miércoles, 8 de julio de 2015

LA RAZA USKA (ETNIA ATLANTE) - Parte I

La raza atlante (Homo Atlanticus) y el linaje usko-mediterráneo (R1B)



La filología y la genética han corroborado lo que respecto al sustrato mediterráneo antiguo se ha ido diciendo. Hasta hace poco se hacía difícil encontrar o definir los nexos habidos entre el mundo Clásico o Antiguo, dentro del contexto mediterráneo. Todavía más difícil resultaba teniendo en cuenta la concepción clásica de lo indoeuropeo como fuente del clasicismo grecolatino, dejando al margen a la civilización egipcia (la más antigua del Mediterráneo oriental) y sus nexos, probablemente por un sentimiento racista, más que arraigado en las sociedades europeas. Dicho sentimiento dejó como algo exótico a la civilización del Nilo, y a Mesopotamia como una rama más de la cultura indoeuropea. La genética lejos de arrojar luz, hubiera confundido aún más, de no ser por antropólogos y filólogos, que han tratado estas conexiones y las han cotejado con los elementos genotípicos de la antigüedad. Si no es por unión de ambas materias (sustrato lingüístico y genético), no podríamos hablar de cultura usko-mediterránea.
Muchas hipótesis filológicas y etnológicas de no ser cotejadas y confirmadas con huellas genéticas, quedarían en eso, sólo teoría.
Tradicionalmente se ha aglutinado a la cultura clásica europea mediterránea en un mismo concepto racial y cultural. Sin embargo hoy sabemos que el Mediterráneo no es nada homogéneo étnica o genéticamente. Griegos o italianos del sur, genotípicamente son distintos a los iberos (españoles), ya no digamos si comparamos con africanos o mediterráneos del este. De la cultura usko-mediterránea (ibero-vasca, tartéside, etrusca, cretense, minoica, griega, egipcia, mesopotámica, hurrita, ugarita y sumeria) no queda (salvo el caso ibero-vasco y en gran medida también el ibero-mediterráneo, francés e italiano del norte) un sustrato uskarita genéticamente original (dejando al margen a los usko-atlánticos o británicos e irlandeses, descendientes de eberitas, uskos puros, pero bastante alejados de la influencia mediterránea). Todas ellas menos el vasco, en su aislamiento montañés, son lenguas muertas, las personas que las hablaban han dejado un mínimo aporte genético en las zonas donde anteriormente rebosó el linaje usko-mediterráneo (raza vernácula de Occidente). De ellas sólo en la Península Ibérica, Francia y norte de Italia, ha quedado un remanente de linaje usko-atlante (R1b), mayor y más intacto de todo el Mediterráneo, de gran aporte somático original. El resto fruto del mestizaje ha quedado diluido y formando parte ya minoritaria de una relación de linajes afroasiáticos predominantes. En Egipto los faraones usko-mediterráneos y su corte aristocrática, que levantaron las ciudades sagradas y olimpos, formaron una albocracia aislada del resto de pueblos africanos y asiáticos (sin mezcla). Las ciudades mesopotámicas fueron colonias iberas del pueblo usko, que inició un periplo asiático que llegó hasta el sur de la India y China.

El reciente descubrimiento arqueológico de la Bastida (la Troya de Occidente), en el Levante ibérico, refuerza la creencia en un tronco común usko-mediterráneo. Esta gran ciudad fortificada de tiempos casi prehistóricos, muestra los restos de una civilización tecnológicamente equiparable a la minoica, antes de que ésta existiera como tal, con conexiones y elementos comunes a Egipto, Grecia y Mesopotamia, pero más de un mileno antes, (hace más de seis mil años). Los restos de la civilización desenterrada, muestran una época similar a la Edad Media, con más de cinco mil años de diferencia.
Las lenguas usko-mediterráneas, formaban el diasistema que se hablaba hace diez mil años, antes del latino o románico, desde Hiberia, hasta la India. Un sencillo ejemplo de su claridad, incomprensiblemente escondida, la extraemos de la obra de Arnáiz-Villena, donde podemos comparar las similitudes de vocablos comunes como es el caso de la palabra CALLE o NICHO:
  • En castellano: Calle
    1. En tartéside (ibérico): Kala
    2. En etrusco: Kala
    3. Bereber: Kala
    4. Púnico cartaginés: Kala
    5. Hitita: Kala
    6. Sumerio: Kala
  • En castellano: Nicho
    1. Tartéside (ibérico): Kaba
    2. Etrusco: Kava
    3. Minoico: Kabu
    4. Bereber: Kafu
    5. Púnico (cartaginés): Kabe
    6. Sumerio: Kabu
    7. Egipcio: Kaba
Aportamos este texto publicado y extraído de la página web de la Junta de Andalucía:
“Hace 3000 años, existía en la cuenca del Mediterráneo una única raza de hombres blancos caucásicos, de piel más o menos morena, cabellos oscuros, ojos negros, marrones o verdes. Los estudios de Antonio Arnáiz Villena demuestran que la mayor parte de los mediterráneos (europeos) actuales siguen estando genéticamente muy emparentados, con excepción de los griegos y de un porcentaje minoritario de habitantes de rasgos indoeuropeos de Portugal, España, Francia e Italia. Generalmente, la sangre de los invasores medievales –germanos y árabes- se diluyó ante la superioridad numérica de los mediterráneos”. Se entiende también que el marcador mayoritario de los germanos es el usko-atlántico, es decir haplogrupo R1b, que por tanto descienden de los iberos, y su aporte en el acerbo genético ibérico, antepasado de la misma familia, es difícil de definir.
Continúa otro párrafo sacado de la misma fuente:
“Igualmente, los estudios de Jorge Alonso García plantean la teoría de las lenguas usko-mediterráneas, un grupo perteneciente a la familia caucásica y alejado de las lenguas indoeuropeas (griego, latín, alemán, …) y de las lenguas semíticas (árabe, arameo, hebreo …). Actualmente, como consecuencia de invasiones sucesivas a lo largo de la Historia, se han impuesto las lenguas indoeuropeas en la orilla septentrional del Mediterráneo y las semíticas en la orilla meridional. Pero todavía subsisten dos lenguas de origen usko-mediterráneo: el euskera y el beréber (no árabe). Ambas pertenecen a poblaciones montañosas que han resistido culturalmente a unos y otros invasores, conservando la forma de hablar de sus remotos antepasados. En el año 3000 a.C.”
Usko, uska y osko, son términos hallados en antiguas inscripciones de las culturas de lengua usko-mediterránea. Su significado se deduce del vasco, y se refiere al pueblo más antiguo y puro (us-uts- puros sin mezcla; ko- genitivo- de los). Hay ciudades y regiones cuyo nombre proviene de este pueblo ancestral, como la ciudad prerromana de Bolskan, nombre iberizado en lengua ilergete de la palabra original, Uskues u Oskues, es decir Huesca, conocida por los romanos como Osca, y por los árabes como Wasqa , Guipúzcoa o Gascuña (Waskonia), así como la propia denominación de la lengua vasca y de los waskones (uskos), es decir vascos. También son numerosos los pueblos del norte de la península que llevan el nombre de Osca.
De igual forma las monedas iberas llevaban inscrita la palabra Oskukem u Oskunkem. Es sabido tal y como ocurre en la actualidad, que el nombre que aparece inscrito de forma repetida e intemporalmente en las monedas, es el de procedencia de la misma, se refiere pues al país o tierra de origen. No puede ser el de ningún dios, pues no era propio su inscripción en moneda, ni tampoco un antropónimo, como el nombre de un rey, o una numeración, pues dicho nombre se repite constantemente en distintos lugares y épocas de la historia prerromana ibérica. La palabra Oskukem, se refiere a la patria en donde se acuñaban y usaban las monedas iberas, de donde debieron proceder todos los pueblos uskos, pues era el nombre de su remoto país. Dicha palabra forma numerosos topónimos en distintas regiones iberas que pertenecieron a pueblos distintos, pero con un pasado común.
Osku, sería por tanto el nombre de la patria original, de donde procedían remotamente todos los pueblos uskos, que fueron asentándose en distintos territorios y reinos a lo largo de Iberia y fuera de ésta.
Varrón, siglo I a.C, utiliza directamente el nombre de uskos para referirse a los pueblos auskos, vascones, uskarios (caristios), vascetanos, etc.
Modernas pruebas genéticas confirman que existió este pueblo, que se extendió remotamente por buena parte de Europa y otras partes del mundo. Se puede afirmar también que durante tiempo fue una raza original y debió ser bastante pura. Hoy los mayores representantes de este grupo étnico se encuentran en Navarra y País Vasco, También otras regiones españolas participan en mayor o menor grado del mismo, pudiendo decirse que esa fue la raza española original. Es correcto afirmar por tanto, que sí existió una raza propia en la mayor parte de los territorios de la Península Ibérica, y que en la actualidad la mayor parte de los españoles son herederos de la misma.
No se trata por tanto del análisis de un aspecto meramente cultural o etnológico, sino de un fenómeno racial en esencia. No se debe centrar el presente estudio en cuestiones culturales, sino que se debe discriminar ésta u otras cuestiones que puedan abarcar varios elementos raciales, y partir de una base que diferencie los componentes etnológicos de los puramente étnicos. Se dejan en otro plano cuestiones políticas, entológicas o culturales, religiosas, históricas etc. Esta tarea es enormemente compleja por cuanto entraña la reelaboración del estudio religioso, cultural, linguístico, social o político desde un punto de vista raciológico. Difícil es también descubrir o encontrar la evolución histórica de un fenómeno racial y por tanto ir levantando los elementos puramente culturales o sociales capa a capa hasta encontrar el fondo étnico que se ha ido escondiendo y formando a lo largo de los sucesivos estratos de la historia. Una parte importante del trabajo se basa en la búsqueda del Origen. Muchos estudios raciológicos anteriores han tratado de configurarse un origen presupuesto, y a veces prejuzgado. Dicho lo cual sin embargo nunca como en la actualidad se han poseído los elementos requeridos para el descubrimiento certero del Origen, indispensable por otra parte para marcar el punto de partida del estudio. Con todo ello aclaramos que no se presupone la existencia de una raza pura y definida de Europa o la Península Ibérica, pero sí que en su germen existió tal cosa, y que este elemento racial, puro en origen, ha sido heredado en parte por un porcentaje importante de los europeos occidentales, fundamentalmente irlandeses, británicos, españoles, y en una menor medida fraceses e italianos septentrionales.
El linaje portador de la Sangre Real. A pesar de que aquí se habla con frecuencia de raza o etnia, ambos conceptos, han sido superados ya, y dejados al margen del estudio genotípico de las poblaciones. Actualmente sólo es correcto hablar de linaje, en cuanto a estudios de población se refiere. Este concepto difiere de los tradicionales “raza o etnia”. Sin embargo aquí se utilizan estos últimos para simplificar y entender mejor otros conceptos ligados a estos estudios genéticos.
Una de las diferencias principales, es que en las tradicionales nociones de raza y etnia, se engloban ambos géneros por igual. El linaje, además de la definición autosomática que abarca a ambos géneros, también se especifica en base a la diferencia existente en el cromosoma Y, y por tanto a la diferencia de marcadores, existentes entre hombres y mujeres. Hay por ello linajes estrictamente masculinos (heredados de un padre), que forman parte del cromosoma Y, exclusivo del hombre, y otros que la mujer comparte con el hombre, pues ambos poseen cromosoma X, y junto a ellos, el resto de genes no sexuales o autosomas, que conformarían toda la estirpe o familia (etnia). Evidentemente entendemos que aquellas poblaciones autóctonas, de un linaje mayoritario, han conservado mejor el resto de genes (autosomas), no sexuales.
Otro elemento a tener en cuenta, es el de las consideraciones políticas o nacionalistas que se atribuían o ligaban a los conceptos de raza o etnia, pues en los linajes la circunscripción supera a los países y abarca regiones mucho más amplias, que identifican a varios pueblos o culturas con un pasado común.
Cuando aquí hablamos de linaje, entendemos a aquellos pueblos íntegros, identificables por sus marcadores genotípicos cromosomáticos. Aquellos pueblos originales que mayoritariamente pertenecen a un determinado marcador sexual genético, o a un antepasado común, por lógica, más y mejor han conservado el resto de su identidad genética, es decir autosomática. Es difícil, que en países de gran compactación cosmopolita, se guarden y conserven los autosomas pertenecientes o constituyentes de un linaje. Esto por ejemplo ocurre en los EEUU, cuya población abarca  una amplia tradición cosmopolita. Sin embargo en países de gran identidad cromosomática, como es España, sobre todo antes del contexto actual, con un R1b del 70 por ciento, y un porcentaje superior al 60 del haplogrupo mitocondrial H (parte de la estirpe uska junto con el primero) es más fácil que esos genes somáticos, se hayan sostenido y por lo tanto conservado con gran indemnidad. Es seguro que en poco tiempo, si no se revierte la situación provocada en las últimas décadas, esa integridad heredada y formada desde hace más de un millón de años, se perderá para siempre, pues será imposible distinguir a la población autóctona  de la alóctona, y la sangre más vieja de Europa, se habrá diluido en un mar de razas, las peores y más horribles. De ser así, todo lo irrepetible y extraordinario del universo desaparecerá de forma irreversible.
Singular y distinta es la situación de pueblos invadidos por el cromosoma masculino occidental, pero superpuesto a una masa de genes bien distinta, como es el caso de los países coloniales de América Central y Sur, y también Norte, aunque ésta en origen tuvo una situación bien distinta. En alguno de estos países el haplo R1b puede alcanzar o inclusive superar el 40 por cien, sin embargo los haplos mitocondriales de origen occidental no superan en ningún caso el 20 por ciento, partiendo por tanto, casi literalmente, a la estirpe en dos trozos yuxtapuestos o mezclados, no seleccionados por la obra biológica de la naturaleza evolutiva, sino por una unión arbitraria y artificial.
Para el cristianismo Dios es el creador de todas las razas humanas. Nadie sabe que las mismas son el resultado de una continua violación de un remoto pacto de sangre, más antiguo que el mencionado por Esdras, que al igual que en el Reino de Israel, también en otras partes y otros tiempos ha ido dejando un recuerdo plasmado a su vez, en numerosos relatos históricos. La regla del pacto de haberse cumplido hubiera determinado que los hombres de la raza madre se hubieran convertido en dioses atlantes, y los del resto en primates. Las catástrofes climáticas no serán causa del fin de la especie humana, su último capítulo vendrá de la degradación racial, fruto del mestizaje y la prevalencia de la genética primitiva. El fin de la humanidad vendrá cuando el hombre, único miembro de su especie homínida, desaparezca habiéndose convertido en simio.
Dios posee una sabiduría abrupta y extraordinaria capaz de crear y programar todo. Los genes son la base de su creación y su programación. Éstos son la pieza, como su propio nombre indica de in-geniería, con la cual genera a todas las especies y a su destino. Dios, es un ser humano con la sabiduría suficiente para ser el eterno e infinito creador. Si en la raza santa la genialidad emerge potencialmente en relación a su integridad, la potencialidad para ser dios, que sólo se ha dado una vez, solamente puede surgir de esa raza genial o linaje santo en su máxima indemnidad y pureza, pues dios mismo es antes que la humanidad racial, y por tanto puro como el diamante. Los descendientes más íntegros de ese linaje santo, (entiéndase linaje como sucesión de genes o autosomas ligados a un determinado pasado común, identificable mediante el cromosoma) son los más parecidos a dios, más propicios para la genialidad y los más remotamente cercanos a la potencialidad de convertirse en dioses o metadioses. Quizá la fundamental diferencia entre Dios y un individuo de su misma especie, sea la condición de infinito. Si Clément Ader, Tim Berners o  Severo Ochoa, (inventor del avión moderno, de internet y descubridor de la síntesis o transcripción del ARN, respectivamente), hubieran nacido con el “don” de la eternidad, serían potenciales dioses, cuyo poder sería impensable (eternamente sabios y geniales). Dios obtuvo o alcanzó el conocimiento de la eternidad (o lo que es lo mismo, la ausencia de tiempo), y su sabiduría es inalcanzable para cualquier mortal. El ser humano genial o gran genio occidental, en espera de poder recibir el regalo de la inmortalidad, ya consigue asombrar por su inteligencia, a pesar de su corta vida.
Ni los mediocres, ni los que se consagran al mal, pueden ser eternos.
Hoy podemos probar que existe Dios, tanto como que existió Fidias. Fue el hacedor e ingeniero del universo, y se replicó a sí mismo en el hombre Jesús (conocido antes como Esus), y en el linaje divino o la llamada por la Biblia como Raza Santa (portadora de la Sangre Real). Para ello guardó el remanente de Israel indemne; naciendo miembro de la raza de Pyrene o linaje hebreo (el reino eberita, fundado por el atlante ibérico Heber), que no semita o fariseo. Este es el linaje del rey David, desciende de los antiguos reyes atlantes de Iberia, que fue el abuelo 41 de Jesucristo, perteneciente a una estirpe de Galilea (colonia de los gálatas o galos, es decir celtas[1] o uskos, la raza vernácula de Occidente y fundadora del Reino de Israel).
El prodigio y la genialidad es ignota o residual, en aquellos pueblos que poseen un aporte mínimo o insignificante de este linaje. Aunque de sobra sabemos que los inventores de la robotización industrial o del teléfono fueron occidentales, incluso ignorándolo, a nadie le daría por pensar si lo hizo un amerindio o un guineano (ni si quiera se nos pasaría por la cabeza). La genialidad no sorprende en el linaje humano al que perteneció Jesucristo, y la mediocridad tampoco lo hace en el resto.
Dios fue creado como el resto de sus criaturas, de un padre y una madre. En la dimensión como Hijo, el Señor es creado (engendrado), creando como Padre todas las cosas que forman su obra. El misterio de Dios no está en Él directamente, sino en su linaje canalizador de la genialidad. ROSTRO_JESUCRISTOAquí veremos cuál es ese linaje del que habla la Biblia (de auténtica Sangre Real), sobre el cual se asienta la verdadera raza de Cristo, creado genéticamente igual a Dios y con conciencia de sí mismo. Con lo que en adelante se expone se puede asegurar que si el Señor hubiera nacido hoy día, seria navarro, pues en Navarra es donde habita su raza en estado más puro. Esto es tan cierto como que sería imposible que Jesús, hoy fuera israelita o palestino.
Cristo fue el ser humano más avanzado del mundo al superar la concienca material (temporal, sensitiva o abstracta), propia del resto de la especie humana, elevándose a la conciencia universal (el Aj[2]), es decir la consideración del Yo eterno e increado, más allá de la conscienciao las percepciones sensoriales. Esa conciencia supramaterial, es más concretamente una especie de energía vital (el Ka o toro, tras su paso al estado del Ba), aún por descubrir, no mensurable, pero que al igual que la vida física, se descompone o desvanece, salvo que de alguna forma desconocida pueda recomponerse. Esta posibilidad existe, tanto en cuanto la energía no se destruye sino que se transforma. Si nada se escapa y todo permanece, nuestra esencia, que existe aún como una especie de energía, puede ser recompuesta. El alma, es una clase de energía, (el Ka-Ba[3]) todavía desconocida para el Ser humano. Sin embargo, el alma es física y natural, permaneciendo en el mundo hasta un tiempo después de la muerte, ya sin necesidad de la materia. Cuando ésta acontece, el alma se escapa del cuerpo sin vida, y permanece etérea como una especie de energía, capaz todavía de percibir sensaciones y transmitir determinadas formas de expresión. Esto podría quedar demostrado ante la evidencia científica de que tras la muerte el cuerpo es abandonado por esa y otras energías, como la calorífica, que dejan el cuerpo, (el Khat o vehículo existencial) ante un estado físico completamente distinto. Esta última sustancia de nuestro ser, es una energía muy especial, capaz incluso de filtrarse por neuronas y células, permaneciendo durante un tiempo breve en la tierra, para por último desvanecerse como los fuegos fatuos, dando por finalizada nuestra existencia. Vendría a ser como una energía cinética de nosotros mismos. También acontece, que aún sin haber muerto el Khat[4], la energía (Ka), se escapa del cuerpo físico, dejando a la persona viva pero sin sustancia vital. Ello sucede cuando no se es consecuente con la naturaleza misma, y se contradice energía física y energía metafísica. Nuestra estructura biológica, no sirve a la energía vital, que agotada se escapa del cuerpo. La persona ha agotado su energía, y ya no es distinta al resto de animales y seres biológicos, se ha convertido en homo sacer. Buena parte de los males de la humanidad surgen de esa antinomia. Lo contrario sería cuando la energía vital -Ka-, no encuentra canalización en su estructura biológica. Evidentemente este fenómeno es imposible, en la medida que el Khat biológico no cambia ni subvierte en la propia persona. Sin embargo sí puede hacerlo en su descendencia. aunque si la línea de sangre se interrumpe, el alma -Ka-, ni si quiera podría entrar, luego no heredarían ni forma ni contenido.
El pueblo egipcio dio muestras de sabiduría enorme, al mantener sólidamente estos principios como base y pilar fundamental de su civilización. En Jesucristo el fenómeno se identificó con la unión hipostática[5], es decir el verbo (omnisciencia unida a la energía Aj), se encontraron o canalizaron en la carne y la sangre (Khat), a través de la energía metafísica o el espíritu (Ba). El alma puede definir procesos físicos pero realmente su origen es metafísico, situándose en una realidad superior al mundo que conocemos (el metaverso[6]), y cuyas partículas o elementos son los universos. Al igual que las partículas subatómicas componen el átomo, y a su vez éste la materia que conocemos, los universos cuyas partículas atómicas son las galaxias, son elementos del alma, cuyas dimensiones abarcarían millones de éstos. Evidentemente tal magnitud metaversal (metafísica) no puede obrar en el mundo que conocemos, y por tanto el alma debe canalizarse o trascurrir a nuestra dimensión a través de vías o transversos, encontrando su receptor apropiado, es decir el khat o cuerpo, que es su vehículo existencial. Las leyes metafísicas son pues tan distintas y distantes a las nuestras, como las leyes que rigen el mundo de las partículas subatómicas como los taquiones. Todo nuestro vacío y muerto universo entero y rebosante de energía en constante transformación  y movimiento no es más que una partícula elemental de una sola alma, es decir la materia prima de la que se componen los dioses. El receptor de esa entidad tan grande es el propio cuerpo que la aloja y se une en el proceso vital e hipostático, como el nexo de ambas dimensiones o ambos mundos. No sabemos si el ser humano podrá desarrollar leyes metafísicas o cuánticas subatómicas en nuestro mundo físico, encontrando nuevos nexos o canales, lo que sí es cierto es que Dios necesariamente controla buena parte de ese proceso y que su casa es el linaje hebreo o eberita, es decir usko.
El Padre en la Trinidad, se correspondería con el espacio o reino del metaverso, es decir el Reino de Dios. El Hijo, viene a ser el espacio que ocupa Dios en nuestra dimensión. El alma de Dios se encontró en el cuerpo de Jesucristo, un usko puro como el diamante, para poder obrar en nuestro mundo físico, uniendo hipostáticamente cuerpo y alma. El Espíritu Santo podría corresponderse con una dimensión aún más elevada, de la cual proviene y en la cual reside el poder divino de la Eternidad (ausencia de principio, fin y tiempo). Ni el nacimiento ni la muerte (por tanto la vida), tienen que ver con la eternidad; así dice Jesús, que la muerte dejará de tener vigor cuando la mujer deje de engendrar.
Es seguro que la conocida corte o coro celestial de ángeles y arcángeles, son almas metaversales y superiores compuestas por billones de universos que encuentran en nuestro mundo físico el khat o receptor biológico para poder actuar. Sin duda la raza uska se compone de esas almas conspicuas que provienen de ángeles y arcángeles, por tanto nuestro linaje es el canalizador de la genialidad sobrehumana y sobrenatural, es decir metaversal. Los uskos puros que quedan en el mundo son los verdaderos príncipes de la corte celestial. A más pureza del linaje eberita de Dios, más grande en dimensiones y genialidad es el alma que la habita. La extinción del linaje usko, implicará la reclusión perpetua de los dioses uskos en el metaverso.  Nadie puede ser hijo de Dios por el don de la devoción, sino únicamente por el don de la sangre.

[Escolio]
[1]El celtismo, se representa como una circunscripción cultural o linguística. Algunas instituciones culturales o regionalistas atribuyen este elemento como definitorio del celtismo o como representativo de algo dado en llamar nación celta. Históricamente, aunque no haya consenso unánime, son muchos los autores que califican el celtismo como un fenómeno cultural, desechando la atribución de etnia o pueblo. Esto sería tan burdo como decir que si todos los gitanos aprenden euskera se convierten en vascos, o si los vascos hablan calé, se gitanizan, o dejan de ser vascos si olvidan el euskera.
El vínculo inseparable entre el mundo celta y el megalitismo convierten a Iberia no sólo en el país celta por excelencia, sino en en su tierra originaria, pues en número y antiguedad, ni si quiera Inglaterra, que alberga el Stonehenge, puede compararse. A ello se une el fenómeno del entierro ceremonial propiamente céltico, con la cultura de Urnas, iniciada en la Península Ibérica y extendida por Europa y Asia, al paso del pueblo celta.
Las tradiciones irlandesas (consideradas el germen de la mitología celta), afirman un origen ibérico de sus pobladores (los más puros celtas), como descendientes de los iberos o brigantes milesianos.
Como se expondrá en adelante la genética corrobora un lazo común de las conocidas como culturas o naciones celtas, cuyo origen se sitúa en las costas del mar Cantábrico.
La noción linguística o artística celta es una de las manifestaciones culturales del pueblo usko al que pertenece dicha atribución. La raza uska es la encarnación del mundo cultural céltico, que conformaría durante una etapa remota de Europa, parte de la manifestación cultural uskarita, entendida comúnmente con el calificativo céltico. Es por tanto que en el presente tratado el celtismo se entiende esencialmente desde el prisma étnico, ligado indiscutiblemente al patrimonio etnológico usko.
[2]El Aj, es el ibis que en la mitología egipcia representaba la parte espiritual o energía metafísica de procedencia metaversal del Ser Humano. El conjunto de Aj, formaría el Aj-Aj, es decir la unión de todas las almas de los seres humanos, o lo que es igual, el metaverso, o una parte importante del mismo.
[3]El Ka-Ba. El Ka era para los egipcios la fuerza vital y energía o potencialidad que descansa en la raza de los soberanos egipcios y que les permite alcanzar la inmortalidad o la condición de dioses.
Mientras que en mitología egipcia, el Khat es el receptor o vehículo biológico, es decir el cuerpo físico, entre el metaverso y el universo; el Ba es el vehículo o transverso, es decir el cuerpo espiritual, entre este último y el metaverso, necesario por tanto en el camino de regreso de la persona fallecida al metaverso.
[4]Khat, en Egipto representaba el propio cuerpo físico y canal receptor.
[5]Unión hipostática. Tradicionalmente unión trinitaria, aquí es considerada fundamentalmente unión de los elementos naturales y metaversales del ser humano, es decir la canalización del anticosmos en el universo.
[6]El metaverso es la dimensión suprauniversal, constituida por las almas de los dioses y el anticosmos. Su dimensión en tamaño es imposible de ser observada desde el universo, pues el metaverso se compone de miles y quizá millones de universos. Sería como si un taquión, que es una partícula subatómica, fuera considerada como un universo entero, y nuestro mundo físico el metaverso. Ahora para entenderlo, pongámonos en la posición del taquión, (no a nosostros individualmente, sino a la totalidad de nuestro universo), que vendría a ser una partícula elemental del metaverso. Llegar o transitar desde el metaverso a nuestro universo, es tan complejo o quizá más que el que nosotros transitáramos de nuestro mundo físico al mundo cuántico subatómico. Por ello quien controla las leyes de dos o más dimensiones y específicamente las de la vida y la muerte, puede ser considerado un Dios, es decir el Anticosmos.

Lo descrito hasta ahora sería una breve explicación adaptada del viaje de los muertos descrito en la mitología egipcia. Es cierto que el cuerpo muerto se vacía de energías que parece que escapan de él, sin embargo cabe realizar ciertos matices. Dicho elemento no es propiamente el alma, sino lo que actúa como fuente energética o combustible para accionar la maquinariia del cuerpo y la mente. El alma por su incomensurable e inabarcable dimensión, no puede habitar ningún cuerpo físico. El viaje dimensional que en Egipto realizaba la esencia más pura del Ser, es decir el alma, no es propiamente un tránsito itinerante, pues el alma no se libera porque nunca ha estado encerrada en ningún cuerpo, al ser esto cosa imposible. El alma pues, no puede ser observada, ni medida de ninguna forma, puesto que no existe en el mundo físico. El viaje del alma desde el metaverso al universo físico, carece de ruta itinerante, es decir no existen más caminos que los trazados en un espacio físico, pues la rutas metaversales no transportan nada que se corresponda con dicho mundo. Ésta también es una de las causas de porqué en el mundo físico hay cabida para el metaverso, pues de no ser así el anticosmos destruiría el universo por completo.  Nuestro ser más puro se identifica con el alma, y a menudo ésta es ubicada en algún rincón del cerebro, que además está protegido dentro de la cabeza, situada en la parte más alta del cuerpo. Esto es porque dicha parte es una antena y receptor, que recibe información no sólo del entorno y mundo físico, sino también del metaverso, es decir el espacio que ocupa el alma. Ésta emitiría información que recibiría nuestro cuerpo, como si se tratara de un radio receptor.
Cuando el Ser Humano se adentra en un mundo nuevo, lo explora, recrea y mentaliza. Un ejemplo de esta tarea sería la de un buzo cuando se sumerge bajo el mar, en donde es capaz de contemplar, admirar y sorprenderse, generando ideas, sugestiones y sensaciones múltiples, que sin embargo están mediatizadas por las ideas preexistentes, (concebidas en el mundo de tierra firme). Esto ocurre porque no se pueden generar ideas de la nada física, es decir del mundo que conocemos. Con esto me refiero no a las ideas en sí, que pueden ser fiel reflejo de un mundo físico, sino a la capacidad misma de generarlas. Sólo es posible admirar o idear cuando existe un mundo anterior y más elevado del que se parte. Por esto mismo ocurre, que cuando el alma (como cuerpo o estado del Ser, existente en dicho mundo elevado, es decir el metaverso), emite una señal recibida en el cuerpo físico, se produce la comunicación entre dos dimensiones o planos. El Ser Humano en su dimensión física es capaz de idear, admirar, sugerir, pensar, en un plano donde el alma es imposible que pueda ser alojada de ninguna forma. Por tanto el cuerpo no es el alojamiento de ninguna energía superior o alma viva, sino el receptor o antena del anticosmos. Quizá sea esta la más adecuada o precisa interpretación que puede darse al viaje de los muertos de la cultura egipcia, relacionándola estrechamente con el pensamiento platónico, y por esto también es posible que podamos dar explicación al empeño de conservar el cuerpo o antena momificado en dicha civilización, como forma de no romper la comunicación entre ambos mundos. Podríamos aún preguntarnos si puede existir el cuerpo sin los requisitos necesarios para que se produzca la comunicación-recepción entre alma y universo. La  respuesta es sí, y su ejemplo lo hallaríamos en personas discapacitadas mentalmente o en individuos que permanecen en coma neurológico (siendo este el caso de un buen ejemplo de receptor gravemente estropeado o directamente inservible). La antena humana no se apaga nunca durante la vida, permaneciendo despierta aún cuando el cuerpo duerme y está en reposo.
En adelante el alma se tratara como una señal constante, mandada al receptor preciso, sin error posible, salvo el sufrido por daños en la antena o cuerpo humano. Por esto mismo Jesucristo sólo pudo ser puro en un sentido genético, al igual que la virgen María (así perfección y pureza son la misma cosa). El vehículo o receptáculo de Dios-Hombre sólo puede ser tan perfecto como puro, pues la impureza por pequeña que sea, crea la barrera insalvable entre el Dios-Anticosmos y el universo. El receptáculo puro posibilita el tránsito o comunicación perfecta entre Dios y Dios-Hombre.
Distinto es el objeto del cual emana el mensaje o cuerpo del alma. Ese objeto es realmente el Ser en esencia, ya que no está vivo y es eterno. Por todo lo anteriormente descrito y lo que se desarrollará en adelante, podemos decir la máxima de que cada uno de nosotros  existimos antes, durante y despues de nuestra vida. La vida no es el comienzo de nada, y debería situarse más cerca del final de algo, nunca en el principio. Sin embargo no podemos acordarnos de nada anterior al proceso de la vida, puesto que la memoria del receptáculo es tangible y se aloja en el cerebro, del mismo modo que una tarjeta de memoria o cualquier otro dispositivo de almacenamiento.
Hay esencialmente dos tipos de memoria, una de ellas es la memoria física conformada por los recuerdos del entorno real, los cuales se refrescan y permanecen de forma más sólida en la mente, siendo más fácil el ejercicio del recuerdo. Sin embargo la memoria que pertenece al mundo que genera las ideas, la admiración y la sugestión, es más fácilmente olvidada, pues forma parte de una memoria receptiva cuyo origen es esencialmente metaversal. El recuerdo (metaversal), se afianza por el ejercicio de relación con el mundo físico. Un nexo que afianza estos dos planos de la memoria, sería el lenguaje. Una idea, cuanto más profunda y reflexiva se hace, más relación tiene con la dimensión metaversal. Si a esa idea le añadimos un reflejo vivo en el plano físico, la memoria se refuerza y estimula. Otro ejemplo de esto es el papel de refuerzo que hace la simbología. Los símbolos y el arte en este caso afianzan las ideas. Sin un apoyo material, esta memoria se diluye y finalmente se pierde, aún habiéndose descargado en el receptor humano. En consecuencia dicha memoria es más fugaz y volátil. Según diversas creencias mitológicas del entorno de las grandes civilizaciones clásicas, se puede deducir que los dioses atlantes, es decir el metaverso, (donde se ubica el olimpo del concilio uskario), utilizan las mentes más despiertas y claras (más preparadas y receptivas) de los hijos de los dioses (humanos atlantes), para influir ideas y pensamientos. Es decir desde el metaverso, se pueden enviar mensajes que adquieren forma en el mundo físico y son recibidos y desarrollados por las mentes de las personas más capaces y receptivas (normalmente grandes genios). Un ejemplo de ello es el Evangelio, y la palabra o verbo divino, es decir, lenguaje de los dioses.
En un sentido metaversal  o metafísico el Ser, en sí, es siempre, no pudiendo dejar de existir jamás. Esto se explica porque ninguna otra cosa ajena y contraria a dicho Ser, puede existir en otra circunstancia o lugar o tiempo. Las partes que componen el mundo físico sólo son inamovibles e inanimadas, pudiendo existir únicamente en su lugar y su tiempo, formando parte inexorable de la cadena de causa y efecto. El Ser humano podría existir en un lugar, modo o tiempo distinto en el que la dicha regla le ha colocado. Por tanto los tiempos y circunstancias cambian constantemente siendo sólo el Ser el único elemento de permanencia, precisamente por la posibilidad de ser en todas y cada una de las mismas. Lo que sí puede es dejar de estar vivo y por lo tanto perece, al desconocer las reglas y leyes metaversales; bien porque no alcanza tal grado de sabiduría, bien porque aún conociendo dichas reglas, como anteriormente hemos dicho, la memoria tiene una plasmación en el mundo físico y por lo tanto aparece con la vida y no antes, no pudiendo existir en el mundo natural una memoria pretérita o sobrenatural. La vida necesariamente acaba con todo recuerdo y conocimiento anterior a la misma. Otra cuestión es la de si es posible o no, alcanzar tan altos conocimientos durante la presencia de nuestra raza en el mundo. Es en tal caso la muerte un acto imposible, por cuanto la materia no se destruye, y la esencia metaversal no existe en el mundo tangible, sino como consecuencia de los actos realizados a través de una emisión vital de pensamiento, procedente de algo que pueda llamarse alma pero que no puede existir en el mundo físico (el alma no vuelve ni retorna ni asciende o desciende, sino que permanece en el metaverso eternamente inamovible.
La sola suposición de que existe un mundo superior, es en sí la demostración de su existencia, pues si alguien encontrara una prueba de ello, sería la negación absoluta del mismo.
Todo lo anteriormente expuesto nos da prueba de la existencia de una raza metaversal y superior, que comparte la misma esencia de Dios, cuyo señorío no está en el cielo, sino por encima de éste.
Tras este proceso vital y biológico, el sumo creador, que ha previsto toda nuestra existencia, ha examinado a aquellos seres de su creación, (que habiendo llegado a la edad adulta, han podido desarrollar un ciclo de vida), fiscalizando comportamientos, reacciones y respuestas ante un determinado contexto, conociendo en definitiva el resultado de su experimento creativo. Ello puede hacerse perfectamente mediante el cálculo de las consecuencias de todos y cada uno de nuestros actos ante el mundo. Absolutamente todos quedan reflejados en algún diminuto lugar, por pequeños o insignificantes que éstos sean. Ello se extiende además no sólo a nuestras acciones u omisiones, (a los que inexorablemente sigue una consecuencia o consecuencias exclusivas y determinadas, que quedan reflejadas en el mundo), sino también a nuestros pensamientos, que indudablemente dejan su rastro y secuencia. Ésto es tan cierto, como que existe la posibilidad de predecir el futuro, siendo enormemente complejo por la dificultad de dominar todos los factores que inciden en las conductas humanas y la evolución de sus circunstancias y elementos de todo tipo. Naturalmente este proceso no requiere mayor complejidad en un ser que alcanza la omnisciencia o sabiduría eterna, es decir la divinidad absoluta (en este caso el proceso se hace enormente sencillo, pues la dificultad se añade tan sólo por la dimensión física, que fuerza a caminar por cauces imposibles en la praxis, pero enormemente sencillos y elementales desde un punto de vista teórico). Para esto último se hace indispensable la experiencia sensorial absorbida a través del Khat. Por último, examinado nuestro ciclo de vida, comportamientos, pensamientos y actos, el Creador, podrá seleccionar a su obra perfecta y por último recrearla pura de nuevo pieza por pieza. De esta forma se descartaría a los mediocres y consagrados a los males de la humanidad del don de la eternidad, siendo en palabras bíblicas “cortados de la tierra”, a diferencia de los justos (sabios) quienes la heredarán.
Esta energía, debe acompañarse de una sustancia másica (ousia), necesaria para canalizarla y ponerla en perfecto funcionamiento, (ésto último vendría a ser algo parecido al hardware). Los genes ocupan buena parte de ese soporte energético que canaliza el acto de vida. En Dios ocurre como en las demás criaturas de la naturaleza, sin embargo su energía tanto como la sustancia que la soporta es muy distinta. Ahora podemos saber con exactitud dónde se encuentra esa fuente y huella de Dios (sustancia y energía), que se ha conservado en el mundo, a través de un linaje humano. Para poder entenderlo mejor se podría hablar de linaje o etnia divina, que es de entre todas las especies humanas a la que Dios perteneció. Lógicamente la existencia de una sangre tan prodigiosa y distinta, ha reflejado una consecuencia clara y visible en el mundo material, que es sin duda la genialidad y el prodigio que ha acompañado a la tierra desde que existe el linaje que la lleva por sus venas, y que la Biblia dio en conocer como el pueblo Ibri o ibero. Veremos también como esa genialidad ha hecho avanzar al mundo, siendo la misma residual o inexistente en el resto de linajes humanos.
Mientras la raza de Cristo, crea, inventa y descubre TODO, el resto, como mucho, copia, ayuda o desarrolla en lo primero, y esto último en la medida que por su caudal genético fluye algo de sangre eberita.
La mayoría de ocasiones, ser demasiado tajantes en nuestras afirmaciones nos lleva a menudo a la burda falacia, debido a que ellas son fruto frecuentemente de sentimientos, ceguera cognoscitiva, errores asociativos o perceptivos, etc., que adulteran la realidad y la llenan de errores e imprecisiones. Pocas materias y conocimientos del Saber universal, pueden ser afirmados con seguridad matemática. Gran parte de los errores, se basan en no partir de la base genética, o considerarla meramente anecdótica y sin valor relevante. Los genes son la pieza de ingeniería, más elemental y perfecta de la Creación, que determinan todo nuestro ser, como si de microchips se tratara, dibujando el destino de toda la humanidad.
Las hipótesis y teorías, tratan precisamente de aclarar la realidad que nos rodea, pero sin poseer las herramientas ni lo elementos necesarios para determinar su certeza. Sin embargo, en numerosas ocasiones, las mismas a fuerza de insistir, son tomadas como axioma o presupuesto invariable, sin que nos parezca ni remotamente que estén equivocadas. Es por ello, que la Ciencia, verdadero dogma de Fe, inmutable e invariable, a menudo nos sorprende. Es frecuente que lo sorprendente, no es más que lo que siempre se ha mostrado ante nuestros ojos, y hemos negado con Fe ciega. La diferencia entre lo que se puede afirmar sin caer en falacia, y lo que es mera hipótesis, está en que la primera, carece de duda y la segunda adolece de pruebas que determinen su naturaleza cierta. Aquí, se tratan axiomas probados desde los diversos puntos de vista históricos, antropológicos y finalmente genéticos. La Ciencia y la Historia se funden, dejando poco o nada a la hipótesis. Se va redescubriendo la historia, la mitología, la religión, la antropología y la ciencia genética, sorprendentemente conectadas, encaminándonos con estos múltiples frentes a unos presupuestos radicales en el estudio espistemológico del origen mismo de Occidente. Es por último fascinante observar como encajan perfectamente estos elementos y se muestran ante nosotros, como esperando ansiosamente ser descubiertos y debidamente encauzados. La genética y algunas de sus claves aún no descubiertas, podrían llegar a mostrar al detalle nuestra historia y el sentido mismo de nuestra existencia. Decía Schopenhauer, que la verdad pasa por tres etapas, primero la de ridiculización, segundo violenta oposición y tercero aceptación como evidente. Pero ello ocurre también, con algunas grandes mentiras.
Partiendo pues con la genética en el estudio humano, las hipótesis antropológicas y sociales dejan paso a una matemática exacta y perfecta. Su omisión en el estudio social y humano, equivaldría a la obra de un pintor ciego. Veremos como la genética es la mejor cátedra para interpretar la Historia, el Génesis y la Biblia.
El propio nombre de la Biblia, texto sagrado del pueblo eberita o hebreo (ibri, según la Biblia, es decir ibero), proviene de la ciudad celtibera de Bílbilis, situada en el río Jalón, afluente del Ebro (río de los eberitas), y que fue asimilada por el griego, a través de la palabra biblía de origen usko-mediterráneo. Dicha ciudad de Bílbilis, se enclava próxima al monte Caunus (blanco) el más alto y sagrado de los montes idubedas (Montes Doca), cuyo nombre proviene de los veintisiete reyes de Iberia descendientes de Tubal. Gracias a los estudios genotípicos, filogenéticos, filológicos, paleontológicos, arqueológicos, antropológicos, etc., que forman la propedéutica que desarrollaremos en adelante, podemos saber cuál fue el rastro y dónde se encuentra ese pueblo grandioso, que levantó las civilizaciones antiguas del Mediterráneo y la civilización de Occidente.
Prólogo
230px-DamaElche01Dejad al eberita (ibero), hacer grandes obras, y Él os hará civilizaciones, pirámides, el Renacimiento, el Barroco, la tecnología, la informática, internet, cura de enfermedades… Dejad que el eberita os haga el mundo, y él creará los derechos humanos, las libertades individuales, la igualdad de las sociedades, la justicia y las leyes, la Democracia, las asociaciones… Dejad que la raza de Pyrene, repueble y civilice los continentes, y éstos serán grandes y prósperos, como le pasó a Mesopotamia, Grecia, Creta, Palestina, Egipto o Babilonia, cuando gracias al ibero Cromañón[7] y su remanente R1b[8], pasaron del Neolítico a la Edad del metal. Dejad en un continente perdido de otra galaxia a unas pocas familias eberitas, y surgirá un mundo civilizado.
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El rostro eminentemente vasco de la dama de Cabezo Lucero en el Levante, deja claro el linaje genético al que pertenecían los contestanos.
La diferencia está en la información genética que atribuye determinadas capacidades creativas, inventivas y de destino, a un determinado linaje humano. Como su propio nombre indica los genes (los autosomas, los cromosomas y los haplos[9]), son piezas de in-geniería. No sólo la información que contienen, sino su misma forma física recuerda a piezas de nanotecnología, un diseño causal e imposible de ser casual o arbitrario. Contenedor de información, es decir con memoria. “Chips” perfectos capaces de desarrollarse infinitamente. Éstos sólo han podido ser creados por un Sumo ingeniero y Sabio universal. Es un hecho  que nuestro cuerpo y la vida misma, como receptora de un mundo metafísico, es un cauce o canal para su tránsito. Somos tecnología aunque no lo hayamos descubierto aún. Los genes no determinan únicamente nuestro fenotipo. Además de ello también influyen en nuestro propio destino, nuestras facultades y capacidades innatas y su desarrollo en el ambiente que nos rodea. Es decir la parte intrínseca del Ser y su conciencia; siendo su aspecto exterior o fisiológico más dependiente de los factores externos o ambientales, (es decir la parte más en desarrollo o mutable). Los fenotipos sólo establecen un parecido entre especies distintas, que comparten un mismo entorno, una alimentación parecida y un mismo clima determinado, que en ocasiones produce una evolución adaptativa convergente. Así ocurre por ejemplo con los peces que habitan el Caribe, sus vivos colores son la respuesta fenotípica al entorno que comparten. Especies más alejadas aún como el oso polar y la foca ártica o el zorro polar, son otro ejemplo de especies con características fenotípicamente similares. Igualmente los rorcuales y los peces son animales biológicamente distintos, pero poseen un fenotipo o caracteres similares (aletas, cuerpo fusiforme, tonalidad, etc.). También con grupos humanos de diferentes linajes sucede lo mismo, por ejemplo con la supuesta raza blanca. Dicha raza inexistente desde el punto de vista genotípico, se definía como el conjunto de características fenotípicas que delimitaban y clasificaban a un grupo humano europeo de origen indoiranio o caucásico. Sus distintos matices (piel clara o más obscura, ojos y cabellos claros o morenos, forma craneal, facciones e incluso estatura) definían la clase de subgrupo humano al que se pertenecía, también los supuestos orígenes. En consecuencia se hablaba de raza mediterránea (algo genéticamente imposible de definir), como el resultado de los nórdicos mezclados con los norteafricanos, árabes o judíos. O de la nórdica, (más pura se decía) en relación a la alpina o dinárica, mezclada esta última con poblaciones asiáticas.

[7]Hombre de Cromañón, de cuarenta mil años de antigüedad (Paleolítico Superior, cuando nació la civilización occidental), ahora se sabe que fue autóctono de la Península Ibérica donde se encuentran sus mayores y más antiguos restos. De este antepasado humano se originó el haplogrupo R1b, que define al hombre occidental actual.
[8]haplogrupo R1b, (M343) (antes Hg1 y Eu18) es el haplogrupo del cromosoma Y más común de Europa Occidental, en las regiones atlánticas del norte de España, oeste de Francia, Irlanda, Escocia y oeste de Inglaterra puede superar el noventa por ciento de la población. Con el proceso de la colonización se extendió mundialmente, estando fuertemente presente en América y Australia, siendo residual en poblaciones del este europeo o norte de África, donde no supera en ningún caso el diez por ciento. También de forma residual está presente en el Medio Oriente, Asia Central y Subcontinente Indio.
[9]Haplogrupo, es un marcador genético (clado), definido por una serie de haplotipos, que identifica a un ser humano dentro de un grupo o grupos étnicos. Se heredan a través del cromosoma Y (del padre) y del X (de la madre). Actualmente no existe prácticamente ningún pueblo que pertenezca exclusivamente a un solo haplogrupo, pero sí existen grupos humanos que mayoritariamente e incluso en una frecuencia altísima pertenecen a un marcador determinado, como ocurre con los europeos occidentales respecto al Hr1b. Hoy día debemos definir al europeo occidental como aquella persona endémica de un pueblo que alcanza una frecuencia superior al cincuenta por ciento de Hr1b.

El fenotipo y algunas características fisiológicas definían el grupo y subgrupo humano, a los cuales en ocasiones se atribuían caracteres y orígenes imposibles de sostener desde el punto de vista etnológico. Estos caracteres, son mutaciones de adaptación al medio o resultado de la interacción genotípica con el mismo, y dependen de factores externos como la radiación solar, la alimentación o el clima. Los elementos ambientales generan en las especies mutaciones (como la producción de melanina en la piel, el pelo o color de ojos), y a su vez las transmiten a su descendencia. Son por tanto factores mutables o cambiantes con el tiempo y el entorno (adaptables). Distinta es la identidad cromosomática, y nuestra definición en clados o subclados genéticos; o lo que es lo mismo, nuestro Ser más indemne. Los haplogrupos y marcadores genotípicos, no se pueden cambiar, son además indestructibles e inmutables, determinando nuestro origen y de quien o quienes descendemos. Los haplos como el R1b surgen de un único antepasado que los transmite, del cual surgirán las familias o subclados. A este sello de origen, acompaña el contenido genético (somático), de un linaje o familia, y por tanto una parte importante de los factores más invariables e irreductibles de nuestra existencia biológica. Hoy con el elemento genotípico la raza deja de existir, o se redefine e integra dentro del concepto de estirpe étnica. Y es así como se entiende en adelante dicho término, dejando los caracteres fenotípicos como una cuestión referencial y anecdótica; sin valor determinante en la configuración del mapa etnogenético del mundo. En la nueva concepción genotípica y geno-gráfica, poblaciones de lo que se entendía como raza blanca, (dentro del grupo de la raza nórdica), como era el caso de los fineses (esquimales pálidos) y de los irlandeses, genéticamente no son coincidentes; casi nada tienen que ver. Por lo tanto o bien uno de los dos no es ‘raza blanca’, o bien dicho término no existe, y se debe hablar de etnia occidental frente a las etnias orientales de Europa. Es decir son de orígenes completamente distintos y distantes, de linajes diferentes, de antepasados alejados desde el punto de vista cromosomático y por tanto también somático. Lo mismo cabe decir de los rusos o eslavos en general (medio uskos mezclados con esquimales y mongoles) respecto a los ingleses o españoles (uskos casi puros). Los últimos poseen una coincidencia absoluta en su árbol genético; no hay un solo marcador distinto que los españoles tengan respecto a los británicos y viceversa. Mientras que los ingleses y rusos distan una separación lo suficientemente abrupta como para calificarlos de etnias marcadamente distintas, puesto que los únicos marcadores coincidentes son absolutamente desproporcionados, al igual que sus caracteres somáticos. De esta forma y más genéricamente existe una separación entre el Este de Europa y el Occidente. La tradicional diferencia política de la segunda mitad de siglo XX, curiosamente se correspondía fielmente no sólo a dos concepciones ideológicas y culturales, sino a dos caracteres genéticos distintos. Hecho que prueba la marcada determinación que en las aptitudes intelectuales, filosóficas y culturales juega el papel de los linajes cromosomáticos; no tanto en lo que se refiere a la elección política o sistema de gobierno, en ese caso en la Europa del Este, sino en lo referente al fracaso sistemático de cualquiera de ellos ajeno a la tiranía, sea este del tipo que sea cuanto más nos acercamos a los Urales. Las tiranías rusas son la peor amenaza de la humanidad. Fue una de ellas la que protagonizó y desencadenó la Primera Guerra Mundial, y otra la cooperadora necesaria para el desencadenamiento de la segunda, aliándose con Alemania para atacar Polonia.
Cabe decir que es erróneo concluir una afirmación tajante como la de una humanidad global, con una concepción homogénea del mundo, de la cultura, política, principios morales o religiosos, valores sociales, capacidades, inquietudes, necesidades etc. Por tanto hablar de universalidad más allá de los valores cristianos inmutables, es omitir la propia naturaleza mutable, convertible y heterogénea en que se encuentra el concepto más complejo que existe, el ser humano.
Genialidad de la estirpe usko-mediterránea. –Nos Celtis genitos et ex Hiberis-.
¿Puede ser el haplogrupo R1b del cromosoma Y, un importante factor de la inteligencia en el linaje o pueblo usco-mediterráneo[10]?.
Primeramente entiéndase que el haplo, puede ayudar a identificar en determinadas poblaciones autóctonas, al resto de una gran parte de genes somáticos coincidentes y ligados a ese linaje originario y endémico de Europa. R1b, es el haplogrupo del cromosoma Y más común en Occidente, antepasado o linaje común, acompañado de otras características y genes de tipo somático o autosomas que han ido evolucionando y heredándose de generación en generación. En todo caso, aclaramos antes de nada, que la pertenencia al marcador R1b y el haplogrupo H mitocondrial[11], tanto en línea directa como indirecta, nos da una presunción bastante acertada, en las poblaciones endémicas de Europa occidental, de pertenencia a una parte sustancial de la familia de genes uskos o atlánticos, y por tanto a la raza uska.
Debemos recordar que el hombre tiene dos cromosomas X e Y, a diferencia de la mujer que posee el X y X. El cromosoma Y, es una evolución biológica en la especie animal, y parte de la matriz del cromosoma X. El haplogrupo R1b, que poseen la totalidad de los grandes genios universales y define la etnicidad atlántica o usca, se ubica en el cromosoma Y. Está demostrado que la genialidad y buena parte de la inteligencia humana se debe en alguna medida al poco conocido cromosoma Y, en tanto que los varones representan el mayor porcentaje de estos casos en comparación con las mujeres. Es decir hay más superdotados hombres que mujeres y el cociente masculino supera en general al femenino, tal como han probado numerosos estudios de población (estudio de población de Richard Lynn de la Universidad del Ulster, o como ocurre en la escala deWeschler y la Giga Society). A ello se une que el cerebro del hombre pesa doscientos gramos más que el de la mujer, siendo igualmente denso. Este dimorfismo es en parte la consecuencia de un mayor cociente intelectual, así como de mayores casos de superdotación intelectual, pues no sólo en la especie humana, sino también en los animales es una característa la capacidad craneal, síntoma de inteligencia superior. Obviamente esa divergencia, acontece por el cromosoma Y, que diferencia al hombre de la mujer. Con ello no puede extrañar, que además de las consideraciones biológicas o sexuales reproductoras, el cromosoma Y, esté ligado a otras facultades estrechamente relacionadas con la inteligencia y su desarrollo.
En España los casos de superdotación intelectual del hombre son del ochenta por ciento, frente al veinte de la mujer. Si el cromosoma Y no fuera determinante en esta cualidad (genialidad), el hombre, por pura regla de probabilidades, no podría desarrollar un porcentaje mayor al de la mujer, puesto que él se compone de los cromosomas XY y la mujer XX. Es decir, si como algunos proponen las determinantes cualidades intelectuales de la humanidad, residieran en el cromosoma X, el hombre tendría la mitad de posibilidades de desarrollar un cociente superior o superdotación, y sin embargo supera en ambos casos a la mujer (de manera abrupta en el caso de los superdotados). Por tanto, de ser así, y ser más importante desde el punto de vista intelectual y psicológico el cromosoma X, la mujer tendría también el doble de posibilidades de ser superdotada, pues posee dos XX, a diferencia del hombre XY. Sin embargo, y como se ha expuesto, en general hay más superdotados hombres, siendo en el caso español del ochenta por ciento, frente sólo al veinte de mujeres. También existen casos de triple X (aneuploidía), o mujeres que poseen un cromosoma extra, (una de cada 1500), destacando por su bajo cociente intelectual. En los casos de superhombre con cromosomas XYY, la capacidad intelectual alcanza una media de 120, lo cual viene a demostrar que la gran genialidad no puede proceder del género femenino. Por tanto, se puede determinar que las capacidades intelectuales que reúnen las condiciones biológicas necesarias para crear un superdotado, residen en su mayor parte en el cromosoma Y. Ello no obsta para que el cromosoma X, también pueda abarcar otras importantes funciones cognitivas e intelectuales, pues en la mujer esta capacidad es más estable, al poder contrarrestarse el uno con el otro (si uno falla, hay otro cromosoma igual). Sin embargo y curiosamente también es la mujer a través de su cromosoma, la que transmite el mongolismo.
Cabe decir que el haplogrupo H (mitocondrial), y concretamente en la Península Ibérica el H1 Y H3, son en la mujer, los haplogrupos equiparables al R1b atlántico en el hombre, encontrándose en frecuencias ubérrimas y semejantes a este último (superiores siempre al sesenta por ciento). Presupondríamos entonces que el hombre y mujer europeos occidentales de marcador R1b y H, en línea directa e indirecta, conservarían más y mejor, en cantidad y resolución los genes somáticos que ambos como etnia o especie comparten, definiendo genéticamente así a la raza uska. El haplogrupo H mitocondrial, que pueden portar tanto hombres como mujeres, posee cualidades inmunológicas e intelectuales evolucionadas, sólo presentes en estos subclados de Europa. El cromañón u homo atlanticus primitivo (macho), se cruzó con hembras neandertales (probablemente la especie sapiens con mayor potencial intelectual), dando origen al haplogrupo H.
La genialidad de esta raza posee además voluntad, pues es indispensable en el genio, la fuerza y determinación en sus logros y obras de carácter universal. La voluntad, se corresponde con el origen y el pacto de sangre, es decir la eternidad (anticosmos). Mientras la genialidad o el talento es innato, la voluntad puede potenciarse externamente, o morir matando con ella el genio.
Es en este cromosoma Y, donde reside la joya de la humanidad, es decir el haplogrupo R1b. Es el nexo y lar habido entre el ser humano y la genialidad occidental o gran genio occidental. El cromosoma Y, es más inestable en cuanto a las respuestas de inteligencia, cognición y abstracción se refiere, pues no puede ser contrarrestado por otro cromosoma Y. Por ello la superdotación es escasa comparada con la mediocridad; además claro está que por la escasez del clado R1b, poco frecuente en estado original o puro, fuera de Occidente. La superioridad intelectual, o por lo menos la superdotación, se basa necesariamente en la tipología de marcadores genéticos que constituyen o conforman dicho cromosoma Y. Es decir los haplogrupos, constituirían un pilar básico en la tipología e intensidad de la inteligencia de los seres humanos, siendo un importante factor en la potenciación de los parámetros biológicos que determinan las capacidades psíquicas e intelectuales; por tanto claves en el surgimiento de la genialidad y superdotación humana. La historia nos confirma que de alguna forma u otra el gran genio universal está relacionado estrechamente al haplogrupo R1b.
La deficiencia o subdesarrollo mental acontece en la mayoría de los casos en base a una causa genética, por un fallo en el desarrollo y resolución o definición del marcador genético (traslocación). Cuando el desarrollo de este marcador es defectuoso o inestable, se produce la deficiencia mental patológica o subdesarrollo. A diferencia de como ocurre en la raza occidental (R1b), cuyos casos de subnormalidad acontecen por una tara o enfermedad, en otras especies, como por ejemplo en la mayoría de los países africanos, sucede justamente lo contrario. En general en África, los niveles de cociente intelectual no superan el setenta por cien, (es decir lo que se conoce con la calificación de deficiencia mental o subnormalidad), y su causa no es específica de una afección patológica, sino que es general y afecta a toda la población de forma innata. Esa deficiencia africana, no es producto de una enfermedad sino de sus caracteres.
A lo dicho anteriormente cabe exponer la supuesta relación habida entre el desarrollo humano y de nivel de vida y determinadas capacidades intelectuales, cognoscitivas o abstractivas (que pueden ejercitarse casi como un músculo), esto es, la diferencia entre el dominio de lo innato y el dominio de lo adquirido. Parece que algunas razas no pueden traspasar determinados límites intelectuales infranqueables, siendo este es el caso de algunos africanos, que habiendo logrado en determinadas partes del mundo una educación avanzada y un nivel de vida óptimo, no alcanzan el cociente intelectual del europeo occidental endémico. Lo mismo cabe decir de los pueblos amerindios y mestizos. Argentina y Uruguay, (los dos países de Iberoamérica de mayor cantidad y calidad de sangre ibera) son los que más se aproximan al cociente intelectual de los europeos occidentales; siendo el resto del continente iberoamericano un mundo deficiente en términos de inteligencia.
Una parte de la inteligencia está más determinada por el entrenamiento o por el ejercicio intelectual, y en ocasiones por la directa imitación o memorización de procesos abstractivos interiorizados. Este tipo de inteligencia con escasa profundidad reflexiva y casi nula capacidad creativa, en determinados asiáticos (chinos y japoneses), ha sido fundamental para aumentar sus escalas de cocientes intelectuales y dar una presunción de gran intelecto. Ellos son la prueba de que se puede aumentar cierto tipo de inteligencia con el entrenamiento. La comparación entre los cocientes del entorno del conjunto de países del Lejano Oriente, como Laos, Camboya o Malasia, (cuya media es inferior a noventa de IQ) y China (con cien), hace pensar que la diferencia no se basa en elementos raciales o genéticos sino externos. Lo mismo cabe decir respecto a los chinos  del este (más desarrollado) y los del interior subdesarrollado de muy inferior cociente. Es decir, el entrenamiento intelectual al que se somete a la población china y su desarrollo, han empujado su cociente intelectual por encima del de su entorno. Si la raza occidental se entrenara más y mejor, podría llegar a un cociente intelectual cercano a doscientos. Sin embargo el entrenamiento intelectual de los asiáticos no es idóneo para Occidente, pues las dos inteligencias son muy distintas tanto en capacidades como en desarrollo. El superdotado asiático nunca será un gran genio, su inteligencia no es creativa. Todo occidental es un potencial superdotado, pero sólo una parte alcanza la genialidad. Es por ello que en la raza uska se encuentra la especie animal más inteligente de la tierra. En Asia, por el contrario, no existían superdotados antes de unas pocas décadas. Éste es un fenómeno endémico de Europa. Los superdotados asiáticos, son productos o resultados de un entrenamiento del mundo moderno asiático. También diríamos incluso de una especie de selección natural de la inmensa masa asiática sobre la insignificancia del individuo oriental, reducido a la nada en medio de la superpoblación; presionado a ser mejor día a día por la abrupta competitividad. En la raza occidental europea ha sido clave en la genialidad, la heterogeneidad intelectual y creatividad.
Se podría decir que la interacción de los hijos de la raza uska con su entorno actual es muy nociva, pues por un lado no potencia sus capacidades intelectuales adecuadamente (escatimando recursos científicos y culturales), y por otro las depaupera con el mestizaje genético. Por contra en Asia, dicha interacción con el mundo superpoblado y competitivo asiático, potencia o expande un tipo inteligencia relacionada con el trabajo y la productividad (nunca con la creatividad). No obstante, el nocivo ambiente de Occidente, no ha impedido que dicha civilización siga siendo el referente cultural, ético y tecnológico mundial. Es por ello el haplogrupo R1b, como desarrollaremos, la pieza fundamental en el origen y proceso de las civilizaciones.

[10]Pueblo usko-mediterráneo es como se conoce actualmente a los antiguos pueblos primigenios que dieron origen a las civilizaciones del entorno mediterráneo (Tartessos, Egipto, Creta, Mesopotamia, etc.), y que se expandieron en posteriores etapas a América, la India y China. En su origen los utskos o eberitas, fueron el germen de la humanidad europea endémica, manteniéndose puros en su linaje, tras los hielos cuaternarios. Este pueblo único, se extendió por Europa, dando origen a dos facciones importantes. Una la de los atlánticos, situados en las regiones septentrionales, y cuyos mayores representantes son ahora los irlandeses y galeses. La otra rama es la propiamente usko-mediterránea, que siguió perviviendo en Iberia y se expandió a través del Mediterráneo, por Francia, Italia, Grecia, norte de África y Asia (desde el Cáucaso hasta la India). Actualmente los usko-mediterráneos, son pueblos en algún grado mezclados con otros del propio entorno afro-asiático o mediterráneo en el que se desenvolvieron. Ese grado de mestizaje varía, dependiendo de la cercanía con Iberia. Mientras los griegos de origen usko, son ya una minoría mestiza, los españoles del arco mediterráneo y Pirineos o italianos del norte, conservan un alto grado de pureza uska, y sólo una muy ligera matización africana o asiática.
[11]Haplogrupo H  mitocondrial. haplogrupo H, también llamado Helena, es aquel que se hereda de la madre ocupando el cromosoma X, y por tanto portan tanto hombres como mujeres, y que junto sobre todo a los tipos h1 y h3 son comunes y originarios de Europa occidental, siendo probablemente el vestigio dejado por las hembras de neandertal ibéricas hibridadas con el sapiens cromañón. Los pueblos que lo portan, son considerados los hijos de Helena.

-Abajo evolución demográfica de los pueblos uskos atlánticos y mediterráneos, en el color más intenso que representa las frecuencias más altas, se han tenido en cuenta factores históricos y genéticos como el haplogrupo r1b. En las máximas dicho carácter r1b es siempre a partir del 90% de población.

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Uno de los elementos que potencia el intelecto en sociedades desarrolladas es la educación reglada. En la actualidad el sistema educativo es el más estandarizado que existe; tanto o más que el económico o cosmocrático. Buena parte de la causa de su extensión es precisamente la fuerza que ha cogido la globalización en las últimas décadas. Como es de esperar su origen es occidental, sin embargo en vez de evolucionar para potenciar el genio que hizo aparecer a Miguel Ángel, Mozart,etc., ha sucumbido al principio destructor de la genialidad, que es el igualitarismo. Un sistema basado en preguntas y respuestas dadas, sin actividad iniciática, creativa o investigadora, es decir la inteligencia entrenada propia de los asiáticos. Si un genio se equivoca en una pregunta, la errada es la pregunta, pero tal sistema no permite que la misma sea replanteada. Por multitud de razones, en las que ahora no toca ahondar, podemos concluir que todo el sistema educativo está hecho por y para mediocres. Una de las más intensas regiones europeas uskas es Irlanda, país cuyo cociente intelectual es quizá de los más bajos de Europa occidental. Su especial situación como una de las más grandes reservas de sangre ibérica del mundo ha hecho brotar de forma continua el gran genio europeo, a pesar del cociente medio bajo de la población. Esto diferencia al resto de países que no comparten esa misma genialidad latente, por ejemplo Sudamérica nunca verá brotar ese genio ininterrumpido, y si lo hace es partiendo de la escasa superdotación que la sangre uska dejó en el continente.
En las ciencias, artes, tecnología o cualquier materia del Ser que requiera del uso del intelecto y las capacidades psicológicas, deberemos confiar en el valor que aporta el ser usko puro. Un científico, artista, ingeniero, médico o hasta un mecánico, si es de estirpe uska, deberá tener mayor consideración en sus obras, ciencia o discursos, que el resto de personas, pues en su calidad genética y maestría descansará por norma la seguridad del acierto.
Otra importante cuestión a considerar en la determinación de la genialidad de la estirpe, es la del conocido como vigor del híbrido en las especies animales, también en la humana. Dicha consecuencia de la mezcla de especies, conlleva en teoría una mejora sustancial del híbrido respecto de sus progenitores; pues las taras son menos frecuentes o tienen menor posibilidad de aflorar y los factores positivos como la inteligencia o la mejora del sistema inmunológico pueden surgir o advenir con la selección natural de la especie. Tenido como un elemento común tanto a especies animales como vegetales, el conocido como vigor híbrido o heterosis se ve favorecido por el juego de combinación y fusión (complementariedad) de virtudes y paulatina desaparición de los “defectos”. Este proceso natural-biológico, existe desde el origen de la vida misma, y es necesario para la evolución y adaptación de las especies habidas en un mismo entorno. Ahora bien, se entiende como tal en el supuesto de los homínidos, la unión de especies distintas e inteligentes, con posibilidad o capacidad de hibridar, es decir, de generar vida reproductivamene viable y mejorada o más inteligente y fuerte con respecto a su progenitor. Si ambas ramas o especies no se complementan y fusionan, sino que se superponen, no se produce tal fenómeno, y en vez de ello, acontece la sustitución y merma genética, en base exclusivamente al juego de probabilidades. En este caso el resultado sería la degradación de una raza (cuya base y composición genética sea la recesiva o menos probabe) independientemente de que sea más o menos positiva o superior, frente a la otra (homocigota dominante y no necesariamente superior). Por ello se suele confundir mestizaje con hibridación.
Ocurre además que la genética dominante es siempre la primitiva, puesto que en las razas más desarrolladas se encuentra el carácter primitivo, al igual que en las razas menos evolucionadas, solo que en situación no manifiesta, por tanto el mestizaje entre ambos elementos desemejantes hará siempre reactivarse alguno de los rasgos primitivos.
La única hibridación humana habida entre especies inteligentes, se produjo durante la fusión de dos razas o especies miscibles y distintas, (perfectamente complementarias, puesto que descendían de un antepasado común y directo), endémicas de Europa, esto es, el neandertal y el cromañón ibérico (las primeras sapiens, y por tanto el origen de esta especie humana).
Muy distintas fueron las hibridaciones de las etnias africanas, habidas entre el cromañón (sapiens) y los simios bípedos (no sapiens). Esta última, propiamente, no es hibridación, pues la descendencia mestiza cromañón-simio, empeora con respecto a uno de los progenitores (sinergia negativa), surgiendo de ello homínidos decadentes y bestializados, que con el tiempo darían lugar a las razas primitivas y ágrafas de África. Una mezcla moderna de linajes humanos no implica heterosis alguna, más bien lo contrario. En este caso, cuando el hombre actual se mezcla con otra estirpe alóctona, acontece que genes (alelos) dominantes y de gran efecto, se superponen por puro arbitrio de la genética, sobre otros no complementarios a los que la falta de proceso evolutivo no selecciona en base a su cualidad o adaptación (mejora), pudiendo sin embargo ser mejores. La especie humana uska (ibérica), es la primera en el mundo auténtica y genuinamente híbrida entre especies inteligentes, cuyo proceso de unión aconteció en los albores mismos de la humanidad. Es decir al momento casi de aparecer ambas especies, (sapiens ibérico y neandertal europeo) ya habían iniciado su hibridación. Ello condujo a un proceso prolongado y lo suficientemente largo en el tiempo (de decenas de miles de años) para que ambas especies hibrizantes pudieran fusionarse (complementarse), y con ello adaptar los vigores o cualidades mejoradas en los especímenes seleccionados biológicamente (más aptos). Esa misma selección, hizo dominantes a los factores positivos y desdeñó los negativos de ambas especies. El clima, y las duras condiciones de selección natural de los hielos cuaternarios, dieron origen a la hibrizada raza ibérica, perfectamente complementada y fusionada. Constituida por un aporte neandertal, cuya especie era de mayor capacidad craneal que el cromañón primitivo, y por éste último, más robusto y fuerte. Es por ello que los neandertales solos o aislados y que no se mezclaron o vigorizaron, perecieron, (se extinguieron), mientras los sapiens primitivos pudieron continuar sin hibridarse en otras partes del mundo como en África, (debido a dicha robustez), pero sin las cualidades psicológicas e intelectuales del neandertal europeo. Por ello de ese largo proceso de gestación, surgió una especie uska ibérica y aborigen que adaptó su naturaleza fuerte y circunspecta de su antepasado más robusto (el cromañón primitivo) y conservó la inteligencia y capacidades superiores de su otro progenitor, el neandertal. Este largo proceso de miscibilidad y vigorización de especies en un entorno riguroso y preciso para la selección, no se da en el caso del mestizaje moderno, entre otras cosas, porque falta el proceso necesario de miles y de decenas de miles de años, para que acontezca la selección biológica. En segundo lugar porque se precisan dos auténticas especies definidas y distintas pero a la vez complementarias (descendientes de un mismo antepasado) para poder fusionarse sin yuxtaponerse. En este caso, tanto el neandertal como el cromañón, fueron especies o razas distintas, pero descendientes del mismo antepasado endémico, el Homo Antecessor, ancestro único del Homo sapiens. Es cierto que el aporte genético neandertal no fue tan intenso como el cromañón, siendo comparablemente reducido respecto a éste, sin embargo la dura selección natural de la glaciación en Europa, condujo a una fortísima potenciación de los valores y virtudes positivas, sobre todo intelectuales de dicha especie neandertal, que indudablemente hereda la especie occidental. Un individuo de cociente intelectual inferior a cien durante los hielos cuaternarios no hubiera podido sobrevivir ni si quiera el tiempo bastante como para reproducirse. Por contra un individuo con un cociente de entre 90 y 100, que viviera en la Patagonia o Mesoamérica precolombina hubiera sido considerado un dios o un ser sobrenatural, ya no digamos en África.
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Pongamos por caso que el ibero híbrido de origen cuaternario, de raza pura sin inclusiones, perfectamente fusionado por miles de años, se mezcla con el linaje africano (resultado de la hibridación entre el cromañón y los simios bípedos u homínidos, no sapiens); en este caso podrían aparecer como dominantes los caracteres primitivos atávicos, que mermarían fundamentalmente cualidades intelectuales. Idéntica razón se daría si de nuevo y sin efecto de la evolución, que se dio durante el proceso de la prehistoria evolutiva ibérica, cualquier especie distinta  a la uska (del todo perfecta), se mezclara con ésta. La homogenización y disolución de una especie superior con otras, diluye con este proceso su superioridad evolutiva probabilística, dejando aflorar el elemento primitivo y antígeno. Tal sería el caso de los primates, descendientes del homínido (y no al revés como se pensaba), cuyos caracteres suponen una involución respecto a éste. Lo mismo ocurre respecto al resto de prosimios descendientes del gorila y el chimpancé, o con los dinosaurios respecto de sus descendientes los reptiles y aves actuales, menos evolucionados o complejos. El resultado es pérdida de especialización, evolución, adaptabilidad, deriva meiótica, pérdida de la carga genética acumulada, y en definitiva el agotamiento y extinción de la especie genuinamente superior.
La raza europea purgó los restos atávicos de sus antepasados durante las glaciaciones, enterrando la sangre primitiva de su genotipo, impidiendo su manifestación; las razas tropicales y del hemisferio sur, han preservado todo lo de primario y atávico que tiene en común el hombre con sus primitivos antepasados, heredado casi sin merma generación tras generación.
Es un hecho que la genética ibérica por su especialidad y escasez es recesiva, por tanto al mezclarse con otras se va perdiendo progresivamente en las sucesivas generaciones. Dicha genética fue el fruto de un proceso lento y escrupuloso de selección y mejora, (de potenciación sobre todo del elemento espiritual e intelectual, así como el inmunológico). Despertar y hacer emerger los caracteres de la estirpe uska requiere una naturaleza y condiciones especiales que la fuercen, y al ser una evolución respecto a otros linajes primarios, ésta se adormece con el cruce. Esos mismos elementos atávicos y menos evolucionados de especies humanas más primitivas, también están presentes en la genética uska en situación de letargo, pues el especial entorno glaciar de Europa, los postergó de toda generación. Al mezclar los genes primarios adormecidos en el usko atlante, con los mismos genes activos en otras especies, es más que probable que la mayoría de ellos se activen en el sujeto mestizo. Dicho lo cual, es evidente que la estirpe uska no se mezcla, sino que se pierde o extingue con el mestizaje ante la potencia homocigota extranjera. En el sur y centro de América, donde el usko se mezcló con los autóctonos, las poblaciones que conservan apellidos hispánicos, han ido progresivamente volviéndose indígenas tan íntegros como lo eran sus antepasados antes de que Colón pusiera un pie en el continente (póngase de ejemplo la mayor parte de las poblaciones de Perú, Colombia, Ecuador, etc.). Nadie pudiera decir hoy día que dichas personas descienden o tienen algún antepasado ibérico, pues en la mayoría de ellos, que ostentan apellidos castellanos o vascos, no encontramos rastro alguno de la raza ibérica. Sería algo imposible acertar a decir dónde comienza lo ibero y dónde lo americano, pues esto último extinguió a lo primero. Este hecho tan obvio demuestra lo incompatibles y antagónicos que son ambos linajes humanos. Cuando las indígenas se mezclaron con los españoles, agotaron por completo, con su sangre primitiva, a la raza uska, tan distinta e incompatible. En pocas generaciones, y a lo sumo la tercera o cuarta, ya podía decirse del mestizo que era de nuevo tan plenamente indígena como lo  fueron los de la anteprima generación. La consecuencia de ese hecho es inevitablemente la desaparición del genio usko occidental, a veces tan escaso y delicado que la brisa del mar extranjero puede dañarlo y destruirlo para siempre. El mestizaje es en la raza uska, una patología disgenésica evolutiva o degeneración biológica de consecuencias irreversibles (son multitud de enfermedades las que afloran conjuntamente con la afluencia de sangre exógena, póngase como ejemplo de esto la anemia de las células falciformes originada en etnias africanas, asiáticas e indias, o la predisposición genética en estas mismas a determinados cánceres como el de colon).
En consecuencia el mestizaje positivo, y por tanto el que mejora la especie, es el llamado como proceso de heterosis, que conlleva la fusión, que es imposible que acontezca en la actualidad. El resto de uniones no fusionan sino que merman los vigores de la evolución. Posteriormente se explicará la evolución de este proceso y cómo finalmente el mayor y último núcleo neandertal de Europa, se estableció en la Península Ibérica (último lar neandertal), en donde las especies se cruzaron con mayor intensidad. De la huella visible que dejó el Neandertal, en los caracteres morfológicos del ibero usko, queda según Milford H.Wolpoff, la mandíbula (su forma), diastema retromolar y por lo general ausencia del mentón, cráneo posterior, la nariz,  que en los iberos e ibero-vascos es característica, aplanamiento y afinamiento del rostro, reducción de los pómulos (abultados en otras etnias), mayor volumen y capacidad craneal, cuerpo más compacto y reducido que el del cromañón puro, etc.
En América, el resultado del mestizaje no mejoró demasiado al indígena puro (deprimido o endogámico), al rozarse con el híbrido usko, pues los factores indígenas como los de cualquiera otra raza primitiva son dominantes. De ello surgirá el latino iberoamericano, forzado a la evolución por una brusca y rápida selección, no mucho más evolucionado respecto a su antepasado indio puro. La sustancia uska siempre se detrae y finalmente se extingue ante el dominio y prevalencia de la genética indígena.
Hoy nos parecería una barbaridad mezclar al lince ibérico puro con el lince africano, al suponer la extinción de ambas especies. Pues ahora añadamos a ello el que el ibérico represente el paradigma de la raza de los linces, es decir la estirpe original, y entonces comprenderemos que el disparate es doble. Inlcuso podríamos seguir añadiendo nuevos matices, como el que la raza del lince ibérico posee caracteres especiales que hacen de los demás linces como el boreal, africano, rojo, etc., meras variantes degeneradas o sucedáneos. En este último caso, como es obvio, la desaparición del lince ibérico, implicaría la aniquilación del lince como categoría autónoma o tipo nomenclatural propio.
La inteligencia de la raza uska es distinta a cualquiera de las especies humanas, hasta el punto que puede perfectamente decirse que su origen es imposible que se diera mediante la selección natural de unos primates. Sin duda su origen debe ser sobrenatural y no pertenece a este mundo. No existe en la naturaleza ni se ha dado jamás nada parecido, y es un fenómeno único tanto en la especie animal como en la humana. La diferencia reside en que mientras el resto de humanidad no puede separarse ni distinguirse de la naturaleza que la gestó, el usko que nació de la tierra posee onmisciencia inherente y su genio es universal, distinguiéndose de cualquier elemento natural que lo rodea. El tipo de inteligencia linguística es en el usko desbordante e inalcanzable para cualquier otro tipo de seres humanos. Basta con poner de ejemplo la inmensa obra universal literaria, histórica, periodística y científica dejada por el usko en todo momento de la Historia. Absolutamente en todas las épocas, él es el gran y único genio literario y filólogo indiscutible. Sin él sencillamente no existiría cultura digna de llamarse tal. Cualquier idioma, por muy arcaico o primitivo que éste sea, si es asumido o conocido por el usko, evoluciona, se desarrolla y amplía rápidamente hasta convertirse en la más refinada y culta de las lenguas universales, llegando a ser conocida por todo el mundo. Póngase como ejemplo el castellano o francés respecto del latín, o el inglés respecto del alemán antiguo. Por contra enséñales a otros un idioma perfecto, y no sólo no evoluciona, sino que pronto se deteriora y degenera, destruyéndose su racional y perfecta lógica, armoniosa dicción y sintaxis. Póngase como ejemplos a los indios americanos y los afroamericanos, tanto del norte como del sur de América, y la situación de deterioro en la que han dejado a lenguas tan avanzadas como el castellano y el inglés, devastadas en América por la nativización. La inteligencia científica o matemática, es por cuestiones obvias muy superior en el usko. Durante mucho tiempo y erróneamanete este tipo de inteligencia ha sido considerada la única o verdadera inteligencia. Desde los ingenieros uskos que levantaron los olimpos, ciudades sagradas y pirámides egipcias, la Acrópolis ateniense de los griegos antiguos o uskos (nobles), genuinos creadores del clasicismo greco-latino, o la Roma clásica, hasta la moderna ciencia y tecnología occidental, dan prueba de una incomparable capacidad de crear con la inteligencia de un Dios mortal. En el resto de inteligencias, espacial, natural o biológica, psíquica y psíquico-social, musical, cinestésica y deportiva, etc. es también indudablemente del todo un dios viviente el usko comparado con el resto de seres humanos. Compárese a los músicos y la historia musical universal y no se verá dentro de ella a otros que no pertenezcan o estén vinculados al occidental genio usco. Lo mismo cabe decir respecto al deporte, arte, medicina, etc.
La etnia o pueblo usko, no es un tipo o subgrupo de raza alguna, no pertenece ni desciende de nadie más que de sí mismo. La raza uska eberita es el origen de la humanidad y de ella descienden otras que en mayor o menor medida portan su sangre y acerbo genético. Sólo por este motivo ya posee el derecho a preservarse. Por ello, siendo la raza primera y engendradora, es la más remota de las razas y necesariamente es a la que Jesucristo pertenece, pues él mismo es más antiguo que la propia humanidad terrestre. Los seres humanos que pertenecen al linaje más antiguo son los más parecidos a Dios. Ciertamente a pesar del título, la raza uska es la única que no es raza. Todas las razas son raíces formadas a partir del tronco, y en él y su savia se ubica el pueblo usko. Al resto de pueblos pertenece la consideración de raza, en la medida que se formaron con posterioridad a la raza origen. Hasta que el usko ibérico puro pisó por vez primera la tierra no apareció sobre ella humano alguno.
Un problema que se hace cada vez más visible en la sociedad moderna es el de la indigencia. Los indigentes normalmente son personas aisladas o solitarias, caídas en la peor de las desgracias. Distinto a ello, es el fenómeno de la indigencia general o nacional. El origen de este fenómeno es el de la propia humanidad indígena. A diferencia del hombre prehistórico, el indígena puro no evoluciona ni encuentra genes en su constitución que lo lleven o empujen a la civilización. Espera por tanto bien que se le invada o colonice, o bien que se le rescate y ayude. Las sociedades y pueblos indígenas son invariables en su modo de vida y pensamiento. El cambio de dichos grupos viene de la mano de las circunstancias antes dichas, y en todo caso del contacto con el extranjero o invasor. En el seno de este mundo o inframundo, conceptos como la creación, genialidad, inventiva, cultura, etc. son totalmente desconocidos. El indigente indígena, vive en sociedades indigentes de origen indígena, actualmente conocidas como el Tercer Mundo. La reacción moderna ante este fenómeno ha sido por parte de Occidente, el de la compasión y la piedad, poco o nada materializadas más allá de un pensamiento normalmente adormecido en espera de alguna catástrofe humanitaria. Son dichos sentimientos los que más han mantenido en situación de desamparo, desprotección y ruina humana a estas sociedades indigentes, por lo que sentir piedad o compasión es mezquino y cruel.
En la antigüedad, estos pueblos no sólo eran incapaces de expandirse, colonizar, evolucionar, etc. sino que les era totalmente imposible proteger sus propias fronteras de otro grupo humano invasor en un nivel no demasiado superior. De este grupo indígena puro son la práctica totalidad de los pueblos de África. En el norte hay una cierta distancia respecto de los pueblos del sur, pero si comparamos con Occidente la diferencia es a todos los niveles abismal. También participaban de la sociedad indígena pura los pueblos precolombinos de América, sobre todo los del sur y norte, con la tímida excepción de algunos pueblos avanzados en el centro. Un indigente es un problema para un país occidental, pero una sociedad entera indigente es un riesgo para el mundo. La diferencia está en que el indigente puede ser rescatado y reinsertado en la sociedad, pero las sociedades indigentes no tienen sociedad donde reinsertarse, por ello se produce el fenómeno de la emigración y del indigente emigrante. El resultado de la mezcla de sociedades occidentales con humanidad indigente lo ha dado la historia en numerosas ocasiones. Una de ellas lo hizo de forma considerable durante la exploración, invasión y posterior colonización española y portuguesa de América. Las consecuencias de la mezcla e infiltración de genética indigente en pueblos de base occidental podemos verla al observar el estado pasado y presente en el que se encuentra el centro y sur de América, y cada vez más el cosmopolita norte angloparlante. Las sociedades mestizas entre pueblos indígenas y occidentales da como resultado pueblos o naciones bien subsedarrolladas, bien en perpetua vía de desarrollo o desarrollo medio. Es decir una situación intermedia entre el desarrollo occidental y el subdesarrollo indigente o indígena puro.
Actualmente ejemplos de sociedades indigentes que provienen de modernos pueblos indígenas o primitivos pueblos modernos, serían grupos étnicos cerrados y normalmente aislados, que o bien no han sufrido proceso de mestizaje o colonización intensiva, o bien dicho proceso colonizador ha sido enormemente débil, es decir indígenas puros. En este caso podríamos citar como sociedad indigente países como Etiopía, Nigeria, Kenya, etc. En una situación intermedia, encontraríamos algunas regiones septentrionales de América del sur, como Bolivia, Perú, Colombia o Ecuador, en donde el mestizaje sí se deja notar aunque de forma algo discreta, conservando la población una parte sustancial del acervo genético indígena, siendo más esto último que otra cosa. También podríamos añadir dentro de este grupo a la mayor parte de la población mexicana y centroamericana. Por último la tercera categoría, en la cual entrarían países como Argentina o Uruguay, donde encontraríamos una sustancia plenamente mestiza casi a partes iguales, con las salvedades de la minoría criolla, sobre todo la de origen reciente, más o menos ausente de la mezcla indígena. Cada una de las tres categorías antes citadas corresponde con un nivel distinto de desarrollo humano y social. La que definíamos como pura sociedad indigente, estaría situada en el subdesarrollo total y perpetuo, con riesgo para la vida y en el mejor de los casos una esperanza media. En el segundo nivel o categoría, estarían las sociedades mestizas con una posición predominante de la sustancia indígena de origen, siendo en este caso calificadas como sociedad, pero al igual que en el primer caso, en situación estanca o invariable , es decir, sin posibilidad de avance, encontrándonos en un nivel bajo de desarrollo aunque no subdesarrollo pleno propiamente dicho. Por último las sociedades realmente mestizas, en el nivel superior, conformadas por un elemento indígena de origen y otro occidental alóctono. En ellas las posibilidades de avance son posibles, pero no de forma iniciática, sino siempre siguiendo los pasos de sociedades occidentales plenas. Es decir avance a la luz de otras sociedades cuya cultura han absorbido y asimilado como propia, facilitando dicho proceso un movimiento progresivo aunque carente de dinamismo.
Para la supervivencia del biosistema y la especie occidental es vital la regulación de la superpoblación tercermundial tanto propia (extranjera), que superpuebla el país que la acoge, como la generada en África y Asia. El problema en este siglo podría solventarse si se estableciera la ley de un sólo hijo, y en Asia implementar dicha medida con quinquenios alternos sin nacimientos. Estas medidas ya fueron introducidas en China con la política de hijo único en regiones rurales, que evitaron el nacimiento de alrededor de setecientos millones de chinos. En vista de los resultados esta medida no sólo no debería interrumpirse, sino que debería extenderse e implementarse. Si alguien pudiera escandalizarse al escuchar o leer esta última conclusión, ha de aclararse que es sin duda la forma de pensar más humana, sensata y respetuosa con los derechos humanos, necesaria para la supervivencia de Occidente.
La civilización occidental, no es inspiración de la humanidad en su acepción universal, sino de un grupo humano, el occidental. Occidente genera un movimiento interno de inspiración y otro consecuente de aspiración o imitación, pues las naciones sólo mejoran y prosperan mediante la imitación del modelo cultural y social occidental al que aspiran. Ningún otro sistema o civilización puede hacer prosperar humana y culturalmente a una sociedad por sí sola (póngase como ejemplos los Emiratos Árabes cuyo progreso sólo es debido a un factor ajeno a toda obra humana; o a China, el país que constante e implacablemente basa su economía en copiar e imitar como simios lo que hace la otra parte del mundo). La complejidad de la civilización, se explica mediante la simpleza de dos movimientos,  el de inspiración y el de aspiración occidental. Sin embargo muchas características de la civilización de Occidente, degeneran si otros pueblos extraños, entran en su entorno y se afianzan lo suficientemente. También ocurre durante este proceso la pérdida de espontaneidad y naturalidad o carácter, cuando determinados elementos culturales ajenos a Occidente pero tenidos como universales son tomados como referentes. La mezcla de etnias destruye la identidad genética de toda una cultura. La conjunción de varias culturas aún no existiendo mezcla étnica considerable también es dañina por cuanto provoca, con el paso del tiempo, pérdida de memoria racial e identidad de origen.
En la cosmopolis no hay espontaneidad y naturalidad, pues son los cementerios del carácter de los pueblos. En ellas nada se crea y todo se destruye, ningún pueblo o civilización por desarrollada que sea puede sobrevivir a un tumor cosmopolita. La urbe y toda la cultura urbanita es una degeneración occidental que apesta a cloaca y cáncer, siendo uno de los síntomas más visibles del sistema esclavista cosmocrático impuesto en Occidente. El concepto culto de urbe dado por Roma, en contraposición al rusticus,donde pertenecía el bárbaro, ha dado un giro completo.
La casta de los mayores faraones de la historia y su corte, pertenecieron al linaje R1b y fueron una etnia ibérica (uskomediterránea) casi al cien por cien. Su casta era la más cerrada del mundo, llegando al incesto en caso de no encontrar príncipes o princesas del mismo linaje. El reciente estudio del centro de genealogía IGENEA de Zurich, donde analizado el adn de varios faraones incluyendo al joven Tutancamun, se estrajo más de un 96 por ciento de coincidencia con el genotipo de la Península Ibérica. El linaje de procedencia ibera al que pertenecen los mayores faraones de la historia de Egipto es el R1b1a2, que tan sólo se encuentra en los actuales egipcios en un uno por ciento.
La casta de los mayores faraones de la historia y su corte, pertenecieron al linaje R1b y fueron una etnia ibérica (uskomediterránea) casi al cien por cien. Su casta era la más cerrada del mundo, llegando al incesto en caso de no encontrar príncipes o princesas del mismo linaje. El reciente estudio del centro de genealogía IGENEA de Zurich, analizó el adn de varios faraones incluyendo al joven Tutancamun, y extrajo más de un 96 por ciento de coincidencia con el genotipo de la Península Ibérica. El linaje de procedencia ibera al que pertenecen los mayores faraones de la historia de Egipto es el R1b1a2, que tan sólo se encuentra en los actuales egipcios en un uno por ciento.


Estela ibérica, con inscripción en lenguaje protocéltico.
Estela ibérica, con inscripción en lenguaje protocéltico.
Los pueblos uskos, aislados en las edades de hielo, desarrollaran las mas importantes culturas del mundo, sin necesidad de relacionarse con otras razas, (el Paleolítico, el Megalítico, Neolítico, o la Edad del Bronce, etc.). Los pueblos del entorno mediterraneo solamente prosperaron cuando fueron visitados por los antiguos pueblos del oeste de Europa.
En Europa durante siglos, la inquisición, contribuyó a un clima insostenible para la civilización. Sin embargo no fueron pocos como Alejandro Malaspina, Newton, Miguel Servet, Galilei, Copérnico, etc, los que en tales y difíciles circunstancias, lograron hacer avanzar a Occidente desde todos los campos y con ello a toda la Humanidad. Ahora comparemos la Edad Media de Occidente, con la situación de los sistemas fundamentalistas mahometanos. En ninguno de éstos se inventa, se crea o se evoluciona. El tiempo sencillamente se para en una obscura y perenne edad media. Incluso en circunstancias propicias para el logro humano, como ocurrió en la España musulmana, aquellos avances fueron en parte obra de la civilización de Occidente y en el resto herencia de perdidas civilizaciones de Oriente Medio, que se formaron en el entorno mesopotámico, que fue una civilización surgida del sapiens ibero. Y hasta en el Arte, puesto que los arabescos mozárabes no fueron obra de los moros, sino de egipcios eberitas y etruscos, que ya los hacían mucho antes. El arco de herradura, bóvedas, ornamentos, todos estos y más elementos de lo que entendemos como arte musulmán, son copias del arte mesopotámico y romano-etrusco.
Mientras la Iberia musulmana prosperaba, y en lo que fuera Tartessos y la Atlántida, convertida en Al-Ándalus, se alcanzaban las mayores cotas de desarrollo humano y social del momento en el mundo; en los califatos y territorios musulmanes africanos, donde el R1b brillaba por su ausencia, los niveles de vida y desarrollo humano eran incluso inferiores a los del medievo más profundo de Eurasia. Sin la raza uska, el mundo actual estaría poblado por una humanidad primitiva y cavernaria, Europa sencillamente estaría en la prehistoria (probablemente diezmada o deshabitada por las pestes y enfermedades) y América ni hubiera llegado al Paleolítico. Una sola familia verdaderamente eberita, aislada, sin más humanidad a la vista, cercana a un arrollo, levantará una civilización en unas pocas generaciones. Millones de indios o africanos, aislados y tostados al sol de alguna región tropical, incluso rodeados de tesoros de civilizaciones perdidas, no desarrollarán nada parecido a la civilización occidental ni en miles de años. Compárese a los últimos con sus antepasados los primates, y no parecerán mucho más civilizados, teniendo en cuenta que a ellos a diferencia de los monos no se les ocurría nunca la limpia y genial idea de desparasitarse mutuamente. Australia, fue una colonia penal británica, cuyos colonos habían sido forzados a viajar y trabajar en tal lejano lugar, habiendo cometido crímenes de sangre en Gran Bretaña. Sus hijos sin embargo nacerían libres como ciudadanos del Imperio Británico. A pesar de ser descendientes de criminales, sin embargo, fundaron una gran nación, hoy Australia. Ahora si en vez de esta gente de origen usko, aunque descendientes de convictos, hubieran llegado las familias africanas más decentes y honradas de la tierra, o aborígenes indios, sencillamente ahora Australia no existiría.
En Occidente se asentaron las primeras sociedades del mundo en las etapas iniciales del hombre. Las sociedades tribales occidentales, nada tienen que ver con las tribus indígenas peruanas del Amazonas, las del valle del Omo, en Etiopía, o las del aborigen australiano. Básica y principalmente, el eberita, en distintas condiciones y regiones lo que asienta son sociedades y civilizaciones. Egipto, Mesopotamia y Babilonia, Grecia, Palestina y Roma, incuestionablemente comenzaron el camino del Paleolítico inferior al Neolítico y la Edad de los Metales, coincidiendo con la llegada del prehistórico ibérico.
Africanos o asiáticos, llevan conviviendo en la sociedad occidental siglos, aún esperamos un invento trascendental y/o descubrimiento para la humanidad; una especie de Tim Berners chino o un Magallanes africano. Ya adelanto, plenamente seguro de lo que digo, que dicha espera será inútil. Ni con todos los elementos para crear genios en sociedades tan avanzadas, ni unos ni otros hacen avanzar a la humanidad. Con escasez de recursos que había en sociedades pasadas, incluso a pesar  del lastre de la brutal inquisición, surgieron grandes genios como Alejandro Malaspina, Miguel Servet, Isaac Newton o Galileo Galilei. Enséñales a los asiáticos la industrialización y se industrializarán como nadie. Muéstrales los principios filosóficos y éticos más elementales y no entenderán nada más allá de  los dogmas religiosos revelacionistas (mahometismo, budismo, confucionismo, mazdeísmo, hinduismo, taoismo), pues el empirísmo, el racionalismo, carteseianísmo, etc., no es asumido ni comprendido. Sólo existe el extravagante caso de Chárvaka, que aunque muy alejado de la filosofía occidental, se separó del dogmatismo revelacionista, y sin embargo fue toda huella de su obra purgada para siempre de Asia, y no principalmente por causa del fanatismo, sino peor aun, por formar parte de ideas que para el asiático empezaban a ser inasimilables e incompresibles. No les enseñes nada y pasados miles de años, exactamente como los dejaste, así los encontrarás. Enseña industria, filosofía, arte,  medicina, música, etc. a los africanos, y sólo quizá valdrá el esfuerzo para la primera generación, si ésta asume el diez por ciento; pareciendo que dicho empeño merece la pena si acaso retienen dichos conocimientos las siguientes generaciones, cosa imposible. En las primeras generaciones empezará una mínima asunción de ideas, y en ellas morirá. En este caso peor que los dejaste, los encontrarás.
Las grandes civilizaciones las ha levantado un sólo pueblo en distintas épocas y diferentes lugares, siendo sus genios el paradigma humano. Sin ellos la humanidad se hubiera extinguido.
Miguel Servet, prohombre aragonés, que descubrió el sistema circulatorio y fue asesinado por la Inquisición por negar la Trinidad.
Miguel Servet, prohombre aragonés, que descubrió el sistema circulatorio y fue asesinado por la Inquisición por negar la Trinidad.
En muchas ocasiones, los africanos y asiáticos (incluso los tenidos como occidentales, occidentalizados o en algunos casos casi directamente domesticados), no sólo no hacen nada por coadyuvar en el progreso, sino que pueden ser auténticos lastres que depauperan y laceran el universo social, humano y ético de Occidente, minando sus recursos energéticos y biológicos.
El eufemismo del concepto de historia universal, no hace más que contar paso a paso la historia espiritual, científica, tecnológica, revolucionaria filosófica y religiosa de los pueblos uskos, discriminando y dejando al margen, en su cruda realidad, al resto de intrascendente mundo.
La energía espiritual y la potencialidad psicológica e intelectual del usko es abruptamente distinta a la del resto de humanidad. Al conocer bien a otras etnias se comprende mejor como estas diferencias son tan evidentes y están tan a flor de piel. Cuando se llega a este conocimiento, nunca se puede volver a ver como a iguales o semejantes a pueblos de distinta sangre.
Los grandes genios surgen de Occidente en una proporción estrechamente relacionada con la indemnidad y pureza de su etnia. Esos potenciales genios son los que realmente hacen avanzar al mundo. Lo egoísta y mezquino, sería que contraviniendo el principio de solidaridad internacional, Occidente como garante de toda civilización y responsable de la protección de toda humanidad, no compartiera ese avance con el resto del mundo, (dando muestra de algo tan característico en Occidente como es el talento o genio solidario). Pero se trata de compartir nuestros logros en pro del avance humano, y no que se aprovechen de ellos, usándolos con agresiva voracidad, contribuyendo en mucho a la destrucción de Occidente. El sistema cosmocrático impone por la fuerza a los mediocres (mesocracia) la condición de dioses y a los dioses la de esclavos, condenando el genio y el talento a la vagancia.
Los venidos de fuera
Los flujos africanos, que invaden y colman Occidente, actúan como lo hace un tumor, destruyendo las células (marcadores genuinos) del organismo, infiltrando células antígenas y tumorales (marcadores exóticos). Podemos llamar a este fenómeno reciente, como conquista silenciosa. No es menos dañina y genocida que  la invasión por la fuerza de las armas. Es preferible siempre la sangre que se derrama en una guerra, que la que se contamina e infecta de trazas de sangre alóctona. La guerra mata, pero una invasión masiva de extranjeros es peor cuanto más sigilosa sea. Destruye inadvertidamente como un cáncer, siendo ineluctables sus daños y perjuicios.  La diferencia entre los muertos de una guerra y la destrucción de una invasión, es que en el primer caso, sus efectos son limitados y con el tiempo desaparecen, volviendo rápidamente el equilibrio. En el segundo, los efectos son irreversibles y para siempre. La consecuencia es un proceso imparable y desbordante, que se dirige al genocidio étnico, esto es, el exterminio homicida y genético de un pueblo desde su raíz. Así le ocurrió a la Antigua Grecia, (cuyo origen se remonta a los brigas de Iberia que trajeron la Edad del Bronce), plenamente europea y occidental, hasta que con sucesivas invasiones mediterráneas y turcas, se convirtió en poco tiempo y para siempre en un país afro-asiático y una civilización extinta. El tronco atlante de los griegos antiguos (R1b), pasó de ser la base constitutiva del pueblo primigenio, a ser un trazo residual y anecdótico. Lo que es lo mismo, el pueblo de origen, pasa a convertirse en la minoría, y el extranjero en la mayoría.
La libertad es necesaria para que los pueblos puedan desarrollarse espontáneamente. No puede haber libertad, si existen fuerzas o influencias de tipo étnico, que cohíben e influyen en el espacio biológico de un pueblo libre. Occidente, es quien al exportar su sistema de valores y principios al resto del mundo ha bloqueado insensatamente su sistema de defensa; en términos clínicos está destruyendo su sistema inmunológico, minando sus defensas contumaz e irreversiblemente, agotando su sangre. Eso lo hace a través del sistema cosmocrático, que surge de Occidente pero cuya naturaleza no es occidental. El cosmopolitismo tiene por fin destruir a la sana civilización occidental. Por un lado la población envejece de forma abrupta, y por otro se sustituye a los nacimientos necesarios para sostener el sistema con población extranjera, a la cual se suma un número que desborda y supera las necesidades de repoblamiento (estamos pues ante superpoblamiento extranjero). Los extranjeros y descendientes que actualmente viven en España, son aproximadamente seis millones, y dicho número sólo es admisible en un país con una población de trescientos millones de autóctonos, aunque teniendo en cuenta los efectos destructivos que la cosmocracia ha dejado en Europa, la única cifra o porcentaje deseable es el de cero. No es admisible o justificable la inmigración desde ningún punto de vista, pues es preferible un país desierto a lleno de millones de extranjeros. Además del aspecto etnocida que implica una inmigración millonaria, otros como las cifras de desempleo, vienen a confirmar el hecho negativo e innecesario del fenómeno de la inmigración , pues coincide con gran exactitud el numero de personas desocupadas con el de extranjeros que viven en España.
A lo dicho se añade la emigración demográfica originaria (española), al resto de Europa o América, de partes de la población enormemente cualificadas, lo que se conoce comofuga de cerebros. En este sentido, es bastante significativo comparar esta emigración de población autóctona hacia otros países, con la emigración inversa. Las dos buscan un mejor nivel de vida y oportunidades, lo que cambia evidentemente es el sujeto emigrante y su cualidad distinta. Mientras el de aquí, ocupará en los lugares de destino, puestos cualificados o no, para los que siempre estará mejor preparado que cualquier otro de fuera o dentro del país extranjero. El extranjero que viene a Iberia, salvo que sea occidental igual que el usko, no podrá igualarse en nada, en ninguna materia, profesión, desempeño o trabajo, al autóctono. Siempre el extranjero que viene a Iberia, es prescindible, sobra en el país de origen y éste no lo echa en falta. El occidental que parte a otro país, deja una huella y vacío añadido en su tierra de origen, que además en los casos en los que brota el genio, puede ser insustituible por generaciones. En definitiva, el autóctono es un valor añadido a cualquier país que lo acoja, rentabilizándose su aporte, sus obras y trabajo muy por encima de las del resto de personas de distinta naturaleza. Muy diferente es la inmigración que recibe Europa del resto de países no occidentales. Estos inmigrantes no aportan valor apreciable, ni mejoran en nada las obras y el trabajo del autóctono, que siempre lo hará mucho mejor (póngase por ejemplo a los extranjeros, fundamentalmente latinoamericanos, que ocupan plazas de médico en la sanidad pública; casi ninguno ostenta especialidad alguna o desarrolla investigación apreciable, sólo el autóctono es especialista e investigador tanto dentro como fuera de España).
La entrada masiva de personas venidas del más profundo subdesarrollo puede iniciar un proceso imparable de tercermundización, es decir, muerte del país receptor. Para evitar la tercermundización, por cada español que abandona el país, deberían salir cien extranjeros o descendientes de extranjeros de primera y segunda generación. Por cada español, técnico, ingeniero o licenciado que emigra, deberían retornar a su tierra de origen cien descendientes más de extranjeros. Por último por cada cien europeos de origen que abandonan Europa, deberían hacerlo cien mil extranjeros o sus descendientes, llegándose el día de alcanzar a los de quinta o sexta generación. Antes de que desapareciera de Iberia el número de cien mil uskos, no deberíamos encontrar ni en su suelo, ni en toda Europa occidental, extranjero o descendiente. No obstante es lógico pensar que el mayor fracaso para una civilización no es el suicidio que produce acoger a un infinito número de extranjeros, sino prescindir voluntaria y conscientemente de partes importantes y jóvenes de la población.
Ya no se trata de compartir nuestra civilización, sino de entregar de una vez y para siempre hasta la última gota de nuestra envejecida sangre.
Se define en ocasiones el mestizaje como una fusión de enriquecimiento cultural. Lo que ocurre es que siempre una cultura se pierde y se colapsa, al perderse con ella la sustancia genética que la sustenta. En un contexto actual, y con el grado de desarrollo humano y social o cívico, es difícil admitir que tengamos un mundo tan atroz y bárbaro (cosmocrático). Lo poco o mucho que a lo largo de la historia, ha tenido de civilizado el mundo, ha existido en Occidente. En el Occidente europeo, y después en el americano; dos regiones tan distintas pero con un nexo genético y humano en común. Unas políticas y políticos pésimos y tiranos (cosmócratas), pueden ser sustituidos y la sociedad, economía y democracia reconstruidas; unos ciudadanos con un linaje usko (R1b), inferior al cincuenta por ciento, no pueden regenerarse ni reconstruirse, y su estirpe uska se ha perdido para siempre. Si actualmente el mundo civilizado se está descomponiendo, es a consecuencia de la descomposición lenta y progresiva de la sustancia genética que lo sustenta, a consecuencia del cosmopolitismo. La mezcla y pérdida de la genética occidental, implica la destrucción del vehículo existencial y receptor natural de la genialidad, que como ya hemos dicho antes no es de este mundo.
Sucesión de la línea de sangre.
Las grandes naciones que han sido tocadas con la gracia de la sangre uska, son aquellas que pueden ser consideradas las fundadoras de toda perfecta humanidad. Es muy necesario conservar lo más pura posible la línea de sangre uska, pues más tarde o más temprano, la genética hará que en cada una de las familias uskas, y cada cierta generación, brote el genio occidental.
Debemos distinguir dos conceptos, uno es el de identidad cromosomática, y otro el de constitución somática o asexual. Una identifica al grupo natural, o conjunto de caracteres genéticos tradicionalmente ligados por lazo biológico y sanguíneo a un grupo endémico. La primera, es la invariable, heredada inmutable e irreductiblemente de forma absoluta, de generación en generación casi de manera contínua, puesto que los haplogrupos, es muy difícil que se modifiquen o muten. Por tanto es la marca y sello, que contiene información, además de nuestro DNI biológico y nuestros apellidos. A estos apellidos, acompaña una información aneja, que es la somática o autosomática, es decir la que puede variarse e intercambiarse. Cuanto más compacto sea el DNI biológico, en una población, mayor será de intensa y pura la información original heredada de un linaje. Un linaje intacto, será puro en su composición genética autosomática, y evidentemente, puesto que el cromosoma no varía su identidad, éste será único siempre. Como hemos dicho, a pesar de que el cromosoma y su marcador, no varíe, su información puede traslocarse. Puede darse el caso que un individuo, con identidad cromosomática X, refleje una composición somática X1, B2, Z3, cuando lo normal sería que reflejase una X1, X2, X3 o bien como mínimo X1, X2, Z3. La relación de la id. cromosomática, con los autosomas, viene determinada por el origen. Es decir por una conformación originaria, intacta desde su misma creación. Al gestarse esa identidad, es decir el continente, vendría su constitución somática, formada por los genes o autosomas, o sea el contenido. La cuestión sobre la discordancia entre la indemnidad de la identidad cromosomática, es decir el origen más remoto y primigenio, y la zona intermedia, (los genes discordantes, que puedan infiltrarse de orígenes exógenos), es decir los autosomas, se resuelve cuando se presupone que una población conserva de forma considerable la misma conformación de genes originarios, cuando la identidad cromosomática original, por tanto el mismo marcador del antepasado común, es mayoritariamente el mismo. Evidentemente si el marcador o haplogrupo de una población nativa de una región, es mayoritariamente R1b, sus pobladores, portarán genes o autosomas mayoritariamente originarios de este marcador. Dicha presunción se corroe, degrada y finalmente se destruye para siempre a consecuencia del cosmopolitismo. Lo importante para determinar la indemnidad, y la constitución de un país, es conocer el marcador mayoritario de sus pobladores endémicos y cómo de intensa es su frecuencia. La particularidad que presenta Europa occidental, y más concretamente el Atlántico europeo y la Península ibérica, facilitan la identificación de la primera raza humana en poblar el continente. Su comparación o cotejo en cuanto a en qué proporción o cantidad los actuales habitantes autóctonos de Europa se identifican con esa raza original, se realiza analizando los marcadores y genotipos propios mayoritarios de esa misma población. Como ya hemos dicho los sucesores del Homo Antecessor, fueron los neandertales y cromañones, padres de la raza europea y humana. Los restos de esa raza ancestral aún son mayoritarios en la población occidental europea. Si en España el R1b, abarca una población del setenta por ciento, indudablemente la composición de genes autosomas, será en general proporcional a ese porcentaje. El haplogrupo cromosomático vendría a ser como el casco o vidrio de una botella, su contenido líquido serían los genes autosomas. Una persona puede pertenecer a un marcador cromosomático (botella o vidrio) cuyos genes autosomas (bebida) no sea el original, pues éste se haya mezclado. Lo natural y deseable es que se conserven lo más y mejor que se pueda ambas partes, continente y contenido, pues en el paso de los líquidos de una a otra botella siempre se pierde sustancia y pureza.
Podría romperse la línea de sucesión de sangre de dos formas: En primer lugar, perdiendo la identidad de origen. Esto supone perder la conexión con el antepasado remoto. Podría ser este el caso de un individuo de antepasados europeos y occidentales pero de marcador no R1b. Un ejemplo de ello sería el del presidente americano Thomas Jefferson . Ello conlleva obviamente pérdida de sustancia genética, que sólo puede restituirse con el paso de los siglos. Es dable por tanto cambiar con el paso del tiempo la naturaleza de origen, en un contexto y durante un proceso de generaciones en el que se logre iberizar o usKarizar al individuo. La otra forma, sería un individuo de marcador R1b, pero de genes autosomas alógenos y distintos de los paralelos a la identidad aborigen (es decir el líquido es introducido en una botella que no es la suya). Este sería el caso por ejemplo de los mestizos americanos, hijos de padre español y madre india, pues su origen sería muy probablemente el R1b de línea patrienal, pero la previa y constante entrada de genes indios rompería la sustancia biológica del usko. La ruptura de la sucesión de sangre, por el primer motivo, implica la entrada obvia de genes autosomas alóctonos, en un contexto inicial de originalidad genética. En una población endémica, la ruptura de individuos con su identidad originaria y por tanto también con buena parte de su constitución genética, implica que los que las conservan deban aportar sus genes autosomas para matizar o borrar las huellas extranjeras. Esto puede durar tiempo, siglos seguramente, y probablemente el proceso no borra sino que matiza a lo sumo. La consecuencia es una rebaja de la consistencia y pureza de la constitución genética autosomática; en definitiva pérdida de vigor, valor e identidad. En el segundo caso, de poco serviría una identidad genética (cromosomática), si no es acorde o no se corresponde con su constitución originaria (autosomática). Dicho lo cual, con todo, siempre es preferible una botella rara o extraña, cuyo líquido sea vino dulce, a una botella original y genuina cuyo líquido sea vinagre corrompido.  Siempre será usko un varón que no pertenezca al haplogrupo r1b, pero en cuyo árbol genealógico la mayor parte de sus antepasados pertenezcan a dicho marcador aunque sea de manera indirecta y por tanto haya heredado buena parte de los genes somáticos uskos originales; como sería el caso de un navarro que perteneciera al linaje J o  al I, pero heredara sangre uska materna y paterna indirecta. Un ruso r1b, no es usko, pues la identidad biológica original de su antepasado se ha perdido para siempre en un océano de sangre exógena. La milenaria cadena genética uska se está rompiendo por innumerables sitios, haciendo imposible asegurar su continuidad por más de un siglo. La cadena de ADN protoeuropea, ha sido un elemento contínuo y vivo en la historia de la humanidad, perpetuándose y desarrollándose en todo momento, condición y lugar. Sólo mezclando dicha cadena con otra de distinta etnia se rompe su continuidad y destruye su sustancia para siempre.
¿Existe un derecho de cobro? Ésta pregunta se hace, cuando encontramos naciones que sin participar del logro tecnológico o científico de Occidente, asumen como propios y se benefician del genio occidental. Buena parte de la descomposición progresiva de Occidente se debe a la cesión de todo su patrimonio cultural y científico al resto de la humanidad de forma altruista. El derecho de cobro, se debe materializar cuando existe un aporte significativo que transforma de manera permanente la vida social, cultural y económica de las naciones no occidentales. Por tanto para hacer justo un reclamo en forma de pago, debe hacerse sobre una población biológicamente no occidental, pero occidentalizada. El mismo se convertiría por pura lógica en derecho no sólo permanente, sino incluso revisable con los nuevos aportes occidentales al resto de la humanidad.
Hay quien también ve una deuda económica y moral de Occidente con respecto a sus antiguas colonias, durante las épocas coloniales y neocoloniales. Se entiende hoy este período de la historia como una violencia ejercida sobre pueblos y países soberanos o libres (en la mayoría de casos en libertad salvaje). En el colonialismo europeo, la explotación se ejerció sobre bienes o recursos minerales o energéticos, a los que los indígenas no encontraban utilidad alguna, y en la mayoría de casos ni habían sido descubiertos o accesibles, encontrándose en el subsuelo. En ningún caso el colonialismo ejerció violencia alguna sobre países soberanos, en la medida que las tribus indígenas no forman estados ni sociedades. Esa parte inocua de la colonización no se puede calificar de explotación, pues no entrañaría robo o apropiación de nada (res nullius). La mayor parte por tanto la ocuparía la explotación directa ejercida en forma de esclavitud por determinados estados que en un tiempo concreto consintieron que ocurriera. Afortunadamente en Occidente ya no existe ni tiene cabida la esclavitud directa. Sin embargo el aporte cultural y científico occidental, sigue inyectando un valor inmenso a las sociedades no occidentales (ahora ya sí teóricamente como estados soberanos).
Otra cuestión a tener en cuenta, es la de que fue Occidente quien libró a la mayor parte del mundo, y para siempre, de la esclavitud y el comercio esclavo; que en la mayoría de casos ni ella misma había provocado. La esclavitud sólo persiste en sistemas y culturas alejadas de Occidente. La soberanía actual de muchos estados que fueron antiguas colonias es más que discutible, sin embargo se impone un derecho internacional que los considera estados en situación de igualdad que cualquier democracia desarrollada.
Es ese derecho internacional el que impone un estatus que inflige una situación de agravio a las sociedades que ponen a disposición del mundo el genio que propicia el desarrollo mundial. Mientras el genio es solidario, los recursos energéticos son privativos de aquellos estados cuya soberanía es declarada por el derecho internacional, para que los intereses cosmocráticos puedan dominar la economía mundial.
No se hacen análisis al respecto, ni tampoco es percibido el derecho internacional como un agravio. Sin embargo la precaria situación que Europa atraviesa a lo largo de la última década sólo responde a la configuración de ese orden mundial. Los estados de Occidente equiparan su soberanía a la de países sin gobiernos soberanos. Este hecho produce pérdida de soberanía por parte de Europa. Sin embargo la misma no beneficia solidariamente a otros pueblos con déficit democrático o falta de fuerza y soberanía. Por tanto esa cesión no va destinada a un orden u organización mundial que reequilibre la fuerza de manera justa y solidaria. Al contrario la parte a la que los estados occidentales renuncian, va destinada al orden cosmocrático que no ha dejado de crecer.
Si se pudiera alcanzar un estatus justo, amparados en un nuevo derecho internacional para Occidente; los estados occidentales serían acreedores de un derecho casi perpétuo de resarcimiento en calidad de recursos enérgeticos y económicos sobre los estados cuyas sociedades y desarrollo se basan en el modelo occidental.
El derecho internacional ha configurado e impuesto un orden de parasitismo patológico del mundo respecto a Occidente. Si se pudiera materializar y exigir dicho derecho en forma justa, sería difícil que países como China, Rusia, la India o Japón pudieran algún día saldar el pago.
A pesar que no hay estudios ni análisis al respecto, se podría establecer un orden de mínimos, quedando ese derecho a cobro, a partir del presente, más o menos de la siguiente manera:
Iberia– Por sus descubrimientos, tales como los seis continentes, y todos los océanos, sus archipiélagos, penínsulas (Alaska, California, Florida, Cono Sur, etc.), golfos, istmos, etc. Creación del primer mapamundi, primeras cartas náuticas oceánicas (algunas de las cuales aún hoy se utilizan), cartografía del mundo. Por el desarrollo de cantidad importante de inventos (entre otros la radio moderna, el submarino moderno o el helicóptero), y descubrimientos en los campos de la medicina, la genética, la aeronáutica, y las comunicaciones; y por último el patrimonio cultural, lingüístico y artístico dejado desde la prehistoria. En relación a dicha contribución le correspondería un derecho a no menos del siete por ciento del PIB mundial.
Francia- Por sus fenómenos culturales y artísticos, así como descubrimientos e inventos tan trascendentales como el avión, el automóvil, el cine, y un abrupto aporte a la medicina y a las ciencias. Uniendo a todo ello, la especial contribución al desarrollo de la industrialización y mecanización del trabajo que aportaron los avances realizados por el ingeniero Jacques Vaucanson, el inventor del robot. Su aporte se correspondería con un diez por ciento del PIB.
Islas Británicas y el mundo anglosajón– Por sus avances y fenómenos tecnológicos, tales como la Revolución Industrial, la invención de la robotización industrial, de manos del norteamericano George Charles Devol, el descubrimiento de la electricidad, de la máquina de vapor, del tren, el cohete, el teléfono, internet, e inmensa contribución científica y cultural; unido a ello, el haber librado a Europa y al mundo de diversas amenazas en distintas épocas (Imperio Napoleónico, guerras mundiales, etc.) Se correspondería, teniendo en cuenta el gran aporte que supuso el reciente impulso de las R.R.I.I. para la humanidad, con al menos el quince por ciento del PIB mundial.
Estos derechos podrían exigirse de forma perpetua, y ser beneficiarios los estados sucesores que puedan surgir y sean representativos de estos pueblos atlantes.
En algún momento de la historia, estos países uskos a diferencia del resto de pueblos del mundo, alcanzaron el rango de superpotencia, siendo en su tiempo naciones hegemónicas. Así ocurrió que el Imperio Español con menos de nueve millones de personas conquistó y dominó todos los continentes y océanos; el Francés con menos de veinte millones alcanzó su cota de mayor poder mundial sucediendo al español, y el británico con menos de cuarenta logró el mismo dominio planetario que el primero. En tiempos distintos se sucedieron el papel de potencias mundiales hasta el advenimiento hegemón norteamericano. Ningún país de la tierra de origen no usko ha sido jamás potencia hegemónica mundial, pues la que pudiéramos argüir como excepción, la URSS, país europeo pero eslavo, siendo superpotencia, compartió protagonismo con EEUU, nación uska, por lo menos en origen.
Estrictamente sólo España e Inglaterra, las naciones más uskas de la tierra, (pues EEUU, es evidentemente hija de la Gran Bretaña y por lo tanto indistinta a ésta en su inicio) han sido potencias supremas y protagonistas sin rival durante un largo período de la historia. Quizá Francia sí tuvo que competir constantemente con Inglaterra, y nunca lograría distanciarse de esta nación intensamente superpoblada por uskos de gran pureza. Así el mundo ha sido el señorío de españoles, franceses (cuando sus vecinos le daban oportunidad), ingleses y estadounidenses; como lo fue en la antigüedad el Mediterráneo, de griegos y romanos, tan uskos en origen como los primeros. La clave para el Imperio español desde luego no fue el número de su población, que variaría desde los cinco a los ocho millones, y en ningún caso sobrepasaría los nueve a lo largo del hegemónico hispano siglo XVI. Ese dominio se basó en la calidad del genio usko y la pureza de los conquistadores, navegadores, exploradores y científicos enviados a gobernar el mundo y que en su gran mayoría eran de origen navarro y vasco como demuestran los apellidos de la aristocracia criolla dominante en el continente americano, e incluso de buena parte de los militares extremeños o andaluces que conquistaron América, (Valdivia, Balboa, Álvar Núñez, etc.), y lógicamente por la abrupta inferioridad cultural y racial del mundo indígena descubierto.
Esto en lo que respecta a América y Oceanía, siendo vital para el dominio europeo las alianzas dinásticas y uniones personales que afianzaron el poder español en Italia, Alemania y Países Bajos. En el caso del Imperio Británico, era bastante obvio y de esperar, que una gran nación superpoblada por uskos atlantes, aislados y rodeados por mar, no necesitara de alianzas ni estrategias, sino del simple elemento numérico, que hizo aflorar de forma intensa y frecuente el genio occidental tan abrupta y generosamente que de ella brotó en poco tiempo otra potencia hegemónica y descendiente, EEUU; pues en una sola nación insular no cabía tanta grandeza y genialidad. Cabe decir que lo que evidentemente ocurrió con EEUU, en su desprendimiento o fractura de su matriz europea, como si de un organismo equinodermo se tratara, pudo ocurrir en la medida del superpoblamiento insular que empezaría a gestarse a mediados del siglo XVII en Inglaterra y en general en las slas Británicas, fruto de la mejora alimentaria a la que contribuiría el comercio con el Nuevo Mundo, la calidad y mejora en las condiciones de vida, y aislamiento continental, y por tanto de la ausencia de pestes y enfermedades, así como guerras o procesos expugnativos que mermaran la población. Estas condiciones evidentemente no se pudieron dar en el proceso colonial hispánico por varios motivos. En primer lugar dicho curso histórico iniciado en 1492, fue precursor y pionero; es decir hasta la fecha en que Colón pisara el continente americano, no conocía Europa que era tal fenómeno de la colonización, y ni mucho menos poseer colonias de ultramar o rutas transoceánicas. Por ello en tales fechas las poblaciones europeas occidentales eran escasas y habían sido diezmadas de forma intensa a consecuencia de las condiciones de vida, sumado ello a las plagas, enfermedades, guerras y pestes que esquilmaron los reinos formados tras la caída del Imperio Romano. Tales circunstancias se vivieron más profundamente en la Península Ibérica, debido en primer lugar a su posición geográfica de proximidad a África y el Mediterráneo, regiones originarias de los focos de plagas y pestes europeas (Peste española, la Gran Gripe etc.). En segundo lugar por ser una región poco confortable o habitable (así lo definía Estrabón: “La primera parte de ella (Europa) es, como decíamos, el Occidente; es decir, Iberia; ésta, en su mayor extensión, es poco habitable, pues casi toda se halla cubierta de montes, bosques y llanuras de suelo pobre y desigualmente regado”); y por otro lado a la situación de la Reconquista, una guerra esencialmente racial y no religiosa, que transcurrió en un período de casi ochocientos años, siendo con mucho el conflicto armado más largo de la historia de la humanidad. A ello se sumó el despoblamiento añadido dejado por los criptojudíos y sefardíes, así como de los moros y moriscos, menos numerosos, en los procesos de expulsión masiva decretados a lo largo de varios siglos y a la propia emigración forzada como consecuencia de la persecución religiosa. En esa situación se encuentran los reinos peninsulares al unirse las dos coronas en lo que se conocería como reino de España a finales del siglo XV. Dicha situación cambiaría poco a lo largo de los siglos posteriores, pues el mantenimiento de un Imperio planetario, exigía agotar y extenuar constantemente a la población masculina, sobre todo castellana, dirigida a los ejércitos; fundamentalmente en interminables conflictos europeos, llegando a ser necesarios los servicios de mercenarios, pues en número el español fue desde siempre muy inferior al francés, italiano, etc. Es por este motivo que cuando España inicia en Europa y en el mundo la era colonial y de los descubrimientos, no puede poblar tan intensamente sus vastas y extensas colonias americanas como sí lo hizo el inglés, que además se sirvió de irlandeses, escoceses y holandeses. Sobra decir lo mismo para Portugal, cuya población fue siempre ridículamente insignificante respecto al número de colonos y colonizados. En consecuencia, Inglaterra originaría no una mera colonia, puesto que la población norteamericana era tan occidental como la londinense, sino verdaderamente la semilla de una nueva nación uska y de un gran imperio. Muy al contrario, la despoblada España, y los yermos campos de Castilla que ya describiera Cervantes, no pudieron nutrir a las colonias más que con la imprescindible población militar invasora, perpetuamente mezclada a lo largo de los siglos con la sangre indígena autóctona. La secesión de las colonias americanas de España, no trajo consigo el surgimiento de prósperas naciones uskas, o un gran imperio unificado como su vecino del norte, sino muy al contrario, el resultado fue un continente desunido y fragmentado, probablemente más ruinoso, expoliado y subdesarrollado que en la época colonial precedente.
En Francia, la hegemonía siempre fue limitada a momentos culturales, sociales, filosóficos o bélicos puntuales y no perdurables en el tiempo pues siempre estuvo limitada por la influencia constante al norte y al sur de las dos mayores naciones uskaritas que jamás han existido, España y Reino Unido. Un pueblo verdaderamente usko, en algún momento de su historia ha dominado el mundo. Un país del Renacimiento con apenas dos millones de uskos puros, podría dominar y civilizar a cien millones de asiáticos, conquistar a todos los africanos e indios americanos que descubriera a su paso, y si acaso no encontrara más uskos en su camino, podría en un tiempo, adueñarse del mundo.
Los principios universales declarados en la mitad de siglo XX, originados en Occidente y de las declaraciones de 1776 y 1789 de las naciones uskas, no son más que la reafirmación del derecho moral universal de Occidente sobre todo el planeta. Desde entonces se toma verdadera conciencia universal de separación del hombre, de la naturaleza y del cosmos, distinguiendo al Dios humano exclusivo de la cultura uska, del resto de la Creación. Otra cuestión sería la de precisar si se puede separar al resto de seres humanos de la naturaleza y de su propia integración cósmica, pues su sustancia y disposición biológica, les impide trascender universalmente. Por lo tanto si dichos seres son naturales o intrascendentes no pueden participar de la universalidad de Occidente (de este presupuesto también es el pensamiento o superstición hindú de la reencarnación en animales o bichos). A Occidente le pertenece el mundo, y esa es la consecuencia que se deduce de todo lo anteriormente dicho. En resumen nadie  podrá restringirle al usko un solo palmo de océano, mar o tierra, debiéndole ser accesible cualquier rincón útil del planeta para mejor aprovechamiento, caución y afianzamiento de dichos principios universales. Los derechos humanos son el derecho natural del usko, que establecen la irrestringibilidad de Occidente ante cualquier otro sistema o nación. Con la Carta de derechos humanos se establece también el más importante aunque no escrito derecho que existe y es el del Ius Universale o Derecho de Acceso Mundial.
La universalidad del usko, analizada más adelante, hace que su proyección se propague y trascienda los países y continentes, y también las épocas (en el espacio y en el tiempo) por tanto que su influencia a diferencia de la del resto de seres humanos, se universalice e inmortalice. Por ese carácter trascendental de efectos universales que lo singularizan y por su potencial alcance, el usko es el propietario único del universo. Aquel pueblo que por su poder y magia es capaz de alcanzar hasta el último rincón del universo, y al que la tierra se le ha quedado estrecha, es quien ostenta la propiedad irreductible de todas las cosas.  Con todo lo expuesto, algunos podrían entender que ese carácter universal de nuestro pueblo, es elemento definitorio o distintivo de la divinidad.
La naturaleza se rige por un orden y lógica perfecta, todos y cada uno de sus actos provienen de un origen lógico o matemático, el cual con los medios necesarios puede ser descubierto, incluso hasta el más remoto. Todas las piezas de la naturaleza ocupan su lugar sin que quepa la posibilidad de error o desorden alguno, pues ellas se encuentran en el sitio exacto. Todos los hechos naturales siguen su orden y cronología, en una interminable sucesión. La naturaleza es en esencia materia viva, rodeada de un universo de materia muerta del cual se nutre. La materia muerta puede existir sin la materia viva, más lo contario no se sostiene. La regla principal del orden universal es destruir el espacio que ocupa la materia viva. Una parte importante de ésta última coincide con esta regla, aplicando un principio autodestructivo imparable al que llamamos orden natural.
En la realidad que conocemos (materia viva) conviven dos mundos, por un lado, el humano, en la cual reside toda la sustancia divina que existe en dicho lugar; y por otro el mundo natural o entorno. Mientras en el humano rigen los principios de bondad o maldad, ética, moral, religión, etc., en el natural sólo rige una batalla constante entre lo que es perjudicial y lo que es beneficioso. En dicho conflicto natural, siempre gana el beneficio, es decir el equilibrio. Otros hablarían de sostenibilidad, siendo el perjuicio o desequilibrio destruido por armas naturales creadas por su misma lógica y orden. Ambos mundos pueden chocar o sufrir sus propios conflictos al intentar aplicar las reglas o leyes naturales al mundo humano, o viceversa. Es obvio que la naturaleza se empleará por sí misma en destruir todo aquel intento de intromisión, mediante su disposición lógica. Siendo tal el caso, la única forma de evitar el choque, es mantener ambos planos en situación paralela, sin que las leyes que los rigen lleguen a penetrar en el mundo o plano contrario. Ambos mundos comparten espacio, siendo uno de ellos, el humano, ajeno al mismo en su origen. El mundo natural es lógico y ordenado, pues ha ocupado desde el inicio dicho espacio. El caos o desorden, y la sustancia divina, pertenecen únicamente al plano o dimensión humana, por ser ajena al espacio universal. Lo que nosotros entendemos como orden, en realidad es caos, pues su origen y destino es humano. Sólo lo natural es ordenado, pues parte del origen y orden primero de todas las cosas. Las teorías excéntricas, que advierten la procedencia extraterrestre o experimental del ser humano, se quedan cortas; el ser humano no es de este ni de ningún otro planeta, es de otra dimensión y su naturaleza es metaversal. Más quien ve en otros planetas o galaxias el origen humano, no ve más trascendencia que la infinidad redundante del universo, en donde según el que así piensa, empieza y acaba todo el conocimiento, principio y fin de todas las cosas.
Como ya se explicó antes, el alma (según los egipcios el Aj), no pertenece a esta naturaleza; por tanto viaja o transita a este mundo mediante canales que terminan en el vehículo existencial o Khat, es decir cuerpo. Esa es la única interacción real de ambos mundos, lo que se llamaría unión hipostática. Para concluir diremos que como ya hemos explicado, el mundo natural, puesto que en mi opinión no es exacto o correcto llamarlo físico, tiene sus propias reglas o leyes protectoras de su orden y lógica, es decir equilibrio. Para poder equilibrar el plano o dimensión humana, es desde ésta, y no desde la naturaleza, de donde han de partir los mecanismos o armas de reequilibrio. Por tanto podemos aplicar los principios naturales anteriormente expuestos (lo perjudicial o negativo vs lo beneficioso o positivo), a la dimensión humana, como primer paso para establecer mecanismos de control y equilibrio. Ya no sería lo bueno o malo, (desde el punto de vista del criterio ético o moral, en ocasiones inundado de naturalismo); sino lo equilibrado y positivo. Así las leyes destructivas de la naturaleza nunca podrán regir el mundo y dimensión humana, siendo sólo el ser humano el dueño y actor de sus propios mecanismos y leyes de equilibrio.
En este sentido habría que indicar la inexactitud de la cosmología platónica al hablar de armonización o reordenación de los mundos contrapuestos; partiendo de la base de que el caos lo forma el ser humano en el universo infinito (sin finalidad u objetivos) que es ordenado, y no al revés. La belleza, nuestro orden, armonía, equilibrio, etc. son elementos de caos en el universo, cuyas leyes ordenadas, tenderán a purgarlos y por lo tanto a restablecer su Orden, mediante una lucha entre ambas dimensiones o naturalezas. La Cosmos-cracia, es el elemento autodestructivo de la sociedad y la civilización.
El caos que provocamos intenta ser reparado por el orden universal, que evidentemente tiende a reequilibrarse a base de destruirnos como un antígneo o cuerpo extraño. Una de las consecuencias inevitables de esa lucha es la mortalidad, efecto indiscutible del mundo o dimensión cósmica. También conocemos la inmortalidad a través de la Resurrección Universal, que es el único hecho histórico conocido de tales características, que da constancia de que este fenómeno no biológico o antinatural se haya dado. El Resucitado, es por antonomasia el señor del anticosmos[13], pues domina su base o premisa, es decir la vida y la muerte; y tal y como si de un virus incurable se tratara, es capaz de vivir y eternizarse en un universo extraño y hostil, cuyas normas y reglas sólo tienen como premisa básica la de destruirlo. Ahí reside su fuerza y poder, pues Jesucristo se basta por sí solo para crear o destruir el universo-cosmos , al dominar y conocer todas sus reglas y fuerzas, como si fuera un virus que conoce y domina el sistema inmune del cuerpo que habita y que en vano persigue su aniquilación imposible. El universo es como parte de un tejido, perfectamente entrelazado. Para dominar todas las dimensiones que lo componen habría que encontrar el hilo que las une. Cada una de las dimensiones situadas por encima y también por debajo de nuestro universo, están unidas pues forman parte las unas de las otras. Si tirásemos de un hilo en esta dimensión o extremo, su efecto, por pequeño que fuese se dejaría notar en las dimensiones más gigantes o extremo contrario. El orden natural nos atrapa, ya que estamos rodeados de espacio universal. Podemos comunicarnos con el resto de dimensiones encontrando el canal o camino adecuado; siguiendo ese hilo o ranura por la cual se puede penetrar a la otra dimensión. Sin embargo la inmensa parte de ese espacio no es percibido por nosotros, lo cual hace que nuestra dimensión física, que es aquella que nos rodea, sea algo inferior. Si podemos percibir partes superiores de nuestro mundo físico inmediato, como nuestro sistema solar u otras galaxias, es evidentemente porque nuestra dimensión de origen es superior a todas las dimensiones universales. El simple hecho de preguntarnos qué hacemos aquí o qué sentido tiene la vida, denota un origen superior, y sentimiento de estar atrapados o encerrados  en un medio extraño o caótico.
Para entender las distintas magnitudes dimensionales, en orden a su percepción, lo ejemplificaremos con un cuadro de un retrato familiar. Si observamos el cuadro pegados al mismo, podríamos ver un ojo de los retratados, conforme nos alejáramos, veríamos partes del rostro. Si siguiéramos alejándonos podríamos ver el rostro completo, y conforme diéramos pasos atrás percibiríamos al resto de personas de la lámina. Otro paso más y veríamos el marco y la pared. Si insistiéramos en alejarnos, observaríamos un salón donde esta colgado el cuadro, luego un pasillo y el resto de habitaciones. Si siguiéramos alejándonos aún más, veríamos la entrada a la casa; unos cuantos pasos más tarde, otras casa vecinas, la calle, el cielo, etc. Sin embargo por sí solos no podríamos percibir o ver nuestro planeta entero. Esto es así porque dicha percepción es una división superior de nuestra dimensión inmediata. Si conocemos y vemos la tierra y otros planetas del sistema, es porque nuestra pertenencia y origen se sitúa por encima del mundo inmediato que nos rodea. El Metaverso estaría situado en una distancia millones de veces superior a la equiparable habida entre el ojo del retrato y las mayores macroestructuras del universo. El hombre utiliza cohetes y satélites para percibir su entorno superior en el espacio que lo rodea. Sin embargo éstos no son vehículos o canales para transitar de una dimensión a otra. Quien es capaz de encontrar ese hilo conductor, así como dominar las leyes de la vida y la muerte, alcanza la condición de metadios o anticosmos; que sería aquel punto incausal, que explica Santo Tomás de Aquino, que no pertenece a este mundo y pertenece a todos. Dios no es sólo trino, sino infinito. La trinidad lo limitaría a tres dimensiones, y sin embargo el señor del anticosmos es quien domina todas y cada una de ellas, pues puede transitar de una a la otra por un hilo conductor, controlando la vida y la muerte, el caos y la destrucción en cada una de ellas. Nosotros percibimos una de las dimensiones de la conocida Santísima Trinidad, la de Jesucristo. Las otras dos, aunque son conocidas, no pueden ser percibidas. El motivo de que se conozcan, pero no se perciban ni sean observados el Padre o el Espíritu, es porque nosotros pertenecemos a esa dimensión superior donde residen ambas manifestaciones o hipóstasis, (de ahí deriva nuestro conocimiento); sin embargo la inmensura de éstas, la hace, como diría Santo Tomás, imposible de ser vista. Por ello no podemos ver a Dios Padre, ni Espíritu, ya que si así fuera, no sería un Dios, a no ser que nosotros mismos alcancemos dicha condición divina. Sólo un dios puede ver a un dios entero, en su más alta manifestación.

[13]Anticosmos, es la antítesis de la ley universal, y por tanto, todo aquello que procede o tiene origen metafísico, es decir el Metaverso. La perpetua lucha entre el orden universal y el metaversal, procede de la penetración de este último en la dimensión cósmica. El cosmos no se contrapone a ningún orden, pues él es el ORDEN y origen perfecto de sí mismo, en una completa línea y cadena de sucesos ordenada de forma perfecta de principio a fin, desde el mismo día de la Creación. Si nuestro universo invadiera o penetrara otras dimensiones o infraversos, se abriría otra lucha entre ambas dimensiones; es decir la natural y la antinatural o caos. Las leyes que rigieran esos infraversos combatirían por restablecer su Orden natural y destruir dicha expugnación alóctona. Nuestro mundo, o más bien el mundo físico, trataría de esquivar y/o controlar dichas leyes para establecer su dominio, es decir el caos. Esto mismo es lo que ocurre en la escala superior del Metaverso, respecto del universo; formando el primero el Caosverso o Anticosmos al penetrar en el segundo. Para garantizar el caos y por tanto el dominio de una dimensión invasora, es necesario el control de dos o más dimensiones.

Nuestro orden es caos en el universo, es por ello que el orden de la Naturaleza favorece al ser más natural, tendiendo a destruir al más trascendental o superior (metaversal). Los pueblos africanos poseen demasiados elementos naturales en su constitución; una trascendentalidad ausente (de la tierra nacen y en ella acaban), y una inteligencia algo torpe como para sobrevivir a las leyes naturales. En este caso a pesar de ser seres casi plenamente naturales, poseen todas las particularidades para ser extinguidos por la misma ley natural (al igual que los dinosaurios). Los asiáticos por contra, son seres naturales, hecho que queda demostrado al observar como ellos mismos califican sus religiones, no como fenómeno religiosos sino filosófico. Al contrario de lo que pueda pensarse, un budista no puede ser al mismo tiempo cristiano, pues el budismo no admite los mismos dogmas, postulados y principios básicos o elementales del cristianismo, o en sí de cualquier fenómeno trascendental. Sin embargo el hecho de su emanación filosófica no debe entenderse como principios universales o postulados relacionados con la filosofía occidental. Estrictamente sólo la filosofía occidental es realmente disciplina filosófica. Esta diferencia es fundamental y determinante a la hora de establecer el carácter esencialmente natural de los asiáticos. Lo que podemos denominar filosofía asiática, a diferencia de la occidental, no es trascendente sino que se ve afectada por la fuerte e inseparable interacción con el medio y la naturaleza; de ahí surge el pensamiento de la reencarnación/renacimiento en la filosofía-religión hindú, en el budismo, o el Anatta, que descartan y no entienden, ni dan cabida a la trascendencia y dimensión metafísica, ausente en las distintas corrientes budistas. La causalidad (Karma) de la que parten y se basan, (lo que algunos denominan corrientes filosóficas orientales), deja clara la personalidad del asiático, que unido inseparablemente al mundo en que nace, antes, durante y después de la muerte, ni desea, ni encuentra posibilidad de escape, pues se considera ante todo y esencialmente un ser natural, apegándose a ese hecho e interactuando en el orden causal del universo material o físico del que se considera una causa o elemento más. Esa idea es confirmada en otra importante columna de todas estas corrientes telúricas, que provino del confucianismo, y sostenía como básico el orden natural en el cosmos y su inalterabilidad, del cual dependen los seres vivos, incluyendo al ser humano como un elemento más del mismo. En este último caso la universalidad del asiático, se traduce en convertir al ser humano en una parte más del universo, colocando el orden natural como propio e incluso por encima del mismo. Cae el confucionismo evidentemente en la contradicción insalvable de quitarle al ser humano el todo y convertirlo en parte; añadiendo como una de las supremas virtudes la de la armonización con el Cosmos (luego si es parte del mismo qué sentido tiene su conciliación con aquél). La armonía entre la causa y el efecto, o lo que es lo mismo la cuadratura del círculo, no tiene sentido, ni pies ni cabeza. Sólo las partes distintas en orden u origen pueden tender a armonizarse. Concluye dicho pensamiento como lo hacen en general todas las corrientes pseudofilosóficas orientales, con una máxima que es la aspiración del conocimiento (Zen para el budismo o Zi shan para el confucionismo). La misma ofrece adquirir la sabiduría plena del cosmos a través de procesos introspectivos (ahora el ser humano es parte y todo, pues es consecuencia o causa lógica y racional del cosmos y orden (origen) natural. El conocimiento no sirve en este caso para comprender la trascendencia metafísica del ser humano, como explica Dante en La Divina Comedia (transhumanación y elevación al espacio y ley o naturaleza metafísica), sino para conocer el mundo físico, natural, estático e intrascendente que nos rodea. Esa lógica o aparente armonía se rompe cuando concluimos que si bien el  hombre viene del hombre, el mismo no puede advenir del origen del universo o ser su causa-efecto, como si se tratara de un meteorito o una estrella. La materia del cosmos que sigue siempre presente de principio a fin, como no puede ser de otro modo, no puede originar sin más una materia y sustancia tan dispar y heterogénea como la que representan los seres vivos o los humanos. Éstos últimos no son causa ni efecto de nada relacionado con el universo, alcanzando el mismo a través de los transversos o canales metaversales mediante vehículos o receptores necesarios para su aparición e interacción. Mientras los asiáticos sólo ven una naturaleza de la que son parte y todo, caos y orden a la vez de un mismo cosmos, el occidental advierte tres naturalezas que interactúan simultáneamente, siendo dispares en su origen y orden. Dichas naturalezas serían el cosmos o universo, en segundo lugar la naturaleza viva (seres vivos y materia orgánica) o receptor biológico, y por último una naturaleza humana o metaversal. Evidentemente ninguna de las dos últimas es causa plena de la primera y ambas discurren paralelamente a tenor de lo que rigen sus propias leyes de órdenes u orígenes distintos. Esto es así ya que dichas naturalezas son a diferencia de la primera, perecederas; pueden desaparecer para siempre, luego son un fenómeno irrepetible, es decir nunca podrían ser un elemento causal o arbitrario sin más, como la creación de una estrella o un meteorito. El universo es lógico, pues posee orden propio, luego es ordenado y cíclico, pudiendo observarse en él fases ininterrumpidas o ciclos, a los cuales no pertenecen en absoluto los otros dos órdenes o naturalezas. Evidentemente nosotros somos la excepción a esa repetición cíclica universal. La armonización es necesaria por tanto cuando se produce la necesaria interacción entre dichas naturalezas u órdenes. Es decir, ordenar y descubrir dichas leyes es fundamental para alcanzar el conocimiento de dichos mundos paralelos o conseguir lo que en terminología dantesca sería la transhumación, es decir el dominio metaversal. En conclusión toda la supuesta espiritualidad oriental, desde los dogmas legalistas a los confucionistas, no es más que la farsa que dio comienzo a uno de los pilares fundamentales de la cosmocracia, el conductismo social.
A pesar de ser seres inteligentes, los asiáticos poseen una inteligencia natural y racional, plenamente integrada en su medio y nunca por encima; por ello sienten un inmenso respeto por el mismo, al que además veneran como Todo y Único elemento sagrado. Esa inteligencia es más pura y superior a la del africano medio, no deja de ser inteligencia telúrica natural o intrascendente, pero propicia para que los asiáticos puedan superpoblar el medio que habitan, pues se ordenan o integran plenamente en el mismo. Son por tanto los asiáticos mucho más aptos para sobrevivir a las leyes naturales. Primeramente por su condición natural, y en segundo lugar por su inteligencia racional  y adaptativa, más acorde con el orden natural. El hecho filosófico, por llamarlo así, en la cultura asiática, podemos decir que se limita a remarcar o intensificar el lado natural del individuo, tendiendo a obliterar el elemento metafísico que es claramente reducido o inexistente en prácticamente todos los pueblos de Extremo Oriente. La consecuencia es un intento nihilista y racional de reducir a la persona a un Ser más de la Naturaleza, con el único matiz de que para llegar a tal conclusión se debe hacer un proceso intelectual e introspectivo que lo reafirme o vacíe del más mínimo contenido supramaterial. Dicha contradicción parece una lucha entre dos naturalezas, que podría demostrar que los asiáticos poseen algo de naturaleza trascendente Sin embargo la misma es menos intensa que la otra, y casi diríamos que batalla contra corriente, como el vehículo que arranca pero al carecer de combustible no inicia la marcha.
Por último el occidental posee trascendencia e inteligencia plenamente sobrenatural o antinatura, que establece la diferencia entre el dominio de lo innato y el dominio de lo adquirido; por tanto la ley natural tiende a purgarlo y destruirlo, ya que su fuente no emana del exterior, sino que es ajena al universo. Estos principios elementales que rigen a las tres grandes especies humanas, son la consecuencia de que unos estén al borde de la extinción y otros hayan asegurado su supervivencia por medio de la superpoblación. Sólo la ley del hombre, es decir la ley antinatura o caos en el universo, puede asegurar a la especie más trascendental, por tanto debe regir ésta sobre el universo y la naturaleza. Buena parte de los grandes pueblos y civilizaciones antiguas que han desaparecido, lo han hecho a consecuencia de destruir dichos principios. La explicación de porqué la antigua raza ibera de los griegos uskos, que dio origen a la cultura clásica, haya muerto, es a consecuencia de esa ley natural, y lucha de su orden contra el caos trascendental, que empuja al ser más natural a la superviviencia, destruyendo como antígeno al ser trascendental superior. En la Brigantia griega o Grecia clásica, no existía la cosmocracia, sin embargo el movimiento cinético del orden natural, tiende, al igual que aquélla, a extirpar el caos que provoca el genio invasor de otro mundo. Las dos grandes fuerzas en lucha constante que han dominado el mundo son las de la uskaricida cosmocracia y las del anticosmos. El conflicto sólo alcanza su cénit cuando el Ser Humano logra las tres manifestaciones de su dimensión metaversal. Ocurre cuando el hombre pasa a Genio, luego alcanza la condición de Ídolo, y finalmente canaliza, o se une cuánticamente al metaverso, logrando alcanzar a Dios, (cuando domina las reglas de más de un universo o dimensión, así como las de su naturaleza propia, es decir el control de la vida y la muerte).
El Ser humano cuenta con un arma indispensable, el sentimiento de la pasión o el espíritu, pues ella es vehículo y canal de otra dimensión; por tanto un puerto abierto a normas superiores y metafísicas, cuyo conocimiento es posible alcanzar, y que determinan la victoria final del alma sobre el universo. Es decir el hombre se convierte o alcanza a ser el anticosmos, pues posee la facultad de prescindir del mundo físico, moldearlo, armonizarlo o en terminología platónica ordenarlo a un fin u objetivo.
Si es ridículamente falaz afirmar tajantemente presupuestos sin tener la prueba de lo evidente o certeza matemática que da la ciencia o la genética, por idéntica razón lo es la laxitud cuando se tienen estos mismos elementos y se recurre a un lenguaje de suposiciones. Es imposible estudiar y conocer prehistoria y antropología sin reconocer y admitir estos presupuestos. Por ello cuestiones como el verdadero (y no burdas interpretaciones clásicas) origen de Occidente y de la civilización universal, son poco conocidas, prácticamente sin cabida en medios informativos, y lógicamente son consecuencia de este tratado. Por qué tiene más interés la formación geológica de un cráter, o los sedimentos de un río (la mierda que expulsa o arrastra la tierra), que la antropología genética, el origen e identidad genética de Occidente, el verdadero comienzo de las civilizaciones mesopotámicas (que aclararemos), o la evidencia genética del Egipto faraónico. Sencillamente es incómodo admitir, que los asiáticos no son los que iniciaron el origen de civilizaciones tan antiguas como la china, o que los africanos poco o nada tuvieron que ver con la civilización egipcia. Son muchos más los que no pertenecen a la aristocracia genética del mundo.
Esus, el dios atlante y principal deidad celta. Dios carpinterio, trinitario y creador del universo. También fue conocido por los griegos como Zeus, y por egipcios como Horus
Esus, el dios atlante y principal deidad celta. Dios carpinterio, trinitario y creador del universo. También fue conocido por los griegos como Zeus, y por egipcios como Horus
Esus o Iesus fue el dios de los celtas, cuyo símbolo era una cruz, cuya profesión era la de carpintero y cuyo sincretismo fue Jesucristo, que exactamente igual que éste fue conocido por ser adorado en altares erigidos en su nombre mediante el ritual de la liturgia. Dios fue el gran colonizador de su pueblo y de su propia raza, fundadora de civilización, pues un mesías tiene por finalidad esa misión salvadora y colonizadora. Cristo eligió a sus discípulos de entre los galos uskos de Galilea, su país de origen, no contando ni con palestinos, judíos, o judíos romanizados. Es comprensible que Cristo entendiera como discípulos a semejantes, y por tanto a seres capaces de alcanzar o incluso haber llegado en otro tiempo a la condición de dioses; pues los discípulos de un dios solo así alcanzan maestría. Uno de esos discípulos fue el Apóstol Santiago que vino a Ibera, tras el día de Pentecostés, entrando por Cartagonova (Cartagena-España), arribando al barrio de Santa Lucia (tierra de nacimiento de quien escribe) desde Tierra Santa. El Apóstol, atravesó la Hispania romana, de una punta a la otra, llegando a tierra de los brigas (milesianos), en Galicia, predicando su palabra y su nombre, al puebo de los eberitas o iberos; bien conocido por ellos desde los tiempos más remotos. Apodado por Jesucristo, como el boanergues, que quiere decir hijo del trueno, al que también llamaba como el más puro de su estirpe, Santiago el Mayor, era la misma deidad protoibérica conocida como Netón (que en ibero significa el de mayor pureza), el dios del rayo. Nació en Galilea, y como gálata o galo, era de estirpe uska y celta, y así lo dió a entender la mayor deidad, el metadios Esus, quien lo llamaría como el más puro de su linaje. Su leyenda guerrera y protectora de los íberos y milesianos, siguió presente en numerosos momentos de la Historia, cuando por ejemplo creyeron verlo sobre un caballo blanco, blandiendo una espada resplandeciente como el rayo, en Clavijo y otras batallas de la Reconquista; así como en la colonización de América. Éste es sin duda el mismo dios del trueno ibérico Netón, también conocido por los irlandeses (milesianos) como Net. Este Dios ibérico, fue adorado en la Europa ancestral y dio origen a la liturgia druídica, a las ceremonias del Nemeton, y el nombre de varias ciudades ibéricas como la de Nemetobriga, capital del pueblo celtíbero de los tiburos.
La mayor parte de tradiciones y liturgia católica proceden de la cultura celta. Una de estas costumbres es la celebrada del 31 de octubre al 1 de noviembre, conocida como de Todos los Santos. Su origen se encuentra en al año nuevo celta, –Samhain-, en lengua gaélica, que suponía el fin de la temporada estival o de cosechas y la entrada del solsticio de invierno. De esta celebración forma parte el personaje mitológico del Coco, conocido por asustar a los niños pequeños que no cojían el sueño. Este ser, común en la cultura celta de la Península Ibérica, se representaba con una calabaza agujereada, simbolizando sus ojos y nariz. Esto se hacía pues era costumbre que entrado el otoño los niños vaciaran las calabazas, horadándolas con tres agujeros (ojos y boca) para darles expresión. Del parecido de la calabaza agujereada del Coco con el cascarón de tres agujeros del fruto de la cocotera, viene el nombre que le puso Vasco de Gama a dicho fruto.
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Santiago el Mayor, el gálata, apodado por Jesucristo como el hijo del trueno, era la deidad ibera encarnada de Netón.
La humanidad no es responsable del producto de una civilización. Los elementos y soportes que dan vida a la misma, surgen de Occidente y de su universo étnico. Por fuerza la historia nos ha obligado a constatar que pensar lo contrario es falso. Una mala asimilación de dicho presupuesto llevó a los movimientos supremacistas decimonónicos y al nazismo en Alemania. Puesto que la humanidad blanca crea e inventa todo, argumentaban que, sólo el grupo blanco es humano estrictamente. De ese argumento nació el nazismo. Sin embargo dicho presupuesto parte de una premisa falsa, puesto que las razas humanas, (al menos biológicamente) no existen, y mucho menos la raza germánica. El mismo concepto de raza, ha tenido que reinventarse por completo para evitar su desaparición de la lengua viva. El concepto de humanidad pasa así, del clasicismo darwinista, al genotipo humano. Es éste, el que nos marca los caracteres, que nos permiten establecer la historia de los linajes humanos. Al igual que el concepto de raza es reinventado, lo es también el contexto ibérico. El término Iberia, tan usado y conocido en la Antigüedad, actualmente es meramente geográfico. Es decir queda escondido en el vocabulario, como intentando pasar desapercibido, sin llamar la atención, reduciéndose a una mínima concepción geográfica sin mayor contenido. Un concepto de enorme importancia, que por la imposibilidad de extinguirse totalmente, permanece vivo, pero hueco, casi como una entelequia.
Hiberia protohistórica e Iberogenesis
El pueblo eberita, tradicionalmente se ha identificado con lo africano, considerado como un flujo demográfico intercontinental.  La descripción que dio Tácito, sobre el fenotipo de algunos pueblos conquistados por Roma en Iberia (de tez morena, pelo rizado, corta estatura), dieron un origen presumiblemente mediterráneo a los antiguos iberos. La historia más reciente adoptó la creencia de Iberia era un pueblo fusionado entre los celtas megalíticos (de origen centroeuropeo que atravesaron los Pirineos en la época del Bronce), y los iberos pseudo-autóctonos, de procedencia africana. Ejemplos más recientes los da la descripción que dio el historiador Fraga Iribarne al definir comocrisol al pueblo que habita la península (infundado éste y otros muchos autores, el mismo penoso complejo mestizo de inferioridad en España que el que han tenido desde siempre sus excolonias). Miguel de Unamuno, criticando la barbaridad racista de principios de siglo XX, definió los países ibéricos como fusión de razas en busca del sol de España. Esta fusión o mezcla tradicionalmente estuvo ligada a celtas e iberos (celtíberos), con otros más típicamente mediterráneos como fenicios o griegos. La cultura popular también mostró una parte característica o llamativa de lo que entonces empezaba a dejarse ver con la nueva visita que recibe España por parte de un pueblo hasta hacía pocas décadas desconocido, el gitano. Ese pueblo llamativo y original que proyectaría en nuestra cultura determinadas manifestaciones verbeneras de folclóricas y “cantaores”, durante una época, en la cual el mundo entero identificó a la gitana de peineta y al gitanillo andaluz de zainas patillas, como la exótica raza española de la Carmen de Merimeé. A todo esto unido una pintoresca subcultura popular extranjera arraigada en época reciente, desconocida antes de la Reconquista, en distintos lugares, como el manolismo castizo de origen semita, o el folclore andaluz de origen mestizo árabe-romaní. Lejos quedaría la Iberia pura, íntegra, mágica y matriarcal como sede del concilio de los dioses y morada de los héroes de la raza atlante, Hesperia o Scheria, la tierra del Hades y el céfiro, y los campos Elíseos que describía Homero. En muchas ciudades, pero en Madrid, de forma más llamativa los hijos de los conversos judíos y moriscos “los manolos o tiznados”, que habitaban la judería y la aljama de Lavapiés, iban haciendo alarde de su exótica y popular forma de vida, afianzándose una cultura castiza de influencia semítica y de herencia sefardí, cambiándose con el tiempo la ópera por la llamativa zarzuela, la danza montañesa relacionada con el resto de danzas regionales como la vasca, navarra o aragonesa, por las danzas libres e indecentes de las hijas y los hijos de los marranos y judeocastizos, donde se funden lo exótico y lo excitante. Lo que ocurre un tiempo después, hace ahora dos siglos, es la identificación literaria, cultural y étnica del ya mencionado casticismo judaico, con la nación española, y por tanto también con la españolidad. Hasta el propio nombre de España, se interpretaba como una palabra derivada de la lengua semita, cerrando con ello una unión ancestral y popular con dicha cultura. El español, era básicamente castizo, luego por tanto su naturaleza tanto como su cultura era exótico-mestiza.
La ciencia hoy demuestra que no existió una profusión de mezcla racial en España, y que lejos de ello, la mayoria de españoles descienden de un antepasado común, y forman parte del acervo genético más antiguo de Europa. De siempre se han manifestado en España todas las tipologías raciales de Europa occidental, pero no por tener la mezcla sino por ser el origen de las mismas.
Los numerosos restos antropológicos hallados, y el descubrimiento en  los años noventa del Homo Antecessor y sus descendientes europeos, demuestran que en Iberia se produjo una indiscutible continuidad evolutiva y de sangre, que mantuvo una pureza genética impecable durante miles de años, sólo interrumpida por la visita inevitable de colonos residuales procedentes del Mediterráneo. Esa impecable pureza la mantienen hoy día muchos de los españoles modernos de forma tan intensa y extensa que casi podríamos decir que España, en buena medida sigue siendo la patria uska; algo que hace casi inverosímil que una invasión árabe de ochocientos años se hubiera producido realmente, al no dejar casi rastro alguno en la población actual española.
El lenguaje protocelta[14] de los celtiberos, más antiguo que el goidélico y britónico, es del cual proceden el resto de lenguas celtas, como lo hacen las lenguas romance del latín. Esto conduce a la interpretación del origen indiscutible de la patria celta (la Keltiké), situándola en Iberia, desde sus focos de expansión en los montes Pirineos y el Golfo de Vizcaya. Fue este pueblo protocelta el que dio origen tanto a la arquitectura moderna (era megalítica), como a la moderna siderurgia (Edad de Bronce) y a las artes pláticas (pinturas rupestres). También fue el mismo foco el que originaría la agricultura y la ganadería, necesaria por otra parte para conservar un gran grupo humano tras la congelación de Europa en el refugio ibérico, e iniciar una gran repoblación del continente tras la misma. No fueron celtas centroeuropeos, los que habitaron mayoritariamente la península, ni africanos los iberos que crearon la dama de Elche, la del Cabezo Lucero, el guerrero de Porcuna o el rostro de Argantonio. A pocos se les ocurrió la idea de que la palabra ibero poco tenía que ver con África, y mucho con Bretaña y las Islas Británicas (Hébridas).
Muchos autores clásicos ignoraban la realidad de Iberia y sus pueblos. Al no conocerla o no haber estado allí, sus relatos inventaron lo que no sabían. En lo que sí acertaron los historiadores romanos fue en resaltar la irreductibilidad de los habitantes de Iberia. Así describía Estrabón a los pueblos de las montañas, es decir los iberos o celtoiberos de las regiones septemtrionales más aisladas de la península, en donde habitaba la raza uska en estado de pureza absoluta: “Todos los habitantes de la montaña son sobrios; no beben sino agua, duermen en el suelo, llevan cabellos largos al modo femenino, aunque para combatir se ciñen la frente con una banda. Comen principalmente carne de cabrón; a Ares sacrifican cabrones, cautivos y caballos; suelen hacer hecatombes de cada especie de víctima, al uso griego, y por decirlo al modo de Píndaro inmolan un centenar. Practican luchas gimnásticas y políticas e hípicas, ejercitándose para el pugilato, la carrera, las escaramuzas y las batallas campales. En las tres cuartas partes del año no se nutren sino de bellotas que, secas y trituradas, se muelen para hacer el pan, el cual puede guardarse durante mucho tiempo. Beben sitos y el vino, que escasea, cuando lo obtienen se consume enseguida en los grandes festines familiares. En lugar de aceite usan manteca. Comen sentados sobre bancos construidos alrededor de las paredes, alineándose en ellos según las edades y dignidades; los alimentos se hacen circular de mano en mano; mientras beben, danzan los hombres al son de flautas y trompetas, saltando en alto y cayendo en genuflexión… En el interior, en lugar de moneda practican el intercambio de especies o dan pequeñas láminas de plata recortadas. A los criminales se les despeña, a los parricidas se les lapida sacándoles fuera de los límites de la patria o ciudad. Los enfermos, como se hacía en la antigüedad entre los asirios, se exponen en los caminos para ser curados por quienes han sufrido la misma enfermedad. Antes de la llegada de Bruto no tenían más que barcas de cuero para navegar por los estuarios y lagunas del país… Así viven estos montañeses que, como dije, son los que habitan el lado septentrional de Iberia; es decir: los galaicos, astures y cántabros, hasta los vascones y el Pirineo, todos los cuales tienen la misma forma de vivir. Podría hacer una lista de pueblos más larga, pero renuncio a una descripción aburrida, pues a nadie le agradaría oír hablar de los pleatauros, bardietas, alotrigos y otros nombres menos bellos y más ignorados.” La historia prerromana de la península Ibérica, marca una diferencia cultural y linguística entre dos elementos, el ibero y el celta, pero con una realidad racial indistinta.
-El repoblamiento uskario de Iberia.
Durante una parte importante de la historia antigua, Iberia-Osku, fue repoblada por pueblos uskos migrados en tiempos remotos hacia Eurasia desde la propia Ibera de época glaciar. En el útimo milenio antes de Cristo, pueblos celtas de Westafalia (celsos), Bélgica y Francia, llegaron a la Península, asentándose entorno al Ebro, y al Centro y el suroeste peninsular (Extremadura y Portugal), uniéndose a las poblaciones protocélticas autóctonas. Esto no significaría una celtificación de Iberia, sino un repoblamiento y afianzamiento cultural, pues estas poblaciones de Bélgica y Alemania, ya procedían, y eran descendientes de los uskos protoceltas iberos. La presión de otros pueblos y la convulsión que los mismos sufrieron con el desarrollo del Imperio Romano, llevaría a este flujo transpirenáico. Un siglo antes de Cristo, los pueblos germano-celtas, de los teutones, cimbrios y ambrones, descendientes de los primeros pobladores uskos de Escandinavia y norte de Germania, desarrolladores de la cultura de Jastorf (Edad de Hierro), migraron hacia el sur, al territorio de otro pueblo celta, el de los nóricos en Austria. El primer desplazamiento lo hicieron los cimbrios, pueblo relacionado con los cimerios y escitas del norte del Cáucaso (llamado clado ancestral), rama hoy totalmente extinta de los uskos. El cambio del clima y el endurecimiento de las condiciones de vida en Escandinavia, llevarían a los cimbrios a unirse a sus vecinos del sur en Jutlandia, los teutones. Ambos pueblos hermanados por su mutuo orígen galo (usko), sumaron una población aproximada de medio millón. Su gran número permitió el desarrollo inicialmente favorable de la guerra cimbria contra Roma. Gracias a esto pudieron llegar a la Galia, (atravesando territorio romano). Su paso produjo la segunda mayor crisis del Imperio desde las Guerras Púnicas (con un número semejante de bajas, e incluso en algún momento mayor), e incomparable hasta las invasiones bárbaras del siglo V d.C. Finalmente tras atravesar las Galias, los cimbrios y teutones penetran en Iberia, llegando hasta Galicia. Tras otras incursiones más al norte de la península, y sur de la Galia, son finalmente derrotados por los romanos. Dichos pueblos por su gran número inicial, pudieron favorecer un repoblamiento, sobre todo de Iberia, pues la Galia, de la que fueron desplazados, ya estaba superpoblada. Sin embargo su rastro se pierde por completo al ser finalmente vencidos y exterminados o disueltos por Roma. Después de esto sólo quedan las poblaciones que llegaron del norte del mar Negro, durante el ciclo de las invasiones bárbaras del siglo V d.C. Los visigodos, suevos y alanos, que junto a los sajones (sakas) y burgundios, compartían una relación con la cultura y el pueblo escita, pertenecientes a la rama oriental de los uskos, llegaron a Francia, Inglaterra y la península Ibérica, en cuyo último caso, favorecieron el aumento demográfico de una región altamente despoblada en comparación con las Galias.
Partiendo de esta introducción, intentaremos comprender el concepto de Iberogenesia o Iberogénesis; es decir el Génesis bíblico desde Noé, el último superviviente del linaje atlante (abuelo de Eber, atlante fundador del linaje ibérico-milesiano o hebreo), hasta la diáspora de la Casa de Israel, reducida a la casa José. Es cierto que hubo un flujo entre Europa y África, pero éste se produjo de norte a sur, desde la península, hasta la costa mediterránea de África Noroccidental, y de ahí a Asia y el resto del continente europeo. Iberos fueron los que poblaron el norte de África occidental, donde no habían llegado todavía los árabes, y fundaron el Macroducado de Tansamán[15]. De éste descienden los bereberes “pueblo Iber”, los iberos africanos, que poco tienen que ver con los actuales descendientes de la cultura bereber, con los cuales es el nombre lo único que tienen en común. De Iberia descienden también los bretones y britanos, es decir los ingleses actuales, (igualmente descendientes de Iberia, de brigantes y milesianos), fundadores del pueblo usko-atlántico.
La mitología irlandesa y escocesa recuerda esa unidad original con Iberia, y coincide con el estudio de población, realizado por la universidad de Oxford durante cinco años, y dirigido por el mejor genetista del mundo, el profesor Bryan Sykes. En dicho estudio queda claro el origen ibérico de los habitantes de las Islas Británicas, y a su obra “La sangre de las Islas”, nos remitimos.
La primera mujer de las islas británicas (la primaeva de Inglaterra), fue descubierta en 1998 en Londres, en un sarcófago, y las pruebas de ADN, han demostrado sin lugar a dudas su origen ibérico y cantábrico.
Estrabón, siguiendo a autores más antiguos habla de forma indistinta de los pueblos iberos, celtas e iberoceltas o celtoescitas: “En efecto afirmo, a partir de la opinión de los antiguos griegos, que así como los pueblos que habitan hacia el septentrión eran conocidos con el nombre de escitas o nómadas, según los califica Homero, de igual modo que los pueblos que se conocieron en Occidente fueron llamados después celtas, iberos, o con nombre mixto, celtíberos y celtoescitas.”
Escitia, junto con la Iberia caucásica, fueron unas de las regiones que poblaron los uskos o iberos en la antigüedad. Esa corriente que atravesaba el Mediterráneo procedía  sin duda de Iberia. El libro de las invasiones de Irlanda también relaciona a los irlandeses, además de con los iberos, con los llamados hermanos primitivos de Grecia, es decir con los antiguos griegos, y escitas.
Sobre una de esas travesías escribía el historiador Josep Pijoán “Por este camino marítimo atlátnico, tuvo lugar al parecer la gran expansión de la población megalítica española, espansión que no se limita a meras relaciones comerciales, sino que los núcleos megalíticos importantes de Bretaña, sur de Inglaterra e Irlanda, son considerados como el producto de una emigración peninsular”.
Otro autor GM Trevelyan, ” Algunos de los isleños adquirieron una gran técnica en el trabajo de los metales, y verdaderamente algunos de los mejores trabajos de esmalte en bronce que el mundo tiene fueron forjados por estos iberos, antepasados nuestros. Muchos centros de esta antigua civilización -Stonhenge quizá- fueron emplazados en tierras áridas, pero antaño famosas por sus magníficas rocas o el oro, estaño o cobre a cielo abierto, desde entonces agotado”.
Dice un escrito de la universidad de Oxford acerca de la colonización española y del origen español de la lengua gaélica irlandesa: “los escoceses fueron colonizadores posteriores en parte por lo menos asturianos, y según se ha dicho conectados con Brigantium y Gallaecia. Que fueron goidélicos (celtas irlandeses) en España, preservadores de K-.-m, lo ha sugerido un pasaje de Dioscorides que dice que los hispanos llaman cierta planta Kiotoukapeta. Diefenbach dice que esto es un préstamos de centumcapita (Plinio, XXII, 8 y 9), pero. ¿por qué los españoles deberían de cambiarkentoun para convertirlo en kiotou? Y puesto que kiotou es celta, esto es goidélico, puesto que el irlandés antiguo tiene cét, el irlandés moderno y el gaélico de las Highland (en Escocia) ceud, y Manx (dialecto celta) keead- mientras que la lenguas cimerias preservan la nasal”.
El tronco común de los pueblos galos y el origen de la nación francesa, está en la Península Ibérica. Prueba de ello la tenemos en varios de los primeros pobladores del territorio galo como los esturos (descendientes de los astures o estures) o los catuvellaunos (pobladores junto con los eburones de los Países Bajos), descendientes de los también primeros galos de origen ibérico, los catalaunos. Los eberitas o uskos originales, también son los antepasados de los etruskos, que se desarrollaron al norte de Italia, en la Etrusquia o Etruria, nombre en clara referencia al río del que proceden, el Ebro. Por el mismo etnónimo fueron conocidos los canta-ebros, celti-ebros o celtiberos, los bretones, descendientes de los brigantes ibéricos (antepasados de los británicos), los berones, situados al norte, (en el nacimiento de dicho río), y los iberes de África o bereberes.
El sonido eber, iber o aher, hace referencia a los habitantes de la ribera o del gran río. Los griegos apreaciaron que los celtas del gran río, se llamaban a sí mismos iberos para distinguirse de los galos, o celtas de la montaña. De esta forma los celtas o preceltas de Iberia, fueron conocidos como celtiberos o ceiltaber, los galos o celtas de montaña como celtorii y por último los de la llanura como celtiach (aquitanos). Por este motivo los montes Pirineos deben su nombre al idioma galo. Del galo Bir-Biren, se formó Piren, y del plural Birennou o Pirennou, que quiere decir en bretón cima o pico, nació el nombre de estas sagradas montañas, que hace quince mil años separaron Iberia del glaciar europeo, y ahora son el único glaciar que existe al occidente de la Europa continental.
La modificación de los sonidos eber, iber o aher, es decir río, dieron nombre a cientos de ciudades y ríos de Europa occidental, así Ibarra o Ibarrola (Bajos Pirineos). La palabra ibera -eburo- es decir tejo, dio así mismo nombre a varias ciudades y pueblos europeos, Eboriacum cerca de París, Eburodunum en los países Bajos, Eburodunum en los Alpes, etc. El nombre Eburo o Evuro pasó a ser Eure o Euro. Del mismo modo Iberiacum o Eboriacum pasó a Ivry o Evry. Con ese nombre Eure o Euri se conocen varios ríos y afluentes de Francia, y del mismo procede la palabra Europa. Por tanto Iberia, la tierra de los celtas del río, es el origen no sólo racial, sino también etimológico de Europa. El nombre de nuestra península y del pueblo de nuestros antepasados, los iberos, se formó mediante la conjunción de dos elementos sagrados tales como el río y el tejo.
Los etruscos de civilización avanzada respecto al resto de Italia, fueron los directos antepasados de los patricios romanos, miembros de la oligarquía y albocracia que sería destruida por la sangre afroasiática. De la costumbre etrusca de los tres nombres deriva también la patricia, que a diferencia de los plebeyos usaba esta fórmula para llamarse así entre ellos, heredada de sus antepasados de estirpe eberita. La palabra o cognado etrusco podemos definirla a partir del vasco, en donde estaría formada por la palabra etor o etorr (descendiente) y usko (puro oriundo), es decir los que descienden de los puros. Su Dios barbudo, era una divinidad paternal, el AITA, que era el equivalente etrusco a Plutón, cuyo nombre es exactamente igual a PADRE en lengua euskera.
El pueblo etrusco es descendiente o se originó a partir de la cultura de Villanova, que también tuvo origen en los primeros pueblos iberos en poblar el norte de Italia. Uskia, conocida como T-uskia, luego Toscana, sería el nombre dado a la tierra que habitaron los uskos o estruscos.También fueron de origen ibérico y usko los fundadores de la actual región de Lombardía, los insubres o insúberos, que fundaron Mediolanum, es decir Milán. Y aún más antiguos los ausonios o auskones del segundo milenio a.C., que abarcaron casi toda Italia, y se afianzaron en Campania, en el sur del mar Tirreno y en Sicilia. Estos uskos o auskones darían el primer nombre (Ausonia) con el que se conoció a la península Apenina, protagonizado además una de las varias oleadas de pueblos usko-meditarráneos que llegaron a Grecia. En este último país los pelasgos iberos, dieron nombre al río griego Hebrus.

[14] Protocelta, es un lenguaje surgido de Hiberia, del pueblo protoibero o protocelta, que fue el germen del resto de lenguas celtas. Hoy día las fuentes existentes de esta lengua se circunscriben casi exclusivamente a los Bronces de Botorrita.
[15]Macroducado o simplemente Tansamán, conocido posteriormente como Nekor y después RIF, fue el estado prearábigo y premusulmán, construido en los territorios del norte de lo que hoy es Marruecos (al este del Arco de Gibraltar), por los iberos bereberes de. Estos pobladores de estirpe ibera y protocelta, pudieron dejar en Marruecos una huella que representan en la actualidad algo menos del diez por ciento de frecuencia R1b, que fluye por algunos pueblos del norte de África. Los bereberes han sido considerados tradicionalmente como una etnia diferenciada del resto de pueblos norteafricanos, con características cercanas a los europeos (poseen fenotipos como el cabello rubio y ojos claros, además de la tez blanca en una alta frecuencia, algo que no se encuentran en otras poblaciones del sur y centro de Marruecos).

(Source: lasxtribus.wordpress.com)
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