sábado, 15 de agosto de 2015

Viviendo bajo el Tercer Reich feminazi

Soy un ser humano del sexo masculino que vive bajo el dominio del nuevo orden feminazi.
La misiva que escribo no tiene ningún destinatario específico más que aquellos interesados en leerla, que no formen parte del régimen, con el propósito de que sean conocidas las desventuras de un hombre oprimido de este siglo, así como también el dejar escapar mis pensamientos heréticos en contra del régimen. Estoy consciente del peligro que corro al escribir esta carta y ser descubierto por la Femstapo; pero el apremio por dar a conocer cómo es la vida de los ciudadanos bajo el régimen es mayor que mi miedo a recibir otra M de misógino y la castración química.
Siempre es bueno adelantarse a las personas que necesitan que se les explique con manzanas. Así que, antes de comenzar, hago constar que estoy a favor de las causas feministas justas y necesarias, pero en contra de aquellas irracionales, manipuladoras y con una clara agenda misándrica como las que iré detallando a continuación.
Quisiera comenzar con un neologismo frecuentemente usado por las feminazis, que es una mezcla de sociología, filosofía, psicología (con fundamentos clínicos no comprobados aún) y otras ías más. Como es de suponerse, hacer un pastel con estos ingredientes tan subjetivos dará siempre como resultado un sabor- o apreciación- subjetiva.
Me refiero a la cosificación, que bien podría definirse como: “la tendencia a deshumanizar a las mujeres al ignorar sus atributos intelectuales y emocionales hasta considerarlas objetos.” Algo fácil de entender, pero difícil de discernir en su aplicación, pues hasta la fecha no se nos ha dado un manual para identificar cuándo estamos convirtiendo a una chica en un objeto sexual. Pero, básicamente, según el feminazismo, estás convirtiendo a una mujer en objeto sexual desde el momento en que volteas a mirarle el culo o las tetas.
Tomemos en cuenta esta imagen y miremos lo que en el régimen se considera un claro ejemplo de una mujer víctima de la construcción social machista y patriarcal de los últimos siglos:

Eew! ¡Qué manera de rebajarse para complacer hombres!
Mira la imagen de arriba y después la de abajo:
Si en primer lugar concentraste tu atención en la zona verde, esto significa que objetiv… obvjetivit… objetivirariza… que percibes, pues, a la mujer como un objeto y no como una persona. Por el contrario, si pensaste en su inteligencia, en su sensibilidad, sus expresiones, etc.; es decir, la zona púrpura, entonces estás bien y no eres tan machista ni un violador sexual en potencia.

Pornografía

Vayamos hacia otro ejemplo de cosificación. Entren a cualquier página porno famosa y abran algunos videos donde hombre y mujer tengan sexo. Para esto hay que mencionar que en el régimen feminazi la pornografía común es degradante para la mujer. ¿Por qué degradante? Porque las mujeres se muestran complacientes con sus parejas y en posiciones de sumisión. Incluso si las actrices están disfrutando el coito, tienen orgasmos y están recibiendo un pago monetario (más alto que el del varón, por cierto) y  una tremenda pulida de coño con la lengua por parte del actor, para una feminazi esto es incorrecto, pues las mayoría de las escenas hacen closeups a la vagina, nalgas, tetas y al acto de penetración. No se muestra a la mujer completa ni mostrando sus logros académicos, por lo que está siendo deshumanizada. Si te excitas con solo partes específicas del cuerpo y desatiendes otras entonces estás cosificando a la mujer. Tu mente está enferma, la misma naturaleza estúpida se equivocó al evolucionar los cerebros humanos para sentir más excitación por los órganos sexuales y de este modo facilitar la reproducción y aumentar las posibilidades de preservación. Sigues excitándote con partes específicas del cuerpo y en cuestión de meses serás un puto Marqués de Sade.
Márques de Sade:— Ya es viernes, ¡que comience el desvergue!
Estoy de acuerdo con que hay pornografía que puede fabricar agresores sexuales. El mismo Ted Bundy declaró cómo la pornografía violenta contribuyó a desarrollar sus fantasías femicidas. Pero hay un mundo de diferencia entre mostrar a una pareja teniendo sexo frenético y otra donde existen golpes y degradación explícita. A diferencia de una feminista, una feminazi quiere regular el comportamiento sexual de hombres y mujeres de acuerdo a lo que a ella les parezca correcto.
¿Pero por qué creerme a mí, un sucio misógino? Mejor preguntar a las feminazis. Pregunten por qué se oponen a que una mujer atractiva muestre su físico para llamar la atención de los hombres. En la mayoría de los casos responderán que las mujeres no son objetos sexuales y que no tienen que buscar la aprobación de ningún hombre. Pregunten de nuevo lo mismo, pero ahora agreguen por qué se oponen a que OTRAS MUJERES QUE NO SON USTEDES muestren sus belleza para atraer un hombre. Titubearán un instante y responderán lo mismo, pero como si hablaran de parte de la mujer atractiva. ¿Por qué? ¿Acaso preguntaron a ella, a una modelo o cualquier otra mujer cuyo trabajo sea mostrar su físico si se sienten cómodas y contentas haciéndolo? ¡Claro que no! ¿Para qué molestarse? Esas mujeres son bonitas y se preocupan por su aspecto físico, y por lo tanto deben de ser unas estúpidas que necesitan que otras mujeres les digan cómo deben de comportarse, cómo deben pensar y cómo vivir su sexualidad.

Estética


Por otro lado, con frecuencia se nos culpa de un crimen que no cometimos. Mas yo nunca me cansaré de repetirlo: “¡Al 99% de los hombres NO nos gustan los esqueletos!” En poco o en nada tenemos que ver con las tendencias estéticas que muestran en las revistas de moda, donde las modelos suelen ser muy delgadas y es tanto su impacto que conducen a otras mujeres a arriesgar su propia salud para lucir así. Pero son diseñadores y diseñadoras quienes tienen la prerrogativa de elegir sobre qué tipo de cuerpo sus diseños son más vistosos, y casi siempre eligen cuerpos muy delgados. Los hombres ordinarios no tenemos nada que ver con esto —¡nosotros solo queremos SEXO Y GUERRA! ¡UGA-UGA!—. Preferir a las delgadas sobre las obesas (¡cuídate de decir la palabra gorda frente a una feminazi!) no es preferir un cuerpo anoréxico.

¡Pelos!

Soy de la idea de que las mujeres pueden y deben lucir como ellas quieran. Si quieren dejarse crecer una selva de vello púbico tan extensa que necesiten de un indígena amazónico que guíe a sus amantes hasta adentro de ella, que lo hagan; pero que esperen sentadas si pretenden presionarme para que mis gustos se acomoden a su apariencia. Si una mujer no nos atrae por las razones que sean, nadie tiene el derecho de imponernos el estándar de belleza que otros consideren moralmente correcto.
Una idea generalizada y manipuladora en el régimen feminazi es que una mujer que se depila es una mujer que se delude a sí misma, que no es natural y proyecta una imagen no real de su persona. Pero, ¿qué hace a una mujer sin depilar una persona más real que una mujer depilada? Yo me pregunto si los pelos mantienen una red sináptica que contiene información vital  sobre la personalidad de la mujer, y que al cortarlos destruyen esa conexión y dejan de ser ellas mismas. Bajo esta lógica de que una intervención antinatural sobre el cuerpo humano es quitarle “realidad” a la persona, entonces el uso de gafas, medicinas y otros accesorios para el bienestar del cuerpo, que son artificiales, también deberían hacernos falsos. Afeitarnos y cortarnos el cabello es no ser nosotros mismos, porque el crecimiento del vello es parte de nuestra naturaleza. Mentimos al mundo al quitarnos lagañas y mocos. Usar desodorante falsifica nuestra esencia animal. Un atleta que ganó una medalla engaña a toda una nación, porque en condiciones naturales, sin entrenamiento, no la hubiera conseguido.
Es querer pasar una estupidez como verdad ontológica. Dejarse crecer los vellos no debería ser correcto ni incorrecto, solo ser una opción de comodidad y ya. Gran puto dilema. Si la sociedad demanda pelos, que quiebre Gillette. Nadie tiene el derecho de decirnos cómo debemos lucir, pero sí tienen el absoluto derecho de no sentir atracción hacia nosotros. Si una mujer quiere verse atractiva,  ¿cuál es el problema con que lo haga? Como especie llevamos millones de años compitiendo por ser atractivos (aunque, en el caso de los hombres, cambiamos la brutalidad homicida por el perfume) y socialmente aceptados. Son comportamientos naturales para la preservación de la especie. No se pueden someter cientos de años de evolución e instinto a un juicio moral de una minoría de personas que, consciente o inconscientemente, pretenden disminuir los atributos de otras para sentirse mejor consigo mismas.
“Aaaahhrrrwoo ee aarhhh rrwwaraoooorrrrrrrrr aawwhggeerrh” 
Chewbbaca, sobre el vello en el feminismo
Podría decir más, pero prefiero resumir mi postura con este video:



He ahí el  típico machismo con el que no estoy de acuerdo. Identifica el rol de la mujer como aquella servicial y limitada a tareas domésticas, mientras él ejerce el rol dominante como proveedor de recursos y de control sexual al suminastrarle sus garrotazos. (¡jajaj!) Pero sería un hipócrita si dijera que no me pareció graciosa la inversión de estereotipos donde ahora la mujer es quien tiene la premura sexual y el hombre es quien accede a complacerla sexualmente y está obligado a ofrecerle sus dos pinchis garrotazos diariamente.  Yo no puedo esperar el momento adecuado para usar una de esas frases y decirle: “Tú tranquila, no te pongas nerviosa, bebé. Ya sabes que el pinchi garrote está al tiro”.
A la mayoría de los hombres nos gusta bromear con cosas así. Porque somos idiotas. Es parte de nosotros comportarnos como imbéciles. Supongo que solemos bromear más que las mujeres por miedo e inseguridad; porque en el pasado estábamos obligados a pelear si había guerras y a sacrificar nuestra integridad para defender al grupo, y nuestro promedio de vida siempre ha sido menor. Quizás bromeamos como un método de anulación del temor a la muerte. Así que, feministas del mundo, pueden depurarnos de todo lo que no les guste, pero, POR FAVOR, nunca nos priven de nuestros chistes sobre mujeres al volante. Al menos eso déjennos y nuestra libertad de elegir quién nos atrae sexualmente.
Es lo único que pedimos. Y que no te pongas nerviosa, bebé.

(Source: falsoprofeta.org)
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