egeo o griego, y se añadía con el valor de región, comarca, ciudad o país, como en -Knossos. La terminación en vocal -e podría corresponder a alguna desinencia.
También incluso recordemos como del epónimo atlante, proviene el nombre de catalán o Cataluña (c-atalant-e/ C-atalania). Lo mismo cabe decir del nombre Andalucía, conocido por los mozárabes, como Al-Andalus (Atlandus o Atlantidu).
Es muy difícil pensar que esto solamente sea una mera casualidad. Esta inscripción, por una parte, confirma la antigüedad de las escrituras Ibero-Tartéssicas (según Estrabón y Platón), y por otra, parece confirmar la identificación de Atlantis o “pais de Atlas” con Iberia, como afirma Platón al decir que una región de Atlantis se llamaba Gadeira (Cádiz, España) y que en esta misma región se hallaban las Columnas de Hércules (ubicadas siempre por las fuentes clásicas en el mismo contexto geográfico del mar de la Hesperia). En cualquier caso, estamos ante la primera y única evidencia epigráfica hallada en el mundo, con una inscripción que se aproxima bastante a los nombres de Atlas y Tartessos, y que tiene más de 6000 años de antigüedad”.
Díaz-Montexano piensa, que el empate temporal con la civilización de Vinca puede ser superado perfectamente, pues en Iberia existen claros testimonios de uso de signos de escritura lineal ordenados de manera gramatical en objetos y cuevas del Paleolítico, y hasta la fecha nadie ha reportado algo similar en el Este de Europa.
La vieja teoría del alemán Fein de que en Iberia había surgido la escritura, podría ser confirmada. Atlantis, se sitúa, frente o contra el monte Atlantis, es decir en frente del Atlas, situado en Marruecos, en el mismo meridiano que Doñana.
El elemento sagrado del toro descrito en el Timeo y Critias de Platón, y su sacrificio en los templos atlantes que se hacía al Dios Poseidón, conectan con la tradición taurina arraigada por milenios en la Península Ibérica, y que aún hoy permanece en el mismo contexto geográfico atlante-ibérico. 
Contrariamente a lo que se piensa la tauromaquía proviene de la Edad de Bronce y no de Roma. En Roma jamás existió como tal la tauromaquia, sino algo parecido a una captura del uro (ya extinto) que se hacían en el circo romano. Distinta era la tauromaquía peninsular, tan arraigada sobre todo en Andalucía (Tartessos). y de origen neolítico.
Es el Toro sagrado junto con la estrella de ocho puntas, el símbolo también del reino de Tartessos, sucesor de Ataltarte (la Atlantia o Atlántida), y es también el símbolo de la estrella de Venus (Hespero), símbolo de la Hesperia o Hespéride, es decir Iberia.
El legendario oricalco del Critias, al que Platón describe como el metal más caro que recubre la Isla Divina, sus edificios y templos, (cuyo significado etimolígico es el de cobre de montaña), era una clase de oro tarteso (una especie de bronce atípico) que se extraía de los Sistemas Béticos y circulaba a lo largo del arco mediterráneo que va desde Onuba hasta Mastia. Un metal autóctono de Iberia, ahora extinto y muy preciado en la Antigüedad.
En Atlantis surgió una especie humana autóctona, de origen indígena y endémico. Los primeros seres humanos de Atlantis no vinieron de ninguna otra parte del mundo sino que eran oriundos de la misma isla o península atlántica. Dónde si no en Iberia, y del pueblo usko, ha podido surgir la raza atlante. De la “Nhsos”  (la palabra griega que utiliza Platón y significa península) más atlántica que existe, y de la etnia más autóctona (la primera humanidad situada en Altamira, cuyos restos rupestres y humanos son los antiguos del mundo). No existe pueblo ni más atlántico ni más endémico que el usko ibérico. No hay país más atlántico y mediterráneo a la vez, que Hiberia. Es imposible identificar en el mundo un marcador genético más localizado e identificado con el Atlántico y el Mediterráneo que el r1b. Si hablamos de raza atlante o atlántica es imposible al margen del Hr1b. Por otro lado, la imposible formación de tal concentración racial, en condiciones ajenas al propio engendramiento endémico de una raza, descendiente directa del cromañón ibérico (no importada de ningún sitio). La pura raza eberita, que permaneció concentrada y aislada en su remanente glaciar, durante Würm, dio origen a la Atlántida. Sólo de esta raza es posible engendrar al atlante, salvo que se considere una teoría sobrenatural o extraterrestre, y aún en este caso sería por todo lo dicho muy difícil descartar a la Península Ibérica.
A lo largo de la historia, la antropología ha tratado de aportar luz, sobre esta civilización perdida, tratando de confrontar los relatos fabulosos con la realidad aproximada de diversos lugares en el entorno cultural helénico. Siendo así, se hablaba de los antiguos minoicos, los pueblos de Crimea en el Mar Negro, el entorno del Mar Egeo, las Cícladas, El Sinaí o Asia Menor. En todos y cada uno de ellos la presencia del Hr1b, era intensa en la antigüedad, el doble o triple de la actual.
Por tanto, y como hemos visto la evidencia nos lleva a Iberia como contexto en el que surge la Atlántida, pero si hubiéramos, por falta de pruebas descritas anteriormente, concebido otro de los contextos señalados, el entorno étnico y genético hubiera seguido siendo el mismo. En todos estos lugares surgieron grandes civilizaciones capaces de competir en señorío y niveles sociales con la misma Atlántida de Platón. En todos ellos se repite la misma naturaleza y sustancia eberita y el Hr1b, como elemento básico y protagonista.
Se debe señalar además, que la desaparición física de la Atlántida, no trajo consigo la destrucción biológica y étnica de las manos que la trajeron al mundo. Es decir los atlantes y sus descendientes o parientes, siguieron existiendo tras su desenlace. De ello nos da testimonio la civilización de Tartessos, que no viene a ser más que una sucesión de la misma Atlántida, y por tanto de su propia reconstrucción. Como su antecesora, fue el culmen de la civilización occidental y centro del mundo conocido. Ello ocurre siempre que la sustancia biológica persiste y no desaparece junto a las ruinas de sus antiguos hospedadores. Así, del mismo tronco celtibero y atlante eran los túrdulos, turdetanos, celtici o célticos y tartessos, que continuaron en el reino tartésico y después en el Atlantidu (at-alandus) en árabe Al-Ándalus, el nombre con el que conocieron a los sucesores de la Atlántida.
Otros procesos sufrieron las civilizaciones griega, egipcia o romana. Ambas, muestran una unidad cronológica, y trazan una línea de sucesión. Cuando una cae, la otra se levanta y así sucesivamente. Cuando Egipto decae, Grecia se erige, y lo mismo le ocurre a Roma tras la caída de la Acrópolis ateniense. La civilización sólo se levanta sobre terreno fértil y próspero que favorece las condiciones para ello. Coinciden sus épocas de apogeo con las de abundancia de sangre uska en sus oligarquías y castas, y sus años de declive con la situación inversa. El hecho evidente es que la pérdida de dicha frecuencia es irrecuperable e irreversible, siendo la consecuencia de que Grecia no volviera jamás a ver la civilización de la Acrópolis sobre su suelo, ni Egipto a maravillar al mundo con su tecnología, arquitectura, medicina, astrología, etc. Sólo Roma, la que mayor frecuencia conservó de R1b, tuvo momentos de explosión, gracias a saber conservar y desarrollar la sabiduría del IR, emergiendo fenómenos artísticos filosóficos y tecnológicos como el Renacimiento, surgido en el norte etrusco y usko-mediterráneo de Italia.
Tartessos fue en su tiempo la mayor civilización de Occidente, además de presentar signos evidentes de sociedad moderna a camino de un gran imperio. Evidenció una temprana muestra de expansión y colonización (primera muestra de gran civilización o primer imperio) que le llevó a descubrir regiones tan lejanas por entonces como Angola, sur de África, o Eritrea.

Las Edades iberas.
Crítica
Cuando en algunos artículos acerca de los descubrimientos de la sierra de Atapuerca, leo que en distintas zonas sedimentales se encuentran restos de utensilios o herramientas de cuando los primeros humanos llegaron, yo me pregunto de dónde vinieron. Si consideramos humano al Sapiens sapiens, es evidente, que no vino de ningún sitio, más que de la Península. Con el Homo Sapiens, u hombre de cromañón, pudieran existir más dudas, aún así no debiera generarlas, pues los directos antepasados de éste, cuyos restos descansan en la Gran Dolina y en la Sima de los Huesos, son endémicos de Europa y de la Península Ibérica. Estos antepasados, poseen caracteres que los diferencian tanto de homínidos africanos como asiáticos. Por tanto si considerásemos al Homo Atecessor ser humano (al poseer sentido trascendental de la vida), también este era europeo endémico. Incluso algo que parece hasta redundante, antepasado del Antecessor (antepasados bis), se ha encontrado cercano a dicho yacimiento, en la Sima del Elefante, remontándo la presencia de homínidos en la Península Ibérica a más de 1,3 millones de años. En este último caso parece ser que la consideración de ser humano sería algo más que exagerada, pues estaríamos ante un ser casi animal. En tal caso me parece arcaico y absurdo mantener las tesis de que el hombre europeo tiene un orígen distinto a Europa, tanto como mantener la de que los homínidos proceden de monos o primates.
El antepasado del linaje occidental, el Homo Antecessor[25], en distintas partes, España, Italia o Reino Unido, da pruebas de inteligencia humana y sentimiento religioso y espiritual, por tanto de humanidad. Este hecho aparece aquí por vez primera, y está estrechamente ligado al de la representación de la realidad perceptiva del entorno, y por tanto con el origen del arte. Ambos, arte y religión, son hechos inseparables y coetáneamente necesarios. Conjuntamente dan comienzo al fenómeno que inicia el camino hacia la civilización, del cual surgen otros como el lenguaje o la escritura. Estos hechos no son exclusivos del Homo Antecessor, y se remontan a 2 millones de años, a una especie distinta de homínido, separada de las clases africanas o asiáticas. Dicha especie está aún por clasificar y la llamaremos como Gran Antecessor, el antepasado del Homo Antecessor. Este antepasado europeo de más de un millón de años fue descubierto en la Sima del Elefante, a doscientos metros de la Gran Dolina (Burgos, España), y muestra el arranque de la especie europea atlante, que acabará extendiéndose por los cinco continentes en un periplo millonario. La moderna dispersión de la misma, que ha dejado sus restos genéticos por multitud de regiones y pueblos, es la respuesta a que el mundo haya desarrollado avances sociales y humanos, elevando en general las condiciones de vida.

[25]Homo Antecessor, fue descubierto en la Sima del Elefante, en el yacimiento de Atapuerca en Burgos (España), y desde entonces, sus mayores y más antiguos restos siguen reposando allí. Por sus caracteres morfológicos puede definirse como una especie separada y distinta de todas cuantas se han encontrado en el resto de Europa, África o Asia. Si bien su datación es de un millón de años, restos más recientes constatan la presencia de un antepasado directo del Antecessor que alcanzan entre 1,5 y 2 millones de años. Su anatomía ya presentaba signos de modernidad, como la zona subnasal (que el Antecessor suavizó más que las personas de raza negra actual). En general el Homo Antecessor muestra una línea morfológica con su descendiente directo el Homo sapiens o Cromañón (morfología craneal, mandibular y dental, estructura ósea, etc.). Por su antigüedad el Antecessor, sólo puede descender de sí mismo, acabando para siempre con cualquier conjetura sobre el remoto origen simiesco del ser humano, por lo menos occidental. Hasta no hace mucho, había quien pensaba que podríamos haber descendido de los monos, especies menos evolucionadas, y por tanto en principio más primitivas. Sin embargo, ningún fósil o resto de mono o simio se ha encontrado tan remoto como los resto de homínidos. El resto de especies homínidas que pudieron convivir con este patriarca de la raza occidental, como elHomo Heidelbergensis, eran descendientes suyos, ya que anterior al Antecessor o separadamente de éste, no había en el mundo nada parecido o distinto al resto de mamíferos irracionales.

Tras los deshielos y posterior dispersión por Eurasia y África nororiental, surgen las antiguas civilizaciones (Mesopotamia, Tartessos, Egipto, Etruria, Creta, Palestina, Grecia, Roma), que cimentarán la Segunda Era de la civilización atlante. Vendrán, siguiendo a ésta, otras como las eras modernas (de los Descubrimientos y la de los grandes inventores, que darán origen a la sociedad moderna o gran civilización occidental).
Las teorías y planteamientos, que expresan un origen alóctono, presumiblemente asiático del linaje atlante ibérico (R1b), se basan en la diversidad de halotipos del marcador R del cromosoma Y, así como la existencia del metagrupo P, del cual se entiende que desciende el R. Esa teoría se completa con que el cromañón, no pudo ser el padre fundador del haplogrupo R1b. Por tanto el primer sapiens, que albergó la Península Ibérica, fue probablemente de halogrupo I (algo difícil de entender, partiendo de la base que los únicos restos dejados en Hiberia por el HI son los residuos germánicos, eslavos o balcánicos y escandinavos de la Edad Media). En consecuencia, hay quien apunta a que el cromañón endémico de Hiberia, fundaría el linaje J (semítico), que sí está presente en Hiberia y en Francia (tierras del cromañón), aunque muy residual en comparación con las zonas del Mediterráneo Oriental, donde además se encuentra el metagrupo IJ, que dio origen a ambos (I y J). Partiendo de estas premisas, nos encontraríamos en la misma situación plateada con el Hr1b, y por lo tanto el problema tampoco estaría resuelto. Es decir una especie endémica originaria de Hiberia (el homo Antecessor de casi un millón de años), que originó a un cromañón, que supuestamente fundaría un linaje (el HJ) o (HI), cuyas mayores frecuencias, tanto como su metagrupo (IJ) (es decir su linaje común que les dio origen), se encuentra en Asia y no en Europa occidental. La teoría se intenta salvar, con la suposición de que el Hr1b, entraría en el Neolítico europeo occidental, y presumiblemente encontraría una casi desértica Europa, necesaria para su indemnidad genética (que incluiría una Península Ibérica deshabitada, a pesar de haber albergado al Antecessor de un millón de años y las mayores poblaciones de cromañón y neandertal de la prehistoria). Ello incluso, a pesar de que está sobradamente demostrada la presencia cromañona en Europa hace cuarenta mil años y por tanto desde antes del Neolítico.
Lo más plausible, según esta teoría, sería pues pensar que las poblaciones refugiadas en Hiberia (único refugio glaciar occidental), abandonaron ésta casi por completo, para abrigarse al cobijo del norte de Europa y Escandinavia, (algo bastante absurdo) para dar origen al haplogrupo I, que sin embargo es más presente en los Balcanes, otro de los grandes refugios glaciares (siendo comprensible que esta población de clado I, se refugiase allí, en tiempos donde en Iberia se concentraron los del R1b). Lo cierto a día de hoy, es que los únicos restos del HI, que se encuentran en la Península Ibérica, se deben, con toda probabilidad al aporte dejado por la emigración de los teutones, junto con los cimbrios y ambrones (pueblos escandinavos o germanos fuertemente celtificados que básicamente pertenecían mayoritariamente al haplogrupo R1b, con fuerte influencia del haplogrupo I) a Hispania, en el año 106 a.C., a las invasiones bárbaras del siglo V también por parte de grupos nórdicos o germánicos, y a las incursiones vikingas de la Edad Media. Descartamos la consideración de que el cromañón pudiera fundar el haplogrupo J, pues encuentra las mismas dificultades que las que se atribuyen para descartar al haplogrupo R1b. Es decir no se entiende que se diga que el R1b se originó en Asia por hallarse allí el metagrupo fundador (P y R) y la mayor heterogeneidad de los subgrupos descendientes (Subtipos de R), y que el Haplogrupo J se originó a partir de este cromañón endémico, puesto que plantea la misma dificultad antes descrita. El metagrupo del J y sus subclados en mayor número también se encuentran en Asia, por tanto no hay diferencia o elementos que descarten a uno por el otro.
Llegados a este punto nos encontraríamos con una especie endémica, (el padre fundador de la especie humana) es decir el Homo Antecesor de más de un millón de años y que, siguiendo los planteamientos anteriormente descritos, no puede haber dejado rastro alguno, ni él ni sus descendientes en la propia tierra que le vio nacer. Añadiendo a esto que en Hiberia se dieron condiciones favorables para la subsistencia, incluso durante los hielos cuaternarios. Es decir que aunque el hombre se originó en el transcurso de Hiberia a Asia, según otros no ha dejado presencia en el punto de origen, siendo su huella genética sustituida casi por completo. A pesar incluso de que el hombre claramente se estableció y permaneció en Hiberia en distintas etapas (Paleolítico, Neolítico, Megalítico), dejando huella de su presencia en cada una de ellas (es decir existiendo un vínculo y continuidad de su presencia, sin que pudiera haber movimientos importantes ni catástrofes espectaculares en el contexto ibérico). Existe una demostrada conexión y vínculo entre el ADN ancestral de todas las eras, antes, durante y después de las glaciaciones.
A ello habría que añadir la cuestión irresuelta en lo referente al halotipo R1bs116, que se encuentra por buena parte de Eurasia, y sus frecuencias más altas, se hallan en la Península Ibérica y el Cáucaso.
Nos podemos plantear dos cuestiones para resolver el problema. Una sería que los hielos cuaternarios, actuaron como barrera glaciar de la primera población humana mundial originada del Homo Antecessor, y la segunda como se plantea por muchos, que la glaciación generó que la Península Ibérica se llenara y actuara como refugio de una población alóctona. La segunda sigue sin resolver la cuestión del Homo Antecessor (padre del ser humano). Lo más sencillo sería una combinación de ambas. En ella encontraríamos a una población homogénea y occidental que originada en Hiberia, encontraría en su tierra de origen el refugio para aguantar la glaciación.
Lo más plausible, es pensar que la humanidad ibérica, durante los intervalos o ciclos glaciares, buscaría progresivamente refugios más al sur (teniendo en cuenta que el clima ibérico sería parecido al de Centroeuropa actualmente). Por ello el sapiens ibérico, pasaría hacia África sin dificultad (teniendo en cuenta que ambos continentes estarían unidos por la bajada general de las aguas oceánicas) y bordearía la costa mediterránea, pasando a Asia. Otro grupo pasaría a través de África occidental hacia el sur (región del Chad), dando origen a las tribus africanas de los Fulani y Ouldeme.
La cuestión de los metagrupos y subgrupos, se resuelve teniendo en cuenta la heterogeneidad que permite Asia. Un contexto tan extenso, permitiría la amplitud de subgrupos, facilitando la fundación de halotipos diversos. Por lo mismo, se conservarían mejor los metagrupos que en la propia Hiberia, (donde la homogenización y compactación demográfica, favorecería la evolución y desarrollo concentrado de la población). Es decir un desarrollo más rápido y concentrado de la población, haría que el linaje fundador del halogrupo R1b, es decir el HR, pasara en grupo y de una vez a éste, siendo posible que no dejara más rastro que el dejado por los fósiles.
La teoría que describe un origen asiático, confunde el contexto geográfico con el cronológico. El déficit de evolución y el cambio contextual diferenciado (evolución dispar), originó en Asia una mayor presencia de metagrupos y amplitud o diversidad de los subgrupos, distinta de la Europa occidental. Todo ello añadiendo la incuestionable existencia del directo antepasado del Ser Humano en Hiberia desde hace más de un millón de años.
Otro aporte lo da el índice cefálico de los cromañones, que coincide exactamente con la media española y que se encuentra en torno a 76, con una preponderancia de la mesocefalia o semidolicocefalia (homo atlanticus). Diferentes son los pueblos de preponderancia tanto del haplogrupo I como del J, claramente branquicéfalos.
No es dable pensar que en las zonas cántabra y navarra, donde más intensamente floreció el cromañón y sus restos más evidentes se hayan presentes desde cuarenta, hasta hace escasos diez mil años (Neolítico), no dejara prácticamente ningún rastro o huella genética esta especie humana, si como algunos aseguran perteneciera a los linajes o haplogrupos J o I. Vascos o navarros apenas tienen un aporte de estos linajes, y con esto es imposible pensar en otra ascendencia ignota al propio cromañón ibero-atlántico y su linaje R1b.
Por último es interesante reseñar el dato que da la cultura Auriñaciense, relacionada con el Hr1b, datada entre el treinta mil y veinte mil aC., y que esta más que probado que llegó a Turquía desde Europa y no desde la meseta iraní.

Primera Edad: La Gestación. Prólogo.
La Historia de los eberitas atlantes y su singladura se remonta a un millón de años, desde el inicio del primer hecho religioso de la especie humana y de las representaciones artísticas. Ya el Homo Antecessor reflejó un sentimiento religioso y artístico de la primera humanidad.
Los uskos atlánticos o mediterráneos, han sido ingenieros, inventores, descubridores, científicos, marinos, exploradores y médicos, que han edificado nuestro mundo occidental. Desde que nos levantamos por la mañana, vamos al trabajo, cogemos el coche o el metro, consultamos internet por el teléfono móvil, encendemos el ordenador en el trabajo, vamos al cine, leemos un libro (tanto impreso como en soporte digital), vemos un programa de televisión o nos duchamos al llegar a casa, todas y cada una de nuestras actividades las hacemos gracias a la obra de grandes inventores o prohombres occidentales cuyos inventos o descubrimientos han hecho posible inmensos beneficios para la humanidad.
El hecho ya de poder describir una cronología de la propia estirpe de Europa, con el alto detalle y precisión que nos dan los elementos con los que contamos hoy día, desde su mismo albor hasta hoy, es casi milagroso. La abundancia de restos y su buena inalterabilidad dejados en todo tiempo, ha ayudado a comprender el lugar de su concepción y posterior desarrollo.
La historia del pueblo eberita se define por etapas a lo largo de una historia de un millón de años, desde el Homo Antecessor ibérico, al linaje del pueblo usko. Su origen coincide con el de la humanidad protoeuropea, es decir con los primeros hombres en poblar Europa, por tanto la única raza vernácula de Occidente.
Esta primera etapa la conocemos como de gestación o primera hibridación, en donde se dan las circunstancias para el aislamiento y conformación biológica y genética del eberita primitivo.
Así encontramos hace cuarenta mil años, a una especie de ser humano genuina y endémicamente europeo, de estatura elevada (1.80, aunque posteriormente matizado con el entronque cada vez más intenso con los neandertales) y amplia capacidad craneal, heredada de la fusión neandertálica (que otorgó a la especie atlántica el vigor híbrido). Este sapiens ibérico neandertálico, es el origen del hombre y su civilización. La localización se circunscribe a Hiberia (Península Ibérica), el refugio de la última glaciación, en este período que llamaremos de Gestación o hibridación. En este entorno se encontró el sapiens con los últimos neandertales del mundo, localizados en Hiberia. Tras ello se iniciaría la expansión por África y Asia.
En la gestación se formó la materia humana de la que se compone el marcador genético genuino y común de Occidente. El Homo Antecesor pasó al estado humano en Europa y su linaje de naturaleza híbrida, permaneció puro en Hiberia, conservándose durante la última glaciación. Los sapiens arcaicos encontrados en Asia o África, no son ni pueden compararse con el genuino cromañón ibérico, evolucionado, desarrollado y engendrado en Europa. Esto significa que en Hibera ya existían los elementos biológicos necesarios para la gestación del sapiens genuinamente europeo. El salto del Antecesor ibérico al cromañón, dio origen al hombre europeo endémico. Dicha naturaleza, relativiza el principio de coalescencia, o redefine la manera en que vemos a la especie humana en la actualidad. Es decir el cromañón o sapiens ibérico, no descendió de la misma raza o linaje que el africano o el asiático. Es probable que de no existir el período glaciar de aislamiento y concentración, posiblemente la población de Europa occidental, no sería distinta a las razas mestizas de mediterráneos de Oriente Próximo o África oriental. Geográficamente la Península Ibérica estaba destinada a ser la cuna de Europa.
Antecessor / Ergaster
Incluir al Homo Antecessor ibérico (a la izquierda) como una subespecie de homo Ergaster, es sencillamente ridículo. Son muchas y más que evidentes las diferencias. El Antecessor muestra mayores avances morfológicos, dentadura más cercana al hombre actual, mayor tamaño craneal (1000 cc, del H. Antecessor, frente a los 800 cc del Ergaster), mayor altura, facciones, cejas y aspecto humano, etc. A la vista, el primero parece, aunque primitivo, un ser humano, y el segundo, más bien, el descendiente de un chimpancé o un aberrante bestia de la naturaleza. El Antecessor ibérico, se ha alejado intelectual y morfológicamente de sus parientes bípedos, y en general de la condición de animal, ya es Ser Humano.
Igual de absurda resulta la inclusión del Antecessor (a la izquierda), endémicamente ibérico, en la especie heilderberguensis (a la derecha) de aspecto simiesco. Por último el elemento diferenciador de la especie humana, es sin duda la conciencia espiritual y religiosa que el Antecessor sí poseía a diferencia de sus alejados parientes homínidos.
La clave para la distinción europea como especie humana endémica o generada exclusiva y separadamente del resto de especies humanas, se encuentra en el Homo Antecessor ibérico de casi un millón de años, padre del cromañón y el neandertal. En un principio fue tenido erróneamente como una especie más de Homo erectus/Homo ergaster, Homo heidelberg u Homo cepranensis, es decir sin prioridad alguna nomenclatural. Algunos de sus restos incluso han sido asignados erróneamente a la clase de heilderberguensis. Sin embargo cuánto mas se ha ido conociendo al Antecessor, más han sido las singularidades y desarrollo evolutivo mostrado con respecto al resto de homínidos. Todas estas comparaciones dan como resultado concluyente una obvia relación, pero también caracteres singulares tanto físicos como psíquicos. Es decir si bien estas especies homínidas están relacionadas por sus comunes caracteres, las diferencias habidas dan como resultado la existencia de tipos o especímenes distintos (las razas primitivas).
El antepasado ibérico del Homo Antecessor, tenía más de persona que de mono, y al contrario, en el resto del mundo y en la misma época sólo podemos encontrar éstos últimos. Mientras hace más de un millón de años, el antepasado del Antecessor, cazaba con lanzas, enterraba a sus muertos con actos ceremoniales, o pintaba en sus cavernas; en el resto del mundo sólo podríamos encontrar monstruosos monos o aberraciones de la naturaleza. El Antecesor es sólo y únicamente ibérico, como lo es el cromañón y el linaje R1b. Este padre y antepasado de la especie o raza atlante, ya presentaba a diferencia del resto de sus homólogos africanos y asiáticos una avanzada morfología semejante a la del Sapiens, además de una conciencia religiosa y espiritual, incomprensible e inasumible por sus parientes bípedos, incluso sus facciones y marcas óseas y faciales eran próximas al hombre actual. Otros elementos como la dentadura confirman nuevamente la separación y mayor evolución del Antecesor frente a sus homólogos asiático y africano. Era una especie de homínido distinta a la del Homo Erectus, más avanzada y con una capacidad craneal cercana a los 1.000 centímetros cúbicos. Un avance genético que actuó de puente hacia la raza humana moderna. Los pobladores de Atapuerca (Burgos) corresponderían al denominado Homo Antecessor, un eslabón intermedio entre el Homo Erectus y las dos especies que, a partir del Pleistoceno Medio, se expandieron por Asia y Europa, el Homo Neandertalensis y el Homo Sapiens.
Comparación final, entre el supuesto rostro del Señor (humano perfecto y entero), y el del Homo Antecessor ibero. Es evidente el acercamiento físico y espiritual de ambas especies, la humana del linaje santo y la de su directo antepasado.

El clima del Antecessor fue el que acogió las últimas glaciaciones. En el Paleolítico y durante la cultura Auriñaciense (en vasco oreinak “cultura de los ciervos”), se vivió en la cuarta glaciación, llamada Würm, tras la de Riss. En ella Fenoscandia abarcó a las Islas Británicas y norte de Francia, bajando el Ártico hasta el paralelo galo. En la Península Ibérica, el clima era similar al de Rusia actualmente, Cantabria vendría a ser como Escocia y al norte de los Pirineos el permafrost dominaba el paisaje casi desértico. La fauna europea y con ella los homínidos, se fueron refugiando paulatinamente y durante estas cuatro glaciaciones, en Hiberia. Osos, lobos, caballos, bisontes, renos, mamuts eran los animales que convivieron con el sapiens glaciar ibérico. La importancia vital de los hielos cuaternarios para la gestación de la nueva especie humana, se manifestó por dos de sus consecuencias. Por un lado las condiciones para una selección natural y aislamiento de elemento alóctono contaminante. Por otro, en dicha etapa se va alcanzando el asentamiento y concentración definitivo de las poblaciones en el entorno de sus núcleos respectivos.
Con la gestación del cromañón, sucesor del Antecesor, se forma una cultura más evolucionada. Estos primitivos atlantes, vivían al aire libre, o en cabañas y cuevas, sobre todo en las zonas frías. Seguramente fueron grupos nómadas que ocupaban alternativamente zonas de caza. La gran abundancia de yacimientos indica, por otra parte, un aumento exponencial de la población, unido a una dieta más diversificada y nutritiva, que incluía la pesca, la recolección de frutos y marisqueo.
Esta etapa fue básica para la configuración y desarrollo del hombre atlante. Se inicia así su paulatina despigmentación para hacerlo más apto a las condiciones glaciares, a la vez que su cuerpo se yergue y hace más robusto.
El origen ibérico de la cultura Musteriense, dejó caracteres avanzados en comparación con lo que se correspondería a una especie homínida prehistórica y aislada. Chimeneas, casas con calefacción, lámparas de aceite, ahumado de alimentos, marcas de contabilidad de la caza o el arte y cultura esquemática, fueron unos de los avances de esta raza. Por muchas razones el cromañón era sólo primitivo en sus medios, pues su inteligencia era superior a la de muchas personas actuales.
No es de extrañar que encontremos en la Cueva de Nerja situada en la localidad de Maro, (Málaga), unas pinturas de focas que son la primera obra de arte conocida de la historia de la humanidad, con 42.000 años de antigüedad.
En el aspecto social, encontramos neandertales con taras físicas de edad avanzada que sin duda habían recibido asistencia social o solidaridad de sus semejantes, algo esto último impensable para especies coetáneas de homínidos salvajes.
Es en esta época de máximos hielos cuaternarios, donde la situación de Europa era insostenible para la vida, tan sólo en los reductos ibéricos, balcánico o turco, se dieron condiciones plausibles para la misma. En Hiberia, plagada de montes, se daba una situación climática semejante a las tierras altas de Escocia, con abundantes glaciares de circo.
Con la lenta y paulatina mejora de las condiciones climáticas, alternada en pequeños ciclos, la cultura empezó a trasladarse al entorno de los Pirineos, en la progresión del hombre hacia el continente europeo y al Mediterráneo. De esta forma encontramos la última huella cultural dejada por nuestros antepasados neandertales, en laChatelperroniense[26] , localizada en los entornos cantábricos, catalanes y mediterráneo, llegando a pasar los Pirineos. En esta etapa final, ubicada en el Paleolítico superior, nos hallaríamos poco antes de entrar en la prehistoria europea y en la que llamo la edad de las repoblaciones.

[26]Chatelperroniense, cronocultura paleolítica que supuso el desarrollo o evolución de la cultura glaciar Musteriense de origen neanderthal, hace más de 30.000 años. En general en esta cronocultura, la industria lítica se ha depurado bastante (modo técnico 4). El clima se ha moderado ligeramente, siendo un poco más templado, aunque glaciar, esto llevo al aumento de la vegetación y el follaje de manera intensa, y también al incremento de una fauna diversa y de gran tamaño (mamut, reno, rinoceronte lanudo, etc.). Esto trajo consigo también otra importante industria doméstica, la mobiliaria, con la aparición por vez primera de muebles fabricados con madera, marfil, huesos, etc. muy abundantes en esta época. También se utilizaron estos materiales en la construcción de cabañas, poblados y asentamientos, que fue el comienzo por tanto de la ciudadanía y gentilidad. El centro u origen de esta cultura fue la región atlanto-pirenaica del suroeste de Francia y norte de Iberia.

Segunda Edad: La repoblación.
Los primeros pasos se dan hace cuarenta mil años, durante los ciclos finales de los hielos cuaternarios, y se corresponderían con el Paleolítico superior y la absorción definitiva de los últimos neandertales y la cultura Musteriense. Comienza esta fase hace treinta y ocho mil años, con el inicio de la cultura Auriñaciense (Oreinak en vasco, cultura de los ciervos).
Las primeras manifestaciones culturales avanzadas, esto es, paleolíticas (piedra antigua), neolíticas y megalíticas (piedra moderna), se originan en el entorno cántabro.
Varios estudios antropológicos y genéticos confirman lo siguiente. En primer lugar las averiguaciones realizadas por estudios norteamericanos (Scientific American), descubrieron en 2003, que las tres cuartas partes de la población europea proceden de la región cántabro-pirenaica. Anteriormente en 2001, estudios británicos confirman lo dicho respecto a galeses, escoceses e irlandeses.
Esta repoblación del continente fue continuada a partir de los ciclos finales de los hielos cuaternarios, hace entre cuarenta mil y quince mil años.
Las fechas radiocarbónicas obtenidas de los yacimientos españoles de Reclau Viver, La Abreda, el Arbi Romaní, El Pendo y la Cueva del Castillo, nos corroboran el origen autóctono del período auriñaciense para la Península Ibérica, obteniéndose una datación de cuarenta mil años, es decir contemporánea a la Musteriense. Esta cultura protoauriñaciense hibérica, se extendió rápidamente a partir de esa fecha a lo largo de Europa, llegando a Bohemia (Rep. Checa) hace treinta y ocho mil años.
El movimiento de la Edad de los Metales se produjo fundamentalmente en el ámbito europeo de norte a sur, y estuvo a cargo de los germanos, representados por el H R1b1b2a1a1-U106. Su haplogrupo ancestro inmediato es el R1b1b2a1a-M412, que tiene su epicentro en la Península Ibérica. Este es un fenómeno de fundamental importancia en el desarrollo de la cultura postglaciar.
La cultura Solutrense, no sólo fue un fenómeno de expansión europeo, sino que afectó al continente americano, hace alrededor de veinte mil años. Los datos obtenidos de la cultura de Clovis confirman la conexión, habida entre los restos solutrenses ibéricos y ésta.Este hecho convertiría al continente norteamericano en el otro foco de refugio occidental de las poblaciones protoeuropeas. Los eberitas seguirían la senda de los hielos, bordeándolos, en una época donde se podría trazar una línea continua desde las tierras emergentes del mar Celta, por entonces convertido en la costa atlántica, que bajó su nivel debido a los hielos. En parte también esta franja estaba repleta de hielos que facilitaban el tránsito medio a pie medio en barco. Por entonces los primitivos eberitas, tenían una tecnología de navegación equiparable a los actuales nativos del Círculo Polar. También se apoya esta teoría en las corrientes atlánticas favorables al paso de las barcas ibéricas a través de los hielos oceánicos. Su tránsito de navegación debió ser superior a un mes. Los colonizadores harían su viaje en barcas construidas en parte por pieles de animales.
Otra aportación más que argüir a esta teoría la encontramos en la lengua Quechua, en donde observamos más de cien usos gramaticales procedentes de la lengua vasca, por ejemplo en el infinitivo formado por el sonido “TU”. La palabra usko en quechua significa príncipe o de sangre real, y de ella se formó el nombre dado a ciudad de Cusco o Cuzco, la ciudad de los príncipes, en honor a los antiguos inkarris.
Da una descripción de la impronta dejada por el entorno cántabro-pirenaico el profesor Pericot (“sobre el arte rupestre cantábrico”) que dice: “Por rara fortuna, la primera revelación del arte prehistórico cuaternario ha sido y continua siendo la más portentosa, ni en belleza ni en antigüedad nada ha podido desbancar al arte cantábrico. Con Altamira la pintura alcanzó una cima que no puede ser ya superada, sino sólo ampliada con temas y maneras distintas. Ella representa siempre la madurez genial de un arte primitivo, pero ya perfecto y constituye la prueba más decisiva de que quienes la pintaron poseían una mentalidad semejante a la nuestra, una inteligencia extraordinaria; en una palabra, la chispa divina que hace al hombre un ser que escapa a las ataduras de la materia”.
En el mismo contexto ibérico se han encontrado las primeras inscripciones de letras parecidas a una A, de la historia de la humanidad, de una datación de entre cuarenta y cincuenta mil años.
En época muy temprana, probablemente hace más de cuarenta mil años, se inició ya el repoblamiento transpirenaico, por lo menos el de Occitania, entre Dordoña y el Ródano, donde la presencia ibera o protoibera es abrupta y muy remota.
Historia de las Islas Hébridas
A partir de lo que hemos conocido como los ciclos finales de la última glaciación, se va asentando la nueva civilización megalítica y con ella una nueva cultura étnica. Al grupo de pueblos filoétnicos (pertenecientes al Hr1b) al que pertenece esta nueva cultura europea, se le conoce como celtas. Esta zona de repoblamiento junto con la región atlántica y occitana de Francia, son las de cultura celta más temprana por su proximidad a Hiberia. Dichas zonas son las que conservaron más pura su cultura céltica.
La importante cultura de Hallstatt, muy posterior al máximo glacial, transición entre la Edad del Bronce y la del Hierro, cuyo mayor foco se encontró en el sur de Alemania, fue consecuencia del afianzamiento ibérico y del haplogrupo R1b. Los pueblos que fielmente representaron esta cultura céltica fueron llamados germanos, y pertenecían indiscutiblemente al haplogrupo R1b1b2a1a1-U106, que fue descendiente directo del H R1b1b2a1a-M412, endémico de Hiberia.
La raza uskaria es el tronco común que enlaza a todos los europeos como miembros y descendientes de un linaje original.
Cuenta la mitología celta como la etnia cántabra de los oisin y los milesianos, colonizaron el archipiélago británico. Diversos estudios genéticos han corroborado un nexo de sangre entre Iberia y las Islas Británicas.
Otras leyendas irlandesas hablan de la colonización de los descendientes de Noé. Sería Noela o Noegla, nieta de Noé, quien fundara en Galicia (Hiberia), la ciudad de Noia (A Coruña). Según la misma mitología irlandesa, la configuración final étnica y cultural de Hibernia (Irlanda), se produciría antes de la Era cristiana, y fue de la mano de los pueblos iberos de los oisin y los milesianos. Éstos se originaron en el reino de Escitia y descendienron de una casta egipcia real (faraónica), lo que curiosamente también confirma el estudio de ADN de numerosos faraones y princesas egipcias, entre ellos Tutancamón, de procedencia ibérica en un 97 por ciento.
Fue el gaedíl Brath, descendiente también de Noé quien tuvo como a hijo a Breogán, fundador definitivo de Brigantia capital de los brigantes gallegos (A Coruña).
Los descendientes de Breogan, fueron Ith y Bile, éste último padre de Míl (Golamh). Éste regresa al reino escita de sus antepasados, y se casa con una princesa egipcia, de su misma casta, (los príncipes y princesas egipcias sólo se casaban con miembros de su misma etnia que no era la misma de los africanos). A su regreso a Hiberia, Míl afianza el reino brigante de Breogan, y desde las costas de Hiberia su tío Ith, desde la torre de Breogan, descubre la tierra de Hibernia.
Estos milesianos o gaediles, bíblicamente representarían a la tribu de Gad (Casa de Israel), y en Hibernia (Irlanda), encontrarían a la tribu homónima también israelita de los danneses (Dan o Dannan), antepasados de los propios daneses, étnicamente iguales a los primeros, quienes serían derrotados.
La mitología viene acompañada de las lenguas gaélicas irlandesas pertenecientes al grupo lingüístico al que pertenecían los astures y cántabros, y a diferencia del grupo bretón o córnico.
Con la conquista de Hibernia, y los descendientes de Míl, se iniciaría el segundo ciclo mitológico, denominado el Círculo del Ulster.
Estudios de ADN, sobre una población de diez mil británicos, concluyen que hace siete mil años, arribaron a Inglaterra y al resto de islas británicas varias oleadas de poblaciones endémicas de la Península Ibérica. Lo que se encontraron estos uskos, fueron unos escasos miles de individuos dispersos, que fueron absorbidos por el contingente demográfico ibero. Tomando como referencia el cromosoma Y en el estudio poblacional, el tronco común era incuestionablemente de procedencia ibérica, es decir el conocido haplogrupo R1b, o linaje uskaro. Otros marcadores encontrados, fueron los normandos y daneses, éstos últimos de manera residual. En este sentido la mitología irlandesa hablaba del clan de los Dannan o Dan (daneses), descendientes de la Casa de Israel, presentes incluso antes de la llegada de los iberos.
La clasificación de clanes y por criterio de importancia se establece tal y como se relata en “La sangre de las Islas” del siguiente modo:
  1. Oisin: cuerpo o tronco indígena británico de origen ibero, por el cual se identifica el grupo étnico y el parental, es decir el inmediato tronco al que pertenece dicha rama. Su afianzamiento definitivo se produciría hace en torno siete mil años.
  2. Wo-dam: La Casa de Israel de Dan. Estos descendientes bíblicos del pueblo de Israel, son el segundo grupo en importancia, y en este caso ya residual respecto al primero. Dichos pueblos no eran distintos étnicamente al troco común ibero celta. Es decir también pertenecían al haplogrupo R1b, pues ya hace más de treinta mil años, los primeros eberitas en sucesivas oleadas fueron repoblando el oeste y centro de Europa, y desde ahí en adelante, durante y después de los últimos ciclos cuaternarios. Hoy día, de los centroeuropeos y germánicos del norte, los que mayor frecuencia de R1b alcanzan son los daneses.
  3. Sigurd: los pobladores escandinavos, vikingos y fundamentalmente noruegos con un aporte todavía importante de Hr1b, superior al cuarenta por ciento. Es la tercera rama, cuyo mayor aporte se encuentra en Escocia.
  4. Eshu y Roman, de origen probablemente africano y provenientes de las legiones romanas, su aporte es absolutamente residual y sin importancia en las Islas Británicas.
Siguiendo la repoblación continental, nos encontramos con una realidad semejante a la descrita en las Islas Británicas, en Francia. Concretamente en Bretaña, una región celta pura, que alcanza frecuencias del Hr1b, del ochenta por ciento, semejantes a las de Gales en Inglaterra. En el resto de Francia, las frecuencias no son, en ningún caso, inferiores al cincuenta por ciento. Si en España, como se pudo observar en lo que definimos como triangulación ibérica, el Hr1b presentaba una escala de frecuencias que iba de este (la mayor) a oeste (de menor intensidad), en Francia ocurre lo contrario. Cuanto más nos acercamos a la costa atlántica y a la Península Ibérica, mayor es la frecuencia de Hr1b. La diferencia entre el oeste y el este varia en treinta puntos porcentuales (siendo los extremos de ochenta a cincuenta). La media francesa, superior al sesenta por ciento, siendo de las más altas del continente, no supera a la española (sin contar con Portugal), siendo España, el país de mayor frecuencia del haplogrupo R1b de la Europa continental con un setenta por ciento y picos superiores al noventa.
Frecuencias aproximadas del Haplogrupo R1b en Italia. Obsérvese como las más altas se encuentran al norte, en las regiones ocupadas por los pueblos iberoligures y etruscos. También se observa la coincidencia de las mayores frecuencias del HR1b, con los mayores focos renacentistas (Milán, Florencia, Bolonia, etc.).
En el mismo contexto temporal, se encuentra otra ruta migratoria ibérica que atravesó los Alpes, y dio origen al asentamiento de varios pueblos uskos en Italia y a la Roma clásica.
Los etruscos, se afianzaron en época del Bronce, coincidiendo con la expansión de los uskos germanos de la cultura de Hallstatt (pertenecientes al R1b1b2a1a1-U106, que fue descendiente directo del H R1b1b2a1a-M412, endémico de Hiberia). Ellos junto con poblaciones megalíticas previamente circunscritas al norte de los Apeninos y en la zona de asentamiento iberoligur, conformaron un importante núcleo celtibérico, que abarcaba desde Suiza hasta el Tirreno. La civilización etrusca, semejante a la de sus parientes celtíberos, los tartesios, fue el referente que aglutinó el material cultural, tecnológico y genético necesario para levantar el Imperio Romano y la civilización latina. Esto se ajusta al mapa genético de las poblaciones autóctonas de la región noroccidental de Italia y norte de Toscana, (ubicación de la civilización etrusca), en donde se encuentran las frecuencias más altas del Hr1b.
La tradición etrusca de identificar por los tres nombres (praenomen, nomen y cognomen) fue seguida por sus descendientes los patricios romanos durante la Roma clásica.
La civilización etrusca sucumbió de forma similar al legado egipcio. Un entorno genético hostil, asfixiando progresivamente a una gens oligarca, influenciada por su tiempo y por su espacio típicamente mediterráneo y asiático, contribuyó a la extinción misma de dicha casta. Sin embargo a diferencia de lo que ocurriera con el Egipto faraónico, en donde extinta la raza de los faraones y su corte eberita, lo único que quedó fue un rastro de ciudades y monumentos vacíos , en Italia, la desaparición de su oligarquía, no trajo consigo el fin de la civilización. Ello a consecuencia de que a diferencia de Egipto, en la antigua Etruria, el sustrato genético ibérico se afianzó desde hacía más de diez mil años. Ese sustrato aún queda y refleja un importante núcleo de Hr1b en el norte de Italia que va desde el cincuenta al ochenta por ciento.
En mi opinión y por los resultados históricos y genéticos que sobre la República Italiana se tienen, el proceso decimonónico de unificación fue un hecho artificioso y antinatural que juntó pueblos del norte y del sur (dos continentes en un mismo país) distintos con caracteres también distintos, que nunca debieron unirse como misma nación.
En Grecia, ocurrió como en Etruria. Sobre sustrato ibérico preexistente Neolítico, aunque bastante más escaso, se añadió el aporte de pueblos etruscos y pelásgicos iberos, como los tirrenos, que afianzaron el carácter ibérico de la Grecia clásica. Tal y como ocurriera con Egipto, esta antigua sociedad se estratificó formando un sistema oligárquico estamental de patricios (politai) y plebeyos. En el mismo, la etnia y casta eberita, desarrolló y sustentó la civilización y albocracia griega, en clara conexión con la itálica por su común origen étnico. A esto podemos añadir lo que las fuentes clásicas refieren respecto al origen de los primeros reyes y dioses griegos. La epopeya cuenta como en el extremo occidental de África, sobre las costas del Océano, se encontraban los primeros pueblos (atlanto-iberos) adoradores de Zeus, Atlas, Atenea y Poseidón, antes de que fueran adorados por los propios griegos. Según Hesíodo la diosa Atenea, nació en el extremo occidental al sur de Iberia. Aquellos dioses pelásgicos occidentales, no fueron otros que sus primeros reyes, según el poeta homérico, que llegaron por el mar a la costa griega, como nos cuenta la fábula de Afrodita, con el fin de civilizar e instruir a esos pueblos autóctonos griegos. Estos reyes (Poseidón, Zeus, Cronos, Atlas, Atenea, Urano, etc.), forjaron un imperio desde la Hesperia (España), hasta Egipto e Hiperbórea, antes de la caída de las Hespérides y de la apertura del estrecho.
El título de los antiguos reyes griegos, micénicos y cretenses era el de banakos, mismo que el de los antiguos reyes de Pamplona, encontrándose este término en la mayor parte de las culturas uskomediterráneas y en la cultura dravídica de la India. De hecho los pelasgos o beluskos, de origen uskomediterráneo, fueron los más remotos pobladores de Grecia, extendiéndose posteriormente por la India y Persia. Una de las ciudades que deja testimonio de la presencia uska en los remotos pobladores de Grecia, está en la ciudad de Squillace, Escilacio o Skylition, (antigua colonia griega)cuya ráiz -sky- proviene de ese legendario y olvidado pueblo del país de Uskaria.
El resultado actual del pueblo griego mestizo y orientalizado, sólo ha dejado un aporte escaso de linaje usko (reflejo del pasado glorioso), al que pertenecieron los grandes genios de la Antigüedad Clásica. Ello es en parte la respuesta a porqué no ha surgido un nuevo Sócrates, Platón, Mileto o Euclídes, en el país de la Acrópolis. Sin embargo ese ímpetu y fuerza vital, del gran genio eberita, vuelve  a la vida en otras épocas y lugares en donde sí halla nuevas fuentes vivas de sangre uska, como ocurrió en  Milán o Florencia durante el Renacimiento, o en los siglos XVII y XVIII en Inglaterra y Francia, y otras partes de Europa, donde surgieron los nuevos prodigios griegos, ahora con distintos nombres y nacionalidades, como Voltaire, Rousseu, Descartes, Franklin, Montesquieu, Newton, etc.
Las crónicas de Dionisio de Halicarnaso, hablan que doscientos años antes de la guerra de Troya, unos griegos de Zante, desembarcaron en las costas situadas entre Valencia y Castellón, fundando la ciudad de Sagunto (Zacinto). Éstos fueron rápidamente adoptados por los eberitas, de los que se decía eran sus parientes. Eran descendientes de Zante, hijo de Dárdanos, de origen ibero, pues su madre Electra, era hija de Atlas (rey mítico de Iberia).
En el Antiguo Testamento, los iberos (el pueblo iber o ibri), descienden de Javán, hijo de Jafet, y son entroncados con los proto-griegos pre-helénicos, conocidos como los pelasgos. El Génesis los nombra como los dodanianos, al ser descendientes de Dodanim (hijo de Javán),
El texto nos muestra como estos pueblos de origen eberita, iniciaron sucesivas olas migratorias en dirección a Occidente, regresando a lugar de donde eran oriundos sus antepasados los atlantes.
De la ciencia y conocimientos atlantes, formaron los tartésides, una compilación de los mismos, a través de escritos y poemas, que contenían el saber filosófico, social, legislativo, astronómico, musical, científico, moral, etc., de sus antepasados. Con el tiempo los descendientes turdetanos, recogieron estos anales y los conservaron. Su datación como se deduce de los relatos de la Antigüedad era de más de ocho mil años, teniendo ya seis mil en el siglo primero.  Son muchas las fuentes de la Antigüedad, como las grecoromanas, que dan muestra de la existencia de dichos anales atlantes. Habla de ellos Jenofonte (86-175 filósofo, e historiador) discípulo de Epicteto. Las fuentes clásicas, hablan de los atlantes eberitas que poblaron y colonizaron Europa y el Mediterráneo. En el clasicismo greco-romano, se llamaba a los habitantes del sudoeste de Europa y antiguos pobladores del noroeste africano como atlantes. Hablaban los griegos de su legendario jardín de las Hespérides (España), como el paraíso terrestre griego, situado en el antiguo istmo, que unió Iberia con África. En la misma tierra, se hallaba el templo de Poseidón, hundido bajo las aguas oceánicas, tras terribles temblores, como dice Diodoro de Sicilia, al romperse los diques del Océano.
Del fabuloso pueblo atlante, quedan hoy los innumerables topónimos y nombres a ambos lados del estrecho. El más claro es el de la más alta de las montañas de Marruecos, el Atlas. También el de la propia Andalucía, conocida por los árabes como Al-Andalus, (At-landu o At-Alande), es decir la región atlande. También los dolmens, en las regiones atlánticas de Iberia como Portugal, son conocidos con el nombre deantas, en recuerdo del gigante atlante Anteo. Dicho ser, vivió en la isla de Irasa, atravesando el curso oceánico del estrecho de Gibraltar, y fundando Tingis (Tánger), levantando un templo en honor a Poseidón.
Sin embargo tal y como sucediera con el Egipto eberita o faraónico, no dejó la Grecia clásica un sustrato étnico necesario para la continuidad clásica y por tanto de toda huella de civilización posterior. Así los reyes de raza atlante, sin continuidad y alejados ya de la realidad griega, pasaron a la mitología, para ser así mitificados y endiosados (como se hiciera en la civilización ibero-egipcia), como reflejo del pasado y origen de la civilización griega.
Tercera Edad: La colonización.
Durante el Paleolítico los primeros atlantes colonizan África, siendo la primera presencia humana en pisar la tierra del Atlas. En dirección al Mediterráneo oriental, fundaron Libia (nombre tomado de la capital de los Berones iberos), y llegaron a Egipto, donde se asentaron a orillas del Nilo por miles de años, siendo la primera y única civilización organizada y avanzada de África. De la existencia de esta misma ruta tenemos constancia mediante las propias fuentes, así los sacerdotes egipcios de Sais, describen la emigración de un grupo de atlantes, que huyeron de su país, a consecuencia de las inundaciones y erupciones volcánicas, y fueron dirigidos por la diosa Nut (conocida por los griegos como Atenea).
Separadamente un grupo continental, conocido como los dacios, ya afianzado durante la cultura Megalítica, se asentó en los Cárpatos y siguiendo el Danubio, llegó al Bósforo. Éste sería el responsable de una colonización prolongada a lo largo del período megalítico de Asia Menor y el Mediterráneo oriental, dando origen a los frigios (brigas ibéricos) y a los gálatas. Otro grupo se internaría en Ucrania, bordeando la rivera del Mar Negro, y llegando al Póntico, fundarían el imperio Escita y los reinos del Cáucaso.
Esta fase temprana de colonización asiática, daría inicio a un fase madura en la cual el pueblo usko llegaría en su ramificación hasta Oriente Medio (Foco y origen de las civilizaciones asiáticas), y en una segunda hasta la India, en el Bajo Megalítico. De la presencia eberita en Oriente Medio da prueba, además de la civilización mesopotámica y la huella genética del Hr1b, el mismo nombre del río Éufrates, río del pueblo ibri o íbero.
Los restos eberitas en Pakistán y la India, son notables cuando observamos los numerosos dólmenes, dejados por el ancestral pueblo atlante y que llegan casi hasta el Índico. Otro ejemplo de su legado, se encuentra en las epopeyas y religión hindú. Sus dioses, al igual que los atlantes y usko-mediterráneos, eran héroes humanos o divinidades  encarnadas, tómese como ejemplo el Ramayana.
Dan testimonio los hindúes, quienes afirman que aquellas personas que levantaron los dólmenes y los crómlechs del sur de la India, procedían del Mediterráneo occidental. Dicha progresión demográfica daría origen al pueblo de la raza dravídica; el culto a Shiva y de su paredra, tienen su origen en ese pueblo atlante. Habla Plinio de los cántabros que vivieron en la fértil región al norte de la India y dieron nombre al río Kantabras (Chandra-bhagas), y de ellos descendieron los llamados kantabras (Chandra-bhagaras). La realidad genotípica muestra un conglomerado hindú de linajes asiáticos, con presencia del metagrupo R y el haplogrupo R1b, lo que deja constancia de la presencia del pueblo usko en la India desde tiempos muy remotos.
De este grupo de los chandras o cántabras, fueron también otras tribus uskas que dejaron constancia de su presencia en la India, como los sakias o shakhas (sajones o indoescitas) y los brigas o bhrigus, que fueron los autores de la literatura hindú más remota (Rig-veda), e introductores de la cultura del Hierro y del Bronce. Fueron por tanto los padres de la religión y filosofía védica (origen del fenómeno religioso en la India), adoradores de Dius o Diu-pitar (dios de los cielos, Zeus para los griegos), y aquéllos que introdujeron la escritura, la agricultura, la astronomía y la metalurgia.
Brigo, fue el patriarca de los brigas de la India, siendo el primero en afianzar la tradición racial de los uskos. Dichas leyes se establecieron en la India, hace aproximadamente 4000 años, traídas por los escitas, indoescitas, sakas, brigas y chandras. La sagrada ley racial o pacto de sangre hindú, dejó un recuerdo aún hoy permanente en la cultura de numerosos pueblos de la India. Tras la caída racial de los uskos, dicha tradición cambió su concepto racial, por el de linaje, y finalmente el de casta. Sin embargo sus preceptos no dan lugar a duda de que fue un pacto de sangre que recuerda al atlante y al recogido por Esdrás. Así se establece la prohibición o dharma, de casarse con persona de distinta raza, pues se concebía como una corrupción o degeneración de la pureza de los pueblos enigmáticos de la India, que remontan sus orígenes al pueblo protoibero, y fueron los creadores de la más remota noción de cultura, filosofía y religiosidad del mundo asiático.
El megalitismo, además del germen de la liturgia espiritual y religiosa del eberita, es la prueba de su periplo por África y Asia. Muestra evidente de que el paso e influencia del R1b, se realizó de oeste a este, de Iberia a Oriente, y no al revés. Es en Iberia, y en el occidente europeo donde se encuentran los mayores y más antiguos restos megalíticos del mundo. Sin embargo su influencia, ha llegado mucho más lejos, hasta el sur de la India, donde incluso allí encontramos dólmenes iberos, siendo el origen de la religiosidad hindú. Se traza así una línea cuyo origen ancestral se encuentra en Iberia y llega hasta Asia Central. Otra muestra la dan las coincidencias habidas entre el druidismo celta y el brahmanismo. Ambos, druidas celtas y duiyas brahmanes, eran chamanes o sacerdotes que ayudaron a asentar el colectivo espiritual y metafísico, completamente distinto al de las religiones semíticas del entorno.
Fueron los megalitos y henges el origen de los Tholoi griegos y minoicos, y de los zigurates mesopotámicos de Ur y otras ciudades fundadas por eberitas. Los dólmenes tipo corredor o cámaras, fueron asimismo el origen de las galerías y sarcófagos egipcios.
En esta misma fase, se unirían ambas ramas, la africana de los egipcios uskos (a través del Sinaí), y la caucásica y anatolense de los gálatas, brigas ibéricos y sus descendientes los frigios. Esta unión acontece en ese contexto, unos dos mil años antes de nuestra era, donde se levantan las Doce tribus de la Biblia (Casa de Israel o Reino de Jerusalem y la Casa de Judá). La primera, perteneciente al pueblo eberita o hibero (hebreo), y la segunda, por los llamados fariseos, árabes, camitas y semitas.
En ese tiempo acontecerá la segunda diáspora, que supuso la segunda dispersión del pueblo atlante por Eurasia, dejando eso sí, y a tenor de la misma fuente bíblica, los restos suficientes (el remanente de la Casa de Israel o raza santa para la gestación del dios hombre). El final de esta etapa coincide aproximadamente con el fenómeno de la era céltica.
Al contrario que en Asia, (en donde el clima y los múltiples ríos, permitían la colonización y rápida expansión e influencia uskarita), en África, salvo en el contexto usko-egipcio del Nilo, no se pudo experimentar un alto grado de influencia de la etnia atlante, debido al carácter severo del clima y a la barrera natural del desierto africano. La consecuencia, es que allá donde por circunstancias climáticas o inaccesibilidad, no pudo llegar el atlante eberita, la civilización brilló por su ausencia, resultando por ello un continente africano exánime y sumido en el perpetuo subdesarrollo e incivilización.
Cuarta Edad: El Imperio.
Un ansia imperial que acontece en distintas épocas de la historia, que van seguidas de un ocaso y posterior ebullición cultural y civilizadora o regeneradora, se da en todos los pueblos uskos. En momentos de cima cultural y tecnológica, surge el ansia y miedo por conservar y proteger el nivel humano alcanzado y se genera la fuerza casi por colapso o estallido, surgida de la saturación cultural y tecnológica, imposible de asimilarse en un contexto político o social disgregado en reinos o polis. Por ello de una manera u otra cambia el contexto y lo que fuera una sociedad o sociedades casi aisladas y protegidas, (como le ocurriera a Tartessos o a las polis griegas), se convierten mediante la subsunción del propio entorno, en una metacivilización que se gestiona de forma unitaria o autogestiona en el intento de que no se pierda ninguna de las cimas y logros alcanzados por su cultura. De ahí que el Imperio, tienda en muchas ocasiones a reflejar un carácter proteccionista y conservador.
El primer imperio eberita fue el egipcio y su oligarquía atlante. En él existía una aristocracia dominante que en su mayor expansión logró extenderse más allá del Sinaí, hasta Palestina, después de haber expulsado a los hicsos. Si observamos las efigies y estatuas del antiguo Egipto, algunas de la época de Tebas y posteriores, vemos como en las de los faraones que cimentaron el Imperio Nuevo, como Intef VI o VII, Kamose y Amenofis I, muestran rostros claramente uskos u occidentales, casi ausentes de rasgo oriental alguno y mucho menos africano. Posterior a éstos, las estatuas muestran rasgos femeninos con influencias orientales y africanas, como en el caso de la estatua de Akenatón. Esta moda artística de presentar al faraón como una mujer con detalles afroasiáticos no respondía a una realidad fenotípica sino de estilo o moda, que se fue imponiendo como una costumbre a partir del Nuevo Imperio, como consecuencia de las influencias de propio entorno. El gusto cambió y a partir sobre todo de Ramses VI, la influencia artística en los rostros faraónicos fue más oriental, debido a la cada vez más creciente influencia asiática. Así del mismo modo se representó a Ptolomeo I, de origen macedonio, cuyo rostro queda adaptado al gusto o moda faraónico de rasgos afroasiáticos. Quizá a partir de Ramses II, pudo la oligarquía uska sufrir bastardización y mestizaje, En esta etapa de la historia de Egipto y le ocurrirá a Roma, se hace creciente nombramiento de militares extranjeros, con una incesante superpoblación afroasiática darán como consecuencia la extinción de Egipto.
Del mismo modo, y de antiguos colonos eberitas, surge de las polis mesopotámicas, el imperio babilónico. El tercero es el romano, del cuál renacerá la civilización occidental actual, que es su continuidad.
Surgió del carácter atlante, el Imperio Griego, con numerosos sustratos iberos presentes, por entonces, tanto en Grecia, como en los territorios del imperio (Anatolia, Oriente Medio, Egipto, etc.). Por tanto en un entorno y una época en la cual abundaban fuentes vivas de sangre uska por el Mediterráneo oriental y Asia.
Marco Aurelio, emperador hispano romano, uno de los mayores representantes de la “Pax romana” o período de los “Cinco emperadores buenos”.
Se levanta posteriormente en el corazón de Europa, la Ausonia usko-mediterránea, que hará emerger al Imperio Romano o Roma clásica, en un intento por absorber al entero y universo mundo. Su cénit, la consecución del Imperio Universal y el incio del despotismo ilustrado, se inició con los llamados “Cinco emperadores buenos”, de origen hispánico (Nerva, Trajano, Adriano, Antonino Pío y Marco Aurelio), durante la llamada Pax romana. En esta etapa, considerada por el historiador Edward Gibbon, como la más feliz de la historia de la humanidad, se concilió el momento culminante de gloria, expansión y prosperidad de un Imperio (la Pax romana), con el despotismo ilustrado y la preocupación por los ciudadanos y los esclavos, (construcciones de las primeras carreteras en Germania, acueductos en los Balcanes, circos, teatros, medidas contra la esclavitud, reforma de la jurisprudencia contra la arbitrariedad y los abusos, etc.). Gracias a esa Pax, que impulsó la sangre más occidental del Imperio, una monja, Egeria, podía viajar a través del mundo conocido, desde Galicia hasta Mesopotamia sin ningún incidente.
Se establecería una separación entre el concepto tiránico y patrimonial del estado, por uno sucesorio, electivo y de carácter más republicano. Nada que ver con el período protagonizado por los africanos emperadores de la dinastía Severa, que agotó dicho despotismo ilustrado republicano con el nepotismo y la corrupción que precipitaron abruptamente el agotamiento de Roma y el camino hacia la insoslayable caída del Imperio. En la Pax Romana, y anteriormente durante la República, el sistema republicano aristocrático, combinaba la magnificencia con la meritocracia, es decir el don de la casta patricio senatorial (la gens iulia), con la habilidad electiva y capacidades de gobierno. En los afroasiáticos, el sistema rápidamente degeneraba en sucio nepotismo y mesocracia, véase como ejemplo de ambas cosas el de los emperadores Séptimo Severo en Roma y Napoléon Bonaparte en Francia, ambos de origen africano, y sus consecuencias (Caracalla en Roma y Pepe Botella en España y Nápoles). 
Analizando los albores del Imperio Romano y su caída, podemos preguntarnos cómo fue posible que de la nada surgiera dicho imperio y del imperio surgiera la nada. Es decir, como surge algo tan grandioso, en un mundo por civilizar, y de un gran imperio y la mayor civilización conocida, se pasa al abismo de un mundo bárbaro por completo. La respuesta la encontramos primeramente observando como el Imperio Romano no surge realmente de la nada o de forma espontánea. Dicha civilización emerge de otras, fundamentalmente de la estrusca de origen usko, y se precipita quinientos años después de la mano de gentes y gobernantes muy distintos de los que la fundaron. Durante la formación de la República, las poblaciones que se  fueron uniendo o conformando las provincias italianas que fueron siendo absorbidas por Roma, eran plenamente uskas.  Primero los pueblos del norte, situados en las regiones más pobladas de la península italiana, etruscos, ligures, insubres, y tras ellos los galos y celtas, situados en la llanura del Po, eran probablemente uskos tan íntegros racialmente como los que habitaban por entonces la Península Ibérica. Todos estos pueblos, conformaron el origen de la oligarquía patricia romana, política y militar, y de las grandes familias que gobernaron el Imperio. En el siglo III a.C, Roma había absorbido toda Italia, y sus pobladores eran en un sesenta por ciento de estirpe uska. En el siglo posterior, con la conquista de Hispania, quedó definido el carácter plenamente occidental del joven Imperio. El porcentaje de población uska aumentó entonces a una cifra cercana al setenta por cien. Esa situación se mantuvo con la conquista de la Galia, y a partir de entonces comienza a retraerse. Hasta el siglo I a.C, la República romana era una civilización usko-mediterránea surgida de la etrusca y con una gran población occidental, aumentada considerablemente con poblaciones celtas de las provincias de Hispania y de las Galias. Éste fue el nacimiento de Europa y Occidente. A partir de entonces la situación se mantuvo, sin embargo la oligarquía uska y romana fue perdiendo su influencia y poder. Esta situación se precipitó con la expansión mediterránea del Imperio. Después del siglo I d.C, la población uska del conjunto de provincias romanas, ya sólo representaba poco más del treinta por cien. En los siglos siguientes, el imperio comenzaba su decadencia, y se convertía progresivamente en un estado afroasiático. Las leyes que inicial y fundamentalmente, durante la República, defendían el statu quo de la oligarquía usko-mediterránea, ahora durante el afianzamiento del Imperio Romano a través del Mediterráneo, permitían a una aristocracia bien distinta, gobernar importantes partes del Imperio, y posteriormente erigirse como cabeza del mismo. Africanos, sirios y árabes, ocuparon el título de emperador, hecho que se vio favorecido por las leyes, que impusieron estas poderosas y ricas familias afroasiáticas en su aspiración por dominar Roma, mediante el vehículo degenerante del derecho romano, en cuya compilación dio Ulpiano el sirio, muestra de los peores vicios de la cultura romana tardía, ya poco o nada uska y bastante afroasiática, con principios tan nefastos como el machismo, el materialismo y la injusticia social (en todo contrarios a la pureza y justicia de la Pax Romana), que cimentarían y darían comienzo a la horrible y oscura Edad Media de Occidente. Esas leyes también favorecieron que la sangre de los asesinos de Jesucristo se infiltrara por hasta el último rincón del Imperio.
El sentido de casta tan fielmente seguido por los egipcios, en esta ocasión fue completamente desoído, cuando no abiertamente rechazado por los gobernantes romanos. Los emperadores adoptaron hijos sin atender a su casta, y los designaron como herederos, sin necesidad de llevar sangre romana. Estos hechos convirtieron el Imperio cuyo origen fue plenamente occidental y usko, en una civilización enferma y degenerativa, cuyo final ya estaba resuelto. Fue de este modo como del mayor imperio que ha conocido la civilización antigua, surgió la Nada.
A partir del siglo V, los pueblos eslavos y asiáticos sufren una explosión demográfica. Esta situación fue sucediéndose progresivamente a lo largo del milenio anterior, cuando buena parte de Rusia y Oriente Próximo, todavía pertenecía a los uskos escitas, godos, sakas o iberos. El lento pero constante avance de los eslavos y ugrofineses por un lado, y la presión de los asiáticos (turcos, búlgaros, mongoles, hunos, ávaros, etc.) unido a un desplome demográfico de los uskos, que nunca fueron muy numerosos, quizá a consecuencia de una prematura esterilidad de los jinetes escitas acostumbrados a una vida entera montados a caballo, y al desplazamiento masivo que protagonizaron los escitas occidentales (godos, burgundios, sakas o sajones) a la inminente caída del Imperio Romano, hicieron que para el siglo V d.C., la mayor parte de Rusia fuera poblada por eslavos y asiáticos. Esto mismo ya ocurrió con los pueblos semitas en Oriente Próximo, acabando con Uskaria. El parapeto que suponían los pueblos uskos en Rusia y Asia, para la marea humana oriental de túrquicos y mongoles, que se cernía sobre la Europa Oriental, acabó siendo la puerta de entrada y el punto de inflexión que condujo a la división étnica entre europeos occidentales y orientales. La primera etapa acontece en los momentos inmediatos a las migraciones de los godos seguidos de los burgundios y alanos (escitas). El espacio dejado entre la costa de Crimea y el Don, es ocupado por las tribus eslavas y ugrofinesas en su descenso por la cuenca del Dniéper. A este contingente humano se irán uniendo los túrquicos, hunos y mongoles que presionaran a los eslavos y ugrofineses, que además encontrarán vía libre para continuar su marcha hacia el Danubio. Muchas regiones balcánicas, al norte y al sur de la cuenca del Danubio, fueron pobladas por oleadas de eslavos y asiáticos, borrando en muchos casos un origen céltico bien afianzado desde la Edad del Bronce. Con el definitivo despoblamiento usko de la cuenca norte del mar Negro, Occidente pierde una barricada humana de vital importancia contra las recientes explosiones demográficas asiáticas, coincidiendo este hecho con la caída del Imperio Romano.
Otro imperio histórico, el de China, formó una civilización, claramente inspirada en la cultura usko-mesopotámica. Curiosamente es en el contexto geográfico y religioso de las pirámides chinas, donde se encuentran las momias celtas del Tarim de origen escita, prueba indiscutible de la impronta y huella que son capaces de dejar una minoría atlante en un inmenso vacío de civilización asiática.
Siendo una simpleza arrojar la suerte de todo un imperio y con ello el de una civilización a sus gobernantes, son por consiguiente multitud de complejos factores circunstanciales los que determinan su caída. Sin embargo la mayoría de ellos tienen una causa biológica y genética determinante e irreversible. Prueba de ello es que en civilizaciones extintas sin base biológica o genética, no acontece el esperado Renacimiento, dado en Europa occidental al final del Medioevo, y no en Grecia o Egipto.
Históricamente las naciones uskas han formado grandes potencias mundiales, sin embargo ninguna ha podido erigirse permanentemente en superpotencia, pues factores de degradación como los raciales, afectan más profundamente cuanto más grande es una nación, frente a otras potencias menores que le siguen y que son capaces de conservar mejor dicho sustrato racial.
Otra nación que pretendió desarrollar un imperio fue China, sin embargo a lo largo de la historia, nunca podrá comportarse como referente cultural, social, político, filosófico, etc. A pesar de ser un gigante irreductible, es sólo un enorme globo vacío; un continente desgarbado sin contenido. Un solo hombre, un artista, pintor, escultor, filósofo, inventor o descubridor europeo bastaría para deslumbrar toda la historia y el arte asiáticos. Preguntémonos por qué todo el mundo conoce y admira a Picasso, Dalí, etc., y por qué nadie conoce ni admira a los artistas o al arte asiático. Sencillamente porque la religión, la filosofía y la más remota manifestación de arte surge en el mismo contexto geográfico y humano que vio nacer a gran genio artístico, filosófico y cultural europeo. Cuando un asiático toca o crea de sus propias manos algo, su resultado es sencillamente basura sin valor.
Al contrario de lo que pueda pensarse, un imperio, cuanto más extenso y poderoso es, más débil y permeable se muestra ante factores de tipo racial. Este es el elemento que en la mayor gloria y apogeo de una civilización, irá sometiéndola a la decadencia y desaparición. Con el tiempo suficiente y alejados nuevamente del elemento extraño y la influencia extranjera, surgirá el Renacimiento. Éste último, se origina si las condiciones biológicas, permiten una subsistencia del genotipo atlante, como ocurriera en los focos renacentistas italianos de Milán, Toscana, Bolonia, donde mayor sangre uska hay de toda Italia (más del 60 por ciento de haplogrupo R1b, frente a un escaso treinta del sur). Lógico es por otra parte que el Códice Atlántico, mayor símbolo renacentista europeo, se escribiera en Milán, antigua colonia milesiana, fundada por el pueblo de los insubres o insuberos (es decir iberos), y que es la ciudad de mayor frecuencia atlántica de Italia (superior al 70 por ciento de R1b).
Ziga (Navarra), la imagen más pura del alma occidental podemos encontrarla en esta pequeña aldea pirenáica y extensiblemente en cualquier forma de vida occidental y puramente rural. En contraposición la antinatural deformidad estética del cosmopolitismo grisáceo habido en ciudades tales como la villa y corte, despreciada y asqueada por desde el primero hasta el último de los gatos que la habitan. Digo esto quizá por odiar profunda y mediterráneamente el estilo de vida, fisionomía y olor nauseabundo de la capital.
Hoy podemos identificar con relativa facilidad los símbolos occidentales, generalmente relacionados con la vanguardia y la modernidad. Estos iconos fueron en su día tan útiles como los religiosos o políticos.
La globalización, se entiende a menudo como la conversión u occidentalización del mundo. Sin embargo, si buscáramos la autenticidad y esencia de Occidente, no la encontraríamos en una inmensa metrópoli cosmopolita y moderna. Su representación más íntima y fiel, se escondería austera y discretamente en la aldea más perdida, aislada y dejada de la mano de Dios del Pirineo occidental. Es allí donde hallaríamos, el alma encarnada y viviente de lo puramente occidental.
La historia moderna hace repetir en el mundo, el nacimiento de un imperio actual, surgido como todas las grandes metacivilizaciones del genio usko occidental. La declaración de Derechos promovida por los fundadores de la nación americana en 1776, fue enormemente inspirada por la filosofía europea que ya había iniciado signos de una nueva Pax Romana; es decir el despotismo ilustrado y el fenómeno de la Ilustración. Principios de justicia universal, bien común, igualdad, libertad, progreso, independencia, soberanía nacional, república y democracia, etc. eran en suma los ideales que hicieron brotar la versión más actual de la cultura occidental. Eso que fue el auténtico renacer de la civilización moderna, vino de la mano de un imperio alejado de influencias extrañas no occidentales, con una población plenamente uska, como ocurrió durante la República romana, y que posibilitó el surgimiento del genio usko por todos los rincones de las colonias americanas. Los grandes genios americanos hicieron evolucionar y expandir la metacivilización en un contexto de naturalidad y espontaneidad máxima. La situación inversa se dio en el Imperio Egipcio, por falta de aislamiento y reducida magnitud del pueblo usko, en donde sus fuentes raciales en el Mediterráneo oriental fueron reduciéndose progresivamente. En origen también el Imperio Romano se generó aislado y rodeado de sangre uska. En América del norte ocurrió algo similar a la creación de Roma.
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Los fundadores uskos de la metacivilización americana.
En esta situación, aunque costara tiempo y esfuerzos, los EEUU pudieron desbancar a todo el Imperio Británico, el mayor de su tiempo, un siglo y medio después. Sin embargo la lógica que conduciría a la nueva metacivilización y el Imperio Universal usko, se fue agotando y pudriendo en las pocas últimas décadas de nuestra era. Con la caída del bloque soviético, lo natural hubiera sido que EEUU hubiera protagonizado la hegemonía universal de la humanidad, al igual que el Imperio Romano, tras la desaparición del Imperio Cartaginés, y con la consecución de la Pax Romana. Nada de esto ha ocurrido, la degradación y vulnerabilidad de EEUU, es más abrupta hoy que en la época de las colonias y durante todo el siglo XVIII. Su fin es predecible, basta con observar el ejemplo vivo y actual de la ciudad de Detroit. Dicha ciudad, antes conocida como el París americano, se ha adelantado al eclipse final de la metacivilización americana. En su historia reciente podemos observar como la huella dejada por una sociedad uska plenamente desarrollada y avanzada, no encuentra su continuación lógica en el entorno de una población que nada tiene que ver con el genio usko.
Norteamérica, ha caído en el error que cometió España con sus colonias medio milenio atrás, cuando expugnó su sangre mezclándose con la indígena. Ahora el país anglosajón es el paradigma del cosmopolitismo, y en vez de haber hecho que el vecino del sur latinoamericano le imitase, es el sur el que ha acabado por imponer su naturaleza cosmopolita al resto de América, convirtiéndose en el lider moral de la nueva concepción social del dicho continente y del mundo entero.
No ha sido EEUU, el que se ha impuesto al resto de América, tal y como se plasmó en la doctrina Monroe, ni se ha convertido en dueña del continente y líder del mundo, sino que ha sido su inferior y pusilánime vecino, el que lo ha invadido y dominado hasta su su casi extinción, haciéndo desaparecer poco a poco todo lo que de norteamericano (anglosajón) se ha encontrado a su paso.
Los países de origen colonial y multiétnico han logrado el liderazgo de la nueva sociedad global, imponiéndose a aquellos países que poseen esencialmente una sola naturaleza. De este proceso derivará la nueva raza cósmica o de bronce, que pasará por distintas fases de degradación hasta la extinción intelectual del ser humano tal y como lo entendemos hoy día, y la existencia de una sola naturaleza en el universo, la animal.
Hasta el año 1950, Detroit vivió una emergente bonanza económica y un progreso inaudito incluso para una ciudad norteamericana. Sin embargo con el paso de las décadas siguientes, la población detroitina cambió. De un quince por ciento de población afroamericana a mediando de siglo, se pasó al 90 por ciento en la actualidad. La ciudad no supo reconvertir su industria, innovar o afrontar las crisis económicas. Ahora no sólo está arruinada y se ha declarado en quiebra, sino que ha ido perdiendo progresivamente a su población. A mediados de siglo contaba con más de tres millones de habitantes, mayoritariamente uskos, siendo la quinta ciudad de Norteamérica (en Europa sería la segunda metrópolis). En dicha época Detroit era el centro industrial de EEUU, y la mayor fábrica de automóviles del mundo. En la actualidad a penas tiene algo más de seiscientas mil personas, siendo más de quinientas mil de origen africano. Su aspecto lejos de ser el de la ciudad que era conocida como el París americano, es el de una ciudad asolada y abandonada, si nos diéramos un paseo por sus barrios, en muchos distritos parecería que estuviéramos caminando por calles abandonadas por causa de algún cataclismo. En cierto modo ese cataclismo tiene un nombre y es el de la cosmocracia. La ciudad registra los mayores indices de paro, analfabetismo, fracaso escolar, delincuencia y crisis económica de toda norteamérica. En 2013, el ayuntamiento detroitino declaró suspensión de pagos y quiebra técnica. Ahora esta ciudad sencillamente no se sostiene desde ningún punto de vista, no vale para nada, es una cloaca incapaz de ser autosuficiente. Otras grandes ciudades como Nueva York, Chicago, LA, siguen sus pasos, siendo ello el presagio de la caída del ya viejo y carcomido imperio usko americano, como una consecuencia más del sistema cosmocrático. En esas grandes ciudades es donde crece día a día el cáncer de la cosmocracia, con ejemplos como el Bronx en NYC, Las Empacadoras en Chicago, Liberty City en Miami, etc. Las que fueron grandes polis industriales y boyantes del imperio americano son carcomidas por el africanismo y por la superpoblación asiática.
En Hispanoamérica, el contexto humano fue bien distinto. En primer lugar nunca pudo darse una situación de aislamiento y naturalidad uska, pues evidentemente en América existía una base humana bien numerosa y distinta a la uska. Esto no ocurría en Norteamérica, donde los indios eran una población nómada y escasa. Casi desde el descubrimiento mismo de América, en el centro y sur, los conquistadores y colonos europeos, fundamentalmente españoles, se confundieron con las poblaciones autóctonas o colonizadas, salvo excepciones dadas dentro de la oligarquía criolla. Los libertadores americanos, siguiendo su instinto occidental, pues casi todos eran de origen criollo, y un gran número pertenecía a la aristocracia vasca, pretendieron asumir los conceptos que inspiraron la independencia de las invictas colonias norteamericanas. Lo que evidentemente debería haber sido un paraíso para los usko-mediterráneos, como para los usko-atlánticos fue Norteamérica, se convirtió en el único imperio sin fin y sin comienzo.
Simón I y último emperador de América, cuyo imperio no tiene fin ni tampoco comienzo. El frustrado intento de comenzar un imposible por parte de una oligarquía quizá también mestiza.
Simón I y último, emperador de América, cuyo imperio no tiene fin ni tampoco comienzo. El frustrado intento de comenzar un imposible por parte de una oligarquía quizá también mestiza, deja hoy como resultado una América rica en todo menos en lo más importante, el genio usko perdido para siempre.
A todo este fenómeno siempre estuvo ligado un concepto, pero no una base biológica en un contexto espontáneo o natural. Es decir existía una idea de Justicia universal y principios plenamente occidentales listos para ser aplicados y causar los deseados efectos vistos ya en las ex colonias de Norteamérica. Sin embargo no había una población uska pura, aislada y espontánea (es decir sin influencias extrañas) como si ocurría en dichas colonias. Sólo ocasionalmente se encontraban familias de origen criollo que dominaron todo el continente, cimentando y fundando los nuevos países emancipados y surgidos durante dicho proceso histórico.
El ominoso contexto humano en el que se vivieron esos procesos de independencia hispanoamericana imposibilitó la creación de un imperio o metacivilización como sí ocurrió de hecho con sus vecinos del norte. Los uskos de origen criollo y vasco, abrieron el camino para la independencia y la asimilación de los nuevos conceptos revolucionarios, pero la continuación de dicho camino se interrumpió al no encontrar el cauce humano necesario, siendo ya la población latinoamericana una mezcla indistinguible  de elementos africanos, indígenas, asiáticos y europeos. A diferencia de como ocurriría con España, antigua provincia romana, que tras la disolución del Imperio Romano, formó su propio imperio universal hispánico, el americano que se separó de su antigua metrópolis hispánica no pudo levantar nada parecido a un imperio o potencia mundial.
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Agustín de Iturbide o Agustín I de México, otro criollo de origen español que creyó poder hacer un imperio con una corona y un territorio inmenso, pero con una población antagónica a cualquier cosa que suene a imperio.
En dicho contexto el aporte de población uska quedó limitado a las familias criollas de origen español, pues buena parte de los europeos que llegaron de América, lejos de ser del todo uskos, eran italianos del sur o europeos del este (sobre todo a partir del siglo XX), y poco pudieron aportar más de lo que la sangre española dio de sí en el continente americano. A pesar de que la sangre española llegada a América era bastante íntegra, fue enormemente insuficiente y escasa, como para contrarrestar la influencia autóctona y africana. El resultado era más que predecible y aún hoy visible, y fue el de un continente entero sumido en un perpetuo subdesarrollo. Mientras EEUU, superó hace décadas a su antigua metrópoli, no existe ningún país iberoamericano que haya superado en desarrollo, renta per cápita, o nivel de vida a España, que sigue siendo el país de cultura hispánica más desarrollado y rico del mundo, y eso aún sufriendo la peor crisis económica, política y social desde la Guerra Civil. España sigue siendo el país de habla hispana, con mayor PIB, el triple por ejemplo de Argentina, el país más desarrollado de Latinoamérica, y ello a pesar de que España no posee, a diferencia de Argentina, Venezuela, Colombia, etc., petróleo o materias primas de importancia en su territorio o bajo su dominio.
El mestizaje de origen indio, fundamentalmente por parte materna, hace que ninguna nación de Latinoamérica, pueda conseguir una tasa superior al cincuenta por ciento de población uska (paterna y materna). El R1b, es moderadamente alto en los países más desarrollados de Sudamérica, quizá en un máximo del cincuenta por ciento en algunos del Cono Sur, y ello a pesar de que la incidencia de los colonos españoles no fue realmente importante en comparación con la población indígena autóctona y los restos de colonos europeos de los últimos siglos. Sin embargo por parte materna los marcadores considerados como uskos, es decir los perteneciente al haplogrupo H, no llegan en el mejor de los casos ni a la cuarta parte de la población. Este hecho de por sí ya descarta completamente la condición de usko de cualquier país latinoamericano y casi podríamos decir lo mismo de EEUU, cuyo origen por contra sí fue plenamente usko.
La gente nacida en Sudamérica, cuya sangre sea plenamente occidental, habiéndose conservado a lo largo de las generaciones, sólo podría haber asegurado su estirpe uska, saliendo lo más pronto posible del país ibero-americano e instalándose en el país ibero-europeo, (esto si éste último no hubiera sido bastante tocado ya por la cosmocracia). Ahora para todos, la inseguridad racial es la única máxima en cualquier parte del mundo.
El Imperio es la meta de cualquier nación esencialmente uska. Si concluyéramos que un país de segundo orden como España, tan decadente e insignificante en términos de población respecto a otros tanto de fuera como de dentro del continente europeo, y básicamente tan poco protagonista de la política mundial, no tiene ni puede aspirar remotamente a la consolidación de un Imperio, y ni mucho menor revivir ni tan si quiera la cuarta parte de la importancia y protagonismo mundial que tuvo en el siglo XVI, estaríamos diciendo poco más que España y sus naciones y pueblos uskos, están condenados y sentenciados a muerte. La Meta del Imperio (el Metaimperio), es la aspiración natural y trascendente o universal del orden usko, y es por ello que sus naciones no pueden separarse de ella, más que cuando el orden natural o físico se impone y criba de su espacio al universo metafísico de los dioses uskos. Es un hecho sin embargo que la aspiración ideal del imperio universal, no se ha logrado ni consolidado por ninguna de las grandes naciones uskas que han estado cerca de lograrlo. Así, ni Roma, España, Gran Bretaña, EEUU, ni mucho menos Francia, han fundado el imperio planeta definitivo, más que durante un período determinado de la historia. Han sido diversos los motivos por los cuales el metaimperio se ha visto frustrado. En el siguiente apartado analizaremos una de sus causas fundamentales. Terminaremos el presente con la conclusión final de que el metaimperio o imperio universal, aún no habiendo sido alcanzado plenamente, es una idea que reside en el carácter y pensamiento del pueblo usko, y que de no haberse hecho plenamente es por causas evidentemente ajenas al mismo. Abandonar esa idea implica resignarse a la propia extinción de Occidente. Los efectos de la cosmocracia son tan intensos y extensos, que para fundar el imperio del siglo XXI, sería más necesario destruir que crear. Nerón podría haber sido un excelente arquitecto de un imperio moderno. Construir una gran nación occidental hoy día, no implica una tarea reconstructiva o regenerativa sino esencial y básicamente destructiva. Dicho lo cual, ningún imperio debe ser patrimonio de una nación, sino de una raza, o naciones y pueblos que a ella pertenezcan.
En las últimas décadas asistimos a un acelerado proceso de decadencia de la que fuera potencia hegemónica de EEUU. Esto  mismo es perceptible por cualquier analista, aunque en la mayoría de los casos pase inadvertido en momentos favorables para la economía. En el contexto actual se hace más evidente. Probablemente los romanos en las última décadas del Imperio tampoco advirtieron el peligro de su propia extinción como civilización, al no percatarse de ese movimiento; al igual que el hombre tampoco percibe la rotación de la tierra que arrastra al mismo. El detonante del principio del fin, ha sido la cesión o traspaso de buena parte del nivel de vida de la sociedad occidental a otros grupos superpoblados, a través de dos cauces. Por un lado la desposesión de Occidente de recursos energéticos, industriales y materias primas, que han deslocalizado la producción mundial a otras regiones. Por otro la cesión de un mar de tecnología que el mundo de la globalización y la cosmocracia, han convertido en propiedad de nadie y de todos (res nullius).
La que debería haber sido nueva Roma de la era moderna, Nueva York o CM (Cloaca Máxima), es la ciudad que evoca a la que en origen fuera ciudad eberita de York, es decir Eboracum, la ciudad de Constantino. Esta metrópolis no es demasiado diferente a Madrid u otras grandes capitales. Lo que asombra es que la considerada primera ciudad del primer país del mundo, sea una gran cloaca vieja, llena de suciedad y agujereada por todos sitios. Adentrarse en el metro de esta metrópoli es entrar en el tercermundo, y ver más allá de Manhattan corrobora más este pensamiento. E igual ocurre si se visita Chicago, Detroir, LA, Miami, New Orleans, etc. El tercermundo se ha instalado y ha encontrado cobijo en el corazón de la que fuera primera potencia mundial.
Quinta edad: La Decadencia o desertificación. Como ya hemos explicado a lo largo del presente tratado, es una fase que propiamente no acaece en sociedades uskas plenas y libres. Al contrario dicho proceso resulta de sociedades laceradas y depauperadas tanto en su carácter como en su sangre, que o bien han perdido la mayor parte de su identidad, por tanto de sustancia, o bien han perdido su carácter, por tanto expresión. Es evidente que sólo uno de dichos factores es transformable. La sustancia perdida es irrecuperable. La desertificación étnica es un proceso difícil de analizar y predecir, pero conduce inexorablemente al ocaso de una civilización.
El usko mestizo, no es usko, no posee valor de tal, y cuando en el transcurrir del tiempo las generaciones pierden hasta la última gota pura de sangre occidental, su entendimiento no alcanza a saber el porqué de tanta grandeza que dejaron pueblos ya olvidados, y cuyas obras parecen hechas por dioses o seres sobrenaturales. Sencillamente no entiende que fueran sus semejantes, y esa es en cierta manera la realidad.
La raza uska posee la potencialidad de un dios, y sin embargo su sustancia es frágil pues además de ser mortal, es susceptible de agotarse para siempre. El proceso explicado en Egipto, Mesopotamia y Grecia, extinguió su sangre aborigen y puso fin a su civilización y a la antigüedad clásica. Estos ejemplos no sirven ahora para estudiar la etapa de decadencia, pues se estaría propiamente ante un agotamiento o extinción misma. En este sentido cabe decir que es otro tipo de decadencia influida siempre por el elemento alóctono, pero cuyas consecuencias no son ni irreversibles ni extintivas. Así por ejemplo la caída del Imperio de Occidente, se debió a la infiltración del carácter alógeno, en una estructura supranacional ordenada, que no cambió la sustancia de las poblaciones provinciales europeas, y que al contrario, es posible que ese orden impuesto, permitiera a Occidente existir lejos de las expugnaciones y con relativo aislamiento, de otras zonas como el Mediterráneo, que en aquel tiempo eran el foco de comercio y riqueza, por tanto también de flujos demográficos.
El modelo de estructura ordenada en provincias, permitió a pueblos bien distintos desenvolverse con cierta libertad y en paz bajo el poder de un imperio cuya cabeza era Etruria. Esta civilización supo tomar lo mejor de cada uno de los pueblos que dominaba, pero erró en el mantenimiento de la parte más frágil y a la vez poderosa con la que contaba. La fuente que nutría de cultura y genio en Egipto, se extinguió, y también la griega y asiática. A Roma le quedaban pocas fuentes con las que nutrir el vasto imperio. Con la caída de Roma, Europa rompe su ligadura con Oriente y el Mediterráneo asiático, aislándose casi glaciarmente después de dicho proceso. Se puede decir que la civilización primero se desinfla, se agrieta y por último es carcomida y roída. Por más que se trate de justificar por causas diversas y desde distintos puntos de vista históricos, no tiene sentido que lo más poderoso, civilizado, avanzado y humano caiga a plomo de la forma más abrupta, por elementos enormemente pusilánimes (bárbaros). Sólo la causa racial, puede transformar un imperio en la Nada, tal y como le ocurrió al Imperio Romano.
Dicho imperio institucionaliza la iglesia cristiana en un período de decadencia como última forma de controlar los desórdenes y el caos creciente. Con un sólo dios, dejan de existir los dioses héroes atlantes de la mitología clásica. El origen de la Iglesia Católica es un agónico y último intento de ordenar el imperio y su imparable caída. Este hecho influyó en el carácter piadoso pusilánime y decadente en origen del cristianismo, que muy al contrario fue en su concepción una religión exultante, grandiosa y enérgica.
En Europa surge una nueva sociedad, que sin embargo no se considera novedosa y recuerda bastante al origen de otras civilizaciones vetustas como la surgida de las polis egipcias, griegas o mesopotámicas. Para el estudio del siguiente tema, nos centraremos por tanto en la Europa medieval surgida de la desintegración de Occidente. La decadencia surge entonces en un contexto occidental, por tanto la cultura romana queda conservada en dicho entorno, depauperándose y desapareciendo progresivamente en el resto. Durante su vida Roma, fue, es y seguirá siendo sólo romana, naciendo, consolidándose, y renaciendo en distintos momentos de la historia pero siempre dentro del mismo contexto étnico del romano etrusco. Sobra mentar que el resto de la Roma bizantina superviviente, pronto se reveló como un estado asiático sin cultura ni poder. El resto del civilizado Mare Nostrum, inundado de pueblos afroasiáticos, otrora cuna de la Civilización, ya no será más que un refugio de piratas.
El proceso vivido en Occidente mantuvo en relativa calma las provincias romanas. Esto favoreció en ellas cierto aislamiento de la estructura de poder, que pasó a manos africanas y asiáticas. Ese mantenido alejamiento y cada vez más intenso desinterés mutuo entre las provincias romanas occidentales y el poder de Roma, creció en el Bajo Imperio. La cultura siria y norteafricana se hicieron intensas, y la mano del usko fue reemplazada en el poder por la mano del fariseo.
En parte la romanización fue más una causa de debilitamiento, que un arma de expansión y afianzamiento de poder. La Constitutio Antoniana, universalizó Roma a todos los niveles y contextos, siendo tan romano un sirio o libanés, que un romano latino. Esto sería algo similar a concederle a un talibán la ciudadanía europea.
Tanto el proceso de romanización vivido en el desarrollo de Roma, como el de hispanización con la expansión planetaria española, fueron hechos que corroyeron y pudrieron sendos imperios. El antiguo sentido del ciudadano romano, se fundamentaba en la distinción en cierta forma elitista y discriminatoria. Con la extensión de dicho concepto aparece inevitablemente la vulgarización y depreciación del mismo. Dicho fenómeno se repitió en el Imperio Español, pues de nuevo el concepto hispánico y latino se depreció enormemente cuando el mestizaje y la cultura hispana se apoderó de millones de seres no uskos.
La situación de Europa Occidental, sufrida a partir de la Edad Media, dejó claro el aislamiento que se vivió en las últimas espatas del Imperio, donde la nueva y naciente cultura occidental cada vez viajaba más sola y alejada del resto de la contaminada Roma asiática.
Antes de la Edad Media los conceptos culturales o filosóficos avanzados, se circunscribían exclusivamente al ámbito occidental o uskomediterráneo (que en la antigüedad clásica abarcaba un amplio margen del Mediterráneo oriental y zonas de gran importancia para la cultura y filosofía como Grecia), siendo igual o más bárbaro el mundo afroasiático que el de los bárbaros o eslavos. Tras la caída del Imperio Romano, no hizo falta que nadie otorgara a Occidente el papel de heredera legítima de la cultura clásica, pues era sangre de la sangre de Roma, y en poco tiempo se manifestaría como tal.
Es sorprendente como en el Medievo proliferaron los estilos artísticos, (románico, gótico, clásico), en contraste con el decrepito Imperio Bizantino o el resto del Mediterráneo afroasiático, donde la cultura y los fenómenos artísticos o filosóficos tal y como se conocieron y vivieron en el entorno uskomediterráneo antiguo, sencillamente brillaban por su ausencia.
En Iberia se vivió un proceso complejo, iniciado en Guadalete con la invasión del Imperio de Damasco. La rápida conquista musulmana se debió principalmente a una situación de despoblamiento existente ya en época romana y agravado durante las invasiones bárbaras y en época visigoda, en donde en apenas veinticinco años, desde Ervigio a Rodrigo, se llegó a perder un tercio de la población peninsular, en medio de una crisis demográfica sin precedente, debido a las pestes y enfermedades constantes. Dicha situación sería heredada posteriormente por los reinos cristianos quienes otorgarían cartas pueblas o de repoblamiento para extender las fronteras de sus despoblados territorios. A esto se uniría la rápida conquista de los centros de poder visigodo, y por tanto la caída del poder central que precipitó la capitulación de varias ciudades vacías de poder. En consecuencia unos pocos bereberes pudieron en pocas décadas extender el dominio musulmán.
Fue en Iberia donde aconteció el primer renacimiento cultural de Occidente, pero evidentemente no fue obra de los árabes, sino de los muladíes (cristianos o hispanorromanos convertidos al islam). Aclaramos que por entonces en Iberia existían básicamente dos grupos, distinguidos por su confesión. Uno era el de los cristianos viejos (ejército de liberación), pobladores autóctonos y visigodos refugiados en los núcleos de resistencia cristianos en el norte de la Península (Marca Cántabra y Marca Hispánica). El otro grupo era el de los muladíes, que eran la población autóctona ibérica o hispanorromana, asentada bajo dominio de Damasco, que para recibir privilegios o no ser perseguidos se convirtieron al islam, e incluso cambiaron su apellido adaptándolo al árabe (ejemplo de ello la familia Banu Qasi, descendientes del conde Casio). Ambos grupos pertenecían a la misma raza de iberos o celtíberos uskos, que practicaba confesiones religiosas distintas. Luego existían grupos minoritarios de judíos, numerosos sobre todo en el sur y bereberes militares (ejército de ocupación), éstos últimos residuales o poco significantes en el acervo genético español.
La decadencia tocó fondo cuando tras un período de inestabilidad, los territorios transfronterizos pudieron pacificarse y estabilizarse. La escasez tanto de recursos como de territorio y población que sufrieron los territorios cristianos del norte, mantuvo a éstos en una situación de inferioridad y acorralamiento, que sin embargo y de manera lenta aunque constante fue revertiéndose. Los uskos del norte florecieron cuando en plena Edad Media pudieron imponerse a los invasores del sur, liberando a los muladíes o iberos conversos.
Es curioso como el Renacimiento, empieza con la reconquista definitiva de la Península Ibérica, y sin embargo en ninguna parte de África o Asia, volvería a florecer cultura como la andalusí de Occidente. Se puede decir que el Renacimiento Andalusí continuó pero no marchó a ninguna parte, sino que permaneció en Occidente ahora como Renacimiento cristiano y humanista.
El período de reconquista cristiana en la Península Ibérica, paradigma de la guerra racial, fue el proceso bélico oficial más largo de la historia de la humanidad, con una duración de siete siglos. Del mismo surgieron los primeros estados cristianos modernos. Autrigonia, se expandiría formando el reino de León; y Marca Hispánica o marquesado de Gothia, formaría el reino de Aragón. Formalmente el reino de Pamplona nunca fue un dominio, sino un estado pactado con los muladíes de origen godo de la familia Banu Qasi o Casia. Los condados catalanes, que fueron refugio de los godos, se formarían gracias al auspicio del Sacro Imperio Franco, que conduciría a la fundación de la marca o ducado de Gothia, contribuyendo al afianzamiento del primer estado catalán.
La germanización de la Península Ibérica tras las invasiones bárbaras suevas, vándalas, asdingas, silingas y sobre todo con la consolidación visigótica, se debió a un fenómeno cultural o religioso similar al que aconteció en la Hispania musulmana con familias hispanorromanas e hispanogodas convertidas al islam. Los uskos Pelayo y Wifredo, adoptaron como el resto de hispanorromanos, nombres y costumbres godas, así encontramos la mayoría de nombres y apellidos hispanos de origen godo o germánico como Guzmán, Ramírez, Bermúdez, Mendez, Martín/ez, Gonzalo/ez, Lopez, Fernández, Sánchez, Suñer, etc. Sin embargo los godos fueron distinguidos del resto como occidentales, es decir visigodos, pues se entendía que ellos eran los iberos o uskos de occidente germanizados, sobre todo en Cataluña, donde toda su aristocracia de origen godo occidental, asentada en la Gothia o marquesado de Godos, formó junto con los francos un importante núcleo de influencia y mantenimiento cultural germánico a lo largo de la Reconquista cristiana. Así multitud de palabras del idioma catalán provienen del germánico antiguo como blau (azul). También es curioso como el gótico coincide casi más con la estructura y palabras de la lengua euskera que con las lenguas germánicas, así la palabra PADRE en euskera AITA y en gótico ATTA, o GUDUR-GUDUA que significa batalla (probablemente se traten de vestigios uskos de los antiguos pueblos escitas, antepasados de los visigodos y sajones). Sin embargo es cierto que la huella genética escandinava o eslava que en su origen pudieran tener los godos prerromanos no dejó más que el mismo e insignificante residual rastro que el dejado por los árabes invasores. A ello se añade que los godos y visigodos eran de procedencia escita, la misma estirpe cimeria de los sakai o sajones, hecho al que ya apuntara hace casi quinientos años el historiador Julián del Castillo. Por tanto su linaje era R1b, y representaban a aquellos antiguos pueblos uskos que se expandieron y se asentaron en la Europa danubiana y que finalmente acabaron por desmembrar el Imperio Romano . Es por ello que la Reconquista fue protagonizada por el pueblo usko con una más o menos intensa influencia cultural y religiosa germánica, debido al contexto medieval y el poder del Sacro Imperio. Tras el parón de Poitiers, y durante el constante avance cristiano, los antiguos reinos pirenaicos, devolverían a los invasores al lugar de donde nunca debieron salir, África
Antes de estos procesos, se vivieron en la antiguedad otros fenómenos etnológicos y culturales que se remontan a las influencias griega y púnico-fenicia, durante los primeros contactos comerciales con las civlizaciones ibéricas. La conquista romana supone sin embargo un cambio sustancial en la situación de los pueblos iberos. La romanización supuso la sustitución paulatina de una cultura uska más antigua y pura por otra cultura uska más moderna y con distintos elementos tráidos del Mediterráneo, adquiridos en una serie de etapas de gran permeabilidad de la civilización romana. Por contra los pueblos del centro y norte de la Península, eran los uskos más puros racial y culturamente que existían en el mundo. La cultura más permeable, por ser también más elemental, se contaminó con la cultura menos íntegra, que mediante la dirección del organismo imperial se propuso el fin de civilizar aquello que consideraba distinto y a la vez inferior. Por este argumento político, esa diferencia, era tomada con desprecio y rechazo. No consideraban a las culturas iberas como la madre de todas las raíces de los pueblos uskos, y por tanto el legado histórico irrepetible y matriz de su propia cultura. A contrario de esto, los autores latinos, consideraban generalmente a los iberos del norte y del centro, a los que denominaban celtiberos, como un pueblo salvaje y agresivo. A ello se unió la idea ya presente en estos autores de que la cultura celtibera era mixta y sin valor apreciable. Esta consideración obedecía al estímulo político que defendía la conquista como medio civilizador del bárbaro galo o galo iberizado. Sin embargo fuera del prejuicio político, la realidad dejó como testimonio una profunda admiración del romano por el pueblo ibero al que pertenecieron sus antepasados. Admiraban la devoción militar ibérica, representada en la devotio y la clientela, instituciones que los romanos copiaron de los iberos. También copiaron sus gestos, el saludo, la salutatio ibérica, que después usaron los fascistas de Mussolini, e incluso la moda en el vestir y peinarse de las mujeres iberas fueron asumidas por la aristocracia romana.
Dicho lo cual los más destacados historiadores romanos se empezaban a congraciar con la cultura fenicia y asiática, con la que además en buena medida compartían lazos de sangre, y ni entendían ni podían apreciar una cultura tan pura, diferente e íntegra como la ibera.
La romanización por su alcance y profundidad, puede ser considerada como una catástrofe histórica incalculable, pues supuso la muerte cultural de la madre de todas las civilizaciones. Aún así siempre preferible esto a la muerte racial, pues el genio racialmente sano, crece y hace crecer la cultura aunque no sea la propia.
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El Renacimiento. El Renacimiento es una etapa condicional ocurrida en pocos periodos de la historia. En ellos acontece un último intento de resucirtar una civilización ahogada. El resultado puede ser fallido y conducir a la desaparición inexorable de todo cuanto fueron los signos distintivos de civilización, o bien resucitar al moribundo solitario que sana y surge más duro y fortalecido.
La situación vivida en Sumeria o Uskaria, fue un proceso lo suficientemente largo como para protagonizar varios intentos de resucitar a la enferma civilización mesopotámica. Una agonía prolongada, producida por el colapso humano de las razas del desierto, estranguló al exangüe pueblo eberita.
Uno de los caracteres comunes con el pueblo hermano cimerio y escita, es tanto la escasez progresiva del número de uskos, cada vez más acorralados por los pueblos indígenas asiáticos, y la poca fertilidad, que ha sido una de las lacras constantes a lo largo del devenir histórico de los uskarios en su afianzamiento en Asia y el Cáucaso. Conocido era este problema en Escitia, donde los guerreros padecían esterilidad prematura, agudizada por mantenerse buena parte de su vida montados a caballo. Estos hechos junto a la escasez de varones fruto de la guerra, condujo en muchas ocasiones a una tasa de mortandad masculina abrupta que forzó a la poligina, para compensar y evitar así la sangrante pérdida de población. De no se por la ausencia de fuentes de sangre virgen uska cercana, y por la constante presión de los pueblos túrquicos, hunos, mongoles, etc., Escitia, imperio que abarcó más de seis mil kilómetros (la cuenca eslava del Danubio, una parte de Ucrania, partes de Rusia, Cáucaso, las repúblicas túrquicas, Irán, Siberia y Manchuria) se hubiera convertido en la nación más poderosa del mundo, en un nuevo imperio romano usko, erigido en el corazón de Asia. Escitia es uno de los claros ejemplos que da la Antigüedad de que el elemento más destructivo de la formación de las grandes civilizaciones viene de la mano no de acontecimientos climáticos o cataclíptitcos, sino de masivos procesos migratorios humanos. Los mismos hechos históricos que acabaron por convertir para siempre Asia en la antítesis cultural, filosófica y humana de Occidente.
En el ocaso final de Uskaria, los últimos vestigios sumerios intentaron un renacer histórico durante la Tercera Dinastía. El centro del tal intento fue Ur, la principal y ya única escasa fuente de sangre uska, por entonces duramente castigada por la sangre extranjera. Este período de hace más de tres mil años, surgió tras la caída del imperio acadio, formado por tribus invasoras semíticas, que dejaron una civilización medio hacer, tan sólo mantenida por la oligarquía sumeria que por conveniencia juró lealtad al nuevo régimen impuesto. Tras la caída del imperio acadio, las ciudades sumerias se liberaron del poder semita, y Ur protagonizó una nueva era encaminada a continuar el curso lógico de una gran civilización, y formar su propio imperio. Una de las medidas que adoptaron a consecuencia de la cada vez mayor escasez de su pueblo, y para ganar estabilidad, fue la de integrar a los invasores de los acadios (que como éstos, también eran semitas), dentro del territorio sumerio. La ansiada liberación del semita invasor, no se produciría en realidad nunca, pues su sangre corría ya por buena parte de la población mesopotámica. El complejo proceso de recuperación y restauración de una civilización como la sumeria, no contó con su principal elemento de salvaguarda, una reserva de sangre uska viva, revitalizada y aislada. La caída política de las polis unidas de Uskaria, no supuso un abrupto cambio o una catástrofe histórica como aconteció en la caída del Imperio Romano. La destrucción de la base genética y humana de la raza uska ya había acontecido antes de esto, y por ello el modo de vida también fue progresivamente cambiando de la civilización a la barbarie o el indigenismo.
En ese punto de inflexión los uskarios, en parte ya una oligarquíá mestiza, intentaron producir un Renacimiento. Sin embargo en ese momento lo propio para revivir la civilización, hubiera sido destruir y no crear, acabando en primer lugar con todas las raíces mestizas próximas tanto de dentro como de fuera de Sumeria, reemplazando la constitución política por una constitución racial. En los momento anteriores a la agonía de un imperio, la civilización se descompone desde dentro, padeciendo la causa y tragedia del ocaso en su propio seno. La muerte de la civilización, no es más que el agotamiento de todas las generaciones que participaron en su creación y afianzamiento. Si una oligarquía descendiente de estos fundadores, logra restituirse en el poder, su única opción regenerativa es fundamentarse en el principio creador de la destrucción, acabando con todo lo que es extraño a la civilización original.
Además de varios intentos frustrados de mantener o rescatar una civilización, muchos de ellos protagonizados en Asia o en el este de Europa, la Historia también nos muestra ejemplos, más escasos de renacimiento alcanzado con cierto éxito y gloria. El Imperio Romano no pudo vivir su propio renacer en el Imperio Romano de Oriente, por idénticas circunstancias dadas en los procesos vividos con los imperios formados en Mesopotamia, Grecia o Egipto. El imperio de Constantino, no era ni Imperio, ni Romano, era sencillamente Bizancio, un estado que no vivió otra cosa que la decadencia, sirviéndo si acaso de frágil parapeto a la imparable marea asiática. Distinta hubiera sido su circunstancia, de haber podido apoyarse en una floreciente y revitalizada cultura helénica, sustentada por los pueblos protagonistas de la Grecia Clásica. Cuando Heraclio, orienta todo el Imperio a la cultura e influencia griega, identificándolo como tal y desmarcándolo de lo que nunca fue, es decir romano, lo hace en un intento de que el genio cultural y militar griego actúe como lo hizo el talento inmenso de Roma en su apogeo máximo. Creyéndo por último que mirar a Grecia, era el equivalente a rescatar lo último de civilizado que quedaba en el asolado mundo de bárbaros de la primera etapa de la Edad Media. Algo de esto también hicieron los estados medievales que intentaron protagonizar un rescate del Imperio Romano de Occidente, como el Carolingio o el Sacro Imperio Romano. Para resucitar al muerto, se debe conocer y vivir como él lo hacía. En Bizancio del muerto ya no quedaban ni los restos, tan sólo el leve recuerdo de la sabiduría legada por los maestros griegos. Los pueblos que se fueron formando en Grecia durante este período ya no tenían mucho que ver con la antigua Grecia. A partir de este momento no existe en todo el Mediterráneo oriental ni una sóla fuente de sangre uska virgen que pudiera revitalizar el mundo clásico y levantarlo hacia la gloria del Renacimiento, que sí se pudo dar en toda Europa Occidental tras la Edad Media. La diferencia de porqué sí en Occidente y nunca más en Oriente, se puede observar en las distintas fuentes que nutrieron ambas regiones. Donde no se revitalizó la sangre uska nunca más se levantó un imperio civilizado.
A partir de la Edad Moderna, surge el Renacimiento filosófico, cultural y científico europeo, algo que ocurre precisamente en una época de notable detrimento de los pueblos uskos antiguos que un día fueron abundantes en regiones del este de Europa y Asia. El mapa étnico de los uskos cambia y se desplaza hacia una línea situada a miles de kilómetros de los Urales, en donde un dia pudieron verse colonias uskaritas. Ahora esa línea se encuentra en el origen del Danubio, siendo desde ahí hasta el Atlántico, lo que definimos como Europa occidental o básicamente Europa.
El Renacimiento analizado en la Antiguedad, necesitó de varios elementos que se dieron en un determinado momento. Sin embargo el fundamental que impulsa tal acontecimiento no formaría ya parte del Medio Oriente, de Egipto o Grecia nunca más.
En Europa este proceso requirió igualmente varios elementos, además de la indispensable condición étnica, que fue su energía potencial. Tras una civilización decadente, deviene un retroceso hasta el estado natural de la sociedad. Una situación semitribal, basada en la polis o núcleo básico de población normalmente aislada. Este punto como ya hemos analizado no siempre acontece por un cataclismo. De hecho son muchos los historiadores y tratadistas clásicos los que atribuyen dicho elemento catástrofico a la causa directa del hundimiento de las grandes naciones. Por ejemplo la caída del Imperio Romano, históricamente atribuída a las invasiones bárbaras, cuyo acontecimiento histórico coincide con la desaparición formal de dicho imperio. Sin embargo la civilización latina hacia ya mucho más tiempo que sufría un proceso lento y largo de decadencia. El hecho de que fuera barrida por hordas de bárbaros no hace más que confirmar que Roma ya no era capaz ni si qiera de poder defender y manterner la Pax Romana anterior y sus propias fronteras. Lo mismo le ocurre a Sumeria con los acadios y las tribus bárbaras de Arabia. Cuando una gran civilización occidental, plantada allí donde por destino el pueblo usko se establece y afianza, decae, no lo hace por ninguna fuerza exterior, sino por debilidad propia.
Los requisitos necesarios para el renacimiento tras los procesos de colapso de una gran civilización, son en primer lugar las bases materiales de un gran poder anterior. Por tanto han de seguir conservando las estructuras de estado y modelo de un imperio (burócratas, aristócratas, sociedad civilizada, instituciones y organismos, sistema monetario, etc.). Ha de existir una cierta continuidad y creencia de sucesión con respecto a ese pasado imperial que es tomado como ejemplo añorado. La inseguridad, la pérdida de un mercado avanzado, mercantilismo, economía desarrollada, riqueza y bienestar en general, desarrollos técnicos requeridos para grandes estructuras y una mayor población avanzada, son elementos que se pierden fácilmente en el proceso de decadencia de las civilizaciones. Sin embargo un Renacimiento es un proceso más corto y normalmente más seguro (aunque más complejo) que el proceso necesario para desarrollar una gran civilización totalmente nueva. A los requisitos mencionados, se añade uno más que consolida el proceso definitivamente. La base social y racial, es según todo lo analizado, un elemento que afianza el renacimiento de una civilización apagada. Es en sí la mecha del explosivo que da comienzo en el caso del renacimiento europeo, al ímpetu de un proceso ininterrumpido a lo largo de los siglos.
El Renacimiento por todo lo anterior, da comienzo bien a la desaparición definitiva de una civilización, como consecuencia de un renacer frustrado (esto siempre que no hay base étnica occidental o uska); bien a un renacer fortalecido e imparable, si se dan todas las condiciones anteriormente citadas, y básicamente las que corresponde a los requisitos raciales. En Europa dándose esta circunstancia última de manera extensa e intensa, se pudo reforzar el incio renacentista desde varios puntos o fuentes distintas. Así en Europa durante los siglos XIII y XIV, se fueron asentando las bases primeras de dicho proceso. El incremento de la establidad y la paz, la creación de nuevos y grandes estados o reinos (Castilla, Aragón, Inglaterra, Portugal, Francia), desarrollo científico y económico, mercantilismo, incremento y avance social (sociedad cada vez más diversa y compleja), etc. Para el siglo XV, el Renacimiento ya era una evidencia en Europa occidental. Los focos o fuentes diversas que contribuyeron y afianzaron dicho proceso son entre otros:
  • En primer lugar que se encendiera una primera mecha para el impulso renacentista en lo que se conoce como la era de los descubrimientos. Este hecho histórico no sólo daría el impulso necesario para el resurgir de la civilización occidental, sino que se alargó el tiempo suficiente para afianzarlo, consolidarlo y llevarlo a otra nueva era, la de la revolución científica e industrial, que daría comienzo a la sociedad moderna. La primera señal de gran civilización, la dió esta Era de los descubrimientos, dominada principal y esencialmente por Castilla (España) y Portugal, sobre todo durante las primeras fases (siglos XV y XVI). En este momento, la sociedad occidental, se hace más compleja, los estados empiezan a ser lo suficientemente grandes como para aumentar y desarrollar la complejidad creciente de sus necesidades. Así van siendo recuperadas las estructuras perdidas durante la caída de la civilización anterior. El mercantilismo, economía desarrollada, bienestar, etc., prácticamente ausentes y primitivas durante la Edad Media, ahora van siendo cada vez más demandadas y requeridas por la nueva sociedad moderna. En consecuencia la búsqueda de nuevos mercados y materias primas, empujaron a la primera era colonial. España y Portugal exploraron, cartografiaron y conquistaron buena parte de los continentes y océanos, en un proceso lo suficientemente largo como para dar a luz al que fue el primer imperio planetario o mundial, el hispánico.
  • En segundo lugar aconteció un Renacimiento cultural, filosófico y científico, que supuso toda una revolución respecto a la Edad Media, surgido también en una región intensamente uskomediterránea (norte de Italia, Florencia, Milán). A partir de entonces Europa empieza a resucitar el genio clásico grecolatino. Surge así el genio universal, (Miguel Ángel, Leonardo da Vinci, Cervantes, Shakespeare, etc.), y la presencia renacentista se hace intensa en Europa occidental (Flandes, España, Inglaterra, Francia) a lo largo de los siglos XV y XVI, mientras al mismo tiempo las potencias coloniales conquistaban y descubrían el resto del mundo.


 II El testamento de Occidente.
                                                          La degeneración de Occidente.
Históricamente Occidente, se relaciona con una región económica, geográfica y política identificada con una serie de valores, también religiosos. En la actualidad el concepto está relacionado con el conocido fenómeno de la globalización, degenerado posteriormente en la cosmocracia. Occidente se ha universalizado al punto de identificarse con la naturaleza y valor social del ser humano.
Desde un punto de vista filosófico y religioso este concepto humanista, en el cual se asienta toda la civilización, no existe en otras religiones no cristianas. Por ejemplo en la religión anticristiana o judía, dios, no es padre, sino señor creador o amo de su pueblo. Queda así el judío sometido a unas leyes o mandamientos invariables e inamovibles bajo ninguna excusa posible ordenadas por dios, que asfixia cualquier búsqueda subjetiva de la verdad. La actividad filosófica de los judíos es inexistente, para hallarla nos tendríamos que remitir a aquellos que renegaron de su religión, a los panteístas y a los ateos. Toda la religión judía, se basa en ese principio de mandato y obediencia pura. Las relaciones posibles son las de obediencia o castigo, no existen conceptos como los que se reflejan en los carismas trinitarios, ni la más mínima participación en la divinidad, actividad teológica o mística alguna.
En la cultura mahometana se incluyen además de la anterior relación amo y señor, (obediencia absoluta, “no comer, no hacer, o hacer,” etc.) el reflejo de frustraciones y vicios propios de sociedades eternamente infelices o angustiadas. Esa misma angustia perpetuada a lo largo de generaciones, ha formado un carisma y carácter en esta humanidad, de tranquilidad y acomodo a lo injusto y lo bárbaro. Una tranquilidad que se rompe de vez en cuando en una violenta búsqueda de algo que les quite de encima la injusticia de sus lacras sociales y que sin embargo no es más que un eterno círculo vicioso que les vuelve todavía más bárbaros e irracionales.
La realidad de su sociedad, se asienta sobre la religión, que es lo único que les diferencia o da un rasgo distintivo más elevado que ellos mismos. Esto ocurre a diferencia del cristianismo humanista, donde no es dios, sino el hombre el centro y protagonista de la creación, como ser de omnisciencia inherente, capaz de convertirse en un dios como su antecesor, elevado a los cielos junto al Padre, destinado a ser el señor absoluto de su reino eterno. Es dios quien ha demostrado su infinito amor al insignificante hombre, dando su propia vida por él. Esto es impensable para un judío o mahometano. Su dios no es el cristiano, pues el suyo castiga o premia como a esclavos o súbditos (siervos). Éstos quedan relegados del protagonismo de la creación, son criaturas en una situación vertical o de jerarquía feudal, en el cual uno manda y los otros obedecen o son castigados. No es un dios humano, sino sobrehumano y antinatural. Sin embargo este carácter que ha degenerado en las sociedades de tradición musulmana y/o judía, no puede en modo alguno cambiarse, pues ese dogma es reflejo de su naturaleza.
Los occidentales tenemos la civilización entera como nuestro sello universal dejado a la historia. El mundo nos pertenece por entero, todo lo civilizado del mismo es obra nuestra. El occidental ha podido separar el envoltorio y la contaminación religiosa, de los principios morales cristianos (occidentales). No dependen de una religión o de un dogma de fe y sin embargo son inmutables y universales. Además existían antes en la cultura y civilización occidental (greco-latina), antes incluso de Jesucristo. Dicha filosofía se reforzó o afianzó con el fenómeno religioso cristiano, que le dotó carácter metafísico. Posteriormente no es que se desligara el fenómeno cristiano de lo que entendíamos como su base o dogma, sino que el dogma o base realmente se descubrió así mismo como un mero soporte ya innecesario.
El judío o mahometano no ha ligado esos principios a la religión como soporte, y por consiguiente tampoco los ha podido separar de lo religioso. El resultado de sus valores, es decir el fenómeno religioso en sí, proviene de sentimientos de profunda infelicidad(temor, odio frustrado, profunda infravaloración, inmadurez colectiva). Todo ello es reflejado en las tristes mezquitas y sinagogas, llenas no de espíritu sino de fe ciega y fundamentalismo. El verdadero opio del pueblo, en el sentido que le dio Marx, viene de esta concepción del ser humano y su abnegación al sacrificio fundamentalista. La fe ciega y el fundamentalismo puede dar la fortaleza de espíritu necesaria a un pueblo de nula autoestima. Es la droga o veneno que estimula y remueve el fuego y la sangre, pero que destruye la razón, la justicia y la libertad.
Uno de los grandes símbolos del esplendor de una civilización, es su arte. En ocasiones el arte refleja el amor o consideración del pueblo sobre su civilización y belleza. Otras veces representa el grito o llanto por la ruina de un pueblo, destruido por la incivilización. En cualquier caso, por la gloria y hermosura de la civilización o por la añoranza de su pérdida, el amor es el que genera dichas obras y nos muestra el sentir de los pueblos. Si observamos el arte podemos apreciar como entendían y consideraban su mundo quienes lo habitaban. Un carácter más metafísico, , nos muestra unas mentes inseguras o por el contrario, más humanista, un coraje o carácter positivo. La innovación por otro lado imprime carácter y es síntoma de identidad e inteligencia.
En un entorno hostil, nuestra naturaleza invariable choca y hace que nazcan sentimientos defensivos (póngase como ejemplo el 2 de mayo, el motín de Esquilache de 1766, el levantamiento cantonalista, las guerras carlistas en contra del centralismo uniformista, la guerra de independencia americana o la Revolución Francesa). Ese mismo carácter de lucha lo vemos actualmente en las numerosas protestas que suceden por toda Europa. El mismo sentimiento parece provocar los acontecimientos surgidos en el África mediterránea. Sin embargo tanto las formas como los objetivos son totalmente distintos. Cuando el africano saca el coraje suficiente para apartarse del mundo incivilizado, o bien es tachado de traidor, o con el tiempo se arrepiente y empieza a echar de menos su nostálgica sinrazón. Observemos realmente a los pocos africanos que pretenden cambios a favor de la libertad, y o bien están sobradamente occidentalizados, o por su sangre corre, aunque residualmente sangre occidental. Por el contrario cuando encontramos un sistema tiránico en Occidente, su protagonista o es un loco, o seguro que en él, está más o menos presente el sello africano o asiático (sirva como ejemplo Napoleón Bonaparte o el dictador Franco) o ambas cosas. Por el contrario el occidental cuando se da cuenta de su barbarie, repudia para siempre la violencia, pero nunca se aparta de su objetivo en la búsqueda de esa libertad (póngase como ejemplo la transición española).
Cuando el occidental se desvía del canon impuesto social o legalmente, lo hace por lo general movido por una situación injusta y a favor de la razón y la libertad. Cuando lo hace el semita o africano, por lo general es para burlar la justicia en beneficio propio, y es capaz de consentir ante sus ojos hasta la peor de las injusticias sin pestañear (póngase como ejemplo los interminables crímenes de los judíos contra sus hermanos palestinos, y los de éstos contra los judíos). Sin mediación occidental (más bien intervención armada) los  conflictos se eternizan hasta en los casos más activos y crudos (véase Siria, Egipto, Palestina).
Otra amenaza importante no sólo a Occidente, sino a la Paz mundial, es el islam. El problema no radica en el fenómeno religioso en sí. También en el catolicismo, y en su nombre, se han cometido y dicho barbaridades, no hay más que leer a San Pablo, o descubrir la corrupción perpetua de la llamada Santa Sede vaticana. En casi todas las religiones, se han acogido en algún momento doctrinas que han mostrado un lado realmente sórdido y oscuro. El problema del Islam, no es el Islam, sino los pueblos que lo practican. Si los occidentales, fueran los únicos islamistas en el mundo, el problema no existiría. Al igual que pasó con las atrocidades del catolicismo y sus versiones protestantes, la mente occidental, hubiera vencido al miedo y la injusticia, y el Hombre se hubiera vuelto a colocar en el centro del universo, como parte de dios y no su siervo.
El riesgo para occidente, es la base racial islámica, formada por una mezcla de pueblos asiáticos y africanos, cuyo carácter dará muestras inmensas de crueldad y atrocidad en grado máximo.
Para entender mejor qué es ser occidental, primero nos imaginaremos que de golpe desaparece la raza occidental del mundo. Europa, quedaría como un continente enteramente eslavo y laponoide, lleno de caras anchas. Sería normal encontrar en Asia, el reducto último de lo que de civilización heredaron o copiaron de Occidente. Los asiáticos tienen el carácter suficientemente conservador y la inteligencia, como para contener y conservar el saber universal, protagonizando el dominio del mundo, que en cierta manera ya ha empezado (obsérvese el neocolonialismo chino en África). Este mundo de nuevo se congelaría, se pararía sin más, falto de creatividad y verdadera inventiva. La falta absoluta del carácter, coraje, inspiración y creatividad propia de Occidente, dejaría el mundo parado perennemente en el estado dejado por el occidental, como le ocurrió a la civilización egipcia o mesopotámica. China, por su falta total de coraje y política de no intervención, dejaría al mundo asolado por la barbarie y el subdesarrollo económico y social. En unas pocas décadas un apocalipsis futurista y una gran falta de humanización volverían a ligar al mundo con el abismo del fanatismo religioso, y la razón, dejaría de regir a la humanidad.
Si consideramos a la humanidad como un solo organismo, Occidente sería la cabeza. La raza occidental inventa, sueña, crea, y su capacidad creativa le da la forma perfecta e inmortal a todas sus obras. Es capaz de soñar y crear obras perfectas y completas, desde las más sencillas a las más complejas. Fue el usko, el que creó la electricidad, las energías renovables, los medios de transporte (tren, automóvil, avión, etc.), de comunicación,  internet, satélites, cohetes, teléfono y demás comunicaciones, el cine, la televisión, la robotización industrial, la ciencia, la medicina moderna, etc. Sólo él es capaz de progresar constantemente. Nunca se verá al eberita copiando o sustrayendo inteligencia a otro pueblo, puesto que su raza lo ha destinado a ser un dios del saber. Es curioso, como si nos ponemos a pensar en cualquier invento trascendental y verdaderamente importante para nuestra vida, siempre detrás de él se encuentra un occidental.
Podría existir un mundo únicamente de uskos puros, más no se sostiene lo inverso, y un mundo sin humanidad occidental, es como una humanidad anencefálica.
Otro aspecto que incide en la decadencia generalizada de Occidente y más concretamente de Europa, es el proceso económico autodestructivo que se ha sentido en las últimas décadas con mayor intensidad en países del sur, como España. La sentencia cosmocrática se cumple para que la economía europea jamás pueda volver a dirigir el destino del mundo. La terciarización, la deslocalización y desindustrialización generalizada en Europa han llevado a países especialmente vulnerables como España a perder más de la mitad de su competitividad, productividad y crecimiento económico en las últimas tres décadas. España ha dejado muy lejos ya, su proceso de industrialización que le llevó a mediados de los años 70 del siglo XX, a ser la séptima potencia industrial del mundo. Dicho proceso consolidó el país, dejándolo a las puertas de la locomotora industrial de Europa, puesto que hubiera alcanzado en las dos décadas siguientes de no haberse destruido todos los cimientos económicos y estructurales de manera irreversible, que han conducido a una economía absolutamente terciaria. Si España hubiera consolidado su crecimiento industrial en los años 80 y 90, hoy no sería un mero invitado en el G-20, sino un destacado miembro del G-7. Las economías basadas en la terciarización son propias de países sin talento ni genio, paraísos de banana en perpetua vía de desarrollo. La base fundamental del genio y el talento son los elementos y estructuras necesarias para la productividad y la competitividad. Es lógico que careciendo de estas bases productivas, el talento huirá como lo ha hecho la industria. El sector industrial no es foco de una sociedad pasiva, por ello el sistema cosmócrata ofrece cambiar el estatus de clase obrera industrializada y soberana del poder, por el de empleada esclava del sistema. Mediante esta acción se van neutralizando tanto el poder organizativo del trabajo (es decir organizaciones sindicales), como la independencia social de la clase trabajadora.
El testamento de Occidente.
La amenaza china.
La Edad Contemporánea iniciada a finales del siglo XVIII, se desarrolla en el más corto período histórico, pues sirve únicamente de visagra entre la Edad Moderna y la Era Cosmocrática. Esta última acontece poco más de un siglo después, iniciándose un rápido afianzammiento desde principios del siglo XX. Como es más que evidente, el siglo XXI es por entero su reino. A día de hoy es un hecho que la Era Cosmocrática está completamente afianzada y sus consecuencias ya pueden observarse. La diferencia se basa en que los cambios consumados son irreversibles, creando un punto de partida sin retorno hacia el Anticosmos, es decir la extinción del mundo metaversal en el universo. La consecuencia más extrema de esto último se resume básicamente en que si dejamos a la especie humana sin una cabeza racial, el resto de elementos humanos tenderá a convertirse en animales (degenerando como lo hicieran los monos y primates con respecto a sus antepasados los homínidos), y éstos finalmente se extinguirán como los dinosaurios, a lo que seguirá inevitablemente el resto de seres vivos atrapados en el mundo, dando por finalizada la vida en la tierra.
Hasta este período histórico eran reconducibles o reversibles los cambios políticos, sociales, culturales o etnológicos, económicos, etc., pues eran acontecimientos ligados a un mismo devenir histórico. Por tanto esta edad, a diferencia de las precedentes, supone un cambio final y un fin de Era. Esa consecución o fin, implica como en otras estapas un cambio trascendental o sucesión de ellos. Sin embargo esa transformación no es de tipo político, social, cultural o científico; implica en cambio un fin y principio de Era tan trascendental o incluso más, que la que protagonizó el acontecimiento de la Escritura. Esta nueva Era viene a su vez acompañada de una nueva Edad, que pondremos por nombre la Sinocracia. Esta edad sinocrática, implica el dominio global del mundo asiático frente al suicidio étnico, político y económico de Occidente. China cambia su concepción milenaria sinocentrista y asume un protagonismo mundial, aplicando las bases del Sinocentrismo al resto de naciones del mundo.
En este capítulo se estudia de forma general, este último aspecto de la nueva Era Cosmocrática, pues sea una consecuencia planeada o dirigida, o bien necesariamente asumida por los órganos mundiales cosmocráticos, la Sinocracia, es sin duda un fenómeno tan importante, que es por sí misma la primera de las edades de esta nueva Era de principio y fin.
La Sinocracia, formula el principio de universalizar lo que no es universal. Si la cultura occidental, tal y como hemos expuesto, es esencialmente universal y trascendental, pues su origen es metaversal, por contra la concepción humana del mundo asiático no es universal ni procede de más mundo que del nace y muere. Por tanto el triunfo del Anticosmos, posee en el Sinoverso un aliado contundente, poderoso y necesario.
A lo largo de toda su historia China, se ha negado a universalizar su concepción y principios, (entiendiéndose que su movimiento ha sido centrípeto, a diferencia del mundo occidental). Sin embargo en la nueva Era, China ha podido darse al mundo a través de darse poder (en este caso el poder vacío, o dejado por Occidente). Este poder le ha dotado de un movimiento centrífugo (del cual por su naturaleza carecía), con fuerza suficiente para fagocitar al resto del mundo (última consecuencia ésta de la Sinocracia) y forzarla a dirigirse hacia Occidente, occidentalizando sus vías de comunicación, pero manteniendo su centro conceptual absolutamente inamovible. El resultado es un Sinocentrismo movido por la inercia de la combustión dada por la atmósfera de vacío dejado por la casi extinta preponderancia occidental.
Darse poder es uno de los primeros pasos que da China como protagonisma de la Edad sinocrática dentro de la Era Post-Contemporánea o Cosmocrática.
El abrupto poder de China, recuerda al brutal y bárbaro Imperio Mongol en su máxima expansión, poco antes de hacer caer a buena parte de Europa, arrebatando probablemente de una vez y para siempre, al este y buena parte del centro europeo de su condición de occidental.
El potencial asiático deslumbra y asombra al occidental que parece rezagado ante el poderío chino. China cuadriplica el número de patentes que registra España. Pudiéramos pensar que China es una potencia y que los chinos gentes más desarrolladas y avanzadas que los occidentales a la luz de los resultados de su imparable y abrupto crecimiento que parece comerse al mundo. El ingenio chino no sólo supera sino que cuadriplica a España, pero ahora téngase en cuenta que China tiene 27 veces más población que toda la Península Ibérica. Es decir que China cuadruplica el número de inventos y patentes, en la medida que para poder hacerlo ha tenido que superar en más de 27 veces la población de España. ¿Podemos pues pensar que el desarrollo chino se basa en su ingenio, innovación e inventiva?. Es evidente que el desarrollo y reciente poderío de China sólo se basa en el plagio, la compra o el robo de tecnología y una capacidad para el sometimiento, la servidumbre y el trabajo casi miliciana.
Las exportaciones de España o Europa a China , en comparación con las importaciones de ésta última, son insignificantes. Sin embargo las facilidades para vender productos hechos en China, y abrir establecimientos o grandes almacenes de distribución chinos, son todas las del mundo (facilidades de horarios comerciales, tasa e impuestos reducidos, consulados y eficaces redes de gestión). Sin un sistema competente de aranceles y copiando nuestra tecnología, China, debería ser ya la mayor potencia del mundo. Lo ideal sería que vender un producto chino en España, fuera bastante más caro que producirlo y venderlo en España. Sin embargo ocurre justamente lo contrario. Por qué se importan ordenadores en vez de producirlos en España; sencillamente porque importarlos es más barato que hacerlos. Por ello se hace necesario gestionar un sistema impositivo en Europa, hacia las importaciones sobre todo asiáticas. Entonces se abrirían las fábricas, industrias, y centros de distribución como hongos, por todo el país, devolviendo el equilibrio al mercado, la competitividad tan ansiada y la salud a la economía. Lo que es injusto es que puedan producir más barato y les permitamos vender en igualdad o mejores condiciones que las que se ofrecen al español o europeo. La India y China no tienen más que facilidades para exportarnos sus productos, sin embargo ponen toda clase de impedimentos y gravámenes a las importaciones sobre todo de tipo industrial.
A menudo oímos como se arguye espúrea y cínicamente que un país desarrollado y occidental como España no es competitivo ni productivo; que la falta de investigación producto de la ausencia de ingenio está hundiendo la economía. Esto es completamente falso y ridículo. Se oye constantemente que hace falta más investigación y desarrollo, y estoy completamente convencido que no encontraréis país, ni gentes más desarrolladas, avanzadas o civilizadas en el mundo. Un pastelero español posee más cociente intelectual, cultura y agilidad mental que un astronauta americano. Lo realmente necesario es gestionar mejor ese mismo desarrollo, potenciar el genio humano, la  productividad y la industria. La única incompetencia e ineficacia reside en los sistemas políticos y económicos (cosmócratas). Sin embargo constantemente se habla de la falta de innovación y competitividad, casi como achacándoselo al carácter de la gente, siendo sólo el Estado el que lacera y malvende el talento.
Para regenerar ese sistema, primero hay que destruirlo. Una Europa y una democracia totalitaria y asimétrica, y un gobierno tiránico (policíaco y cosmócrata) como el que tenemos (incapaz de mantener el estado de bienestar y un mínimo de derechos vitales consagrados), es preferible que no exista. Este país es un negocio que a muy pocos les es muy rentable, y la UE, es la gran multinacional financiera a la que pertenece.
Hace tiempo que los derechos y la democracia han muerto, las tiranías y cosmocracias por tanto deben ser destruidas para resucitar el espíritu occidental, democrático y social. Para que sanen las economías occidentales, China debe verse obligada a abandonar el mercado europeo. Esto sólo es posible con medidas proteccionistas que impongan tasas elevadas a los productos asiáticos. El progreso de Occidente o su regeneración, pasa por el colapso chino. Grandes catástrofes o guerras fratricidas que desgarren China o la India, no deben causar en Occidente pena, sino una gran alegría, pues cada paso adelante que da Asia, son 100 atrás que da Occidente.
Es curioso como en opinión de quien escribe, el franquismo, fue un sistema ideológico nefasto y detestable, pero muy deseable desde el punto de vista económico. Una de las ideas clave de ese régimen fue que si el capital se invierte en China, tiene que aprender chino y adaptarse a las costumbres chinas; si el capital se invierte donde hay franquismo, tiene que hablar el lenguaje del franquismo y adaptarse a sus costumbres. Esto resume bien, la idea de ejercicio de control del sistema financiero, económico, productivo e internacional, (soberanía) que rigió durante la etapa preconstitucional, de enorme y sólido crecimiento económico e industrial para España, lo que convirtió al país en la sétima potencia. Lo malo y funesto del sistema ideológico franquista, si bien no fue compensado con los logros económicos, si puede servir ahora, desde el punto de vista de la madurez democrática, para sentar las bases de una nueva economía soberana, que a fin de cuentas aportaría la necesaria y por ahora perdida seguridad económica.
Otro aspecto esta vez nocivo que implicó dicho sistema dictatorial, obviamente además de los propios relacionados con la ausencia de libertad, fue el nacional catolicismo, pseudofilosofía política, que basaba la sociedad y el poder en un nacionalismo religioso. Dicho sistema de principios, pudo alienar a una sociedad que en origen y antes de la instauración del franquismo, fue enérgica y con carácter, sustituyéndola por otra de mentalidad débil, bonachona y misoneísta. Esto podría decirse que fue un intento descomunal de apagar y cambiar la natural espontaneidad de un pueblo, para adaptarla a las circunstancias del poder. En definitiva calmar el temperamento, como intentó hacer el Imperio Romano en su decadencia, al instituir a la Iglesia Católica. Hoy, en el carácter de muchas generaciones, queda bastante de esa herencia de principios, que no ha sido borrada, pues superar o acabar con el idealismo franquista heredado implica también erradicar lo que quede de dicha cultura de obediencia. Ser más conformista no implica ser más civilizado. En ocasiones las revoluciones, incluso las guerras civiles son una catarsis necesaria en pueblos temperamentales y con carácter.
China, posee un producto Interior Bruto nominal de 7.991.738 dólares en 2012, con una participación en la economía mundial superior al 10 por ciento. De las grandes economías emergentes, únicamente China y la India han aumentado esta participación, mientras occidente en todos los casos la ha reducido (incluyendo Japón). Si lo que se mide es el aporte al crecimiento del producto mundial (PPA), en este caso la cifra china es superior a EEUU y a Europa occidental respectivamente.
Mientras que a principios de los noventa, China, casi importaba más de lo que exportaba, ahora sus exportaciones superan el 10 por ciento del total a escala mundial.
El motivo de internacionalizar sus empresas, no es otro que conseguir copiar la tecnología occidental a toda costa para poder seguir liderando la competitividad mundial, (póngase como ejemplo el caso Lenovo e IBM o Thomson y TLC).
La estrategia China, respecto a Occidente, y que viene a ser el colmo de los males, se resume en lo siguiente: dime qué producir, cómo producirlo; lo haré, enviaré y distribuiré, y finalmente te lo financiaré y venderé.
El mercado mundial le dice a China qué producir, sirviéndose de sus bajos costes de producción y del plagio por sistema, puesto que su falta de creatividad, inteligencia y psicología, le impide adelantarse al mercado o desarrollar una visión comercial revolucionaria y si lo hace, es a modo de verdadero engaño y compra de patentes (todo el talento que se pueda encontrar en cien chinos es el mismo que se hallaría en cien o doscientos millones, es decir cero). En segundo lugar China imita cómo hacerlo, pues su falta de capacidad inventiva le impide innovar y fijar una estrategia competitiva. Después, gracias a mi su de distribución y a la debilidad del mercado europeo, lo enviará a su destino, donde una gran superficie, preferentemente china (que lo sea realmente o bien venda casi en exclusiva productos chinos, lo que en definitiva viene a ser casi lo mismo) le surtirá a bajo precio y a cualquier hora del día, y cualquier día del año. Qué va a producir Europa o en qué van a trabajar los europeos, si Asia, con casi cuatro mil millones de habitantes, lo produce absolutamente todo lo que consume y buena parte de lo se exporta al mundo.
La legislación europea con respecto a China, impone un agravio comparativo con las empresas nacionales, directamente discriminatoria. El convenio bilateral entre España y China, permite una exención tributaria de los negocios chinos durante los cinco primeros años, además de una absoluta permisividad en cuanto a horarios de apertura, legislación laboral, etc.
Los bazares y centros de distribución chinos, importan sus productos de China, financiándose e invirtiendo sus beneficios en los bancos chinos en España, como el ICBC o el Bank of China. Por el contrario los bancos españoles tienen vetada la operatividad en el país asiático.
El colmo del absurdo llega, cuando constantemente oímos hablar de la competitividad española, y de otros países de la Unión Europea, como perentorio argumento instalado en la causa de los males de la economía nacional. Sin embargo el número de patentes en medicina, ciencia, tecnología e industria, que genera España, colocan a este país en el décimo a escala mundial, por encima de Rusia (que tiene cinco veces más población que España), Canadá, Australia o México. China sólo cuadruplica al estado español en patentes en vigor, en la medida que supera en 27 veces al número de población española. Si España tuviera su población, el número de patentes sería de cuatro millones y medio, (sólo Navarra, superaría en patentes a toda Francia). Es decir España, sería el primer país mundial en patentes, quintuplicando a EEUU.
Si contamos con las patentes en las que ha participado un científico o ingeniero español, o los casos en que se ha traspasado, plagiado o vendido tecnología española, esta cifra coloca a España al nivel de Francia y sólo superada por Alemania, y esto teniendo en cuenta que ambos países tienen mucha más población. Pensemos ahora si España, es o no productiva o innovadora, y su economía se corresponde con el talento y desarrollo de sus ciudadanos. A esto hay que añadir la sangría de talento español que emigra en busca de trabajo a los países del norte de Europa, donde su creación e innovación, especialmente en el mundo de la medicina, la tecnología y la ciencia, contribuyen al PIB de los países que tienen la suerte de recibir su prodigiosa contribución. Leamos los manifiestos de Asociación Nacional de Investigadores Ramón y Cajal (ANIRC) o la Asociación para el Avance de la Ciencia y Tecnología en España (AACTE), respecto a la cuestión de los científicos españoles en el extranjero, o las declaraciones del científico Joan Massagué, (catalán, director del programa de Biología del Cáncer del Memorial Sloan-Kettering Cancer Center de Nueva York y descubridor de la estructura del receptor de la insulina), sobre la feroz, proactiva y agresiva indiferencia del gobierno español hacia la ciencia. No es necesario que concluyamos con todo lo descrito que el fallo no está en la falta de capacidad, creatividad o ingenio de los descendientes de la raza eberita, sino en la nula capacidad del corrompido sistema político.
Reflexionemos pues, si España es o no un país desarrollado socialmente, si su material humano, está sobradamente preparado y capacitado para impulsar la economía mundial, haciendo avanzar al mundo en todos los campos.
No existe una política arancelaria justa que equilibre el agravio comparativo, permitiendo a China vender descontroladamente en una situación de infinita injusticia competitiva. No somos competitivos, porque nadie puede serlo en tales circunstancias. Si copian o roban nuestra tecnología, o en el mejor de los casos la compran a precios irrisorios, producen casi a un costo de esclavitud e importan sin ninguna barrera impositiva, nadie en este mundo puede competir con ellos. A esto añadimos la compra china de deuda española tanto del estado (más de 50.000 millones de euros, superior a la estadounidense) como de las ex-cajas de ahorro, a unos intereses superiores al cinco por ciento. Ello viene a significar que España ha creado un compromiso de dependencia económica y financiera, que casi impide cualquier posibilidad de maniobrar a favor de un sistema arancelario justo. China financia, produce, distribuye, vende, y con una mínima e insignificante parte de los beneficios que obtiene, compra o directamente roba tecnología necesaria. Ahora preguntémonos, cuál es el papel de España y resto de países de la Unión Europea, en este contexto. Concluyamos quién se ha conseguido que sea prescindible si China o Europa, y por lo tanto que desaparezca, como realmente nos está pasando, tras perder todo protagonismo internacional.
Un sistema arancelario justo, que conlleve un encarecimiento de los productos importados de China, y una producción más barata desde España, reactivaría el crecimiento industrial y la economía sanaría sin ninguna dificultad. Por el contrario, quitadles a los chinos el ingenio y talento robado a Europa, y en unas décadas su economía y medios de producción volverán a quedarse obsoletos.
La fortaleza de la economía de un país se basa en su resistencia y robustez ante situaciones difíciles internacionales, y no tanto en su crecimiento. En los momentos de crisis y no en los de crecimiento, es cuando una potencia muestra su fuerza, que no es más que la capacidad de producir y financiarse de forma soberana.
Otra importante lacra para la economía de los pueblos, es la interdependencia financiera que forma una cadena planetaria, en cuyo último eslabón se encuentra concentrado el poder internacional de la cosmocracia. Un hecho que sobredimensiona y  colapsa a la economía, abriendo el nocivo y canceroso sector especulativo de las economías nacionales. Ello se basa en los créditos dados por prestamistas (intermediarias financieras o bancos) a clientes o empresas, que a su vez piden prestado a otros bancos, y que subsiguientemente se someten a otros para obtener el dinero necesario para el préstamo, en una cadena incontrolada que envenena, subyuga, y endeuda a todo un país. Es decir los prestamistas pasan a ser intermediarios comisionistas, que a su vez se endeudan y dependen del prestatario para su solvencia. Un solo sector envenenado por la especulación y la sobreexplotación, podría mediante este sistema concatenado, contaminar al resto de sectores de la economía de un país, y por el mismo principio al resto de la economía mundial. Añadimos que la financiación exterior que han usado las entidades de crédito, está sacando una cantidad inmensa de dinero del país, y sólo ha dejado balances falsos y tóxicos imposibles de cuadrar. De esta forma el constructor que se enriqueció vendiendo urbanizaciones, de forma especulativa, luego tuvo que pedir dinero prestado a las entidades, y cuando cayó en desgracia, perdió su fortuna, pasó su pérdida al banco, que también se hundió y no pudo pagar los créditos solicitados a otra entidad extranjera mayor. Todo esa riqueza falsa, esos balances imposibles, nutren a bancos extranjeros y sacan toda la sangre al país. Así es como ha ocurrido en la primera década del siglo XX, aunque sus consecuencias vivirán por muchas décadas más.
A este sistema de absoluta inseguridad, se contrapone un orden jurídico occidental en el que impera por mandato legal la seguridad jurídica, y que ha sido el sello de prosperidad de Occidente durante siglos. Conviven, o malviven, dos órdenes incompatibles (el económico y el jurídico), cuya coexistencia imposible ha llevado a que el sistema jurídico no pueda controlar al económico. Gracias a ello la soberanía de las naciones occidentales se resiente y las hace más vulnerables al apocalipsis asiático, que ha iniciado su propia era neocolonial.
Con las puertas de Europa abiertas, China se expande como el Imperio Mongol y entra en América Latina. Su impacto en América del Sur, se cifraba en 2000 en 10.000 millones de dólares, en 2009 era superior a los 140.000. En la actualidad esta cifra se aproxima a los 300.000 millones de dólares. China además compra deuda latinoamericana, e importa hidrocarburos y metales, necesarios para sostener su industria.
En África la realidad es todavía peor, las cifras que han invertido el Banco de Desarrollo y el Banco de Exportación e Importación, ambos en manos del Gobierno chino, suman una cantidad de 110.000 millones de dólares entre 2009 y 2010. Mientras que el Banco Mundial concedió préstamos a países en vías de desarrollo entre 2008 y 2010 por valor de 100.300 millones de dólares.
Y, de entre todos, el continente negro es el favorito para las inversiones chinas, tal como quedó demostrado con su interés por la resolución del conflicto entre Sudán del Norte y del Sur. Pero la sombra del gigante asiático en el continente negro va mucho más allá de Sudán y su presencia inversora se ha ido incrementando a gran velocidad en la última década.
En 2008 el comercio entre China y África ya alcanzaba un valor de 76.000 millones de euros, diez veces más que en el año 2000. Según datos del Fondo Monetario Internacional (FMI), en 2001 China invirtió en África 9.000 millones de dólares y en el 2010 aumentó su inversión hasta los 123.000 millones, pasando a ser el primer inversor en África, con un crecimiento de casi un 30% anual durante 10 años.
Y de todo esto, ¿qué obtiene China a cambio? Principalmente, materias primas y energía. Por ejemplo, en 2004 Angola (productor de petróleo) pidió 2.000 millones de dólares al FMI. Cuando éste se los denegó, China vio clara la oportunidad de negocio. Los asiáticos no sólo se ofrecieron voluntarios a invertir tal cantidad de dinero en el Gobierno de Angola, sino que, además, incrementaron la puja hasta los 3.500 millones de dólares. De manera que no es ninguna sorpresa que Angola sea hoy el principal proveedor de petróleo para China.
A pesar de la superioridad económica de la superpotencia asiática sobre la maltrecha economía africana (aunque en vías de recuperación, porque en los últimos cinco años África ha crecido alrededor de un 5%), hay algo de dependencia mutua en esta relación.
Pekín necesita las materias primas que abundan en territorio africano para saciar la sed de recursos de su país, un gigante de más de 1.300 millones de habitantes que conducen coches, utilizan ordenadores, encienden luces y, en definitiva, consumen cantidades ingentes de recursos naturales a diario.
Así que lo que busca China fundamentalmente en África es petróleo, madera y minerales. Por su parte, África obtiene sobre todo infraestructuras: carreteras, hospitales, aeropuertos, vías ferroviarias, universidades, presas hidráulicas, etc. y un empuje económico que no veía desde los años 60, con el ‘boom’ de la post-colonización.
A primera vista puede parecer una relación entre iguales. Uno aporta capital y el otro, materias primas del mismo valor. Pero muchos países occidentales han denominado a esta creciente amistad entre China y África como la “gran amenaza china” o “el peligro amarillo”.
Europa y Estados Unidos no ven con buenos ojos esta inversión de China y temen que se convierta en una invasión a diferentes niveles: económico, socio-cultural y medioambiental.
Pero sobre todo, lo que más les preocupa es el primero de esos tres niveles: el económico. No es plato de buen gusto para los gobiernos occidentales, sobre todo para aquellos que un día fueron potencias coloniales, ver cómo China les deja fuera del negocio con África, principalmente gracias a la ‘ceguera’ interesada de los asiáticos.
Y es que China invierte sin imponer condiciones ni exigencias. Esa es su principal baza frente a sus competidores de Occidente, que establecen incómodas condiciones para ciertas autoridades africanas, como la transparencia de los gobiernos o la retirada de los créditos si se descubre que los receptores son corruptos o no respetan los Derechos Humanos.
Así que dirigentes castigados por la comunidad internacional como Robert Mugabe en Zimbaue han recibido a China, inversora exenta de condiciones, con los brazos abiertos.
Aunque no es del todo cierto decir que China no pone ninguna condición. Hay una y sólo una exigencia para que el capital chino entre en un país en desarrollo y es el no reconocimiento de Taiwan por parte del país receptor. Pero es una barrera fácil de salvar para los gobiernos africanos, ajenos por completo a desacuerdos políticos entre asiáticos.
Arnoud Boot, profesor de Mercados Financieros de la Universidad de Amsterdam, opina que esta relación chino-africana esconde “una parte oscura: China se ha convertido en prestamista de gobiernos locales corruptos que con la inversión del país asiático pueden perpetuarse en el poder. Así, los poderosos se harán ricos y el pueblo seguirá pasando hambre. Alguien tiene que advertir a China de la responsabilidad que tiene en sus manos”.
Y es que una de las críticas más fuertes que recibe Pekín en su relación con África es precisamente su falta de escrúpulos a la hora de invertir capital en gobiernos que no respetan los derechos humanos más fundamentales. “De esta manera –dice Boot– regímenes dictatoriales como el del presidente de Sudán, Omar Al-Bashir, pueden contar con el apoyo de una superpotencia como China de cara a la comunidad internacional”.
Pekín forma actualmente en sus universidades y escuelas militares a las élites africanas del mañana. La diplomacia africana de China molesta especialmente a los Estados Unidos, cuyos intereses por África y sus materias primas encuentran un fuerte competidor. China es actualmente el tercer socio comercial del continente tras la Unión Europea y los Estados Unidos.
China se extiende por los países que antiguamente ya fueron colonizados. La potencia económica china, al ser cada vez más importante, tiene unas necesidades de recursos naturales que superan las potencias occidentales. Las empresas chinas empiezan a invertir a gran escala en África, pero los ejecutivos chinos no son precisamente modelos de integración: con sus métodos de funcionamiento particulares y subrepticios (comisiones, fraudes, corrupción, daños al medio ambiente, etc.) y el expolio no puede tener consecuencias más graves. El aumento continuo de los programas de ayuda de China se traducen por una consolidación de los vínculos de partenariado estratégico basados en “intereses mutuos” entre China y África. Cuando la dependencia de África frente a China aumente todavía más, el problema del expolio será crucial y la teoría de la amenaza china, el neocolonialismo, funcionará sin problemas.
Los intercambios entre China y África toman la siguiente forma: bajo la realización de obras, transferencia de tecnologías y productos manufacturados, China abastece con personal cualificado y mano de obra para trabajar en programas de ayuda a la construcción (100.000 en el 2006); China obtiene como contrapartida los recursos naturales africanos como el petróleo, la madera y los minerales (15% de sus importaciones de minerales, según fuentes chinas). Esta forma de intercambio podemos calificarlo como “neocolonialismo”. Precisamente para acallar las voces que denuncian la expansión de China en África, Hu Jintao, durante su visita al continente, no cesó de repetir que China estaba “comprometida con un desarrollo pacífico”, y que buscaba extender sus relaciones diplomáticas en un contexto de “paz, de desarrollo y de cooperación” y que “no constituía una amenaza”. El portavoz del ministerio de asuntos exteriores, Qin Gang, declaró por su lado que la intensificación de las relaciones entre China y África era benéfica para ambas partes y que, lejos de constituir un expolio, contribuía al desarrollo económico de África.
Con todo lo expuesto China practica sólo un comunismo igualitario racial y un agresivo e imperialista capitalismo internacional. Obviamente es preferible el sistema comunista chino, al sistema capitalista, pues si el mismo orden de Hong Kong o Macao rigiera para el resto, la catástrofe ecológica, humana y económica sería insostenible.
En Europa, y concretamente en países en crisis como lo es España, Irlanda, Portugal, Italia, etc., sólo se podrá generar riqueza artificial, es decir especulativa y falsa. No hay otra forma, pues países como España no tienen nada que producir y nada que exportar. Mientras tanto, se seguirán sacando cantidades inmensas de dinero del país, en un sangrante vaciado que lo dejará seco. Los asiáticos nos seguirán vendiendo sus productos o los productos de otros, fabricados en China y Japón o la India. Nos harán cada vez más dependientes del sistema financiero, de los bancos y de las políticas inhumanas sometidas a los dictados de la economía cosmocrática.
El afán autodestructivo de Europa, es el complemento a la sentencia que sobre la misma ha dictado la cosmocracia. La terciarización, deslocalización y desindustrialización sangrante de los países de la Europa occidental, y con mayor intensidad de España, han convertido la economía en un barco a la deriva en un océano de tormentas y piratas.
Europa, que conquistó el mundo, lo ha entregado a ningún precio, a manos del poder único (cosmócrata), y lo ha dejado en manos de bárbaros, de guerras interminables, bajo la imparable tercermundización del primer mundo y ante el hambre insaciable de Asia.
Qué se puede esperar de China y de los chinos, un país cuyos habitantes asesinan, despedazan y comen perros. Sólo por eso son merecedores de repugnancia y odio a partes iguales. En mi opinión quien llega a maltratar y comerse a un perro puede hacer lo mismo con una persona.

(Source: lasxtribus.wordpress.com)
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