sábado, 14 de febrero de 2015

Un rostro afro-salvadoreño

El 98% de la población se define mestiza. Y este mestizaje es simplificado como indígena y español, sin dejar espacio a otra conjunción étnica, como la negra.


Resulta difícil definir la fisonomía del típico salvadoreño. Tras una breve encuesta muchos se definieron, sin consenso, como: “Morenos y chaparritos” o “bronceados con ojos achinados” o “cheles con pelo parado”. Nunca o muy pocas veces un salvadoreño acepta tener rasgos marcadamente afros: tez oscura, cabello encrespado o labios espesos. Según el último censo poblacional, el 98% de la población se define como mestiza. Y este mestizaje suele ser simplificado como la unión de indígena con español, sin dejar espacio a otra conjunción étnica, como la negra.

No importa lo que refleje el espejo. En El Salvador, muchos creen a pie juntillas que aquí no hubo, ni hay, población negra. En parte, Maximiliano Hernández Martínez alimentó esta percepción. En 1933 prohibió por decreto constitucional el ingreso de personas de color al país. Y lo negro se volvió malo. Sin embargo, desde el génesis de la conquista española, existen pruebas de presencia afro. Como ejemplo, se cita a un antiguo lienzo, llamado Quauhquechollan, que detalla el avance de las tropas españolas por Centroamérica en 1528. Y que dibuja a un esclavo negro que parece a punto de caminar sobre el actual territorio salvadoreño. Un país que, contra lo que podría pensarse, posee resabios, quizá bastante diluidos o quizá bastante evidentes, de esta presencia racial. De esto da cuenta el periodista Sigfredo Ramírez, quien visitó algunas poblaciones donde lo negroide es palpable.


(POSTED by laprensagrafica.com)
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