El cráneo humano es una fuente de datos morfológicos y osteométricos de utilidad para el análisis forense. Se ha descrito que por su análisis, excluyendo los resultados del análisis odontológico forense, es posible obtener información sobre los aspectos básicos que permiten la identificación: sexo, raza y características faciales (Robetti et al., 1982). El cráneo se caracteriza por su adecuada conservación respecto de otros elementos esqueletales, manteniendo algunas características propias, aún en condiciones extremas. Estudios realizados en cráneos expuestos a temperaturas de 800° C indican que la exactitud en la determinación del sexo y características raciales por medio del examen métrico de la base del cráneo, no se ven alteradas, siendo un método aplicable en identificación de víctimas de incendio (Holland, 1989). En relación a la afinidad racial, existen diferencias en el tamaño, forma y proporción de los elementos esqueletales, entre las poblaciones pertenecientes a fenotipos blanco y negro (Patriquin et al., 2002). Diversos autores han desarrollado protocolos para determinación de afinidad racial por medio del análisis de restos esqueletizados (Igbigbi & NanonoIgbigbi, 2003; Krogman & Iscan, 1986; Lavy et al., 2003; Stewart, 1979), de éstos, el cráneo parece ser el segmento esqueletal que más información aporta, aún más, autores como Johnson et al. (1989) sugieren que no son necesarias una gran cantidad de mediciones para poder establecer la raza a partir del cráneo. Respecto a niveles de exactitud para afinidad racial, Iscan & Steyn (1999) han reportado valores del 98% en cráneos sudafricanos; sin embargo, debe observarse que los parámetros descritos en una población, son aplicables a la misma y no a otra (Krogman & Iscan). Los procedimientos para establecer afinidad racial por antropometría craneal, pueden arrojar resultados paradojales si se utilizan poblaciones aisladas para la representación de otras provenientes de áreas geográficas importantes, sugiriéndose, entonces, una aproximación con cierto grado de flexibilidad, utilizando poblaciones locales afines y el uso de medidas seleccionadas para cada grupo en estudio (Brues, 1992). Al respecto, se han descrito diversos índices craneales y faciales, sobre los cuales se ha demostrado la presencia de importantes variaciones interpoblaciones (Buretic-Tomljanovic et al., 2004; Drummond, 1968; Gudin, 1953; Pales & Tassin De, 1953; Ripley, 1898). En poblaciones brasileras, Arbenz (1988) estudió diferentes índices craneales y faciales, determinando una serie de rangos para la determinación de leucodermas, melanodermas y xantodermas. Da Silva (1997) concuerda que los principales grupos humanos, basado en el color de piel son los leucodermas, los melanodermas y los xantodermas, pero señala que deben agregarse algunas mezclas que en Brasil resultan relevantes como los individuos de piel parda (mulatos). Este grupo, por lo tanto, merece especial interés debido su alta prevalencia en la composición demográfica del Brasil. Tomando en cuenta todas las consideraciones anteriores, el propósito de este estudio es determinar, por medio del uso de dimensiones lineales faciales y craneales en una muestra de cráneos brasileros de la colección perteneciente a la Universidade Federal de São Paulo, una función discriminante y aquellas dimensiones más útiles, que nos permita predecir el color de piel en vida en blancos, negros y pardos colaborando, de esta forma, a la práctica forense.
MATERIAL Y MÉTODO
Se realizó un estudio de corte transversal en cual se analizaron 208 cráneos humanos de la colección de la Universidade Federal de São Paulo (UNIFESP), que cumplieron con los criterios de selección. Como criterios de inclusión se consideraron cráneos de adultos con registro completo de sexo, edad y color de piel, en estado de conservación que permitieran realizar las mediciones. Fueron excluidos aquellos cráneos que presentaron asimetría marcada, malformaciones congénitas y/ o evidencia de trauma. Se realizó un muestreo de tipo no probabilístico, por conveniencia, debido a la dificultad de obtención de los elementos analizados. La composición demográfica de la muestra se presenta en la Tabla I.
En cada cráneo, utilizando un compás de Willis y paquímetro digital se determinaron las siguientes dimensiones lineales craneales y faciales: Distancia Biéurica, longitud Glabela-opistocráneo, distancia Basion- Bregma, longitud Nasion- Prostion, distancia Bicigomática, ancho máximo de la apertura piriforme y la distancia Nasion-Espinal. El examinador fue enmascarado para el registro de sexo, edad y raza de los cráneos durante el estudio, las mediciones obtenidas fueron consignadas en ficha de recolección de datos creada para este fin. En base a las dimensiones medidas para cada uno de los cráneos se obtuvieron los estadísticos descriptivos (media, desviación estándar, varianza). Las diferencias de medias entre los grupos fueron contrastados entre sí (BlancoNegro; Blanco-Pardo; Negro-Pardo) y por sexo, mediante la prueba ANOVA de un factor, con un nivel de significancia en p<0.01. Para establecer detalladamente entre qué grupos se encontraron las diferencias estadísticas, se emplearon los tests estadísticos complementarios al anterior, de Bonferroni y Scheffe. Posteriormente, en base a las dimensiones lineales del cráneo obtenidas, descritas en el punto anterior, utilizando el programa estadístico SPSS 15.0 se procedió al cálculo de las funciones discriminantes lineales de Fischer, mediante el cual se determinaron aquellas dimensiones lineales que mejor permitieron discriminarentre los individuos de los tres colores de piel que constituyen la muestra de este estudio.
RESULTADOS
Los estadísticos descriptivos para cada medición por color de piel se presentan en Tabla II.
Al análisis estadístico de ANOVA un factor, la única
medición que presentó diferencia estadísticamente significativa
para la variable color de piel, fue el ancho máximo de
la apertura piriforme con un valor p<0,01 (Tabla III).
Complementariamente se aplicaron los tests de Bonferroni
y Schaffe que estableció que el origen de estas diferencias
se producía entre cráneos provenientes de sujetos de color
de piel blanco y cráneos de sujetos negros y entre cráneos
de sujetos de piel blanca y cráneos de sujetos de piel parda
(mulato).
Cuando analizamos las diferencias estadísticas con
los tests anteriores, entre grupos de los tres colores de piel,
subdividiéndolos de acuerdo a sexo, tenemos que en el sexo
masculino se agrega al ancho máximo de la apertura piriforme, la distancia Nasión- Prostión. Las diferencias en
la distancia Nasión- Prostión se establecen entre cráneos de
sujetos blancos e individuos negros y, entre cráneos de sujetos
blancos y cráneos de sujetos mulatos.
Para el sexo femenino tenemos que sólo el ancho
máximo de la apertura piriforme presentó diferencias
estadísticamente significativas, al aplicar los tests de
Bonferroni y Schaffe encontramos que las diferencias estadísticas
se establecían entre cráneos de mujeres blancas y
cráneos de mujeres negras y, entre cráneos de mujeres mulatas
y cráneos de mujeres negras.
En el cálculo de la función discriminante, vemos que
la única medición que permitió su construcción fue el ancho
máximo de la apertura piriforme, con un bajo poder discriminante
(Lamda de Wilks = 0.891 y correlación canónica =
0.330), por lo que sólo permitió distinguir correctamente
por color de piel, al 53,8% de los cráneos analizados.
DISCUSIÓN
El concepto de raza ha sido fuertemente cuestionado
en la actualidad, perdiendo su validez como concepto representativo
de la diversidad biológica humana (Sauer, 1992);
lejano a la discusión antropológica cultural, el contexto
forense debe realizar una aproximación de manera pragmá-
tica a la afinidad racial, no existiendo intención peyorativa
en el uso de la palabra raza enmarcado como mecanismo
clasificatorio. Por lo tanto, cuando se refiere a raza, en verdad,
la ciencia forense apunta a la obtención de información
de características físicas que orienten la identificación, disminuyendo
el número de posibles candidatos de origen.
En nuestro estudio, examinamos una serie de mediciones
craneales y faciales, seleccionando aquella que permitieran
predecir a qué tipo de color de piel pertenecían. En
este esfuerzo, se identificó al ancho máximo de la apertura
piriforme como la medición más adecuada para este fin.
Resulta interesante que en este estudio quedara en evidencia
que existen diferencias atribuibles al sexo que permitan
la determinación de la afinidad racial con mayor fuerza en
el grupo de sexo masculino que en el de sexo femenino, lo
cual se refleja que para cráneos provenientes de varones se
sumó la medición de nasión-prostión como distintiva entre
los diferentes colores de piel estudiados. Nuestros resultados
sugieren que las dimensiones lineales de cráneo y cara
que ayudan a la identificación de la afinidad racial tiene un
comportamiento dimórfico. Este aspecto merece ser tomado
en cuenta por quienes practican la medicina forense, pues,
el tratamiento de los cráneos en la búsqueda de la afinidad racial, se realiza de igual manera para ambos sexos, probablemente
los niveles de exactitud serían mayores si previo a
la determinación de la afinidad racial se realice la determinación
forense del sexo.
Si observamos los resultados, además podremos percibir
que en el grupo de cráneos de sexo masculino las diferencias
se centran entre cráneos de sujetos de sexo masculino
de color de piel blanco y los de piel negra. Lo mismo se
da entre cráneos de individuos de sexo masculino de color
de piel blanco y los de piel parda, mientras que las diferencias
entre mulatos y negros no tuvieron significación estadística,
lo cual nos lleva a pensar que los mulatos, al menos
en estas mediciones, se acercan más al fenotipo negro que al
blanco. Las diferencias intergrupales fueron menores a las
reportadas en otros estudios, en los cuales los grupos analizados
pertenecen a etnias menos relacionadas entre sí (Perera
& Pathmeswaran, 2009), nuestros resultados incorporan las
dimensiones lineales de grupos poblacionales, como los
mulatos, que se generaron a partir de la mezcla de individuos
blancos de origen principalmente europeo e individuos
negros de origen africano, por lo que es razonable que en el análisis de la varianza intergrupos (ANOVA) la presencia
de un grupo que incorpora las características de los otros
grupos más distantes fenotípicamente atenúa la fuerza estadística
de las diferencias entre ellos. Al respecto, el rasgo
característico de la forma nasal y las dimensiones de la
apertura piriforme parecen expresarse de manera dominante
en las diferentes poblaciones, situación ya descrita
en otros artículos (Troncoso et al., 2008; Cantín et al.,
2009).
La situación en cráneos de mujeres fue diferente.
Las
diferencias estadísticas se relacionaban entre cráneos de mujeres
blancas y mujeres negras, y entre cráneos de mujeres
mulatas y mujeres negras; infiriéndose que en estas dimensiones
el fenotipo de los cráneos de mujeres mulatas se acercan
más al fenotipo blanco que al negro. Se hacen necesarios
nuevos abordajes para poder confirmar estas observaciones.
Pocos autores han analizado la afinidad racial, en términos
de color de piel, por medio de funciones discriminantes,
sin embargo, vemos su amplio uso para la determinación
del sexo en osamentas. En Brasil la situación es similar, encontrándose
sólo la aplicación de estadística multivariada en
relación al dimorfismo sexual (Suazo et al., 2008 a; Suazo et
al., 2008 b; Suazo et al., 2008 c; Zavando et al., 2009).
Hasta ahora, no se habían realizado estudios de afinidad
racial con esta metodología para muestras brasileras.
En nuestro estudio, cuando calculamos la función discriminante
para la afinidad racial vemos que el 53,8% obtenido
para la correcta clasificación de los cráneos resulta insuficiente
y no hace recomendable este abordaje, nuestros resultados
son muy inferiores a los reportados en otros estudios,
para Iscan & Steyn las diferencias en los procesos evolutivos
en los distintos continentes puede haber resultado en
diferencias en la forma de la cabeza, por lo que individuos
con una aparente afinidad racial pueden expresar rasgos característicos
asociados al contexto geográfico en el que se
desarrollaron. Al respecto, el uso de funciones discriminantes
han demostrado su utilidad para la determinación de la
afinidad racial a partir de dimensiones de cráneo y cara, cuando
las poblaciones comparadas eran muy diferentes, por
ejemplo al comparar negros y blancos sudafricanos, pero
niveles menores de exactitud se encontraron al analizar crá-
neos provenientes de poblaciones con una mayor mezcla
racial (Giles & Elliot 1962; Gill & Rhine 1990), lo que sustenta
el hecho que la diferenciación de cráneos de blancos,
negros y mulatos presente mayor dificultad y que el uso de
funciones discriminantes en estos casos tenga una escasa
utilidad en la práctica, siendo necesario explorar nuevas
mediciones que nos aumenten la de exactitud para otorgar
mayor solidez a los análisis en esta área.
(Source: scielo.cl/pdf/ijmorphol/v27n3/art04.pdf)
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